𝟎𝟓

Ryu-ni déjame ver si comprendí —murmuró la pequeña de ojos azules, mientras observaba al rubio con total confusión—. Los culpables de que llegarás con moretones eran unos matones de secundaria, y un día conociste a un niño de mi edad y casi de igual estatura, que hizo mierda a esos idiotas..

—Yo no lo dije con esas groserías —la interrumpió Draken, no de acuerdo a que su hermanita dijera esas palabrotas.

Ignorándolo olímpicamente Natsuki continuó hablando.

Se deshizo de ellos, salvándote...

—¡No me salvo!.. —gruñó el mayor.

Y desde ese día ambos se hicieron amigos, y el día en que no llegaste a recogerme —la siguiente parte del relato, era el que menos comprendía—. Fue porque ese niño llamado Maikī quería comer dorayakis, por lo cual estuvieron buscando por casi todo Shibuya un local que los vendiera...

El terminar de hablar, se produjo un silencio entre ambos, mientras la niña observaba con seriedad a su hermano.

Y Draken se imaginaba lo enojada que estaría, lo cual lo hizo suspirar y prepararse para disculparse de nuevo. Pues si, sonaba una estúpida escusa por más fuera cierto.

Lo siento.... —iba a disculparse el rubio.

¿Y no compraste ninguno dorayaki para mí?...

La voz de la pequeña, que tenía un tono ofendido lo interrumpió e hizo tragar su disculpa.

De nuevo el silencio reinó, siendo estaba vez, el joven pandillero, quién observaba a la pequeña con incredulidad. Para solo darle un golpe en la frente causando una queja en la menor.

¡Chibi baka!...

—¡Itte!..

El incesante sonido del timbre anunció el final de las clases, mientras algunos niños guardaban sus útiles y corrían como si estuvieran huyendo, otros se juntaban y se iban con calma.

Natsuki caminaba por los pasillos de su primaria, sus pasos eran tranquilos. Mientras escuchaba a los demás estudiantes a su alrededor

¡Ya escucharon su nueva música! —escuchó a una muchacha de un curso menor, de cabellos rubios y ojos claros, mientras hablaba con sus amigas.

Escuchó sus gritos de entusiasmo, mientras llegaba a la salida del edificio.

Así se dirigió al punto de reunión con su hermano, recordando sus palabras de la noche anterior.

Hoy conoceré al tal Maikī —murmuró la pequeña, mientras esperaba que el semaforo cambiará de color para pasar la calle.

Siguió su camino con calma, gracias a que había salido un poco más temprano de lo común. A causa de que se organizó una reunión de docentes a última hora.

Divisó el pequeño parque ya cerca, mientras tarareaba una melodía que se le había quedado luego de haber visto una película junto a su hermano.

Aun no entiendo cómo a Ryu-ni, no le pareció atractivo Howl —murmuró la pequeña negando con la cabeza—. La protagonista Aryn si que tuvo suerte...

Murmuró lo último al llegar a una banca y sentarse.

Dejó su mochila a su lado y se dedicó a mover los pies, esperando la llegada de su hermano.

¿Cómo será el amigo de Ryu-ni? —pensó Natsuki, con sus ojos puestos en las ramas de los altos árboles, notando algunos pájaros en ellas, entonando unas bonitas melodías.

Su curiosidad hacia el chico que había salvado a su hermano —aunque él lo negara— era grande. Quería saber cómo era aquel niño que según el mayor, tenía su edad y solo la pasaba por muy poco.

¡Oye...oye mocosa! —una fuerte voz interrumpió sus pensamientos, logrando que bajará la vista.

Notando la presencia de cinco niños frente a ella, tres que parecían ser de primaria y los dos últimos si se notaban que eran de secundaria.

¿Es ella? —dijo uno de los mayores, observando a la pequeña con burla.

Sasuki solo permaneció en silencio, sin saber por qué estos niños se había acercado a molestarla.

¡Así es, ella es la hermana menor del chico que nos golpeó! —dijo uno de los menores, apuntando a la pelinegra, quién frunció las cejas.

No deberías apuntar a las personas, es de mala educación —dijo la pequeña, ocasionando que el niño gritara de enojo.

Antes sus ruidosos gritos, uno de los mayores se acercó a la pequeña.

Con que tú eres la hermanita de ese tal Draken que los golpeó —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Dónde está tu hermanito, pulga?.

Preguntó el chico, mientras se acercaba a ella con intención de intimidarla.

Natsuki lo observó sin responder, mientras recordaba el rostro de uno de los niños. Comprendiendo que eran los mismo que la había molestado tiempo atrás.

No tengo porque decirles, además —observó a los niños de su edad—. Fueron ustedes los que vinieron a molestarme la vez pasada, fueron ustedes los que se lo buscaron —se cruzó de brazos, frunciendo la cejas.

Los tres niños empezaron a quejarse, diciendo que eso no era cierto, la niña se enojó aún más al verlos mentir tan descaradamente.

Iba a volver a hablar, pero el bruto agarre a uno de sus brazos la detuvo.

Oi mocosa, no estoy jugando —dijo el chico que antes le había preguntado—. No quiero tener que golpear a una chiquilla, así que dime —la movió hacia un lado de forma ruda.

Logrando que la niña soltará un quejido de dolor.

¿Dónde está ese tal Draken?.

Natsuki intento soltarse, pero la fuerza de una niña de 11, no podía comprarse con la de alguien mayor.

¡Suéltame idiota! —gruñó.

El mayor se enojó aún más al oírlo llamarlo de esa forma, y estuvo a punto de volver a lastimar la.

Pero la niña actuó más rápido y dándole un pisotón en uno de sus pies, logró que la soltase por el repentino dolor.

Maldita... —gruñó el mayor, agachado sujetando pie herido—. ¡Ya verás!

Dijo y uno de los niños se abalanzó a ella.

Natsuki asustada tan solo pudo sujetar algo para defenderse, siendo el objeto más cercano su mochila. Con el cual, usando la mayor fuerza que podía lo golpeó justo en el rostro, logrando que cayera.

Mientras el niño se quejaba, la pequeña Sasuki agradecía internamente haber traído varios de sus libros escolares.

Pero toda felicidad por lograr defenderse se esfumó al sentir como alguien por detrás la sostuvo de su cabello. Logrando que soltará su maleta y empezará a quejarse del dolor, dolor que acaciono que pequeñas largimas se formarán en sus bonitos ojos azules.

¡Ya me cansé! —dijo el otro chico de secundaria, mientras sacudía a la niña—. ¡¿Dónde está el maldito de Draken?!.

Natsuki, siguió intentado soltarse pero sin lograr nada, a pesar de eso no se disponía a hablar. No delataría a su hermano por nada del mundo.

Habla de una maldita ves pulga —dijo él que se encontraba sosteniendo la.

La niña negó con la cabeza, escuchando a mayor maldecir de nuevo, diciendo que ya se había cansado.

Lo siguiente que vio fue que se encontraba formando un puño con su mano libre.

Conocía lo siguiente que sucedería, por lo que solo pudo cerrar sus ojos con temor y esperar lo peor.

Pero supuesto golpe nunca llegó, al contrario sintió que caía al suelo de forma brusca pero no para llegar a lastimarla severamente. Escuchando un quejido detrás suyo.

Ahhgg...

Abrió sus ojos y notó que tendido a su lado se encontraba el chico, sosteniendo su rostro y gritando de dolor. Hasta pudo divisar un poco de sangre.

Oigan..

Escuchó una nueva voz, ubicada frente a ella, por lo que aún algo sorprendida volteó la mirada.

Notando a la persona que la había ayudado.

¿Qué están haciendo?...

Cabello formado de cortos mechones de tono sol, unos ojos que parecían haber consumido la noche más oscura junto a las estrellas.

El invencible Maikī se encontraba frente a ella, mientras esperaba una respuesta, disfrutando de una pequeña paleta de tono cereza.

¡Es ...es el Invencible Maikī! —dijo uno de los menores, dando unos pasos hacia atrás, mientras veía a uno de los chicos de secundaria aún tendido en el suelo.

¿El invencible que ...? Que tonterías estás diciendo —dijo el otro joven de secundaria, observando con enojó a la persona que se había entrometido—. ¿Quién rayos eres enano? ¡Esto no tiene nada que ver contigo, no te metas y déjanos encargarnos de la hermana de Draken!.

Maikī dejó de mover su paleta de un lado a otro y prestó atención al oír el nombre de su amigo, por lo cual volteó y observó a la niña aún en el suelo.

¡Ohh! Con que tú eres la hermana de Kenchin —dijo, mientras su mirada se llenaba de curiosidad.

Natsuki inclinó su cabeza hacia un lado demostrando confusión, sin saber quién era ese tal Kenchin. Pero reconocía que el apodo era cómico.

¡Oye, no me ignores maldito! —volvió a hablar el pandillero ya cansado e intentado darle un golpe a Maikī.

¡Cuidado! —dijo la pequeña, levantándose con rapidez y empujando al rubio con ella.

Siendo Maikī ahora el sorprendido, cayendo al suelo junto a la pequeña, mientras el solo se dedicaba a observarla con suma atención.

No deberías dar la espalda durante una pelea —lo regañó la niña, mientras él solo la observaba.

Para Maikī era la primera vez en qué alguien se arriesgaba por él y lo regañaba al mismo tiempo.

Pues después de todo, era el Invencible Maikī, el mas fuerte de su primaria y el que podía acabar hasta con chicos de secundaria.

Aún en sus pensamientos el rubio vio a la niña salir encima suyo, luego de haber escuchado una voz conocida.

¡Chibi! ...

Natsuki sonrió aliviada al escuchar la voz de su hermano, quien había llegado corriendo. Siendo lo primero que hizo, es darle un golpe al último chico de secundaria dejándolo también en el suelo.

¿Estás bien Chibi? —preguntó Draken ayudando a su hermana a pararse, mientras la examinaba con cuidado, notando su cabello alborotado y las heridas de su brazo—. Esos desgraciados..

Natsuki lo vió voltear para encargarse de esos matones. Pero ella lo detuvo sujetando la manga de su uniforme de primaria.

No Ryu-ni, no valen la pena —susurró aún algo asustada por todo lo sucedido, escuchando al mayor suspirar.

Escuchénme malditos idiotas —gruñó el mas alto, haciendo temblar al resto de los chicos—. Si vuelvo a verlos, los mataré sin pensarlo dos veces. ¡Ahora largo!.

Su último grito los hizo saltar y huir rápidamente, llevando a arrastras a sus compañeros heridos.

Al verlos irse, Ken se centró en su hermana, mientras acomodaba los mechones de su cabello oscuro.

¿Segura que estás bien? —volvió a preguntar, agachándose a su altura.

Natsuki notó la preocupación que reflejaba la mirada del dragón.

Estoy bien Ryu-ni —dijo con una pequeña sonrisa.

Yo también estoy bien Kenchin...

Ambos voltearon a ver a la persona que interrumpió su bonito momento de hermanos, notando al rubio que se encontraba viéndolos aún sentado en el suelo donde lo había echado la pequeña.

Draken estuvo a punto de responderle de mala forma, pero al ver a su hermana acercarse con rapidez a su amigo lo hizo callarse.

¿Estás bien? —la escuchó, notando su preocupación—. Perdón por haberte empujado —se disculpó Sasuki, mientras extendía su mano para ayudarlo.

Mientras el mas alto observaba sin palabras aquella extraña escena, ¿El invencible Maikī aceptando ayuda?.

Pues si, el rubio había aceptado la mano de la niña, levantándose del suelo pero sin soltarla. Y solo quedándose observando la union de ambos con curiosidad.

Natsuki lo observó confundida, preguntándose por qué no la soltaba.

Ryu-ni, ¿Quién es? —preguntó la pelinegra, siendo ella la que soltará el agarre y caminara hacia su hermano, quien no había dejado de fulminar con la mirada al otro niño, que no había dejado de ver su propia mano.

Pero dejó de hacerlo al oír la voz de su hermana, y soltando un suspiro decidió responder.

El es al que quería presentarte, es Maikī —dijo Ryuguji.

Con que ella es tu hermana Kenchinvolvió a hablar el recién nombrado, acercándose a la menor, quien observó a su hermano.

¿Kenchin? —dijo con gracia, seguido de una pequeña risa lo que ocasionó que una vena sobresaliera en el cuello del dragon—. Bonito apodo Kenchin-ni..

Lo llamó de esa forma aumentando su enojo.

Dejate de juegos Chibi —gruñó el mayor, resaltando su apodo con malicia, siendo esta vez la menor la que frunciera las cejas.

Mientras Maikī solo se disponía a ver la discusión entre ambos, disfrutando de su paleta.

¡Hmp! Mucho gusto Maikī-kun —dijo ignorando a su hermano, mientras sonreía hacia el otro rubio—. Soy Sasuki Natsuki, puedes llamarme simplemente Natsuki.

Ahora la atención del rubio se centró en la niña frente a él sonriendo, viendo que había extendido su mano para presentarse.

Sano Manjirō —respondió con simpleza, agarrando su mano—. Pero dime Maikī, un gusto Suki-chan —la llamó por un curioso apodo, llamando la atención de los hermanos.

Causando distintas reacciones en ambos, haciendo que la menor se sonrojara al ser llamada así, y que el del tatuaje en la sien explotara de enojo.

¿Cómo acabas de llamarla enano? —dijo el más alto, acercándose al él.

¿Acaso estás sordo tótem? —dijo también Maikī sin ningún temor.

Aquello sorprendió a la menor, quien no dudó en detener la tonta discusión, situándose en medio de ambos, estirando sus manos.

No discutan por tonterías —dijo mientras suspiraba—. Mejor vayamos por algo de comer, tantos problemas me dio hambre.

Sonrió cambiando de tema, mientras observaba a su hermano bufar.

Pero el agarre de una de sus manos la hizo voltear, notando que el causante era Manjirō, quien le sonrió de lado.

Tienes razón Suki-chan, muero de hambre —dijo despreocupado, como si hubiera olvidado lo que causó ese apodo—. Quiero papas fritas del menú infantil...

Dijo sin más y se dispuso a caminar llevando consigo a la niña, mientras ella solo volteaba a ver a su hermano, quien los seguía detrás maldiciendo al más bajo. Y sin dejar de ver el agarre de sus manos.

Empezando a arrepentirse de haberle presentado a su hermanita.

¡No es justo, falta la bandera!.

En un local de comida no muy lejos del parque, las quejas del invencible Maikī se podían escuchar, enojado por no recibir su bandera junto al menú de niños.

Natsuki observó el puchero del chico sentado a su lado, y con un suspiro decidió darle su propia bandera. Para hacer que se sintiera mejor.

Puedes tener la mía Maikī-kun —sonrió, mientras colocaba la banderita en una de las papas fritas que traía el plato.

¡Wooaa, gracias Suki-chan! —agradeció el rubio, mientras sus oscuros orbes se fundían en un brillo de alegría, lo cual hizo sonrojar a la pequeña.

Así el joven Sano disfruto su comida con una sonrisa, mientras la pelinegra comía en silencio con cierta timidez.

Nunca había estado tan cerca de alguien que no fuera su hermano, y la actitud de Maikī le hacía sentir cierta vergüenza y timidez. Después de todo era una niña que no había hablado con casi nadie del sexo opuesto.

Mientras los menores comían, cierto rubio más alto no podía evitar volver a maldecir a su amigo y sentir como una vena sobresalía en su frente.

¡Ahh, estoy lleno!...

—¡Cómo no lo estarías, hasta comiste la parte de Natsu! ...

Ambos rubios, se encontraban otra vez discutiendo o al menos el dragón se encontraba regañando al invencible Maikī, quien solo dejaba escapar unos cuantos bostezos demostrando su sueño.

Natsuki solo podía suspirar divertida por tan rara amistad que tenían ambos, mientras los tres caminaban por las calles extrañamente calmadas de Shibuya.

No hay problema Ryu-ni, después de todo, fui yo quien se lo dio —dijo la de ojos azules, defendiendo a su nuevo amigo.

Quien había vuelto a sostener su mano y caminaba a su lado con pereza.

Ignorando las maldiciones y miradas que Draken le lanzaba desde atrás de ambos.

Así los tres nuevos amigos pasaron el resto de la tarde juntos, hasta que el crepúsculo dominó el cielo y tuvieron que separarse.

¡Hasta luego Maikī-kun! —se despidió la niña con entusiasmo.

Mientras el nombrado solo lo hacía con la mano y una pequeña sonrisa.

—Ryu-ni, ¿cuántas veces tendré que decirte que no fue para tanto?. Sólo me agarró la mano...

—Fue más de una vez Chibi.

Ya siendo altas horas de la noche, ambos hermanos estaban en la habitación del dragón, quien no había parado de decirle que no confiara demasiado en —según él— aquel enano perezoso.

La niña solo se había limitado a decirle que no debía preocuparse, que Manjirō no parecía ser alguien malo.

Si fuera alguien malo, no me lo habrías presentado Ryu-ni —dijo Natsuki suspirando cansada.

Ahora mismo me estoy arrepintiendo —escuchó susurrar al dragón.

Suki solo se limitó a agarrar su mano y decirle que se durmiera de una vez por todas. Escuchando los gruñidos del mayor antes de dormir.

¡Suki-chan!

El rubio agitó con fuerza la mano al verla llegar corriendo.

Había pasado varias semanas y la amistad que había nacido aquel día había crecido de una forma abrumadora.

Siendo un lazo tan puro y único que había unido a ambos.

¡Maikī-kun! —respondió con una sonrisa la pequeña al llegar.

La amistad de ambos se fue formando y creciendo gracias a los continuos encuentros de ambos, gracias a Maikī. Quien cada día había ido al parque donde la menor esperaba a su hermano.

Lo había hecho sin siquiera contárselo a Draken, quien se había molestado con él. Pero no había podido hacer nada ya que su hermana lo había detenido.

Tardaste mucho —dijo el rubio, inflando sus mejillas en signos de un puchero.

La pelinegra suspiró divertida y de su pequeña mochila sacó una bolsa, donde podían verse varios y deliciosos dorayakis.

¡Fui por unos ricos dorayakis! —dijo con una sonrisa, que creció al ver de nuevo aquel bonito brillo en los oscuros orbes de su amigo—. ¿Que dices Maikī-kun?.

Dijo mientras apreciaba como agarraba uno y lo llevaba directo a la boca.

¡Eres la mejor Suki-chan!.

Y hablaba con la boca llena.

Suki río divertida, mientras se sentaba a su lado a disfrutar de los ricos dorayakis.

Mientras recordaba el momento en que había conocido.

Al Invencible Maikī

Ñam..Ñam ..

—¡No te comas lo míos Maikī!...

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