vi. danger
Al finalizar la cena y los anuncios, los alumnos de drumstrang esperaron a que su director bajará hasta su mesa; - Andando - ordenó Karkarov al llegar a ellos.
Todos obedecieron la orden de su director, aunque en el momento en el que ella y valdis se pararon Karkarov las llamó: - ¡Valdis, Claireth vengan aquí! - ambas se acercaron a su director y conectaron miradas con Viktor, el movió la cabeza sin saber que quería de ellas. - Vengan, pónganse a mi lado izquierdo - Claireth miró a Cherlene, era normal que ella y su hermano caminarán uno a cada lado de su director, pero usualmente Claireth iba tras Karkarov no a su lado.
A medida que el comedor se vaciaba los pasillos se llenaban de alumnos queriendo acercarse a los hermanos Krum. Había veces en las que se tenían que parar antes de la puerta porque la multitud estorbaba para poder ver dónde se encontraban ambos pero su director les metía prisa.
-Al barco, vamos -les decía-. ¿Cómo te encuentras, Viktor?, ¿mejor? ¿Has comido bastante? ¿Quieres que pida que te preparen un ponche en las cocinas? - Claireth y Valdis rodaron los ojos, no era secreto que el varón Krum era el alumno favorito de Karkarov seguido por su hermana e Ynitsed pero era molesto que quisiera que estén a su lado para ignorarlas.
Viktor negó con la cabeza mientras se acomodaba su capa de pieles.
-Profesor, a mí sí me gustaría tomar un ponche -dijo otro de los alumnos de
Durmstrang.
-No te lo he ofrecido a ti, Poliakov -contestó con brusquedad Karkarov, de cuyo rostro había desaparecido todo aire paternal-. Ya veo que has vuelto a mancharte de comida la pechera de la túnica, niño indeseable...
Claireth trono la lengua tratando de no reír.
Karkarov se volvió y marchó hacia la puerta por delante de sus alumnos. Cuando llegó a
ella exactamente al mismo tiempo que esos mismos tres amigos, el de lentes se detuvo para cederle el paso.
¿Por qué no paró de toparmelos? Pensó frustrada la rubia.
-Gracias -dijo Karkarov despreocupadamente, echándole una mirada.
Y de repente vió como Karkarov se quedó helado. Volvió a mirar al chico y dejó los ojos fijos en él, como si no pudiera creer lo que veía.
Detrás de su director, también se detuvieron todos los alumnos de Durmstrang.
Muy lentamente, los ojos de Karkarov fueron ascendiendo por la cara de ese azabache hasta llegar a una cicatriz.
Mierda.
¿Cómo no se había dado cuenta que ese chico de los mundiales era el niño Potter?
También sus compañeras
observaban a Harry con curiosidad. Por el rabillo del ojo, vió como Poliakov golpeaba con el codo a Selene quién estaba a su lado y señaló sin disimulo la frente de Harry.
De pronto la piel se le erizó - Sí, es Harry Potter -dijo desde detrás de ellos una voz gruñona.
El profesor Karkarov se dio la vuelta. Ojoloco Moody estaba allí, apoyando todo su
peso en el bastón y observando con su ojo mágico, sin parpadear, al director de Durmstrang.
Ante los ojos sus ojos Karkarov palideció y le dirigió a Moody una mirada
terrible, mezcla de furia y miedo. Volteó un poco hacía su hermana Idalia y Selene, se le hizo extraño como ambas se tapaban la nariz, supuso que era por el olor a alcohol que el desprendía, ellas sentían ese edor cien veces peor.
- ¡Tú! -exclamó, mirando a Moody como si no diera crédito a sus ojos.
- Sí, yo -contestó Moody muy serio retando con la mirada a Karkarov-.
El ambiente era tensó y su piel aún estaba erizada, alerta prefirió interferir ante tal escena.
- Profesor deberíamos retirarnos hacía el barco - sugirió Claireth sin dejar de ver fijamente a Moody. Su presencia incomodaba a Claireth y eso solo pasaba cuando la gente cerca de ella no era de confiar. Ese ojo de vidrio examinó a la rubia de arriba a bajo, ella no se inmutó, ni siquiera parpadeó manteniéndose firme ante el profesor de hogwarts.
- ¿Tengo algo en la cara, niña? - espetó mordaz. Ella volvió a tronar la lengua pero muchísimo más fuerte absteniéndose de contestarle.
- Te recomiendo no hablarle así a la señorita, a no ser que quieras morir pronto - sintió la manos de su director en sus hombros.
- Y, a no ser que tengas algo que decirle a Potter, Karkarov, deberías salir. Estás obstruyendo el paso. - respondió devuelta ignorando lo que Karkarov dijo.
Pero era cierto. La mitad de los alumnos que había en el Gran Comedor aguardaban tras ellos, y se ponían de puntillas para ver qué era lo que ocasionaba el atasco.
Sin pronunciar otra palabra, el profesor Karkarov salió con sus alumnos. Claireth volteó para toparse a Moody
clavando los ojos en la espalda de su director, con un gesto de intenso desagrado, hasta que reparo en ella le siguió con la vista hasta que se alejó.
Cuando llegaron al barco todos fueron directo hacía su camarote, afortunadamente compartía el suyo con sus amigas, y antes de meterse a este se acercó a Alexander para despedirse de él.
Al entrar al camarote Solo estaban Idalia y Selene.
- Cher está con Karkarov - dijo la castaña quién se encontraba en las piernas de su hermana.
Las ignoró para empezar a sacar su ropa de la maleta, pasaron unos minutos hasta que la puerta se abrió para dejar ver a una Cherlene muy cansada.
- Ustedes dos, no hagan nada en mi cama - advirtió a la pareja.
Entonces Claireth recordó; - Oigan, ¿por qué se taparon la nariz cuando Moody se acercó?
- Su olor era asqueroso, no sé cómo pudiste estar frente a el - respondió Selene.
- Se que el olor a alcohol no te agrada pero de ¿verdad apestaba tanto?
Idalia negó; - eso no era alcohol, si huele fuerte pero no tanto como eso.
- Dicen que, ¿lo que bebía no era alcohol? - quiso confirmar.
Ambas asintieron: - en efecto, ¿por qué preguntas, Clai? - la rubia menor no estaba segura pero...
- Cuando sentí su presencia me... asusté - reveló a sus amigas.
Las tres se miraron.
- ¿Tú? ¿Asustada? - se sorprendió Selene. Conocía a Claireth. Desde los once y en esos cuatro años jamás había visto una gota de temor en la cara de la rubia.
Y estaba segura que Idalia y Cher pensaban los mismo, la cara de Claireth era totalmente nueva para las tres, miraba sus pies descalzos y apoyaba sus brazos en la cama; su mirada estaba perdida y sus labios fruncidos.
- Oye - la llamó Idalia, parándose para sentarse a lado de ella, y apoyar su mano en el hombro de su hermana.
Claireth alzó la mirada, y pudieron ver sus ojos poco vidriosos.
- No te preocupes, ¿está bien? - trató de tranquilizar a su hermanita- tal vez sean nervios por el torneo y lo de ese niño Potter - mentía, Claireth lo sabía.
- Preparate para dormir mañana tenemos que levantarnos temprano para explorar - ánimo acariciando su cabeza.
El sabor amargo por saber que era lo que perturba a su hermanita no la dejaría dormir pero estaba bien Lia daría todo para que Claireth estuviera tranquila.
El día siguiente todos en el barco se despertaron a las seis de la mañana para alistarse e ir directo al Cáliz.
Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Sin embargo, pocos alumnos de Hogwarts ya se encontraban ahí.
Al bajar al vestíbulo
vieron a unas diez personas agrupadas allí, algunas comiendo tomando un café por haber madrugado, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima de un taburete.
En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.
Cuando presenciaron a los alumnos de Durmstrang la mayoría se calló.
- Formen una fila - ordenó el director. Como ella y Selene no podían participar se mantuvieron a lado de Karkarov.
Los dos primeros fueron los hermanos Krum, quiénes pusieron su nombre al mismo tiempo, después Poliakov, seguido de Idalia y casi al final Alexander.
Cuando el salió del círculo de edad se acercó a él.
- ¿Creés qué me elija? - preguntó el.
- ¿Es lo qué realmente quieres? - le cuestionó ella a el, a lo que él asintió.
- Entonces probablemente, podría ser un cincuenta-cincuenta - finalmente respondió con una sonrisa.
El la atrajó por la cintura, acariciando su nariz contra su mejilla provocando vitores por parte de sus compañeros.
- Vayamos a comer - insistió Claireth, para alejar la atención que estaban recibiendo. decidió desayunar algo no muy pesado, un café algo dulce y unas tostadas con mermelada le hicieron sentir satisfecha. A medida que pasaba el tiempo el comedor se llenaba cada vez más.
Harry también se había despertado algo temprano, junto a Ron fueron a desayunar para encontrarse a Hermione, quién le había dicho que ya todos los de Drumstrang habían dejado su nombre. Se encontraban discutiendo sobre la protección de Dumbledore cuando alguien se rió detrás de Harry. Al volverse, vio a Fred, George y Lee Jordan que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.
-Ya está -les dijo Fred a Harry, Ron y Hermione en tono triunfal-. Acabamos
de tomárnosla.
-¿El qué? -preguntó Ron.
- La poción envejecedora, cerebro de mosquito -respondió Fred.
-Una gota cada uno -explicó George, frotándose las manos con júbilo-. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.
- No estoy muy convencida de que funcione, ¿sabían? Seguro que Dumbledore ha
pensado en eso -les advirtió Hermione.
Fred, George y Lee no le hicieron caso.
-¿Listos? -les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción-. Entonces, vamos. Yo voy primero...
Harry observó, fascinado, cómo Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de
pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.
Durante una fracción de segundo, Harry creyó que el truco había funcionado.
George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se escuchó el sonido de lo que parecía un rayo y ambos hermanos se vieron
expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso.
Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.
El comedor se había callado por unos segundos hasta que ese silencio se vió roto por una risa, la mayoría volteó a ver a quién pertenecía.
Valdis Krum se reía freneticamente desde la mesa de las serpientes a un lado de su hermano quien la nirada con una xara de extrañeza pero con una sonrisa en su cara, pareciera ser que el tener las miradas le incómodo a la chica porque cuando se dió cuenta paró de reír con la cara roja y se disculpó.
Después en el vestíbulo, todos prorrumpieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.
Claireth volteó ver extrañada a su Cherlene en cuanto escuchó su risa, después a sus otras dos amigas quienes también le voltearon a ver.
Casi un año sin poder haberle sacado una sonrisa a la pelinegra, incluso Viktor se sorprendió al escuchar y ver a su hermana menor, una sonrisa apareció en el rostro del muchacho al presenciar tal escena, tal cuál la de un padre orgulloso.
Cuando Cherlene se calmó volteó a verlos; - perdón, de verdad me hizo gracia.
Selene negó: - tendremos que pedirles a esos chicos que lo hagan más seguido entonces.
El círculo de amigos se rió. Antes que el sonido de múltiples pasos se hiciera presente.
Madame Maxime entró en el vestíbulo detrás de sus alumnos y los hizo colocarse
en fila. Uno a uno, los alumnos de Beauxbatons fueron cruzando la raya de edad y depositando en las llamas de un blanco azulado sus pedazos de pergamino.
Cada vez que caía un nombre al fuego, éste se volvía momentáneamente rojo y arrojaba chispas.
- Saben que no me gusta caer en esos estereotipos - empezó Idalia - pero la mayoría de ellos tienen miedo a romperse una uña o arruinar su pelo. Espero que su campeón o campeona no sea así.
Cuando todos los estudiantes de Beauxbatons hubieron presentado sus nombres, Madame Maxime los hizo volver a salir del castillo.
- Cuánta fuerza de voluntad para no desayunar - reflejo Selene, mientras comía una manzana.
Cuando todas terminaron de comer se dispusieron a explorar un poco los pasillos y jardines.
- Te veo después - se despidió de Alexander antes de alcanzar a sus amigas quiénes se habían adelantado.
Se levantó de la silla y caminó a la salida, pero mientras caminaba enmedio de las largas mesas se empezó a marear, trató de caminar recto aparentando estar bien a pesar de que no podía ver nada pues su mirada se había vuelto negra. Al atravesar el umbral chocó contra alguien.
- perdon-... - Comenzó Claireth hasta que recupero la vista y vio a Alastor Moody frente a ella.
Esa sensación de peligro volvió y ese cosquilleo también. Estaba alerta.
- Debería tener mas cuidado señorita... - no le iba a decir su apellido de nacimiento.
- Nimare - completó ella - adiós.
Salió casi corriendo de su lugar aún sintiendo la mirada penetrante de ese señor. Un escalofrío recorrió su cuerpo en búsqueda de sus amigas.
A partir de ahora tendría que tener cuidado, no quería volverlo a encontrar y menos sola.
Porque si sus instintos eran correctas el era peligroso, casi tanto como la persona del mundial.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top