iii. accusations
Lo sarandeo pero no respondía, y en un intento de hacerlo reaccionar le pegó una fuerte cachetada haciendo que despertará agitado.
— Si no quieres morir será mejor que te muevas. — dijo ayudándolo a reincorporarse; — ¡Vamos no hay tiempo! — Regaño en un susurro al ver cómo el chico solamente la miraba sin hacer nada más.
— ¿Quienes son ésas personas? — preguntó el anónimo a la rubia cuando al fin pudo procesar que hace poco había perdido a sus amigos debido a que la multitud lo aplastó.
— Ssh — lo silenció mientras rodaba los ojos, ¿Es que a casó ése chico no se enteraba de nada? De un momento a otro la menor vió la figura de un hombre sin máscara o capucha que caminaba directo a ellos. No sabía con certesa si los había visto o no pero antes de seguir adelante se detuvo y gritó. Su grito no era uno de terror, sino algo que parecía más bien un conjuro: — ¡MORSMORDRE! — de pronto algo grande, verde y brillante salió de la oscuridad que los ojos de los dos habían intentado penetrar en vano, y se levantó hacia el cielo por encima de todo el campamento.
— ¿Qué...? — exclamó el azabache, poniéndose en pie de un salto y mirando hacía arriba. Durante una fracción de segundo, Harry creyó que aquello era otra formación de leprechauns. Luego comprendió que se trataba de una calavera de tamaño colosal, compuesta de lo que parecían estrellas de color esmeralda y con una lengua en forma de serpiente que le salía de la boca.
Mientras miraban, la imagen se alzaba más y más, resplandeciendo en una bruma de humo verdoso, estampada en el cielo negro como si se tratara de una nueva constelación.
De pronto, desde el campamento se escucharon gritos de parte del bosque. Harry no comprendía por qué, pero la única causa posible era la repentina aparición de la calavera, que ya se había elevado lo suficiente para iluminar el bosque entero como un horrendo anuncio de neón.
Buscó en la oscuridad a la persona que había hecho aparecer la calavera, pero no vio a nadie.
— ¿Quién está ahí? — gritó de nuevo.
— ¡Cállate imbécil! — regaño la rubia y después cayó en cuenta de que si él no los había revelado ella lo acababa de hacer.
Antes de que el desconocido se acercará a ellos los gritos de dos personas resonaron por todo el campamento: — ¡HARRY! ¡HARRY! — cuando el individuo los escuchó se ocultó tras una carpa y desapareció.
De pronto otros dos chicos que ya había visto antes aparecieron, causando que la ojiavellana saltará del susto, Por estar atenta a los movimientos de la persona es por lo que no los había visto divisarse en las sombras.
Pero tan sólo habían dado unos pocos pasos, cuando una serie de ruiditos anunció la repentina aparición, de la nada, de una veintena de magos que los rodearon.
Clai paseó la mirada por los magos y tardó menos de un segundo en darse cuenta de que todos habían sacado la varita mágica y que los apuntaban a los cuatro. Sin pensarlo más, gritó: — ¡AL SUELO! — y, Harry agarro a sus dos amigos, los arrastró con él sobre la hierba; mientras ella conjuraba un Protego.
— ¡Desmaius! — gritaron las veinte voces. Hubo una serie de destellos cegadores.
— ¡Alto! — gritó una voz familiar —. ¡ALTO! ¡Es mi hijo!.
El mago que tenían delante acababa de bajar la varita. Al darse la vuelta vio al señor peli-rojo, que avanzaba hacia ellos a zancadas, aterrorizado.
— Ron... Harry...
— su voz sonaba temblorosa — Hermione... ¿Estáis bien?
— Apártate, Arthur — dijo una voz fría y cortante.
Era el señor Crouch. Él y los otros magos del Ministerio estaban acercándose. Los cuatro chicos que estaban en el suelo se pusieron de pie de cara a ellos. Crouch tenía el rostro crispado de rabia.
— ¿Quién de vosotros lo ha hecho? — dijo bruscamente, fulminándolos con la mirada—. ¿Quién de vosotros ha invocado la Marca Tenebrosa?
— ¡Nosotros no hemos invocado eso! — exclamó Harry, señalando la calavera.
— ¡No hemos hecho nada! — añadió el peli-rojo, frotándose el codo y mirando a su padre con expresión indignada_. ¿Por qué nos atacáis?
— ¡No mienta, señor Potter! — gritó el señor Crouch. Seguía apuntando a Claireth con la varita, mientras está lo miraba con una expresión de retó en su rostro — ¡Lo hemos descubierto en el lugar del crimen!
— Barty... — susurró una bruja vestida con una bata larga de lana — Son niños, Barty. Nunca podrían haberlo hecho...
— Decidme, ¿de dónde ha salido la Marca Tenebrosa? — preguntó apresuradamente el padre de los peli-rojos
— De allí — respondió Harry temblorosa, señalando el lugar del que había partido la voz —.
— Un hombre grito un conjuro. — añadió la rubia sin dejar su expresión de antes.
— ¿Con qué estaban allí? — dijo el señor Crouch, volviendo sus desorbitados ojos hacía la rubia, con la desconfianza impresa en cada rasgó del rostro — ¿Con que pronunciaron un conjuro? Usted parece muy bien informada de la manera en que se invoca la Marca Tenebrosa, señorita.
Claireth le dió una sonrisa burlesca antes de abrir la boca. — Si insinúa acusarme por lo menos tenga pruebas — gruño en inglés pero con su acento ruso muy marcado, y acercándose ferozmente, al final Selene si le había contagiado su actitud.
Todos la miraron sorprendidos por haberlo retado descaradamente. Pero, aparte del señor Crouch, ningún otro mago del Ministerio parecía creer ni remotamente que uno de los cuatro pudieran haber invocado la calavera.
Por el contrario, después de oírla habían vuelto a alzar las varitas y apuntaban a la dirección a la que habían señalado, tratando de ver algo.
— Demasiado tarde — dijo sacudiendo la cabeza la bruja vestida con la bata larga de lana —. Se han desaparecido.
— No lo creo — declaró un mago de barba escasa de color castaño —. Nuestros rayos aturdidores penetraron en aquella dirección, así que hay muchas posibilidades de que los hayamos atrapado...
Por otro lado Crouch había optado por seguir acusándola.
— Usted seguro es Búlgara, y también va a Durmstrang...
— Será mejor que ninguna otra palabra salga de su boca señor Crouch — advirtió el ministro búlgaro, saliendo tras unas carpas; siguiéndolo, a unos metros de él una docena de aurores.
— Está señorita es una de las figuras más importantes para Bulgaria y Rusia, puedo asegurarle que la señorita Ynitsed jamás hará algo como ésto — dijo apuntando hacía la marca.
— ¿Así? ¿Qué es? ¿una princesa? — bromeó.
Claireth bufó, estaba al borde de su paciencia.
Oyeron chasquear ramas, crujir hojas y luego unos pasos sonoros hasta que el señor salió de entre los árboles.
Llevaba en los brazos a un ser pequeño, desmayado. Harry reconoció enseguida el paño de cocina. Era la elfina de las gradas.
El señor Crouch no se movió ni dijo nada mientras el señor depositaba a la elfina en el suelo, a sus pies. Los otros magos del Ministerio miraban al señor Crouch, que se quedó paralizado durante unos segundos, muy pálido, con los ojos fijos en la criatura. Luego pareció despertar.
—Esto... es... imposible —balbuceó—. No... Rodeó al hombre y se dirigió a zancadas al lugar en que éste había
encontrado a la elfina.
— ¡Es inútil, señor Crouch! - advirtió —. No hay nadie más.
Pero el señor Crouch no parecía dispuesto a creerle. Lo oyeron moverse por allí, rebuscando entre los arbustos.
— Es un poco embarazoso —declaró con gravedad el señor, bajando la vista hacia la inconsciente criatura —. La elfina doméstica de Barty
Crouch... Lo que quiero decir...
— Déjalo, Amos — le dijo el señor pelirrojo en voz baja —. ¡No creerás de verdad que fue la elfina! La Marca Tenebrosa es una señal de mago. Se
necesita una varita.
— Sí — admitió aparentemente Amos —. Y ella tenía una varita.
Claireth no quiso escuchar, y se acercó al ministro de Bulgaria. Él, junto a los aurores la escoltaron hasta entrar al bosque.
La joven agradeció y se despidió del ministro; para después ponerse a buscar a sus amigas.
— ¡CHICAS! — llamo la rubia al encontrar a sus amigas. Las tres voltearon rápidamente a ella para después inmediatamente correr hacía dónde se encontraba.
La primera en llegar fue Idalia, tomándola por los hombros y examinandola de pies a cabeza. Tratando de ver si su pequeña hermanita tenía alguna herida : — Menos mal estás bien, — suspiro al ver que Claireth estaba bien — mi madre me hubiese matado si no llegabas viva a Suecia.
— ¿Porque no fuiste al bosque? — pregunto Cherlene — Ni Idalia o Selene te olían.
— Cierto. No pude oler tu sangré. — recordo Idalia que en ningún momento había captado el olor de la sangre de la menor : — y yo no olí tu aroma. — concordó la castaña con su novia y su amiga.
— Si... bueno después les cuento eso. —prometió antes de que le rugieran las tripas.
Selene de inmediato le tendió un sándwich que había sacado de una bolsa : — ¿Qué?... Los alcance a comprar antes de todo el revuelo empezará. — se defendió ante las miradas que le dieron las chicas ante el acto ; — Tienes hambre o no?
Cuando tres de las cuatro chicas regresaron a la casa en Suecia, los padres de Claireth e Idalia se encontraban fuera de la fachada de la casa; esperándolas.
Alexander fue el primero en percatarse de que habían llegado, al igual que el primero en correr para asegurarse de que Claireth se encontraba bien; lo siguió su esposa quién examinó detalladamente a Idalia, y cuando el hombre se aseguró de que la menor no tenía ni un rasguño se volteó para analizar de igual forma a Selene.
— ¿Y Valdis? — se alarmó Zoeley.
Idalia al ver la preocupación de su madre decidió aclarar las cosas: — Se quedó con Viktor y el equipo, creó que regresarán en unas horas.
— Bien, vamos a dentro. Les preparé el desayuno — dijo Zoeley.
Padre e hija vieron a las tres entrar a la casa mientras él hombre miraba a su hija con preocupación.
— ¿Qué pasa, Princesa? — la joven seguía mirando hacía la puerta de su casa, dudando si decirle a su padre lo que necesitaba hacer.
Finalmente decidió decirle ; — Me encontré con el famoso Harry Potter durante todo el campamento, y cuando esos desgraciados llegaron. Necesito saber que pasará — le dijo viendo hacía el pasillo que dirigía al patio trasero.
— Necesitas... — titubeó su padre, ella de inmediato entendió y asintió ; — sí, tengo que hablar con mamá, y desenterrarlo.
Se adentraron a la mansión, ambos siguieron el olor de queso, jamón, salchichas, pan y huevos. Se encontraron con las mujeres listas para desayunar y decidieron acompañarlas.
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