único.

Beomgyu estaba parado de puntitas entre la multitud de gente, levantando su cámara en un intento de lograr una buena toma.

Su banda favorita, Vermilion, estaba teniendo otro de sus conciertos, en un pequeño local cerrado, con abrumadoras luces coloridas parpadeando en todo el lugar, la música ensordecedora retumbando en las paredes. No eran en realidad demasiado famosos, solo eran una banda de punk rock que apenas iniciaba en la música. Llamaban la atención lo suficiente con sus vulgares letras, innecesariamente sexuales y un poco controversiales.

Beomgyu los adoraba. Asistía a todos los festivales donde estaban invitados, iba a todos los conciertos que hacían, se sabía todas sus canciones de memoria y amaba a los miembros con todo su corazón.

Y por supuesto, se encargaba de documentar todo con su cámara, pero eso se volvía un poco difícil cuando estaba entre el público emocionado de un concierto de rock y era consideradamente más pequeño que todos ahí.

Logró hacerse su camino entre la gente, llegando justo al frente, donde pudo admirar a la banda en todo su esplendor.

Al lado izquierdo del escenario, estaba Soobin, el guitarrista y líder, en el otro extremo se veía a Hueningkai en el bajo, y justo al centro del escenario, Taehyun, el vocalista principal. Detrás de ellos, con un foco enfocado perfectamente en él, yacía Yeonjun (el favorito de Beomgyu, y el hombre con quien juraba algún día casarse), el baterista, brillando como un dios, viéndose relajado mientras se dejaba llevar por el ritmo que expresaba con sus baquetas.

Beomgyu enfocó su cámara en Yeonjun, queriendo captarlo en toda su gloria. Su cabello largo y ligeramente ondulado, el sudor goteando por su piel brillando bajo las luces, su par de brazos descubiertos, decorados por tatuajes, los músculos flexionándose de manera sutil.

Y, Yeonjun miró al lente de la cámara.

Del susto, Beomgyu presionó el botón, tomando una foto que capturaba el momento de manera perfecta.

Bajó su cámara de inmediato, queriendo ver en vivo y en directo la mirada de su amado sobre él. Pero, cuando miró al baterista, tan expectante y con su corazón latiendo a mil, se topó con él en su propio mundo, ojos sobre la batería, sin darle la más mínima importancia a Beomgyu.

Beomgyu supuso y todo fue una cruel alucinación de su mente, una fantasía demasiado realista. Así que, solo se olvidó de ello y disfrutó el resto del concierto como si nada.

(. . . ♡ . . .)

El corazón de Beomgyu se detuvo por un segundo mientras revisaba las fotos que tomó esa noche.

Se detuvo, casi tropezándose con sus propios pies de lo abrupto que fue, sin importarle la gente a su alrededor chocando contra sus hombros, queriendo largarse ya que el concierto había acabado.

Ahí, en su cámara estaba la prueba de que aquello fue muy real.

Yeonjun sí lo miró. Se dió cuenta de su existencia, y Beomgyu tenía el momento inmortalizado. Sonrió como estúpido, mirando la foto y sintiendo las mariposas en su estómago. La manera en la que Yeonjun lo miró daba miedo, su mirada oscura y pesada, fija en él por apenas unos segundos.

No podía esperar a llegar a casa para mirar esa foto mientras...

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un tosco jalón a su brazo. Levantó la mirada listo para pelear, topándose con que quién lo jalaba era un hombre alto, con lentes, un gafete colgando de su cuello indicándole que trabajaba ahí. Torpemente siendo obligado a seguirlo, Beomgyu quiso resistirse.

—¡E-espere! —exclamó—. ¡¿Qué está haciendo?!

—¿Qué acaso no me oíste? —murmuró con fastidio—. La banda quiere verte, te llevo al backstage.

Oh.

Beomgyu de verdad debía estar en un sueño.

Con gusto dejó que el hombre lo jalara, batallando con seguirle el paso tan apresurado que llevaba.

Ya comenzaba a fantasear con lo que iba a ocurrir, pensando en todas las historias y rumores que había escuchado y que había soñado tantas veces que fuera él en esas situaciones. Por eso seguía a la banda a todos los lugares que podía, con esperanzas de que se fijaran en él. Por eso se encargaba de verse bonito para ellos cada vez, con ropas descaradas tan distintas a lo que normalmente usaba.

Esa noche, vestía una camiseta de la banda que él mismo convirtió en un crop-top, una micro-falda tartán, y un par de botas con plataformas, su atuendo decorado con un montón de collares y pulseras de cadenas.

Su corazón iba a salirse de su pecho con lo fuerte que estaba latiendo.

El hombre que lo jalaba se detuvo frente a una puerta. Tocó la puerta, los tres golpes firmes, apurados como si quisiera acabar con eso en cuanto antes. Y Beomgyu sintió que una eternidad pasó antes de que la puerta se abriera (aunque siendo realistas, no pasó de los cinco segundos).

Aunque, no se abrió en realidad, tan solo se escuchó el pequeño click del seguro siendo retirado. Eso fue lo único que el hombre necesitó para abrir la puerta y empujar a Beomgyu dentro, abandonándolo a su suerte. La puerta se cerró a sus espaldas, y Beomgyu jamás se había sentido tan identificado con un borrego que acababa de ser arrojado a un montón de lobos.

Cuatro pares de ojos se posaron en él; miradas hambrientas, como las de un depredador sobre su presa.

¿Debería decir algo? ¿Hacer algo? ¿Siquiera estaba ahí para lo que creía?

Beomgyu se distrajo con admirar el ambiente, fascinado ante la oportunidad única de ver un espacio tan genuinamente privado. El lugar apestaba a algo que solo podía describir como hombre, era un chiquero, basuras que revelaban más adicciones de las que Beomgyu siquiera conocía y existían. Había dos sillones que parecían sacados de un basurero, uno era grande, de tres plazas, y el otro, acomodado de una manera que parecía ajeno a la pequeña sala de estar, dándole la cara a la puerta, era individual (le recordaba un poco al sofá favorito de su abuelo), Hueningkai estaba sentado ahí, mientras que el resto compartían el otro.

También había una silla solitaria, con Yeonjun sentado en ella, y algo tan simple como que la silla estaba al revés, con el respaldo quedando contra su pecho, sus piernas a los lados, fue estúpidamente atractivo para Beomgyu.

Taehyun descansaba sus pies en la mesita de café en el centro, sin preocuparse por el constante riesgo de en algún momento patear alguna de las muchas latas de cerveza ahí, o el cenicero de cristal (que parecía tan frágil como la cordura de Beomgyu en ese momento).

Se aferró a su cámara, resistiendo el impulso de sacarle mil fotos a la habitación, decidiendo que sería extremadamente raro si hiciera algo así. Debía actuar casual, no como si se muriera por la banda, no como si ellos fueran sus máximos ídolos y dueños de su corazón. Casual, como un chico cool que solo disfrutaba la buena música de la banda y nada más.

—No seas tímido, no vamos a comerte —la voz de Hueningkai rompió el silencio, sonrisa burlona en sus labios.

Wow. Que primera impresión tan buena acababa de darles... Ahora pensarían que era una cosita asustada de ser arrojada a la boca del lobo (que eso fuera verdad era un detalle que prefería no discutir, gracias).

—¿Puedo ver eso? —preguntó Taehyun, señalando su cámara.

Beomgyu estaba ofendido de que preguntara. Taehyun podría haberle exigido su alma en ese mismo momento y hubiera buscado una manera de arrancársela para dársela sin duda alguna. Una orden era más apropiada para alguien como Taehyun hablándole a alguien como Beomgyu.

Beomgyu extendió sus manos en su dirección, maldiciendo internamente al ver lo temblorosas que estaban. Taehyun tomó la cámara, mirándola de un ángulo y otro, hasta que una sonrisa (pequeña, sí, pero eso no le quitaba a Beomgyu el orgullo de haber hecho a el mismísimo Kang Taehyun sonreír) se dibujó en sus labios.

—También me gusta la fotografía —comentó, y Beomgyu se mordió la lengua para no responder lo primero que se le ocurrió (decir 'lo sé' solo lo haría quedar como un rarito).

Taehyun husmeó por el rollo de su cámara, despertando un pánico en Beomgyu, quien no podía recordar si había eliminado todas las fotos inapropiadas que a veces tomaba de sí mismo.

—Supongo que sabes por qué estás aquí... —dijo Yeonjun, asustando a Beomgyu por la manera en la que lo abrazó por detrás, sus manos reposando sobre su abdomen, un poco más arriba de los huesos de su cadera—. A juzgar por tu aspecto, diría que ni siquiera es tu primera vez haciendo este tipo de cosas.

Oh... ¿Acaso Beomgyu había perfeccionado tan bien el look de groupie que pensaban que era uno? Lo halagaban, pero temía que estaban muy lejos de la verdad.

—En realidad no... —murmuró, sintiendo que no podía ni respirar en calma con Yeonjun, el maldito Choi Yeonjun, tocándolo— nunca he hecho algo así.

Hmm —el sonido de afirmación fue soltado contra su cuello, y Beomgyu quisiera haberse sacado la piel—. Aún así, supongo que no tenemos que explicarte lo que queremos, ¿no es así?

Beomgyu negó con la cabeza.

—Chico listo —felicitó el baterista—. Ahora deja que juguemos un poco contigo, ¿sí?

La manera en la que le susurró eso al oído causó una pequeña combustión en Beomgyu.

Yeonjun metió su mano debajo de su falda, manoseándolo por encima de su ropa interior. Comenzó por su culo, apretando la carne entre sus manos. No se conformó con solo eso, pues sus manos buscaron invadir un lugar más íntimo. La punta de sus dedos se escurrió entre sus piernas, sin perder la manera en la que amasaba su piel. Beomgyu sintió un pequeño pánico, sabiendo muy bien que no tardaría en darse cuenta de eso, pero se quedó quieto y no dijo nada. Yeon lo tocó, e, hizo una pausa, frunciendo el ceño, antes de seguir explorando la intimidad de Beomgyu.

—¿Y cuándo planeabas decirnos que tienes un coño, bebé? —soltó, sonriendo, su voz cargada de deseo.

Beomgyu ignoró el apodo, por el bien de su corazón (temía y si pensaba un poco más en Yeonjun llamándolo de esa manera, explotaría).

—Necesito ver eso. —Taehyun levantó la mirada de la cámara, dejándola en la mesita de café en el centro.

Beomgyu se quedó quieto, callado, inseguro de cuál sería una reacción apropiada. Taehyun tomó el borde de su falda y lo levantó. Silbó cuando vió sus bragas, y claro, la evidente falta de bulto que confirmaba las palabras de Yeonjun.

—Eso es sexy —declaró—. De verdad, como– muy sexy.

—Ven aquí —ordenó Hueningkai, la impaciencia evidente, su voz profunda, como un gruñido—. En tus rodillas, bebé.

Beomgyu encontró imposible despegar sus ojos de la entrepierna de Hueningkai, pues él se encontraba sobándola sobre la tela, movimientos lentos, la palma de su mano trazando la figura de lo que se escondía ahí.

Una vez frente a Hueningkai, se hincó. De repente, se sentía tan indefenso como una hormiga, mirando arriba hacia Kai, esperando alguna otra orden, completamente a su merced.

Él, se deshizo de su cinturón dramáticamente decorado con acentos metálicos, abriendo el botón de sus pantalones. Beomgyu notó el bulto que comenzaba a formarse en su ropa interior, y no pudo hacer más que lamerse los labios. Nada, pero nada en este mundo pudo haber preparado a Beomgyu para lo que ocurrió cuando Hueningkai bajó su ropa interior.

Beomgyu no era ningún extraño a cómo se veía un pene. Había visto miles y miles de ellos por culpa del porno. Pero ver uno en persona, ahí frente a él, daba un poco de miedo.

La extraña curva era demasiado evidente cuando estaba apuntando a su cara, y definitivamente era más grande que el promedio. Se veía... suave (¿?) y... enojado (¿?). Estaba tan cerca que podía ver cada pequeño detalle, cada vena, la cabeza rojiza, un poco de vello púbico, y sus testículos que eran acordemente grandes. Se quedó completamente embobado, casi hipnotizado.

Hueningkai golpeó su polla contra la mejilla de Beomgyu. De manera inconsciente, un sonido escapó de los labios del menor, casi como un gemido. Su pequeña reacción se ganó sonrisas burlonas, provocando un avergonzado sonrojo en sus mejillas.

—Apuesto a que una cosita tan linda como tú es buena con su boca —soltó Kai, su tono lleno de exagerada adoración.

Huening jaló su cabello de manera tosca, enredando sus dedos en él. Usó su agarre para mantener su cabeza quieta mientras con su otra mano tomó su erección y la paseó por los labios de Beomgyu.

—Adelante, chupa.

Lamió sus labios, nervioso, sabiendo bien lo que debía hacer. Paseó su lengua por el costado, tomándose el tiempo de analizar el sabor. Tomó la punta con su boca, envolviendo sus labios alrededor de ella y chupando suavemente. Miró a Hueningkai, buscando alguna reacción que le indicara que estaba haciendo un buen trabajo.

Ante el contacto visual, Kai gruñó, apretando su agarre sobre su cabello y obligándolo a que metiera su polla más profundo en su boca.

Beomgyu se concentró en movimientos pequeños de arriba a abajo, chupando y usando su lengua. Los sonidos húmedos resonaban en el pequeño cuarto.

Kai movió sus caderas, una repentina estocada lo suficientemente profunda para rozar con la garganta de Beomgyu, sacándole una arcada. Beomgyu ignoró las lágrimas acumulándose en sus ojos e hizo su mejor esfuerzo por relajar su garganta.

Cerró sus ojos, ignorando como eso provocó que un par de lágrimas bajaran por sus mejillas. Batallaba por respirar, ahogándose con la polla que follaba su boca. Solo lloriqueaba ante las estocadas tornándose más toscas, rápidas, cada vez golpeando con el inicio de su garganta.

—Deja de ser tan gentil con el chico, Kai —dijo Soobin, sus ojos fijos en Beomgyu, mirándolo como un depredador lo hacía con su presa—, estoy seguro de que a una puta como él le encantará que folles su garganta.

Beomgyu abrió los ojos de golpe, mirando a Huening entre sus pestañas mojadas con pánico, sus manitas queriendo empujarlo para decir algo en protesta. Una enorme arcada invadió a Beomgyu cuando la polla de Kai se deslizó en su garganta, siendo inmediatamente ahogada con lo llena que estaba su boca. Solo lo tomó, rindiéndose en sus intentos de pelea, sus manos que intentaban empujar a Hueningkai ahora aferrándose a él de manera desesperada, como su único apoyo para no derrumbarse por completo.

La saliva se escapaba de entre sus labios, sin poder hacer nada para reprimir los sonidos húmedos que acompañaban sus arcadas. Era vergonzoso imaginar cómo debía verse, con sus ojos rojos soltando lágrimas, moqueando y babeando, mejillas enrojecidas intentando ahuecarse.

Se sobresaltó, sintiendo un toque en sus caderas: un par de manos tomándolas, gentiles, contrastando con el trato brusco con el que Hueningkai usaba su boca.

—Relájate, bebé —susurró detrás de él. Beomgyu reconoció la voz de inmediato como Yeonjun—. Respira por tu nariz y relaja tu garganta.

Las manos de Yeonjun se metieron debajo de su camiseta, acariciando la piel. Beomgyu se tensó aún más, una ruidosa arcada atrapada en su garganta. Se concentró en lo que Yeonjun le indicó, luchando por tomar aire y combatir contra los instintos de su garganta.

Yeonjun levantó sus caderas, forzando a Beomgyu en una posición incómoda que solo provocó que Kai pudiera llegar más profundo en su garganta. Yeonjun acarició sus piernas, tomándose su tiempo para explorar cada centímetro de su piel. Beomgyu se distrajo con el toque del baterista, resistiendo sus impulsos de frotar sus muslos uno contra otro, sintiendo como poco a poco se mojaba en anticipación de lo que él haría.

Yeonjun levantó su falda, presionando su mano contra su coño aún cubierto por la ropa interior. Pudo sentir lo mojado que estaba. Lo frotó por encima de sus bragas, la palma de su mano trazando círculos sobre su clítoris.

—Mierda... estás tan mojado —susurró Yeonjun.

Bajó su ropa interior, sonriendo con burla ante el obvio parche húmedo en el interior de la tela. Reveló el coño de Beomgyu, tan mojado, su clítoris asomándose entre el par de labios regordetes. Yeonjun lo separó con sus dedos, revelando el delicado color rosado, y entre ellos, su agujero, tan pequeño que parecía y solo podría aguantar su meñique.

—Tienes un coño tan lindo, bebé —soltó, su voz gentil, rostro tan cerca que Beomgyu pudo sentir su aliento—. ¿Debería probarlo? —lo tentó con la pregunta retórica.

Le dió una lamida, ganándose un gemido ahogado de Beomgyu. Chupó justo sobre su agujero, apenas empujando su lengua, amenazando con irrumpir en aquel lugar tan pequeño. Bajó hasta que rodeó con sus labios el clítoris de Beomgyu, realizó movimientos parecidos a los de un beso de boca abierta, mordisqueando ligeramente sus labios.

Beomgyu se derritió bajo su toque. Su garganta, a pesar de seguir adolorida por todo el abuso, estaba relajada, dejando que Hueningkai la follara. No le importaba el desastre de lágrimas, mocos y saliva que goteaba por su mentón. De alguna manera lograba respirar entre sollozos, más preocupado por ser un buen chico para sus ídolos y dejar que usaran su cuerpo de esa manera. Cada que inhalaba, lo único que podía oler era a Hueningkai, el aroma natural de su parte más íntima, y eso solo lo hacía ponerse más mojado.

—Buen chico —lo felicitó Yeonjun, besando su muslo antes de alejar su rostro—. Sigue así y deja que Kai folle tu boca.

Huening jaló su cabello, usando su agarre para mover su cabeza, follando su cráneo con tanta fuerza que Beomgyu sentía e iba a desmayarse. Un chillido ahogado salió de él, cerrando sus ojos mientras sentía otra oleada de lágrimas escaparse de sus ojos. Le fue imposible respirar, sintiéndose mareado, pero sin atreverse a quejarse, no quería decepcionar a Hueningkai, debía ser bueno para él. Su mandíbula dolía, obligada a aguantar el brusco abuso de Kai.

Beomgyu casi se ahogó cuando su boca se llenó del semen del mayor, el sabor amargo sacándole una arcada. Se forzó a tragárselo, queriendo deshacerse del sabor lo antes posible.

Hueningkai sacó su pene de su boca, dándole un último jalón a su cabello antes de soltarlo. Beomgyu se quedó luchando por aire, tosiendo y con la respiración agitada. Se pasó el dorso de la mano por sus labios hinchados, queriendo deshacerse de la saliva en ellos.

—Pobre cosita —se burló Soobin—. ¿Kai fue muy duro contigo, eh?

Soobin siguió mirándolo con deseo, gozando lo jodido que se veía. Paseó su pulgar por los labios rojos e hinchados de Beomgyu, tan sucios con una mezcla de fluidos corporales. El tacto, trazando por sus labios, a pesar de gentil, se sentía tosco contra sus labios debido a los callos en su dedo.

Beomgyu asintió, su pecho moviéndose agitadamente mientras intentaba tomar aire.

—¿Serás bueno para mí? —preguntó, su voz dándole escalofríos a Beomgyu—. ¿Dejarás que folle tu coñito?

Beomgyu sorbió su nariz, tragando saliva y haciendo una mueca al sentir su garganta adolorida. Miró a Soobin, sus ojitos brillando con rastros de lágrimas y un toque de miedo. Asintió, queriendo tanto complacerlo.

Soobin sonrió, apenas lo suficiente para que sus preciosos hoyuelos aparecieran en sus mejillas. Su toque subió hasta sus mejillas, tomándose el tiempo de trazar por los rastros de lágrimas. Terminó con sus dedos enredados entre su cabello, dejando a Beomgyu temiendo por más tratos toscos.

Y, los miedos de Beomgyu no fueron en vano, pues Soobin lo jaló del cabello, obligándolo a gatear hasta estar frente a él. Beomgyu se enderezó, todavía siguiendo los movimientos que forzaba Soobin, quién no lo soltó hasta que lo hizo treparse en su regazo. Torpemente, Beomgyu pateó sus bragas por ahí, deshaciéndose de la manera incómoda en la que Yeonjun las dejó después de no habérselas quitado por completo. Beomgyu se quedó a horcajadas sobre Soobin, sus manitas posadas en el pecho del mayor.

Podía sentir la erección de Soobin debajo de él, todavía atrapada en sus pantalones.

—Vas a romperlo —comentó Yeonjun—, vi su coño, y es tan pequeño de que no hay manera de que no sea virgen.

Beomgyu sintió sus mejillas sonrojarse con tanta intensidad que era ridículo.

¿Oh? —soltó Taehyun con interés—. ¿De verdad eres virgen, bebé?

Beomgyu consideró mentir, pero terminó asintiendo.

Taehyun se lamió los labios, mirándolo de arriba a abajo. Y sonrió, entretenido con sus propias fantasías.

—Por favor sé– ¿Puedes ser gentil? —Beomgyu logró decir entre sus nervios, rogando con la mirada porque escuchara su petición.

Soobin sonrió, encontrándolo adorable.

—No te preocupes, bebé, prometo que se sentirá bien.

Soobin besó el costado de su cabeza, sus enormes manos metiéndose debajo de su falda, tomando su culo. Su toque exploró su intimidad; cálido y húmedo, su pequeño coño virgen. El dedo índice de Soobin presionó contra su agujero, poco a poco entrando en él. Su coño tan apretado, que apenas eso fue suficiente para que Beomgyu se mordiera el labio, incómodo.

—Dios —Soobin gimió contra su oído—. Te sientes tan bien. Voy a follar tu coñito virgen hasta que me ruegues que pare.

Por un momento, Beomgyu pensó en pedirles que usaran un condón, pero si nadie lo había sugerido aún, suponía que era por algo... ellos sabían mejor, ellos tenían experiencia y Beomgyu no, debía confiar en ellos.

Soobin desabrochó sus pantalones, bajando su ropa interior antes de que Beomgyu pudiera fantasear sobre lo que se encontraba debajo de aquel bulto. Tragó saliva al ver su polla, se veía enorme, ridículamente enorme, era aterradora. No era como que Beomgyu hubiera visto alguna vez una en la vida real antes del día de hoy, pero era peor que la de Hueningkai, y no se comparaba para nada a lo que había visto en el porno.

—Ojos en mí, bebé —exigió Soobin, tomándolo del mentón, obligándolo a que levantara la mirada—. Quiero ver tu expresión cuando me robe tu virginidad.

Poniéndolo así... a Beomgyu le cayó la cubeta de agua helada llamada realidad: estaba a punto de perder su virginidad, en el backstage de un concierto, la habitación pequeña, sofocante, apestando a testosterona, con latas de cerveza tiradas por ahí, residuos de cigarro (y quizá otras cosas) por todos lados. Lo haría con un hombre que en realidad era un completo desconocido (por mucho que estuviera obsesionado con él, apenas y lo conocía realmente), con otros tres mirándolo en todo momento.

En realidad no estaba listo para esto. Pero quería hacerlo, porque estaba demasiado caliente, y porque eso es lo que su banda favorita quería– esperaba de él.

Apretó su agarre en los hombros de Soobin, levantando sus caderas para acomodarlas justo sobre la erección del mayor.

—¿Ansioso, no es así? —La burla rebosaba en su voz, provocando un dulce sonrojo en Beomgyu—. Tu primera polla y ya estás actuando como una puta por ella.

Soobin lo tomó de las caderas, bajándolas apenas un poco. Beomgyu pudo sentir cómo presionaba contra su coño, el pequeño agujero negándose a abrirse para algo tan grande.

—Esto se merece una foto...

Escuchó la voz de Taehyun a sus espaldas, y cuando volteó su cabeza, fue tomado por sorpresa por su propia cámara apuntándole.

Y antes de que pudiera protestar, Soobin forzó a su polla a penetrarlo. Beomgyu frunció el ceño, sus labios partiéndose en una estúpida expresión. Dolía, en realidad no sentía nada más que dolor. Apenas era la punta, pero podía sentir a su coño batallar por ajustarse.

El click de la cámara le recordó que tenía a una audiencia presente, una audiencia que se estaba encargando de inmortalizar las imágenes de lo que estaba ocurriendo; y Beomgyu no estaba seguro de si eso le gustaba.

Hubo una resistencia cuando Soobin quiso seguir con lo suyo. Su pene batalló contra algo ahí adentro, le impedía llegar tan profundo como él quería.

—Puedo sentir tu himen —susurró Soobin contra su cuello, sus labios rozando la sensible piel, dándole escalofríos—. Creo que voy a romperlo.

¿Himen? Beomgyu tardó unos segundos en reconocer la palabra, pero cuando lo hizo era muy tarde como para rogar porque no lo rompiera, negociar con que solo la punta era más que suficiente.

En un solo, cruel movimiento, Soobin lo rompió. El dolor vino en una punzada rápida, desvaneciéndose pronto y quedando como un persistente ardor. Sus ojos amenazaron con soltarse a llorar, pero Beomgyu parpadeó rápidamente para luchar contra las lágrimas.

Soobin bajó sus manos hasta sus muslos, su agarre firme. Esa fue la única advertencia que tuvo Beomgyu para él hacer lo mismo con sus hombros. Lo levantó, la manera en que su pene se arrastraba contra sus paredes dándole a Beomgyu la primera pizca de placer que había sentido en un buen rato.

El ritmo era rápido, dejando a Beomgyu pensando en cuál era el antónimo para delicado. Soobin lo levantaba y lo dejaba caer sobre su polla, follándolo como lo harías con una muñeca sexual.

Sollozó. No pudo hacer nada para evitarlo. Dolía. No podía soportar la manera en la que sentía que se estaba rompiendo en dos. Lloró y lloró, las lágrimas cayendo por sus mejillas enrojecidas. Gimió. Una y otra vez, chillidos y pequeños suspiros patéticos. Se sentía tan bien, mil veces mejor de lo que alguna vez imaginó.

No se comparaba a sus fantasías ni sueños húmedos. Su pobre coño estaba siendo torturado por algo mucho más grande que sus dedos temerosos que jamás se atrevían a llegar muy lejos. Estaba tan mojado, arruinando por completo los pantalones de Soobin por la manera en la que goteaba.

La línea entre el placer y el dolor se había desvanecido hace rato, ahora eran uno solo. Y Beomgyu temía volverse adicto a la sensación.

Era demasiado, crecía y crecía, llevándolo a su límite, a punto de explotar. Beomgyu apenas y pudo identificar la sensación cuando ya se estaba corriendo. Su coñito contrayéndose alrededor de la enorme intrusión, chorreando tanto, facilitando que siguiera siendo abusado.

Juró haber escuchado dulces cumplidos sobre lo lindo y lo bueno que era, y por mucho que adoraba ese tipo de palabras, ahora mismo parecía imposible pensar en qué le decían o quiénes lo hacían. También creyó escuchar algo sobre la gran estrella porno que era... quizá algo más sobre unas adorables fotos.

Escondió su rostro en el cuello del guitarrista, sintiéndose débil como una muñeca de trapo. Inhaló profundamente, la esencia de Soobin era algo con lo que solo había podido soñar hasta ahora, y era tal y cómo se lo esperaba; cuero, una colonia barata y masculina, y la ligera amargura de su sudor.

Su coño palpitaba, exhausto y pidiendo un descanso, pero a Beomgyu no le importaba. Comenzó a adorar la sensación, abrumado por el placer que parecía tan imposible de procesar. Lloriqueó, ese exceso de placer pronto convirtiéndose en inexplicable y constante dolor.

Claro que, a Soobin no pudo importarle. Hasta ahora solo habían tratado a Beomgyu como un simple juguete, una muñeca sexual, y las muñecas no se sobreestimulaban, solo tomaban lo que tuvieran que tomar.

Seguía follando a Beomgyu en su polla, y era increíble cómo no se había cansado de hacerlo (Beomgyu quería pensar que era gracias a lo ligero de su cuerpo). Soobin empujaba sus caderas hacia arriba, llegando, más y más profundo en su coño. Su agarre en sus caderas era tan fuerte que Beomgyu ya podía sentir los moretones formándose. Gruñó contra su oído, un sonido que emergió de su pecho. Parecía desesperado, cayendo en lo que parecía un instinto primitivo.

Un instinto por reclamar, por marcar, por preñar.

—¡E-espera! —exclamó Beomgyu, dándose cuenta de lo que ocurriría antes de que fuera demasiado tarde—. No– —Se interrumpió a sí mismo al sorber su nariz—. no lo hagas dentro...

Beomgyu escuchó una risa– juraría que fue Hueningkai. 'Adorable' pudo entender en la voz de Taehyun, un click siguiéndole. Un chasquido de lengua de quién solo podía adivinar y era Yeonjun.

Soobin sacó su polla, escuchando sus ruegos. Tomó la base de su erección, manteniendo su agarre firme. Ahora, comenzó a solo follarlo con la punta, apenas metiéndola en su coño antes de sacarla por completo.

Beomgyu se dejó usar. Hasta que, Soobin se corrió. Semen caliente golpeando su coño, manchando sus labios, algo entrando en su agujero que luchaba por cerrarse. Beomgyu se estremeció, instintivamente llevando una de sus manos a su ingle, acunando su coño, frunciendo el ceño al sentirlo adolorido e hinchado.

Exhausto, se bajó del regazo de Soobin, queriendo escapar de ahí en cuanto antes. Se quedó con sus piernas abiertas, temeroso de que si intentaba cerrarlas el dolor solo empeoraría. Con sus rodillas pegadas a sus hombros, su espalda recargada de una manera que rozaba con ya considerarse estar acostado. Estaba sentado de la manera que su madre tanto odiaba porque 'no era propio de una señorita', también se hubiera ganado otros regaños por estar arrugando su falda.

Se asomó entre sus piernas, mordiéndose el labio para ahogar el chillido que quiso soltar. Su coño abierto, cerrándose alrededor de nada, sucio con semen, goteando sangre. La vista fue un poco... traumante.

—Pobre cosita —se apiadó Yeonjun, sentándose a su lado y poniendo su brazo sobre sus hombros—. Mira lo que le hiciste —le reclamó a Soobin, quién parecía orgulloso—, eso debe doler.

Beomgyu acercó su cuerpo al de Yeonjun, acurrucándose contra su pecho.

—No duele tanto... —murmuró Beomgyu—. Todavía... —se tropezó con sus propias palabras, avergonzado— todavía puedes– pueden.

—Oh, eres adorable —Taehyun soltó con adoración—. Yo no quería lastimarte, pero si insistes...

Beomgyu asintió, confirmando sus palabras. Podía aguantarlo, por ellos haría cualquier cosa.

—Quítate, Soobin —ordenó Taehyun, haciendo un gesto con su mano—. Es mi turno.

Soobin rodó los ojos ante su exigencia, pero obedeció de todas maneras, sentándose en la silla que Yeonjun había abandonado hace rato.

Yeonjun posó sus manos debajo de sus muslos, levantándolo hasta ponerlo en sus piernas. Beomgyu quedó sentado a través de su regazo, su espalda contra el pecho de Yeonjun.

Taehyun estaba parado frente a ellos, dejando caer sus pantalones y ropa interior en un solo movimiento. Aunque ya ni siquiera lo sorprendió, Beomgyu analizó su polla, encontrando que no era tan grande como la de Soobin (lo agradecía bastante), pero juraba que parecía más gruesa.

Yeonjun apoyó su mentón sobre su hombro, besando su mejilla. Sus brazos lo mantenían inmóvil, cruzados sobre su cintura. Bajó una de sus manos por su abdomen, hasta llegar a su ingle, donde, sus dedos largos y tatuados se encargaron de separar los labios de su coño, revelando su agujero.

—¿Listo? —le preguntó Yeonjun, su voz suave y dulce.

Beomgyu asintió.

Taehyun no esperó ni un segundo más, tomó sus muslos, manteniéndolo en la posición de sus rodillas contra sus hombros. Lo penetró, deslizándose fácilmente en su interior con lo mojado que estaba, y, claro, el semen de Soobin. No dolió como Beomgyu se esperaba que lo haría, solo era incómodo, obligar a su coño adolorido e hinchado a estirarse nuevamente.

Se hundió hasta lo más profundo que pudo, moviendo sus caderas en sutiles círculos. Beomgyu podía sentir sus paredes contraerse, amoldándose a la forma de su pene. Estaba tan mojado, goteando como un grifo roto.

Las estocadas de Taehyun eran lentas, profundas. Sentía cada milímetro del arrastre de su polla. Beomgyu se mantenía con la boca entreabierta, babeando ante lo bien que se sentía.

El vocalista levantó sus piernas hasta que tocaron sus hombros, posándolo a su gusto con la facilidad de un maniquí.

Yeonjun besó su cuello, labios húmedos con su propia saliva. Su mano bajó hasta que llegó a su monte de Venus, metiéndose debajo de la pretina de su falda. Beomgyu se tensó, expectante y ansioso, un quejido escapándose de sus labios sin permiso.

—No creí que fueras tan exigente, bebé —el susurró burlón de Yeonjun le provocó un sonrojo—. Pero supongo que mereces que te lo de...

Así, Yeonjun tocó su clítoris. Su dedo medio se metió apenas un poco entre sus labios, trazando su camino de regreso hasta que frotó su clítoris. Siguió con aquel vaivén, aprovechando su propia humedad para lubricar sus caricias.

Sus dedos llegaban tan cerca a su agujero, partiéndose para recibir la polla de Taehyun, pero nunca llegaba lo suficientemente cerca a él. Era una idea tonta, avariciosa, sobreestimando a su cuerpo y tolerancia al dolor, pero Beomgyu deseaba que Yeonjun metiera su dedo en él mientras Taehyun lo follaba, estirándolo un poco más.

—Tu– ah —su voz se rompió en un gemido—. Tu dedo... p-por favor, quiero– lo quiero.

—¿Quieres que mi dedo estire tu coño aún más? —susurró Yeonjun, tan fácilmente entendiendo su ambigua petición—. ¿Solo una polla no es suficiente para una puta como tú, verdad? Tu coño necesita más que eso.

Beomgyu asintió. Sí sí sí. Yeonjun tenía razón, tenía razón en todo.

Su dedo presionó contra su agujero. Beomgyu gimió, ruidoso y desesperado. Su coño no permitió que lo metiera, envuelto con fuerza alrededor de la polla de Taehyun, sin dejarle lugar a ninguna otra intrusión.

Hasta que, lo logró. Una punzada de dolor que pronto se volvió un incómodo ardor. Enterró su dedo por completo en él, curvándolo hacía arriba. Beomgyu arqueó su espalda, llevando su mano a cubrir su boca, ahogando el sollozo que soltó. Cerró sus ojos con fuerza, un par de lágrimas escapando de ellos.

Se sentía– raro, demasiado bien, pero como si... como si fuera a–

Su coño chorreó un squirt. Corriéndose y manchando los pantalones de Yeonjun, chorreando alrededor de la polla de Taehyun, salpicando sus muslos.

Beomgyu ni siquiera sabía que podía hacer eso.

La reacción de la banda fue inmediata. Beomgyu disoció lo suficiente como para no poder entender la mitad de ello. 'Puta' fue una palabra que se repetía bastante, Yeonjun le susurraba cumplidos y dulces palabras al oído, Taehyun le exigía a alguien que tomara fotos, Soobin y Hueningkai hablaban entre ellos.

Taehyun sacó su polla, comenzando a masturbarse con desesperación. Apenas necesitó poco para correrse, apuntando para que su semen cayera directo en el rostro de Beomgyu. Sorprendido, el menor cerró sus ojos, sintiendo el semen golpear contra sus párpados. Goteó por su cara, sintiéndose caliente contra su piel.

Beomgyu se pasó las manos por la cara, intentando limpiarse, secando sus lágrimas en el proceso.

—El mejor coño que he follado en mucho tiempo —lo felicitó Taehyun, lamiéndose los labios—. Además, esa carita de muñeca es un buen bonus.

Soobin se rió, pateando ligeramente a Taehyun en el tobillo.

—Ya, ya. —Soobin hizo gestos con su mano—. Deja que Yeon haga lo suyo.

Dramáticamente, Taehyun rodó los ojos. Se dejó caer en el reposabrazos del sofá individual, acomodándose cómodamente ahí, para el fastidio de Hueningkai.

Yeonjun acercó su rostro al cuello de Beomgyu, su cálido aliento dándole escalofríos, sus labios plantando un beso ahí.

—No te preocupes, bebé, no soy tan malo como ellos... —susurró directo al oído de Beomgyu, pero con el silencio en la habitación, no le extrañaría que los demás lo hubieran escuchado—. Tu pobre coñito ya fue demasiado abusado, ¿no es así?

Beomgyu estuvo a punto de responder, a punto de negarse efusivamente. Pero, Yeonjun continuó antes de que pudiera hacerlo.

—Deja que folle esos lindos muslos tuyos. —Sus labios se presionaron contra su cuello, murmurándole las palabras a su piel—. Ponte en tus manos y rodillas para mí, bebé.

Le dió un par de palmadas a su muslo, apurándolo. Beomgyu se levantó de su regazo, adoptando la posición que le pidió. Levantó sus caderas, arqueando la espalda, queriendo verse deseable para Yeonjun. Su falda era tan pequeña que no cubría demasiado, apenas ocultando su culo.

Yeonjun se levantó, poniendo una de sus piernas arriba en el sillón, sin importarle ensuciarlo al pisarlo con su zapato. Él, pasó sus manos por sus piernas, sintiendo la piel suave. Beomgyu jamás había estado tan grato de haber depilado hasta el último vello indeseado. Yeonjun le prestó especial atención sus muslos, eran gruesos, suaves, con apenas mínimo músculo. Levantó su falda, arrugando la tela al acomodarla sobre su coxis.

Sacó su polla de sus pantalones, la punta, pegajosa con pre-semen, tocando las piernas de Beomgyu. Acomodó su pene debajo del coño de Beomgyu, y un desastre de fluidos corporales no tardó en escaparse de su agujero.

—Junta tus piernas —ordenó Yeonjun, voz suave, su tono firme.

Beomgyu lo hizo, sus rodillas pegadas, un minúsculo espacio quedando entre sus muslos, abrazando la polla de Yeonjun.

La primera estocada de Yeonjun es suave, tentativa. Aún así, fue suficiente para causarle a Beomgyu un suave, adorable gemido. Sorprendentemente, sus muslos eran un área sensible, cualquier mínimo toque le causaba cosquillas.

Yeonjun, motivado por la reacción, continuó, ahora con más confianza. Beomgyu arqueó aún más la espalda, resistiendo el impulso por escapar de la sensación que poco a poco se volvía abrumadora.

El pene de Yeonjun rozaba contra su clítoris, constantemente frotándose contra su coño. Se deslizaba fácilmente con lo mojado que estaba. Beomgyu mantenía sus piernas lo más juntas que podía, queriendo darle a Yeonjun algo apretado para follar.

Podía escuchar a la perfección los sonidos que producía Yeonjun. Gemidos que se perdían en pequeños suspiros, respiración agitada, húmedos chasquidos de sus labios. Oh, era toda una fantasía, un perfecto sueño húmedo.

Beomgyu ladeó la cabeza, torciendo su cuello apenas lo suficiente como para poder verlo. Mechones de su cabello pegándose a su frente gracias al sudor, ojos cerrados, perdido en el placer, el ceño fruncido, y sus labios partidos para soltar aquellos dulces sonidos.

Beomgyu quisiera estar en una posición donde fuera más cómodo verlo. Pero así era cómo Yeonjun lo quería, eso era lo que le había ordenado. Y ninguna comodidad sería más importante que complacer a Choi Yeonjun. No había algo que Beomgyu adorara más que complacer.

Yeonjun, aprovechando su agarre en sus piernas, forzó a sus muslos a cerrarse aún más. Empujando sus caderas, enterrando su polla entre ellos, se corrió. Su semen manchó el abdomen expuesto de Beomgyu, manchando un poco el borde de su top.

Como una corriente de electricidad golpeando a su cuerpo, Beomgyu se corrió. Fue considerablemente más débil que sus otros orgasmos, pero al mismo tiempo se sintió más exhaustivo, sacándole lo último que le quedaba de energía.

Cuando Yeonjun lo soltó, sacando su polla de entre sus muslos, su cuerpo cayó como una muñeca de trapo. Tan solo se dió la vuelta, prefiriendo descansar en su espalda que su estómago.

Casi y se arrepintió de su decisión cuando se topó con todas las miradas sobre él. Seguían pareciendo un montón de lobos, solo que ahora no estaban hambrientos, no después de haberlo devorado, aunque eso no los hacía menos intimidantes.

La necesidad de escapar nunca había sido más grande en su vida.

Se enderezó, mareándose un poco ante el brusco movimiento. Acomodó su falda haciendo inútiles esfuerzos por deshacerse de las arrugas en la tela.

Hueningkai se paró frente a él, tomando sus manos, ayudándolo a levantarse. Beomgyu se sintió un poco asustado de lo temblorosas que estaban sus piernas, esperaba y no tardarán en volver a la normalidad.

—¿Nos vemos luego? —preguntó él, sus pulgares trazando una caricia en las pequeñas manos del menor—. Tendremos otro concierto el próximo sábado, me gustaría verte ahí.

Beomgyu asintió, sin poder reprimir la sonrisa que emergió en sus labios. Ya tenía planes de ir a ese concierto, pero ahora no se lo perdería por nada.

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