•𝟚𝟞•
—Sorprendente, hay muchas Glicinas, y eso que aún no es su época de floración.
Pensó el joven de cabellos pelorrojos mientras posaba su mano en algunas de aquellas flores violetas que con él resplandor del sol producían un hermoso paisaje para la vista.
Sus pasos se habían detenido mientras observaba con atención los pétalos violáceos que eran acaricidos por las escasas corrientes de aire.
—Me recuerdan a Seiza-san —murmuro con una sonrisa al recordar a la Pilar que lo había ayudado, a causa del delicado aroma que desprendía aquellas flores, que era similar a la esencia de la mujer de ojos perlados.
Volvió a reanudar sus pasos dirigiéndose a las escaleras cubiertas de raíces, para llegar de una vez por todas a la etapa final del examen de los cazadores de demonios.
Al subir completamente notó a una gran cantidad de jóvenes espadachínes.
—Hay mucha gente —murmuró mientras avanzaba con lentitud observado a su alrededor.
Hasta que su mirada se detuvo en una persona apartada del lugar, más metida entre los árboles de Glicinas, quien se encontraba con los ojos cerrados, tan solo podía notar su alargado cabello azabache como la noche.
—Muchas gracias por acudir, a la selección final de mata demonios.
Desvío la mirada de aquella persona al oír las femeninas voces de las pequeñas, quienes decían que el examen estaba a punto de dar inicio.
Corría por los angostos pasajes del gran bosque, la noche ya había caído y debía andar con la guardia alta, pues los demonios hambrientos por varios años se encontraba acechando a jóvenes aspirantes a cazadores.
—Ire hacia el este —dijo en su mente Tanjirou mientras corría por la densa oscuridad que cubría el bosque.
Hasta que se detuvo cuando un aroma inquietante llegó a su sentido del olfato, llevó su mano a la funda de su katana y se preparó para la llegada de los demonios.
—¿Dónde está? ¿De dónde vendrá? —se preguntaba mientras su mirada carmesí iba de un lado a otro con rapidez—. No tengo clara la dirección.
Observó frente suyo por unos segundos hasta que el aroma se hizo más fuerte, lo cual lo hizo levantar la mirada con rapidez.
—¡Arriba! —murmuró y se lanzó hacia un costado cubriendo su cabeza con sus manos mientras rodaba por el suelo.
Al levantarse vio el cuerpo que se había estrellado contra el suelo ser cubierto del polvo que había levantado.
—Un demonio —susurró para sí mismo mientras sostenía de nuevo su katana y observaba a aquel ser come-hombres.
Pero un olor y movimiento detrás suyo lo hizo rápidamente llevar su mirada hacia atrás y sacar su katana para protegerse del ataque de un segundo demonio, lo cual lo hizo desplazarse hacia un costado.
—¡Pierdete, no me lo robes! —gruñó el primer demonio mientras atacaba al otro con enojo.
—¡Vete tu idiota! —contestó el otro mientras contratacaba.
El joven Kamado aún se encontraba a un lado con la guardia alta, pensando si podría contra dos demonios.
Hasta que no tuvo más que protegerse, pues los demonios se habían lanzado al mismo tiempo sobre el, compitiendo por quien se quedaba con la presa.
Colocando su nichirin frente suyo repelio el ataca del primer demonio para luego voltear y también protegerse del ataque del segundo, pero este le dio una patada que lo mandó hacia un lado.
—No pasa nada, fijate en sus movimientos —pensó calmando sus nervios, empuñando mejor su espada y respirando con rapidez—. Recuerda...
«
—¿Cómo saber que postura utilizar? —preguntó el muchacho de cabellos pelorrojos, mientras observaba a la mayor.
La Pilar asintió con una sonrisa y teniendo una espada de madera decidió enseñarle a que se refería.
—Las posturas no serán buenos en todas las situaciones que podrás encontrarte —dijo mientras se colocaba en posición de combate invitando al joven a que la atacara.
Tanjirou aún confuso decidió atacarla con una de las postura de la respiración de agua.
—Concentración total: Respiración de Agua. Segunda postura —susurró mientras corría hacia ella y al estar a una distancia correcta daba un salto—. Rueda de agua.
Realizando un giro de 360° en dirección recta hacia la cazadora, Tanjirou mantuvo su katana firme formando así, un círculo de agua que era capaz de hasta decapitar a cualquiera.
—Respiración de Astros: Cuarta Constelación —la escuchó murmurar al estar a tan solo unos centímetros de ella, vio que sostenía la katana de madera con ta punta hacia abajo— Danza de estrella fugaces.
El joven Kamado vio como balanceo su katana hacia un lado mientras que su cuerpo era guiado por dicha espada de madera, en un movimiento fluidos en zig zag, por lo cual había podido librarse de su ataque.
Tanjirou al ver que había esquivando su ataque y el había tocado suelo, se volteó rápidamente para volver a intentarlo pero al dar vuelta tan solo su cabeza, se había dado cuenta que se encontraba amenazado por la espada de madera apuntando a su cuello.
—Eso trata de explicarte —dijo Seiza mientras dejaba de amenazarlo y sonreía bajando la guardia, luego desordeno los ahora largos cabellos del menor—. Recuerda Tanjirou, debes pensar de forma meticulosa que postura utilizar, de esa forma, estarás más favorecido en algún combate que debas enfrentar.
Tanjirou la observaba atento y aquello la hizo reír.
—Pero también no debes sobreesforzarte demaciado, ¿de acuerdo? —murmuró mientras seguía acariciando su cabello con cariño—. Pero nunca lo olvidez, siempre ten en cuenta las situaciones.
—Piensa con cuidado....y...
»
—Elige la postura correcta —pensó en las las palabras dichas por la cazadora y prosiguió a contratacar— Concentración total : Respiración de Agua: Cuarta Postura —murmuró mientras notaba el hilo para poder acabar con ellos y movía su katana—. ¡Golpe de marea!.
Aterrizó con éxito en el suelo mientras oía como las cabeza de los dos demonios caían al suelo y comenzaban a volverse cenizas.
—Los vencí, soy más fuerte —pensó con satisfacción de que su entrenamiento no haya sido en vano, recordó a su maestro, a su hermana y a Seiza, que siempre lo habían impulsado a avanzar en su meta.
—Lo logré —murmuró mientras unas pocas lágrimas caían de sus ojos.
Había dando un paso más para alcanzar su meta.
Sus pasos eran torpes, su cuerpo estaba tan cansado que tenía que apoyarse en aquel delgado palo para poder avanzar con lentitud.
Sus ojos pesaban y tan solo quería cerrarlos y descansar, pero sabía que antes debía llegar. Debía hacerles saber a su todos que lo estaban esperando que estaba bien.
Que lo había logrado.
Que había sobrevivido al examen final de los cazadores de demonios.
—Quiero regresar cuanto antes —murmuró mientras caí de rodillas por la falta de fuerzas, sentía que hasta su propia ropa le pesaba—. Pero me duele todo el cuerpo.
Pero igual no se rindió y con su último esfuerzo se levantó y siguió su camino.
—Nezuko, Urokodaki-san, Seiza-San —murmuró mientras pensaba en que aquellas tres personas importante para el, que se encontraban esperándolo.
La noche ya había alcanzado el lugar, cubriendo la Monte Sagiri en su totalidad, tan solo se escuchandose el sonido de los insectos nocturnos.
Y también unos pasos arrastrantes.
—Llegue... —murmuró Tanjirou observando la cálida cabaña mientras posaba su peso en el palo que había utilizado para poder seguir de pie— Realmente...
Guardó silencio al ver como la puerta de la cabaña era tumbada de una patada y del interior de ella salía una persona.
El mayor de los Kamado, sintió su corazón dar un vuelco y su cuerpo empezar a temblar, pues frente a él se encontraba su hermana a la cual no había visto despierta por dos largos años.
—¡Nezuko!. ¿Despertaste? —habló de forma entrecortada y lleno de sorpresa dejando caer el palo que lo sostenía y comenzando a correr sin importar el cansancio de su cuerpo, hacía su hermana. Como también ella corría hacia él.
Tanjirou sintió que sus últimas fuerzas se iban, estaba a punto de caer al suelo de forma dura, pero unos delgados brazos lo sostuvieron antes de que toque el suelo. Él levantó la vista con rapidez, sosprendido de haber sido atrapado, creyó que era su hermana menor. Pero aquella idea se fue al admirar el oscuro haori con patrones de constelaciones.
—Seiza-san... —murmuró queriendo voltear a verla pero, su hermana ya se encontraba abrazándolo—. ¡Nezuko! —susurró mientras dejaba salir las lágrimas que había retenido todo el tiempo y correspondía al abrazo de la menor—. ¿Por qué te dormiste tan de repente?, y no despertabas —sollozó y la abrazó con más fuerza—. ¡Pensé que ibas a morir!.
Tanjirou sentía demasiadas emociones en su interior, alegría, miedo, ansiedad, calma, todo mezclado.
Detuvo sus quejas a su hermana cuando se sintió también ser rodeado por un abrazo por detrás, volteó un poco la mirada y se encontró con aquellos orbes plateados que brillaban al verlo.
—Sei...Seiza-sa...—no podía hablar pues estaba aún más feliz de verla a ella también.
La nombrada sonrió también con lágrimas en los ojos y abrazó a ambos con fuerza mientras reía con felicidad de que él hubiera vuelto a salvo.
—Bienvenido Tanjirou... —murmuró escuchando al menor llorar aún mas y corresponder a su abrazo mientras repetía el nombre de ambas féminas.
Kuroi sentía que un peso se había sacado de encima, al verlo llegar por fin, vivo.
Al igual que Urokodaki que había dejado las leñas que se encontraba cargando, para ir también a recibir con un abrazo y lágrimas a su discípulo.
Lagrimas que más bien eran de agradecimiento por haber acabado con las penumbras y dejar libres a sus antiguos estudiantes que habían caído ante las manos de aquel demonio.
Pues al fin todos esos niños podían descansar en paz.
—Ya veo —murmuró el ex-pilar mientras observaba a su discípulo luego de oír su relato de lo sucedido durante el examen final.
Urokodaki luego de oírlo hablar se dedicó a contar como había encarcelado a ese demonio en ese lugar y también habló sobre sus estudiantes perdidos a causa de que el no lo había matado cuando era el momento.
Ya luego de que Tanjirou fuera curado por la Pilar y también comiera de forma adecuada, era momento de que descansará.
El hombre se había despedido y había dejado en aquella habitación tan solo a los hermanos Kamado y a la joven Kuroi.
—Ahh —el joven de ojos carmesí sin darse cuenta había soltado un suspiró demostrando se cansancio.
—Debes estar cansado —habló la mayor.
El menor iba a contestar, pero se sintió se jalado por alguien, recostando su cabeza en el regazo de la persona que lo había movido.
—¡Se...Seiza-san! —murmuró por la sorpresa mientras trataba de levantar su cabeza del regazo de la Pilar pero esta se lo impedía.
—Llamame Sei —murmuró con una cálida sonrisa mientra lo observaba—. Así solía decirme mi hermano mayor.
El joven Kamado la observó y sintió la calidez que transmitía aquella sonrisa colarse en su interior, correspondiendo también con una sonrisa se dejó cuidar por la mayor y decidió cerrar sus ojos y por fin soltar un suspiró de paz.
—Gracias Sei-chan —murmuró en un susurró a punto de caer dormido.
Pero el movimiento y al parecer sonidos de quejas lo hizo abrir los ojos, al parecer Nezuko se encontraba debajo del futon, observándolo a él con el ceño fruncido.
Estaba a punto de preguntar que sucedía, pero la risa de la muchacha de ojos perlados llamó su atención.
—Tu también Nezuko-chan —dijo con ternura al ver la reacción de la pequeña.
Tanjirou se sorprendió al ver la radiante mirada de su hermana menor y en cómo llegaba hasta ellos y dejaba descansar también su cabeza en las piernas de la mayor, mientras agarraba la mano libre de la Pilar y también la colocaba sobra su cabeza para ser también acariciada por ella.
El de ojos carmesí no pudo evitar sonreír al ver que su hermana también quería a otra persona que no sea solo él, observó a Seiza y está le volvió a sonreír mientras se dedicaba a dar suaves caricias en el cabellos de ambos pequeños.
Sonrió y se dejó llevar por la calidez que sentía que lo rodeaba y cubría del frío.
—Duerman bien, Tanjirou-kun, Nezuko-chan —murmuró la joven con una sonrisa tranquila y un nuevo sentimiento de querer proteger a toda costa a esos dos pequeños.
Pues se había vuelto en su vida, seres irreemplazables.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top