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Volvía de una misión hacia el este, en donde había rescatado a un grupo de niños que habían sido secuestrados por un demonio.
Aunque tan solo algunos habían sobrevivido.
La Pilar observó el sol en lo alto, dando luz a todo y obligando a la oscuridad ocultarse en los rincones del mundo.
Siguió su camino hacia la finca Mariposa, debía tratar la heridas que se había ganado en aquella misión, aunque no impidieran su movimiento estaba segura de que serían un problema a la hora de realizar su trabajo.
Después de unos minutos pudo notar el amplio jardín principal de aquella finca. Al estar a unos cuando pasos de su destino, sintió sus mejillas enrojecerse.
Pues en su mente había pasado el pequeño destello del recuerdo de su novio comentándole de su encuentro con la Pilar Insecto luego de aquella noche.
Aquella noche....
—Amm —dió un extraño sonido al recordarlo, y mientras más sus mejillas se teñian de carmín, más escenas llegaban a su mente.
De sus respiraciones calidas mesclandose al igual que sus anatómias, y también sus manos unidas en todo momento, al igual que sus miradas.
Y sobre todo, al igual que sus corazones.
Su cabeza estaba casi por echar humo al recordarlo, pero sobre todo el punto más alto de aquellos recuerdos que la hizo casi tropezar.
Fueron las marcas que habían dejado ambos en el cuerpo del otro.
Recordó el momento en que Tomioka había vuelto por su listón, en justo en el momento en que se encontraba amarrando su cabello azabache. Ella pudo notar las marcas esparscidas por su cuello y comienzo del hombro.
Su reacción había sido gritar y pedir perdón por tal cosa, mientras sus acciones se habían vuelto torpes gracias a sus nervios.
En cambio el Pilar no demostraba nada, al contrario, había dicho que él también se había encargado de dejar marcas de igual forma en su cuerpo.
—¿Kuroi-san?..
La nombrada dio un sobresalto al notar a una de la niñas de la finca Mariposa frente a ella, observándola con curiosidad.
—Hola pequeña... —saludo con nervios mientras sonreía un poco—. He venido a tratar mis heridas.
Y de esa forma la cazadora fue guiada adentro de la finca.
—Ya está, debe cambiar la venda del brazo una vez al día —habló la niña de dos coletas y ojos azules zafiro—. Por cuatro días.
La cazadora sonrió con ternura a la madurez de la muchacha, asintió y agradeció mientras se levantaba de la cama en donde antes se encontraba sentada siendo atendida.
—Con permiso, me retiro Kuroi-san —dijo por último Kanzaki Aoi antes de alejarse del lugar, dejando a la mata demonios y a la niña de silenciosa actitud que tan sólo se encontraba sonriendo a su mayor.
Seiza volteó a verla y sonrió de nuevo con cariño mientras se acercaba a Kanao quien se encontraba frente a una pequeña mesita con unos vasos llenos de agua.
—¿Empezamos? —preguntó la Pilar sin borrar su sonrisa mientras la observaba asentir.
La de ojos perla conocía a las niñas de la finca Mariposa, pues había pasado un tiempo en aquel lugar, durante su encuentro con la Primera Luna inferior.
Cuando conoció a la pequeña de ojos violetas claro, le llamó la curiosidad, pues no hablaba, ni actuaba como los demás de la finca. Al contrario seguía órdenes todo el tiempo y no decidía por sí misma.
Siempre la veía lanzar una moneda cada vez que debía tomar una decisión.
Así que un día, durante una de sus vicitas se había acercado a ella y sin saber cómo, luego de verla lanzar la moneda. Empezaron a entablar una pequeña conversación, así al pasar el tiempo la aspirante a cazador de demonios se fue acostumbrando a su precencia.
Tanto que había momentos en que la Pilar la ayudaba con sus entrenamientos, hasta habían ideado un juego que consistía en evitar que una de los dos logrará sostener un vaso de agua, ubicados en la pequeña mesita y derramarcela a la otra.
Kuroi le había dicho que de esa forma también se encontraba entrenando su agilidad y precisión.
—¡Gane! —dijo con alegría al colocar el vaso sin redamarle ni una gota a la niña, sobre su cabeza.
Y se había vuelto también una costumbre para Tsuyuri jugar aquel juego cada vez que la Pilar de Astros iba de vicita.
—Haz mejorado mucho Tsuyuri-chan —sonrió con ternura la cazadora mientras acariciaba el suave cabello de la nombrada.
Diciéndole que estaba segura que saldría ilesa del examen para Cazadores de Demonios.
Se encontraba en el jardín trasero del la finca, observaba a las pequeñas trabajar, extendiendo las ropas, ayudando al grupo Kakushi que traían heridos.
También se deleitaba con el bonito campo de flores llenas de mariposas de diferentes tipos y colores, que en ese caluroso día se encontraban revoloteando por el lugar.
La Pilar estaba a punto de partir de nuevo, pero antes había decido ver aquellos pequeños seres de botinos pigmentos de color.
—¿Te iras sin haber saludado?
Levantó la mirada de las flores, encontrándose con la mirida violeta de la dueña de la finca.
Kochou se encontraba frente a ella con su común sonrisa.
—Yo... —la cazadora no supo que decir, pues no había hablado muchas veces con ella desde su última misión juntas.
Escucho la delicada riza de la Pilar mientras negaba con la cabeza.
—Quién iba a imaginar que un día te pondrías tan nerviosa —murmuró en tono divertido causando que Seiza deviara la mirada sonrojada—. Tomemos algo de té, antes de irte. Como los viejos tiempos.
La muchacha de ojos perla volvió a observarla, notando la cálida actitud de su compañera. Y sobre todo.
Había notado la sonrisa verdadera que pintaba sus labios.
El zumbar de un conjunto de avispas almacenadas en un frasco de vidrio llegó a los oídos de Seiza, quien observó con curiosidad el estudio de la Pilar Insecto, donde solía crear tanto sus venenos como los remedios para la heridas.
—Su miel junto a las hojas de glicinas son un potente veneno contra demonios —murmuró la de cabellos oscuros con mechones violetas.
—Es sorprendente lo mucho que has creado —habló la cazadora mientras se acercaba a la pequeña mesita ubicada sobre el tatami y se sentaba frente a Kochou—. Gracias a tus medicinas las bajas de cazadores a causa de heridas ha disminuido mucho.
Shinobu río con delicadeza mientras le ofrecía el té verde. Para luego ella luego dar un sorbo y observar por la ventana de la habitación.
—A mi hermana le gustaba... —murmuró de repente ganando la atención de la otra muchacha—. Mi sonrisa, solía decirme que nunca dejara de hacerlo.
Eso fue suficiente para que Kuroi recordará sus palabras
—No lo hago por ocultar mi odio —murmuró contestando a porque siempre sonreía—. Lo hago porque así la recuerdo y la tengo presente en mi vida.
Seiza observó el té en sus manos.
—Tenías razón —murmuró de nuevo la Pilar Insecto—. No podía decidir por el, es solo que... Me recordó a alguien especial —observó como su compañera la miraba con atención, suspiró sintiendo su corazón a asustarse al recordarlo.
El cielo se empezó a oscurecer con lentitud mientras la tarde se iba despidiendo.
—Antes de ser pilar y sustituir a mi hermana —murmuró con melancolía—. Era una cazadora normal, realizaba misiones y era entrenada por ella, nunca me había relacionado con los demás cazadores de mi edad, hasta que un día conocí a alguien.
La de ojos perla tan solo la escuchaba en silencio.
—Era un cazador de rango bajo —sonrió con melancolía—. Terco y muy infantil, pero aún así daba todo para proteger a otros. Y eso...me gustaba...
Shinobu bebió su té mientras su mirada estaba posada en el pequeño adorno de su pelo que lo llevaba suelto, mientras que con sus dedos acariciaba aquella mariposa de tonos blancos y morados.
—El día de la muerte de mi hermana, —murmuró con dolor mientras la sonrisa que siempre tenía había desaparecido—. Me encontraba en una misión con el, la situación de había complicado, estábamos atrapados en un callejón sin salida siendo atacados por el demonio —el recordarlo hacia que sus demonios internos se hicieran paso, taladrando su mente y apretujando su corazón—. Estábamos luchando juntos, hasta que se anunció la noticia —dejó de acariciar el adorno de su cabello al instante—. De que mi hermana había si herida mortalmente.
Seiza observaba a la Pilar quebrarse, dejando de lado la máscara que solía utilizar.
—No pude pensar más que en Kanae, bajando la guardia —susurró—. De no haber sido por él, habría muerto también —continuó contando.
—Él... —susurró Seiza con toques de curiosidad, suponiendo el final del relato.
Shinobu sonrió con tristeza.
—Los fuertes sentimientos pueden ser la esperanza para seguir con la vida —murmuró recordando sus palabras de aquel día—. Pero también pueden ser la catástrofe que acabe con una....mientras más inestable sean, más peligroso se vuelven.
La Pilar comprendió aún mejor el porque había reaccionado de aquella forma, porque se había preocupado por el bienestar de Tomioka y la de ella.
Pues ella había pasado por eso.
—Lo dejé solo, huí...fui a ver a mi hermana —destellos de dolor se notaron en aquellas palabras—. Y él, me dejó ir... Dando su vida a causa del descontrol de mis emociones.
Shinobu se encontraba con la cabeza baja, con sus cortos mechones oscuros y de puntas moradas cubriendo su rostro. Estaba perdida en las antiguas heridas de su alma.
Hasta que sintió un cálido tacto rozar sus manos donde sostenía su adorno de mariposa, notó una pequeña mano sujetarla y alzarla. Quizó levantar la mirada confundida pero quedó paralizada al sentir como de una forma aún más cálida sus mechones de cabellos eran recogidos con suma delicadeza, siendo guiados a formar su común peinado y luego el posar cuidadoso del adorno de mariposa sobre ellas.
Sus ojos sin querés se aguaron, pues un brillo de recuerdo de su hermana realizando la misma acción llegó a su mente.
—Perdí a mi hermano...cuando tenía siete años aproximadamente —habló esta vez Seiza, notando a la de menor estatura tensarse, pues muchos no estaban al tanto de los más profundos secretos de la estrella—. Fue por culpa de un demonio, recuerdo cuando me protegió, deciendo que no llorara... —su voz era suave, ya había dejado su cabellos ahora recogido y se colocó frente a Kochou, quien la observaba con atención—. Porque las estrellas no deberían llorar.
Se agachó quedando arrodillada frente a la Pilar Insecto que en ese momento era totalmente distinta a como solía ser siempre. Sujetó sus manos con compresión y prosiguió a hablar.
—Pero sabes, no está mal llorar por un momento —habló en susurró mientras una sonrisa melancólica se formaba en sus delgados labios—. No está mal,....dejar de sonreír por un momento.
Shinobu no podía decir nada, pues aquellas palabras la habían sacudido.
—Porque de igual forma, nunca dejarías de ser tu misma. Y tus emociones hacia tus seres queridos tampoco cambiarían —se levantó mientras la cazadora de ojos violeta la imitaba quedando frente a frente—. Así que sonríe como siempre lo haces, pero recuerda.
Colocó una mano en su hombro en señal de apoyo y comprensión, mientras su sonrisa se hacía más brillante y sus luceros resplandecieron con el brillo que los astros le brindaban al adentrar su luz por la ventana abierta, reflejándose en ellos.
—Que nadie te juzgará por decidir para por un momento a descansar, y si necesitas un apoyo —habló la Pilar de Astros mientras se alejaba unos cuantos pasos de ella—. Que siempre habrán personas que comprendan tu dolor y estén dispuestas a apoyarte. Pues...
La creadora de venenos vio a su compañera de grupo matademonios dirigirse a la puerta en dirección a la salida, la observó tomar el pomo de la puerta y abrirla un poco mientras se detenia dándole la espalda.
—No estas sola Shinobu...
Abrió la puerta de su cabaña con delicadeza, mientras su cuerpo tiritaba debes en cuando por el frío de la noche.
Se encontraba de espaldas mientras cerraba la puerta con seguro y soltaba un suspiró, había llegado más tarde de lo esperado. Y temía en despertar a su cazador por eso.
Pero...
—Llegas tarde...
Aquella no era la situación.
Kuroi volteó al instante sorprendida, pues no había sentido su precencia en ningún momento hasta que lo escuchó hablar. Al observarlo sus mejillas se sonrojaron levemente al verlo vistiendo el yukata azulado que solía utilizar cuando se encontraba en su hogar.
—Yo...me detuve en lo Kochou-san....para tratar mi heridas —murmuró mientras observaba el cabello suelto del joven cazador que la observaba sin siquiera pensar en apartar la mirada.
Para la Pilar aquellos orbes oceánicos la taladraban hasta en lo más profundo de su alma, la hacían sentir con los nervios de punta y más torpe de lo normal.
La muchacha de cabellos oscuros se encontraba tan sumejida en sus pensamientos que no notó al joven ya a tan solo unos centímetros de ella, al hacerlo había sido tarde pues el Pilar de Agua, la había dejado sin salida, sujetando su brazo izquierdo acercandola a su cálido cuerpo mientras que se deleitaba con según él, el hermoso rostro de su estrella.
Seiza sintió la diminuta y casi imperceptible caricia en una de sus mejillas, casi al comienzo de su cuello. Sintió su cuerpo tensarse y su corazón dar un salto.
—Estas herida —murmuró Giyu pasando delicadamente su pulgar por el pequeño raspón que manchaba la piel que cubría sus pómulos.
La cazadora estaba con el corazón descontrolado pero de igual forma se dispuso en corresponder a esa única muestra que el Pilar tan solo solía realizarla en muy pocas ocasiones.
—Es tan solo un raspón,....mis heridas ya están tratadas —murmuró notando como el calor del muchacho que antes abrazaba su cuerpo se desvanecía por la distancia que había puesto él cazador.
Observó en cómo se recogía los cabellos como siempre.
Aquella escena tiñó aún más sus mejillas en un intenso carmín.
Sin dudas el Pilar era increiblemente atractivo en todo lo que hacía.
—Vamos...
De nuevo el cazador la había sorprendido sujetandola de la mano y llevándola hacia su habitación, la cazadora confundida se dejó guiar.
—¿Qué sucede? —preguntó sin comprender las acciones de su pareja que había entrado junto a ella a la habitación que compartían.
Pues sí, habían empezado a vivir juntos desde hace unos meses atrás.
—Te revisaré la heridas —fue lo único que comentó Tomioka mientras la hacía sentar en el futón y se alejaba a mis a buscar lo necesario.
—Pero...ya lo hicieron... —murmuró nerviosa, pues sus heridas iban de su plano abdomen hasta sus pechos ya cubiertos de cintas.
No recibió respuesta de parte del cazador, así que tan sólo se dedicó a esperar a que el volviera.
Pero sus pensamientos le jugaron en contra, haciéndola recordar todo lo sucedido durante aquella noche de tormenta, en esa misma habitación. Además de las palabras que le había dicho la Pilar Insecto que se había topado con ella al siguiente día.
«—No sabía que eras tan agreciva Kuroi-chan —la nombrada la observó con el rostro en un tono carmín fuerte, mientras oía a su compañera Pilar reír divertida—. Ara...
Seiza la observó confundida por la sorpresa que reflejaba el rontro de Kochou al tener su mirada fija en su cuello.
—No me digas que... —pensó la Pilar a punto de desmayarse de la vergüenza cubriéndose su cuello con su cabello.
Pero ya había sido tarde, pues la otra cazadora se había dando cuenta.
—Ara... Al parecer Tomioka-kun también lo es, quien lo diría.. —murmuró divertida mientras observaba a su amiga retorcerse de vergueza.
»
Tomioka entró de vuelta a la habitación ya con los respectivos medicamentos y vendas para tratar a su novia, pero se detuvo en medio de la habitación al notar el cuerpo de la cazadora tumbada en su totalidad en el funtón.
—Mmm.. —soltó un suspiró y un pequeño sonido mientras negaba con la cabeza, ante la tan perezosa de su compañera, decidió que al día siguiente revisaría sus heridas.
Tan solo se dispuso a arroparla, pues por suerte Seiza ya se había cambiado a un kimono cómodo que utilizaba para dormir. Luego se recostó a su lado, observándola por unos minutos antes de acercarla a él y deleitarse con su fragancia y la calidez que emanaba su cuerpo unido al suyo.
Asi se durmió, pensando en que la Pilar había caído en un sueño normal.
Lo que no sabía era que la pobre Kuroi, había perdido la conciencia, cayendo desmayada al recordar las palabras de la Pilar Insecto.
Nota de la Autora:
Holaaa!.
Disculpen la demora!!.
Pero las clases virtuales son un martirio, los trabajos son durante los cinco días de la semana, que no me daban tiempo ni para escribir el número del capítulo.
Pero al fin pude hacer tiempo!.
Así que espero que disfruten y gracias por leer!.
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