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Suspiró por quinta vez, preparándose de nuevo para relatar por séptima vez lo sucedido.
—Solo...solo nos...besamos y luego...nos despedimos. Nada más —susurró con timidez mientras el carmesí se hacía paso por sus mejillas.
—Mmm... ¡Yo digo que cuenta como declaración! —dijo una cantaría voz femenina, mientras expresaba positivismo.
La Pilar del Amor como siempre viendo lo positivo y bonito de las cosas de la vida.
—No lo fue —contradijo el muchacho de orbes bicolores y misteriosa mirada, mientra su blanquecina serpiente se deslizaba por sus manos.
El Pilar Serpiente como siempre, dando sus ideas sin tacto y con suma sinceridad.
—¡Iguro-San, no diga eso! —lo regaño la muchacha de cabellos rosados con mechones verde limón.
—Es la verdad,...ademas no estoy de acuerdo —habló Obanai dirigiendo su mirada a la Pilar de Astros quien tan solo oía la discusión de esos dos con gesto casado—. Tomioka no te merece...es demaciado distante para ti.
Kuroi suspiró mientras observaba a la cazadora darles golpes suaves en el hombro al joven pelinegro, mientras lo regañada.
—No fue una declaración —dijo calmada la de ojos de perla observando el suelo recordando los momentos que había pasado junto al Pilar de Agua—. Pero aún así....se que la cosas entre nosotros...han cambiado —sonrió con calidez y sus mejillas encendidas.
Kanroji lanzó un grito de emoción y un suspiró soñador al oír a su amiga decir aquellas palabras tan sentimentales. Mientras que Iguro sólo rodeaba los ojos irritado.
—Aún así,...aún no son pareja —volvió a murmurar cruzandose de brazos el cazador.
Causando que la Pilar de Amor lanzará un grito de reproche y la joven de ojos perla riera por su reacción.
—Tienes razón aun no —murmuró con una sonrisa diminuta mientras descansaba sus ojos en el cristalino manantial del jardín—. Y creo que no lo seremos en mucho tiempo luego de lo sucedido —se lamentó de forma infantil observando al Pilar Serpiente con un gesto de tristeza, haciendo que el chico gruñera y de suaves caricias en su cabeza.
—¡No puede quedarse así! —dijo la muchacha de cabello rosa también con gestos infantiles de tristeza también exigiendo cariños del muchacho.
—¡Oi...quitense! —dijo ya frustrado por las acciones inmaduras de sus dos amigas, quienes sólo rieron por la poca paciencia del cazador.
Y siguieron compartiendo aquella tarde calurosa en la sede de Oyakata-sama.
Seiza aún recordaba el bochornoso momento que había pasado junto a Tomioka, al verla frente a él. El cazador la había abrazado y recostado junto a él sin la intención de soltarla durante todo el día.
Habían tenido un momento en que estuvieron a punto de besarse, y justo cuando sus labios sintieron las caricias del otro y sus cuerpo fueron cargados por las corrientes cálidas.
La puerta fue abierta por un sanador del grupo Kakushi.
El pobre muchacho nunca había sentido tanto miedo en su vida, como en el momento en que el Pilar posó sus ojos oceánicos sobre él, se sintió ser sumerjido en lo más profundo del mar en donde le esperaba un destino cruel.
Pero sólo estaba exagerando, pues Tomioka realmente observaba la puerta por donde la caza demonios había salido huyendo luego de ser interrumpidos.
Recordarlo sólo causaba más pena en Seiza, arrepentida de haber huido y dejarlo solo.
Caminaba por el pueblo a pasos lentos, procurando no realizar movimientos bruscos, pues a pesar de ya haber pasado semanas en reposo sus costillas aún no habían sanado en su totalidad.
Se encontraba vistiendo su antiguo atuendo de kimono verde agua con unas calsas grises por debajo, había dejado su katana en la finca Mariposa y tan solo llevaba su daga.
El sol estaba cubierto por densas nubes de tormenta que se venía, acelerando la llegada de la noche.
Observaba los faroles de velas luminando el sendero en donde caminaba, hasta que sus pasos fueron detenidos por un débil grito de una fémina.
Curiosa se acercó a las esquinas o callejones más oscuros y desolados del lugar.
Lo descubierto no fue agradable para sus ojos, una pobre muchacha de quizás tan solo 16 años siendo manoseada por un viejo pervertido.
—¡Callate mocosa, nadie podrá oírte! —habló el hombre con una sonrisa socorrona mientras ocultaba sus asquerosas manos en medio del quimono de tonos amarillos de la pobre joven.
Seiza sin pensarlo se acercó a pasos decididos.
—No deberías estar muy seguro de eso —habló junto a ellos haciendo que el hombre alejara sus manos de la muchacha y está acayera al suelo temblando—. Mejor lleva tu asquerosa presencia fuera de estos lugares.
El hombre sólo rió ante las amenazas de la joven y la examinó con descaro, notando sus más desarrollados atributos. Acercándose a paso lentos decidió cambiar de presa.
—¿Y acaso tú tomaras su lugar?. No me molestaría en lo absoluto —rió con su mano a punto de tocar su rostro pero fue detenido por la cazadora quien sin esfuerzo lo apreso y dobló provocándole dolor.
El hombre lanzó un alarido al sentir los músculos de su brazo tensarse por la mala colocación de esta.
—No, yo tan solo me encargaré de que tengas tu merecido.
La muchacha de ojos perla sin decir más palabras soltó el brazo del hombre y al verlo voltear enrabiado le propinó un golpe en el rostro lanzandolo a una distancia considerable. Suspiró al verlo acostado en el suelo sin moverse, luego frunció el ceño al sentir una puntaza de dolor en sus costillas por el movimiento bruto de antes.
Ignorando aquellos dolores se agachó junto a la joven, había acertado al pensar en que era sumamente joven.
—Ya estas fuera de peligro. Pero deberías tener más cuidado —susurra ayudándola a levantarse y cubriendola con un haori verde oscuro que llevaba—. Ve a casa, corre y no te detengas.
La joven con lágrimas agradeció y corrió perdiéndose en la esquina del lugar. En cambio Seiza debía encargarse de apricionar al malhechor, al estar por voltear fue sorprendida por el hombre por detrás, dándole un golpe justo en las costillas causando que se desestabilice y cayera al suelo.
Gruñó al sentir las puntazas ingrementarse, pero de igual modo se levantó quedando recostada por la pared observando al malhechor acercarse con rabia tallada en sus facciones.
—Ahora lo pagarás tu maldita —susurró y se acercó a ella a pasos rápidos.
Seiza gruñó y estaba a punto de epuñar su daga cuando el quejido del hombre se escuchó y un golpe a la pared. Levantó con rapidez la mirada y sus ojos se encontraron con las pacíficas aguas que pintaban los orbes del Pilar de Agua.
Trago saliva al verlo parado frente a ella sin intenciones de apartar su taladrante mirada de ella, como si estuviera regañandola.
Lo observó agacharse y darle la espalda para que subiera, la cazadora hizo caso y ya en brazos de Tomioka, fue llevada hacia la salida del callejo.
La Pilar notó al hombre totalmente inconsciente y herido, al parecer el joven de ojos azulados se había pasado de fuerza.
—¿Cómo me has encontrado?
No recibió respuesta alguna y suspiró rendida.
Había avanzado ya un gran trecho hacia la finca Mariposa, en todo el trayecto Tomioka no había dicho ninguna palabra y sólo se disponía a sostener y llevar a la joven de orbes de estrellas.
Quién recordando su conversación y motivación de sus dos amigos Pilares había tratado en entablar una conversación con el Pilar de Agua pero no obtuvo el resultado deseado.
Así que tan sólo le quedó observar las escasas estrellas que se dejaban ver entre las grusaseas nubes del cielo.
Así, hasta llegar a su destino y adentrarse a sigilosos pasos a la habitación que le correspondía al Pilar.
Tomioka la dejo posada en el cómodo futón y luego desapareció del lugar.
—Demonios —susurró mientras se dejaba caer sobre las suaves frasadas y cubría sus ojos con uno de sus brazos, pesando en las provabilidades de poder eliminar todo rastro de incomodidad entre ambos—. No es tan fácil como tu decís Kanroji-san —se quejó en susurrós—. Iguro-san tenía razón....
—¿En qué tenía razón?.
Seiza de un salto se levantó observando al joven Pilar recostado en la puerta ahora vistiendo un cómodo yukata de tonos azul marino y sus cabellos libres cayendo sobre sus hombros. Tragó en seco al ver su azulada y pusante mirada sobre ella sin siquiera pestañear.
—Yo... —su lengua se enredaba por sí sola impidiéndole hablar.
El cazador tan solo soltó un suspiró y se dirigió a dejarse caer justo a su lado mientras en su mano traía unas pastillas y alcohol con vendas limpias.
—Debo revisar tu herida, pudo haber empeorado —habló con calma en sus palabras, causado un sonrojo en la joven, al comprender que debía despojarse de la parte superior de su kimono—. Esperare afuera —y como tan sigiloso fue su llegada, del mismo modo fue su partida.
La joven Pilar, a movimientos temblorosos deslizó los cordones que su kimono tenía en la parte trasera del cuello y quitó los botones con gran lentitud.
Aunque sabía que Tomioka había dicho que esperaría afuera y había salido para darle provacidad, el solo hecho de tenerlo a metros de ella y que en futuros minutos la vería en tan solo en las vendas le causaba un incontrolable nerviosismo.
Ya lista dio aviso al joven para que pudiera entrar, quien lo hizo y se dirigió a pasos calmados a revisar la herida de la cazadora.
Desanudo el nudo de las cintas y las quitó hasta un poco más arriba de las primeras costillas las cuales eran las dañadas, corto la cinta y las ató de nuevo por mitad de su abdomen, para luego poner su atención en su herida.
El Pilar observó pequeños hematomas de tonos morados pintando la palida piel de la muchacha, lo que lo hizo fruncir el ceño.
—¿Qué hacías en ese lugar? —dijo de repente eliminando el silencio y causando un sobresalto en la joven mata demonios, mientras el aplicaba los medicamentos a la herida.
Kuroi suspiró rendida y desvío la mirada a su herida siendo rodeada de nuevo por las cintas blancas con cuidado por el cazador, después de haberla tratado.
—Había oído un grito, una muchacha se encontraba siendo acosada por ese hombre —respondió con un quejido al último tras sentir el estirón de su herida, al momento en que Tomioka había hecho el nudo dando por terminado su trabajo.
—Lo siento —se disculpó y se levantó para llevar las cosas de nuevo—. No debiste haber ido.
Seiza presionó sus manos volviendolas puño.
—No podía pasar al lado e ignorarlo Tomioka —dijo a la defensiva mientras se levantaba pero volvía a caer sentada por el estirón y ardor de sus cosillas.
El nombrado se quedó de espaldas con las cosas en sus manos, observando la salida, con su cabeza diciéndole que se marchará y la dejara descansar como era debido.
Pero sus movimientos fueron otros.
Seiza dio un movimiento atrás por el repentino y veloz acercamiento del Pilar de Agua a ella, quedando a tan solo unos centímetros de su cuerpo, con su rostro a milímetros del suyo.
Mientras zafiro y perla se fundian en uno solo.
Giyu suspiró dejando salir a flote su emociones, demostrando la frustración y preocupación oculta desde que la había visto tendida en el suelo y aquel hombre a metros de ella.
Tanto había sido el enojo que le propinó una golpiza a manl cerrada, que lo dejó noqueado al instante. Era claro que había actuado de forma inconsciente pues no era normal aquellos actos descuidados en él.
—Eres torpe —habló con suavidad mientras no apartaba sus orbes oceánicos de ella—. Y testaruda.
La Pilar de Astros estuvo a punto de replicar pero la severa mirada del chico al intentar interrumpirlo la hizo cerrar la boca.
—Te metes en todo lugar peligroso sin siquiera pensarlo —continuó describiendola—. Nunca pides ayuda y prefieres salir lastimada tu, antes que los demás lo hagan.
Kuroi bajo la mirada al oírlo hablar de esa forma de ella.
—Preocupas a todos a los que le importas sin darte cuenta —cerró los ojos por unos cortos segundos para luego volverlos a abrir y que estos irradien el brillo puro que tenían siempre al verla a ella—. Y me vuelves loco a mi con cada uno de tus imprudencias....
Aquellas sigficativas palabras fueron captadas de forma torpe y tardía por la cazadora, quien levantó la mirada asombrada por las palabras del joven de cabellos oscuros. Lo notó con las guardias caídas y sin la máscara de neutralidad de costumbre.
Algunas vez han visto ya sea el océano, río o lago en su mayor esplendor, con sus aguas cristalinas iluminadas por el brillo de las estrellas, mientras estas son reflejadas por el espejo transparente del mismo. Y la oscura noche quedaba afuera del brillo que estos dos elementos comparten entre sí.
Pues eso sucedía con ambos jóvenes.
Seiza era la brillante estrella que irradiaba brillo de vida.
Y Giyu era las tranquilas aguas que reflejaban aquel centellante brillo.
Complementándose de esa forma.
—Giyu.
—No bromeaba al decir que sería tu pilar de apoyo y compañero de vida —la interrumpió mientras sus fuertes manos acariciaba sus mejillas teñidas de carmín como si fueran el objeto más frágil que existía.
Seiza había perdido el conocimiento de cómo inhalar y exhalar el aire, había perdido los recuerdos que habían marcado su vida, había perdido sus conocimientos sobre sus técnicas de respiración.
En mejores palabras había perdido la razón con aquellas palabras.
—No finjia desesperación al dar todo de mi para volver a verte con vida —enredó uno de sus cabellos en sus dedos, perdiendo su tacto en su contextura y sensación al acariciarlas—. No finjia calidez al acariciar tus mejillas y besar tus labios, aquella noche antes de que partieras.
La cazadora sintió sus mejillas arder ante tales recuerdos, al parecer sus sonrojos no desaparecerían en varias horas.
En los labios de Tomioka bailo una sonrisa fantasmal que fue detectada por ella. Que la hipnotizó al igual que el corazón de muchacho abriéndose frente a ella.
Él detallaba su rostro mientras él dulzor de sus próximas palabras se atoraban en su garganta, pero con ayuda de un suspiró tranquilizador pudo dejarlas salir.
—No miento al decir que eres la estrella que ilumina mi vida —susurró a escasa distancia de sus labios y rostro.
—Giyu... —trataba de contestar pero en sus labios sólo estaba su nombre, en su mente solo estaba su persona.
En su corazón solo estaba él.
—Y no miento al decirte que me gustas Seiza...
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❝ Cómo las rosas son pintadas de carmín, al igual que los atardeceres. ❞
❝ Sus mejillas habían sido pintadas de igual modo. Convirtiendose de ese modo en... ❞
❝ Sonrojos de Medianoche❞
Nota de Autora:
Hola!.
Bueno no tengo mucho que decir, este capítulo fue... Tan sencillo para mi escribirlo, de sumergirme en la escritura y mis manos se movían por sí sola y no se... Jejeje.
Espero que este capítulo les facine tanto como a mi.
Que lo disfruten!
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