•𝟙𝟜•
El danzar de las escasas hojas secas de los árboles a causa del frío viento, demostraba aún la estadía del invierno.
Sus pies debes en cuando se hundían en la blanca nieve que cubría el sendero. Mientras el aire que expulsaba se mezcla con la del ambiente congelado. Su haori oscuro con bordados de constelaciones se alzaba por la briza fresca mientras caminaba al igual que su cabello.
La Pilar de Astros se dirigía al lugar donde comenzaría con su misión. Era de mañana, el sol apenas se decidía alzarse, iluminando el lugar dejando atrás la noche. La pelinegra sentía sus emociones revueltas con tan sólo recordar el suceso de algunas horas atrás.
...Sus labios acariciando los suyos, sus respiraciones hechas uno. Dándole calor y una explosión de sentaciones a cada roce...
—Demonios... —susurro Seiza, sintiendo sus mejillas calientes y de seguro rojas—. Debo concentrarme... —murmuró con seriedad al recordar su misión.
... —Cuando regreses.... no me contendre —susurró el espadachín en su oído, para luego en un parpadeo desaparecer dejando a la joven con el latido incontrolable...
—¡Ahhh! —cubrió su rostro avergonzada de recordar aquella escena—. Maldito Giyu, siempre tan directo..
En el agua transparente del pequeño manantial se formó unas pequeñas ondas al estar en contacto con una diminuta piedra.
El sol ya estaba en lo alto, dando a saber que era aproximadamente las dies de la mañana.
—Ya debe haber llegado —pensó el de cabellos largos y oscuros, con la mirada puesta en aquel manantial, hubicado en el jardín de la finca del patrón.
La aldea en donde se localizaba el demonio come hombre se encontraba no muy lejos de la sede de los cazadores de demonios. Sino a tan sólo unas cuantas horas de viaje.
Tomioka dejó descansar su cuerpo al recostarse sobre una de las pilastras, se sentía tenso e inquieto, no sabía con exactitud el por qué. Sabía que su estrella era alguien fuerte y no habría obstáculo que no pudiera rebasar. Se encontraba aún en la finca, los demás Pilares habían vuelto a sus hogares o ido a una que otra misión. El también podría hacerlo, quizás ir a visitar a su maestro que desde años no veía.
Pero no lo haría, se quedaría aguardando su llegada. Lo de anoche había cambiado completamente entre ambos, habían dejado sus sentimientos expuesto y unido sus corazones.
Aunque no haya sido una declaración directa, ambos estaban seguros de que sus sentimientos eran correspondido por el otro.
—Hasta el más tranquilo manantial puede sufrir de bruscos movimientos —una voz tranquila se escuchó detrás suyo, Tomioka volteó realizando una reverencia al hombre, quien era acompañado por una de sus hijas como guia—. Al igual que la más refulgente estrellas, puede dejar de brillar.
El Pilar sintió algo removerse en su interior al oír lo último.
—¿Es eso lo que atormenta tu mente, hijo mío? —siendo guiado se acercó a uno de sus majores cazadores, quedando a tan solo unos pasos—. El posible desvanecimiento de una estrella.
Giyu quedó en silencio, pues las palabras no podían ser sueltas por sus labios. Aunque deseara no podía negar su rotunda preocupación.
Oyakata-sama sonrió al no recibir respuesta, tomando aquello como una afirmación a su pregunta. Dándole un suave apretón a la mano de su pequeña niña, volteó para adentrarse a su hogar.
—Era de esperarse, pero recuerda algo, hijo mío —dijo a punto de desaparecer entre las puertas—. Si no aceptas la oscuridad, ella no te dejará apreciar el brillos de los Astros. Después de todo.
—Las estrellas no pueden brillar sin oscuridad.
Las luces coloridas de pueblo o mejor decho ciudad iluminaban su camino. Aquel lugar era enorme, con una mayor población de la que se había imaginado. Comenzaba a creer que su trabajo sería mucho más complicado de lo que esperaba.
A pesar de las desapariciones y muertes continuas, al parecer no se veía afectado el traqueteo común de los ciudadanos. Pues no sentía nada de temor en el aire.
Seiza suspiró y observó su vestimenta, llevaba su haori puesto y de bajo el traje de caza demonios, sólo que está vez llevaba una flada algo larga con una botas blancas. No se sentía muy cómoda con ellos. Pero su verdadera ropa había quedado destrozada luego de su misión anterior, por lo cual tuvo que aceptar una de repuesto hasta que terminarán de confeccionar su nuevo atuendo. En fin, su Sutārein se encontraba en su espalda, liada por unas telas para no ser vista como una peligrosa katana.
La Pilar estaba al tando de la rotunda negación a la existencia de su organización. Pues el cuerpo de cazadores de demonios no era reconocida por el gobierno. Por lo cual uno no puede andar con la espada en mano con calma. Porque estaba estrictamente prohibido.
—A pesar de que ya ha anochecido aún hay mucha luz —murmuró la espadachín mientras caminaba por las calles menos transitadas—. Y aún no he encontrado nada.
Suspiró y siguió recorriendo, dirigiéndose hacia los lugares bajos del pueblo, donde la luz se hacía más escasa. Notaba también la precarias estructuras que formaban los hogares de las personas que vivían por aquellos lugares, sin duda el Gobierno era dictador, veneficiando a la alta clase dejándo de lado a las demás clases más bajas.
Seiza pensaba patrullar durante toda la noche, hasta encontrar algún indicio o pista que le acercara al paradero de aquel demonio.
—A dónde crees que vas...pequeña —una entrecortada voz se escuchó detrás suyo, mientras unos torpes pasos y choques con alguna que otra cosa tirada en el suelo, la hicieron darse cuenta que se trataba de alguien bajo los efectos del alcohol—. ¿Qué hace... una jovencita tan preciosa y delicada por estos...lugares?.
La de ojos perla volteó encontrándose con un hombres, de ancha complexión.
—Que....te comió la lengua el gato... —volteó a ver al hombre de asquerosa presencia que la observaba con luguria—. Es una lástima....ya que podría ser yo el que te....la haya comido —rió con diversión y antes de que pudiera siquiera rozar uno de sus largos cabellos azabaches, un enorme mano lo detuvo.
Kuroi quedó sorprendida, en realidad no pensaba dejarse tocar por aquel tonto borracho, pero antes de que siquiera pudiera hacer algo, un joven se encontraba frente a ella. Aquello le causó un escalofrío, pues se había movido muy rápido. Aquello no era normal.
Este joven era delgado, vestía prendas de alta costura mientras se encontraba parado de forma recta observando al borracho con repulsión.
—Esa no es una forma de tratar a una dama —dijo con voz aterciopelada el hombre de cortos cabellos castaños tirando a dorados y unos punzantes ojos verdes.
—¿Quién..demonios eres tu? —dijo el hombre bajo el efecto del alcohol con rabia, mientras trataba de librarse de aquel agarre—. ¡Sueltame maldita basura!.
El joven sonrió de lado al oír como lo había llamado.
—¿Demonios dices?. No es muy respetuoso llamar de esa forma a un simple hombre —susurró sin dejar de verlo—. Nunca seré como aquellos asquerosos seres.
Seiza quedaba en shock por lo siguiente, el joven de cabellos castaños había torcido la mano de otro. Produciendole un grito de dolor, luego lo lanzó al suelo, el borracho siguió gritando barbaridades, comparándolo de nuevo con un demonio de forma constantes. La de ojos perla había dado un paso atrás, pues la precencia sangrienta y oscura que comenzó a sentirse en aquel lugar le causaba escalofríos. Veía al de ojos verdes con la vista baja, observando al borracho.
El joven dejó sus manos libres de los puños que había formado y suspiró por un largo tiempo, sujetó al alcohólico del brazo aún apretujandolá contra el suelo.
—¿Qué te hace compararme con esos seres, eh? —habló de forma rápida, mientras apretaba aún más su brazo dislocado—. ¡Soy mejor que ellos, soy alguien refinado y selectivo!...
La espadachín notó que estaba a punto de matarlo así que trató de detenerlo, aún no comprendía si se trataba de un demonio o no. Por lo cual no podía revelar su posición como cazadora. Sujetó su mano libre y trató de alejarlo de aquel hombre, pero su fuerza era sin dudas demaciada.
—¡Soy alguien que no mancha su sistema con asquerosas personas como tú, dime!. ¡¿Aun crees que soy un demonio?! —dijo el castaño apretando tan fuerte su brazo que la rompió por completo, causando agonía al hombre que se desvaneció por el dolor—. Yo...soy perfecto..
Seiza de dio cuenta y empujándolo lo alejó del borracho, para examinar al hombre, aún respiraba pero pausadamente, su brazo estaba hecho trizas. Sintió escalofríos al sentir una respiración detrás suyo justo en su hombro.
—Tu... ¿Crees que soy perfecto? —susurró con escalofriante voz.
Y justo ahí la oscuridad de la noche aumentó.
Las pinceladas que su pluma realizaba al escribir cada letra era quizás lo más entretenido para el cazador.
Giyu se encontraba escribiendo una carta a su maestro, comentándole todo lo sucedido hasta ahora, claro sin contar ciertos detalles personales. También preguntándole cómo iba el entrenamiento de Tanjirou y la situación con su hermana demonio.
Al terminar de redactar la carta y asegurarse de que había plasmado en ella todo lo que deseaba decir, la enrolló y con un liston negro la sujetó para que no se deshiciera. Luego llamando a su cuervo lo ató en su pata derecha dándole la indicación de llevársela a su maestro.
Ya todo hecho se dedicó a observar la densa noche, el jardín se encontraba iluminado por las luces de la velas ubicadas en los faroles. La luna no estaba presenta y pocas estrellas se alzaban en lo alto, se sentía más oscuro de lo normal, pues el brillo tenue de aquellos luceros eran consumidas poco a poco por las penumbras de la noche.
—Las estrellas no pueden brillar sin oscuridad —vino a su menta las palabras de Oyakata-sama causando que formará puños con sus manos y mirando el brillo de una de las estrellas reflejadas en el manantial de jardin—. Si no aceptas la oscuridad, ella no te dejará apreciar el brillos de los Astros —pensó las misma palabras que el hombre de ceguera le había dicho.
De repente sintió una fría briza azotar el lugar, causando que las ramas de los árboles se sacudan de forma frusca y un sonido de algo romperse llegue a sus oídos.
Todo paso en un regundo, la rama rompiéndose y cayendo en el manantial de agua cristalina, sacudiendola y haciendo desaparecer el reflejo de la estrella, causando en Tomioka un escalofrío en todo su cuerpo.
❝Quizás sea verdad que las estrellas no pueden brillar sin oscuridad.
Pero...
Mientras más brillan, más crece la probabilidad de ser devoradas por las penumbras de la noche. ❞
Nota de la Autora:
Hola, hola!
Antes que nada de disculpo por el retraso, pero ya está aquí el nuevo capítulo. Agradezco su paciencia y espero que la disfruten!!.
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