🔥02🔥
Dos meses antes
Baby One More Time de Britney spears, sin duda alguna, el tipo de canción perfecta que a Jimin le encantaba colocar de fondo mientras se preparaba para salir a alguna fiesta. Tal como aquella noche.
La música se escuchaba lo suficientemente fuerte para que atravesara cada una de aquellas viejas paredes, cuya humedad era camufladas por posters de bandas o películas que Jimin amaba.
Su habitación era muy pequeña, pero aún así el encontraba espacio para moverse al ritmo de aquella canción sin lastimarse con algún mueble en el intento.
Mientras bailaba con sensualidad frente a un espejo de cuerpo completo, se iba vistiendo con las prendas que había seleccionado instantes antes de ducharse.
-My loneliness is killing me- canto a la par de la canción, sin detener los movimientos que su cuerpo hacía ante la completa dominación de la música, al mismo tiempo que terminaba de abrocharse aquella camisa blanca cuya tela se transparentaba, haciendo resaltar su pálida piel -I must confess, I still believe.
-I still believe- su acompañante hizo el coro poniendo su voz exageradamente aguda, lo que causó una singular risa en Jimin.
Tae Hyung, quien se encontraba acostado boca arriba sobre la cama del pelí negro, también se río para luego inclinarse con el fin de pasarle a su mejor amigo el porro que entre su dedo pulgar e índice se situaba.
--Gime me a sing- continuó cantando el peli negro con verdadera pasión, mientras es tiraba su brazo con delicadeza y de este modo adueñarse por un efímero instante del porro -Hit me, baby one More Time.
El característico olor a marihuana se extendía en el espacio, abriéndose paso en el ambiente, sin dejar de disimular el acto ilegal que aquellos adolescentes se encontraban ejecutando. Camuflando las feromonas que ambos omegas desprendían.
Jimin le dió una pitada, mirándose al espejo, admirando cada parte de su provocativo cuerpo. En sus dedos resaltaba aquel bonito color verde pastel. Oh, cuanto amaba aquel jodido color. Expulso el humo restante de su boca hacia el espejo, dándole una nueva calada al cigarrillo de marihuana, y sin más se lo devolvió a su dueño quien lo recibió gustoso.
-¿Qué dirá tu daddy cuando se entere que estuviste drogándote?-pregunto Jimin derramando cierta diversión en su tono de voz, entretanto se arreglaba sus cabellos frente al espejo -¿No te lo había prohibido?
El peli azul río con gracia y el humo huyó de entre sus labios.
-Oh, Jimin, tú no entiendes. Lo hago apropósito, así me castiga -expreso el aludido con serenidad, manteniendo una grata sonrisa en su semblante y procedió a trasladar nuevamente el cigarro a sus labios. -Tengo planeado llamarlo en la madrugada, todo ebrio y drogado, así se enoja y va a buscarme a la fiesta para reprenderme. Oh, sí -gimió con exageración arqueando su espalda sobre la cama, para luego echarse a reír.
Ante eso, el de orbes marrón oscuro solo pudo hacer no una, sino dos cosas: rodar sus ojos con desentendimiento y negar con la cabeza. Respiró hondo, haciendo a un lado la total incomprensión ante aquél asunto. ¿Cómo podía gustarle que lo castigaran? O aún peor, ¿Cómo podía gustarle que un alfa muchísimo más grande que él lo dominara de aquella manera?
Cada quien sus gustos, susurró la consciencia de Jimin, y éste decidió concordar con la misma. Después de todo, él no era quien para juzgar a los demás. En realidad, nadie debería ser quién para hacerlo.
A diferencia de su mejor amigo, él era un omega que le encantaba su independencia. Amaba ser un chico libre, sin ataduras de ningún tipo, sin nada que le impidiera hacer todo aquello que le diera la gana. Jimim no necesitaba a nadie que estuviese ahí controlándolo, ni mucho menos a alguien que lo reprendiera por lo que quisiese.
Si bien hacía poco había cumplido su mayoría de edad, su madre sustituta era una jodida perra que, si no se encontraba estafando a gente en bares alejados de la zona, se encontraba en albergues transitorios con hombres que ni ella conocía, muy poco tiempo pasaba en la pequeña y desastrosa casa que tenían, y Jimin solo se lo agradecía.
En algún tiempo aquella infértil mujer había sido una beta digna de mantener bajo su custodia a un desamparado niño. Tenía un trabajo respetable, una casa admirable y un esposo maravilloso. Si, tenía. Pero todo aquello sólo era un recuerdo del pasado. Un pasado muy alejado. Un pasado que Jimin prefería no recordar.
-¿Y por qué se te ocurre rebelarte recién ahora? -indagó el omega de cabello negro. -Digo, llevas semanas sin drogarte y sin venir a las fiestas.
-Es que estoy resentido con él, Jiminie. Hoy Hoseok tiene una gran fiesta familiar -hizo una pausa con el fin de darle una nueva y generosa pitada al cigarro, -sé de sobra que jamás me habría invitado porque le avergüenza nuestra relación, pero me dolió saber que llevará en mi reemplazo a una omega bonita para presumir y enorgullecer a su maldita familia. Y me cansé de ser el omega sumiso que él quiere. Además, no tienes idea de cuánto extrañaba drogarme y salir contigo. La abstinencia es uff.
-Es un idiota, Tae hyung, ¿cuántas veces te lo he dicho?
El peli azul suspiro y volvió a inclinarse distraídamente sobre la cama, acercándole lo que quedaba del porro a su mejor amigo, pero al advertir que el mayor ni siquiera volteaba, alzó la vista y notó que este se estaba colocando brillo labial frente al espejo. Se inclinó un poco más y, sonriendo juguetonamente, le plantó una nalgada con la mano disponible.
Jimin se sobresaltó y su brillo labial terminó en su mejilla.
-¡Ay, imbécil! -exclamó el susodicho aturdido, y con cierto desespero intentó quitarse el recorrido erróneo que hizo su labial sobre su pálida piel, mientras escuchaba la sonora carcajada que su amigo soltaba.
-¿Y yo cuántas veces te he dicho que a ti no te hace falta tanto arreglo para verte deslumbrante? -cuestiono Tae hyung cuando al fin pudo calmar su risa, alcanzándole el porro una vez mas. -Si ya de por si eres una lindura que todo alfa querría.
-Ese es el punto -señalo Jimin habiendo terminado con el asunto del labial, volteándose para mirarlo de frente. -No quiero verme como una lindura, quiero verme como una zorra que tiene el poder -aclaró tomando con delicadeza el cigarro, llevándoselo a la boca con una inevitable sensualidad que habría vuelto loco a cualquiera. A cualquiera menos al omega frente a sus ojos, quién solo se carcajeó.
El sonido de un claxon resonó desde la distancia anunciándole a aquel par de adolescentes que ya era hora de marcharse.
Jimin se apresuró a darse sus últimos toques, acomodándose rápidamente aquel skinny jean negro que se encontraba agujereado en la zona de sus muslos, piernas e inclusive en la parte baja de sus glúteos, dejando a la vista generosas fracciones de su pálida piel. Apagó la música y tomo su pequeño bolsillo donde allí llevaba todo lo que necesitaba para sobrevivir a una gran noche.
Pero antes de irse, fue fue a la desastrosa cocina por una vaso con agua con el único propósito de ingerir su pastilla anticonceptiva. Adoraba las pastillas como método de protección, más no los supresores. Él no tomaba supresores para disminuir su olor, porque de ese modo atraía a sus presas.
Ambos omegas abandonaron la casa con prisa, adentrándose ahora en el vehículo que aguardaba al frente.
-¿Cómo les va, zorritos? -saludo Jungkook, quien era un beta, sonriendo con diversión mientras contemplaba el modo en el que sus amigos se acomodaban. Tae Hyung se sitúo en el asiento del acompañante, mientras que Jimin atrás.
-Muy bien, cerdito, gracias -contestó el peli azul con un deje de burla en su voz, acto seguido se inclinó hacía él, plantándole un inocente beso en la comisura de sus labios. -Con tu permiso -añadió segundos después, quitando de uno de sus bolsillos del pantalón un sobrecito de hierva con el fin de hacer un nuevo porro.
-No sé que ha sido eso pero ¡No! ¡Aquí no, Tae Hyung! -se adelantó a quejarse el beta, alterado, quitándole de repente aquel sobre y, sin titubear, lo arrojó por la ventana abierta del auto.
-¡Jungkook! -exclamaron al unísono Tae Hyung y Jimin, reprendiéndolo.
-En mi auto no, queridos -estableció el beta negando con la cabeza para luego poner en marcha el vehículo al instante. Sin tener intenciones de tocar el tema de aquel inesperado beso que recibió del omega, asunto que lo dejó medianamente turbado.
-¡Espera! ¡Déjame bajar! ¡Detén el auto!... ¡No!... ¡La droga! -lloriqueó Jimin con el rostro pegado al cristal de la ventana, viendo como se alejaban de aquel sobrecito que había quedado desamparado en medio de la calle. -¡Volveré por ti, bebé!
Y Tae Hyung sólo se limitó a reírse a carcajadas por la chistosa reacción de su amigo, sin siquiera preocuparse, pues tenía más. Mucho más. Lo suficiente como para hacer de aquella fiesta la mejor o, quizás, solo quizás, la peor.
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BYE MIS LECTORES
DEN SU OPINIÓN
BYE BYE BYE
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