🍃Deux: Le charme du sorcier.

El mundo le dio vueltas, y por una milésima de ese tiempo Yoongi sintió un revoloteo cálido que golpeó a su corazón sin tregua alguna.

Los ojos del rey permanecieron fijos en aquellos cargados de encanto y misterio; cada color reflejado le ocasionaba sentimientos extraños que hacían colisión en su interior, el tiempo pareció quedar congelado y todo a su alrededor perdió sentido, porque en su mente no había lugar que no estuviese ocupado con la imagen de aquel joven extraño.

—¡Jimin! —el grito eufórico del elfo hizo que Yoongi reaccionara. El rey miró como el castaño corría al rededor del cuerpo del otro, y como éste le sonreía tan hermosamente.

El pelinegro está seguro que aquella era la sonrisa más preciosa que había visto en su vida.

—Es bueno verte, Tae —dijo Jimin, soltando leves risas al ver la energía de su amigo.

—¡Andaba dando una vuelta en el exterior y me encontré con este curioso humano! —contó con energía, Jimin prestaba total atención al relato del menor—. Dijo que buscaba Underworld así que le ayudé a venir aquí.

Yoongi carraspeó para ganar la atención de los contrarios. —Necesito ver a las brujas que residen en este bosque. Es importante.

—¿Puedo saber el motivo? —indagó Jimin con una ligera mueca que denotaba diversión.

El rey negó. —Es un tema que solamente hablaré con ellas.

—Estás frente a uno —informó el peliverde, Yoongi abrió los ojos en completa sorpresa—. ¿Qué? —Jimin alzó una ceja—. ¿Creías que sólo hay brujas?

El tema de la existencia de los brujos era algo que el rey tenía presente; sin embargo, nunca fue más allá, ni dio más de la importancia requerida. El verdadero problema (al menos para él) era que la apariencia física que su mente creó distaba mucho de aquella realidad conocida, y esa información le tomó por sorpresa porque Yoongi imaginaba a personas ancianas y de aspecto terrorífico, más lo que tenía ante él era la representación pura de la belleza.

—Sabía de la existencia de los brujos —aclaró luego de minutos en los que pasó sumergido en sus pensamientos.

Una sonrisa pequeña se instaló en los labios rellenos. —Entonces, ¿Por qué hay tanta tempestad en tu mirada?

—No eres lo que esperaba encontrar —fue directo.

Las manos pequeñas se entrelazaron entre sí. —¿Decepcionado?

Yoongi se obligó a mantener expresión serena, carraspeó un poco y finalmente respondió:

—Nadie me advirtió de la belleza que encontraría —soltó con naturalidad—. ¿Me ayudarás?

—Me temo que no puedo hacerlo —respondió Jimin con la mirada brillante en sentimientos fuertes que luchaban por ser retenidos—. Sin embargo, conozco a la persona que lo hará.

El rey quiso decir mucho y nada a la vez, pero justo en ese momento Jimin había iniciado a caminar. Los pasos de Yoongi le siguieron de cerca, la mirada oscura viajaba por los alrededores de vez en cuando, más siempre terminaba posándose en la espalda delicada que tenía frente a él.

<<¿Qué es esto que me está pasando?>> la única explicación viable era que quizá había entrado en una clase de encantamiento, porque todo lo demás no lo veía normal, mucho menos aceptable.

—Es normal que te sientas así —la voz de Taehyung provocó un sobresalto en el rey—. Jimin es uno de los brujos más hermosos del lugar, aunque todavía siga en su etapa de aprendiz.

—¿Etapa de aprendiz? —inquirió confundido.

—Está bajo la tutela del gran brujo de estos bosques —anunció el castaño con orgullo—. Hoseok es el guardián supremo de todos los poderes que nacen y mueren; sólo él puede crear un aceite que sea lo suficientemente poderoso para prolongar la vida, logrando congelar el tiempo con el mínimo suspiro.

—¿Cómo es eso posible? —la sorpresa no pudo ser retenida, y Yoongi tampoco se esforzó en ocultarla.

Jimin fue quien respondió. —La tierra fértil que pisas es la encargada de darnos dones valiosos que cuidamos con recelo; hay magia en cada uno de nosotros, la pureza que posee el alma es la fuente pura de vitalidad, la misma que determina el poder y capacidad de cada uno de nosotros.

—Escuché muchas leyendas acerca del antiguo bosque subterráneo —reconoció Yoongi—. Nunca creí que llegaría el día en que podría ver como una leyenda se volvía realidad.

—Ese es el encanto que está tras el secreto de Underworld —Jimin le miró sobre el hombro—. Volver lo extraordinario real, poder tocar la magia con la yema de los dedos, y olvidar todo aquello que encierra lo simple hasta convertirlo en algo tedioso —dibujó una sonrisa que dulcificó sus facciones—. Ahora mi curioso rey, ha llegado el momento para que conozcas el verdadero mundo mágico.

Yoongi miró con asombro lo que estaba sucediendo; en el rostro y manos de Jimin se habían dibujado múltiples ramas verdes y brillantes, el brujo extendió ambas manos provocando que la tierra se levantara y que las hojas se sacudieran. De pronto, todo cobró más vida y belleza para el rey; las aguas parecían forjadas de cristal y las hojas tenían finos hilos tejidos en oro y plata. Un fino pasto nació cubriendo la tierra bendita, provocando que aquella imagen fuese imposible de olvidar.

—¡Bienvenido al verdadero Underworld! —exclamó el castaño con efusividad.

La mirada del rey quedó atrapada en aquellos ojos bicolores. Se olvidó del resto del mundo, incluso el motivo que lo había guiado ahí parecía lejano, porque su mente se negaba a esclarecerse para continuar como en un principio lo tuvo planeado.

—¿Qué te parece? —el peliverde preguntó, los ojos fijos en cada una de las reacciones del rey.

—Es... —Yoongi no dejaba de mirarle—. Hermoso...

Jimin bajó la mirada sintiéndose apenado. Con un asentimiento se despidió de Taehyung quien debía comenzar con sus labores del día, mientras que él se encargaba de llevar al rey con su maestro. Un trayecto silencioso dio comienzo, cada uno de ellos con pensamientos confusos que creaban expectativas desconocidas; sin embargo, en ningún momento existió aquella incomodidad que esperaban sentir una vez quedaran a solas. Es más, se sentían tan bien en compañía del otro que podrían jurar habían nacido justamente para ello.

—¿Crees que pueda ayudarme? —Yoongi preguntó, la preocupación estaba presente aunque el rey se esforzaba por demostrar serenidad.

—Es posible —respondió Jimin, estuvo breves instantes en silencio para luego agregar—. Todo dependerá de ti, nosotros sólo somos un complemento más que actúa cuando es necesario.

—¿Depende de mí? —indagó, más confundido que cualquier otra cosa.

El de ojos bicolores soltó una risita. —No ayudamos a humanos que tengan intenciones mezquinas, y el alma de los mortales es demasiado débil y transparente como para ocultarnos sus verdaderos deseos, así que no pueden engañarnos a la hora de pedirnos un favor.

—¿Siempre cumplen los favores que se les han pedido? —la mirada del rey vagaba por su entorno, descubriendo más belleza en aquel mágico lugar que yacía escondido del resto del mundo.

—Lo hacemos —asintió Jimin—. Pero primero debes probar que eres digno de la magia natural; sólo así nosotros podremos hacer cada uno de tus anhelos una realidad.

Yoongi estaba seguro que sus intenciones no eran dañinas, aunque dudaba mucho poder probar la parte de la codicia. ¿La inmortalidad no era un deseo codicioso? Él está seguro que cualquier mortal desearía tenerla, y quizá ese sea el mayor inconveniente que tenga al momento de demostrar sus deseos sinceros.

—Ya veo —fue lo único que pudo decir, su cabeza nuevamente era un lío de pensamientos.

Jimin percibió la tormenta creciente en el interior del monarca, no estaba seguro del resultado que obtendría pero tampoco se pondría a pensarlo. Inhaló profundo y guardando un poco de timidez e inseguridad se animó a tomar una de las manos contrarias, el tacto cálido estremeció a ambos, más sucedió lo que el peliverde esperaba porque los ojos del rey dejaron de verse tormentosos para dar lugar a una pequeña capa de confusión y un casi imperceptible sentimiento de anhelo.

—En tus ojos no está el brillo de la codicia ni la oscuridad de la maldad. No temas de abrir tu corazón y demostrar lo que hay en él, porque Underworld te ha acogido con los brazos abiertos.

Y Yoongi nunca en su vida imaginó que aquellas palabras que parecían ser simples le diesen una infinita paz, capaz de hacerle sonreír.

Había una pequeña aldea en la que vivían las brujas y brujos más poderosos del bosque, estaba ubicada al lado del gran lago, y era en demasía hermosa a ojos del poderoso rey.

Jimin se encargó de explicarle la clasificación y funcionamiento de cada una de las magias; gracias a ello supo el secreto de los milagros que se obtenían con tés, así como la combinación de la magia con la herbolaria y botánica, siendo secciones completamente diferentes que tenían a su bruja o brujo encargado. También comprendió que Hoseok (el brujo que vería él) era el guardián de los aceites esenciales, aquellos que le darían lo que su mente ha estado buscando desde que supo de la existencia de ese mundo.

—Taehyung mencionó que eras un aprendiz del brujo al que veré —comentó el pelinegro, ambos avanzaban a paso lento hasta la casa más alejada de la aldea.

—Estoy en la etapa final de mi entrenamiento —informó, a la vez que saludaba con una reverencia respetuosa a una de las brujas encargadas de la herbolaria.

Yoongi imitó la acción del peliverde al realizar una reverencia que fue gratamente correspondida por la hermosa mujer de cabellos rubios.

—Pequeño Jimin, ¿Quién viene contigo? —preguntó la mujer, los ojos verdes brillaban cargados de enigma.

—Ha venido a ver a Hoseok —contó el mencionado.

Los ojos de la poderosa bruja impactaron en los de Yoongi, parecía conocer cada uno de sus secretos y sólo entonces, el rey recordó cuando Jimin mencionó que ningún mortal podría engañar la magia ancestral que componía a las brujas.

No sabe por cuánto tiempo estuvo siendo víctima del escrutinio de la mujer, lo único presente fue la sonrisa satisfecha que se dibujó en las delicadas facciones, para posteriormente hacer una pequeña inclinación de cabeza.

—Permítame presentarme, su majestad —pidió con elegancia—. Mi nombre es SooYeon, y mi especialidad está en la magia de la herbolaria.

Yoongi no quería ni saber cómo ella supo acerca de su linaje real. Carraspeó y ofreció una pequeña reverencia, pensando en si debería presentarse o no; porque, después de todo, aquella mujer parecía conocerle muy bien.

Al final decidió hacerlo. —Soy Min Yoongi, el rey de Olenor.

SooYeon compartió una pequeña mirada con Jimin, acto que fue totalmente ignorado por el monarca. Devolvió su mirada al rey y sonrió con amabilidad.

—Es un honor tenerlo aquí, espero que nuestra magia le otorgue lo que su corazón más desea.

Después de esas palabras, la poderosa bruja siguió su camino hacia el espeso bosque, mientras que Jimin decidía retomar el propio en compañía de Yoongi.

Pocos minutos después tenían frente a ellos una cabaña forjada de musgo y madera, en la puerta había un letrero en un idioma que el rey no comprendía, pero a juzgar por el comportamiento cómodo de su acompañante no le fue difícil adivinar de que finalmente habían llegado al lugar indicado.

Ese pensamiento le puso los nervios de punta, y todo empeoró cuando Jimin dijo:

—Hoseok está esperando, debes entrar ya.

—¿No entrarás conmigo? —no pudo evitar preguntar.

Jimin sonrió tenue. —Es algo que debes hacer solo, quizá más tarde pueda verte.

La promesa de volver a verle causó fortaleza en el espíritu del rey. Yoongi le regaló una sonrisa pequeña y un asentimiento, para posteriormente internarse en la penumbra de aquella cabaña desconocida que sería el lugar donde se marcaría el destino de su vida.

Tocó un par de veces, más pronto descubrió que la puerta estaba abierta. Con un poco de inseguridad ingresó al pequeño espacio donde una sala única le recibió. Detalló en las estanterías que cubrían las paredes, en ellas miles de frascos descansaban, cada uno teniendo una etiqueta que lo distinguía del resto. En el centro había una mesa cubierta por una tela verde oscuro, un solo libro abierto y un par de velas que daban un poco de luminosidad al lugar.

—¿Hola? —aventuró, decidiendo que lo mejor era quedarse en su lugar.

—Su majestad —una voz tranquila nació de algún punto de la habitación. Yoongi trató de ver más allá, pero fue inútil.

—Sabes quién soy —afirmó el rey con voz serena.

Hubo una pequeña pausa, y luego escuchó la respuesta:

—Y por qué estás aquí.

En ese mismo momento un joven emergió de la oscuridad; tenía el pelo rizado y de un brillante naranja, sus ropajes eran marrón a excepción de la capa verde con bordes dorados que le daban realce. Los ojos dorados se fijaron en Yoongi, quien pudo ver milenios de sabiduría y conocimientos plasmados, así como amabilidad y la disposición para ayudar a otros.

—Mi nombre es Hoseok —hizo una venia—. Quizá Jimin ya te haya hablado de mí —el rey asintió—. Entonces sabes que soy el guardián de la magia que encierra la formación de los aceites esenciales.

—Él dijo que tú podrías ayudarme —mencionó Yoongi, recordando a la perfección las palabras del aprendiz.

—Siéntate, por favor —pidió el brujo. Yoongi hizo lo pedido al sentarse frente a la mesa, y Hoseok imitó la acción, quedando ambos frente a frente.

Con ayuda de su magia, el brujo seleccionó uno de los frascos que estaban del lado derecho; el objeto levitó hasta que llegó a las manos de su creador, donde fue abierto de manera inmediata para dejar fluir el suave aroma de la menta y pinos frescos.

—¿Qué es? —inquirió el monarca.

Hoseok extendió la palma derecha. —La mano del corazón.

Yoongi le ofreció la mano izquierda con un poco de duda; el brujo la tomó para verter en ella el aceite, el líquido impactó en la piel del rey ocasionando un pequeño estremecimiento. Las manos del pelinaranja se encargaron de esparcirlo con los ojos cerrados en completa concentración, mientras que de sus labios salían pequeños susurros que no podían ser escuchados por el pelinegro.

El rey permaneció en completo silencio y esperando con paciencia a que el procedimiento culminara. Finalmente, y luego de unos minutos, la voz del brujo volvió a escucharse.

—Tienes un vasto reino bajo tu poder, el amor por tu pueblo y la lealtad a tu ejército ha sido la verdadera corona que has lucido durante todos estos años —los ojos de Hoseok permanecían fijos en la mano del rey—. Hijo de Min Jungkook, antiguo rey de Olenor, mismo que se casó con Kim Jennie, una de las brujas más poderosas que tuvo alguna vez Underworld.

El cuerpo de Yoongi se tensó de manera inmediata. ¿Su madre fue una bruja? Quizá aquello explicara el conocimiento amplio que la reina poseía, y las historias fantasiosas que siempre le contó cuando era niño. Aún así, todavía no podía procesar ese secreto que permaneció oculto hasta ahora.

—¿Mi madre era una bruja? —preguntó con gran consternación.

—Lo fue, una de las pocas brujas que salía al mundo humano para comprobar que el fino hilo del equilibrio entre ambos mundos permaneciera intacto —sonrió con un atisbo de melancolía—. Hasta que en uno de sus tantos viajes conoció a cierto hombre de gran poder que capturó su corazón, impidiendo su regreso a Underworld para convertirse en la reina de Olenor.

—No lo sabía... —musitó con la mirada puesta en sus manos.

—No era necesario que lo supieras, lo importante es que gracias a ese linaje mágico que corre por tus venas no es necesaria mi intervención.

La mirada cargada de confusión se posó en aquellos ojos dorados. Yoongi no comprendía la claridad que aquellas palabras dejaban ver, pero, por la pequeña sonrisa en el contrario supo que eran buenas noticias para él.

—Estoy tratando de comprenderlo, de verdad que lo hago —aseguró el monarca.

—Buscas el don sagrado de la inmortalidad, pero ese deseo solamente puedo concederlo a todos aquellos que no tienen magia en su ser —suspiró—. Tú eres diferente a todos, hay magia en ti, una muy poderosa y a la vez hermosa —volvió a sonreír—. Para que esa magia despierte y veas florecer la inmortalidad que hay en tu interior, debes reconocer el regalo precioso que el destino mismo preparó para ti.

Tras esas palabras, una duda llegó a Yoongi. —Mi madre murió, ¿Cómo pudo pasar si ella era inmortal?

—Al enamorarse en un mundo ajeno al nuestro perdió toda inmortalidad, desde el momento que entregó su corazón tomó la esencia de su amado, convirtiéndose en una humana más —los ojos dorados brillaron en suspicacia—. Es por eso que no debes salir de aquí hasta que tengas tus sentimientos claros, sólo así conservarás el preciado don.

—¿Sentimientos claros?, ¿Qué tienen que ver mis sentimientos con la inmortalidad? —el entrecejo de Yoongi se frunció al preguntar.

Entonces Hoseok volvió a sonreír. —Ambos sabemos que tú ya tienes la respuesta.

Cuando Yoongi salió de aquella cabaña, muchas dudas lo hicieron con él. El tema de su madre todavía rondaba en su mente, pero prefirió no pensarlo mucho; en su lugar, se concentró en las pocas palabras que Hoseok le había dicho, o más bien, las pocas que había entendido.

El secreto para obtener la inmortalidad estaba en Underworld, y no pensaba marcharse de aquel lugar hasta obtenerlo. Aunque, si era sincero consigo mismo, no sabía por donde comenzar.

—¡Psst!

El bajo sonido se escuchó con claridad, Yoongi buscó con la mirada hasta que nuevamente encontró aquellos ojos hermosos que le habían cautivado. Recompuso su postura y caminó hasta una arboleda donde Jimin se encontraba esperando.

—Hola —saludó con una pequeña sonrisa.

—¿Encontraste lo que necesitabas? —preguntó Jimin.

—Digamos que en eso estoy —respondió el rey, sonriendo más cuando la mirada del aprendiz adquirió confusión—. Hoseok me recomendó que pasara más tiempo en este lugar, que aquí encontraría mi respuesta —explicó, y Jimin pareció comprenderlo.

De pronto, la mirada bicolor adquirió ilusión. —¿Te gustaría dar un paseo conmigo? Hay muchos lugares preciosos que podría mostrarte.

—¿No habría problema si lo haces? —indagó el rey, aunque en lo profundo de su pecho quería dar su afirmativa de una vez.

—No lo habría —la pequeña mano fue extendida en dirección al monarca—. ¿Vienes?

Y la calidez de aquel tacto logró llegar a lo más profundo del corazón del rey.


























🍃YOONGLH🍃

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