✰「𝐶𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜.

—Pero que estúpida soy. —el sudor frío bajaba hasta su barbilla. Corría lo más rápido que lograban ir sus piernas. A pesar de ahorrar algo de energía por el tiempo que estuvo descansando de manipular a las personas de igual manera gastaba fuerzas considerablemente.

En primer lugar; ¿qué tan cierto podría ser que Hisoka estuviera detrás de ella?

Solamente estaba asustada. Era su mente que jugaba con sus pensamientos. Después de todo el joven mago adoraba destruir psicológicamente a cualquier oponente digno.

Tal vez esta vez era así. ¿Cuán posible es?

Debía reconsiderar la situación de nuevo. Lo único como prueba que tenía era que desde que tuvo la brillante idea de retarlo este no respondió, detalle bastante importante ya que Hisoka adora hablar así no le des una gran respuesta.

No debía permitirse subestimarlo. Cuando se decidía por un juguete era muy difícil que cambie de opinión.

—Carajo. —se detuvo en un pequeño callejón. Si llamaba la atención estaba acabada. 

Ya disponía de suficiente dinero para estar tranquila por un par de semanas, sin contar con un ahorro que guardaba siempre en casos de emergencia. El sudor volvía a aparecer en su frente causándole molestia.

Volvió a observar a las personas que manipuló, si seguían por un tiempo quizás obtendría más dinero pero no quería arriesgarse demasiado. Dejó de usar su habilidad para irse.

En la habitación del hotel estaba tensa. Apenas subió las escaleras vio a varias personas salir del edificio, otras hablando en voz alta en claro estado de ebriedad. Le repugnaba estar en un entorno donde existía únicamente tanta plaga. Humanos que no son más que un estorbo. Al menos ese era su pensamiento.

Cuando encontró algo de paz dentro de aquellas paredes sintió el no poder respirar gracias al susto que tuvo al ver a una figura sentada en la cama. Su corazón latió con frenesí, tanto así que no pudo evitar tocar la zona del pecho.

—No debiste concentrarte tanto en que te estaban vigilando. Bajaste la guardia. —las cartas se movían entre sus manos con maestría. —Fue un error fatal, aunque... Tienes tanto potencial como ese niño. 

Apenas captó sus palabras mantuvo la distancia. Caminó con lentitud contra la pared.

—También eres una tonta por creer que escaparías con tal facilidad. Tan linda, considerabas que tenías una oportunidad. 

—Idiota. —escupió con rabia y frustración. Hisoka rió.

En un segundo donde no fue capaz de defenderse su cuerpo se mantuvo sometido por la fuerza del mago. Este se relamió los labios.

—Tu expresión es fantástica, puedo ver ese brillo en tus ojos. Cuando crezcas y te hagas más fuerte...  Oh ~ De solo imaginarlo me estoy emocionando. —sacó una carta para colocarla contra su cuello. —No te haré daño pero si consideras intentar escapar, no seré capaz de detenerme.

La fémina cerró los ojos, la carta parecía un cuchillo ya que del roce salió un poco de sangre. Hisoka no tardó en lamerlo ocasionando un jadeo. 

Su cuerpo poco a poco fue acariciado moviendo la tela que molestaba, las uñas largas apenas rozaban con su piel. Entre aquellos escalofríos y temblores de sus músculos reaccionó.

—¿Me buscabas por esto, verdad? —aunque la pregunta era obvia quería estar segura. La sonrisa del más alto se amplió.

—Claro, pero no me fijo en cualquiera. —dejó un beso en su cuello, cerca de su oreja para susurrarle. —Me quedaré contigo hasta que me interese en alguien más.

Hisoka podía mentir dormido. Sus palabras salían de una forma tan sencilla que admiraba esa habilidad. 

Pero al escucharlo tenía la esperanza de que esta vez no fuera así.

La respiración se le volvía pesada. Empezaba a dejar marcas y mordidas mientras quitaba las prendas que cubrían su pecho. Ya sus brazos no eran sujetados arriba de su cabeza, se mudaron a la espalda trabajada explorando con timidez e inseguridad. Por el calor del momento o quizás simple desquite mordió con algo de fuerza el cuello poniéndose de puntillas para llegar a su objetivo. 

Termino siendo cerca del hombro pero de igual manera escuchó un gruñido que le erizó la piel. Su cuerpo fue girado hacia la pared sintiendo como sus pezones se ponían duros por la brisa fría. 

Antes de poder hacer algo su ropa inferior fue arrebatada en un instante. Un ardor en su glúteo le hizo dar un jadeo y arquear la espalda.

—Parece que tenemos a una chica que le gusta jugar. Eso me gusta. —volvió a darle una nalgada con más fuerza que la anterior.

La piel pronto enrojeció. El ardor era satisfactorio. 

Sus piernas empezaban a temblar, no sabía si era por la mera excitación pero sentía un cosquilleo en su zona íntima que no podía explicar. Pareciera que hubiera adivinado su pensamiento ya que unos dedos traviesos pasaron por sus labios superiores haciendo presión logrando un gemido ahogado contra el concreto. 

—Con eso será suficiente. —susurró en su oído mordiendo su lóbulo. 

Perdió la noción del tiempo. Ahora estaba recostada en la cama con esos ojos brillantes y hambrientos sobre ella. Sus pezones fueron atendidos de manera breve dejando más marcas hasta su abdomen.

Vio aquel látex brillar ligeramente por la luz de la habitación. Nuevamente los labios fueron probados mientras sentía algo adentrarse a su interior.

Gemidos, jadeos y gruñidos de placer fueron silenciados por el beso por cortos instantes. De nuevo esa sensación que le hacía perder la fuerza en sus músculos regresó lentamente. Rasguñó su espalda cuando unos cuantos dedos de Hisoka frotaron su clítoris.

Se olvidó de su alrededor. Su respiración volvía a ser normal mientras movía de manera lenta su cuerpo.

Observó la espalda rasguñada con aquella mordida que le hizo sonreír para cerrar los ojos.

Solamente escuchó la puerta cerrarse. Después de eso juró que fue rodeada por la oscuridad siendo sumergida en ella dispuesta a soñar con cualquier otra cosa. Todo mientras no fuera su pasado. No era importante.

Era algo que estaba de acuerdo con aquel particular cazador.

Podían tener más en común de lo que se imaginaba.

Durmió de maravilla.

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