Capítulo 5
Desde aquel tenso encuentro con mis padres, mi mente ha estado sumida en un torbellino de emociones. Por un lado, siento el peso de las expectativas que recaen sobre mí como hijo de Hanguan-Jun y el Patriarca de Yiling. Por otro, el eco de mis propios sentimientos, latiendo en mi pecho con la fuerza de una tormenta.
Cada vez que cierro los ojos, veo su rostro: el joven aldeano que ha cautivado mi corazón en apenas dos encuentros. Su sonrisa cálida, sus ojos brillantes llenos de vida. Me pregunto si él siente lo mismo que yo, si en su mundo sencillo y sin pretensiones, hay espacio para un amor tan complicado como el nuestro.
Frente al espejo, me enfrento a mi reflejo con una mezcla de determinación y temor. ¿Debería seguir adelante con lo que siento, desafiando las expectativas de mi linaje y mi posición social? ¿O debería renunciar a este amor incipiente en aras de la estabilidad y el deber?
El eco de la conversación con mis padres sigue resonando en mis oídos. Sus palabras, cargadas de preocupación y decepción, se mezclan con el eco de mi propia confesión. Les he defraudado, eso está claro. Pero ¿podrán entender la profundidad de mis sentimientos, la intensidad de esta conexión que siento hacia alguien que apenas conozco?
Salgo al jardín, buscando un respiro de aire fresco para despejar mi mente. Las flores están en plena floración, sus colores vibrantes contrastan con mi estado de ánimo sombrío. Me siento en el banco de piedra, dejando que el sol acaricie mi rostro mientras intento encontrar respuestas en el vaivén de las hojas.
El sol se desliza lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados mientras me sumerjo en mis propios pensamientos en el jardín tranquilo de la residencia familiar. Las flores danzan con la brisa suave, pero mi corazón está lleno de una tormenta interna de dudas y conflictos.
Es entonces cuando una figura conocida se acerca con paso tranquilo. Reconozco a mi tío Xichen, también conocido como Zewu-Jun, el hermano mayor de mi padre y una de las personas más sabias que conozco. Su presencia me reconforta, y sé que puedo confiar en él para encontrar orientación en medio de la confusión que me embarga.
—Sizhui —me saluda con una sonrisa serena mientras se sienta a mi lado en el banco de piedra—. ¿Te importa si hablamos un momento?
Asiento con gratitud, sintiendo el peso de mis preocupaciones aligerarse un poco ante la perspectiva de compartir mis pensamientos con él.
—He escuchado lo que sucedió con tus padres —comienza, su voz suave como el murmullo de un arroyo—. Debe de haber sido un momento difícil para ti.
Asiento en silencio, agradecido por su comprensión. Aunque siempre he admirado a mi tío por su sabiduría y compasión, nunca antes había sentido la necesidad de buscar su consejo de manera tan urgente como en este momento.
—¿Has decidido qué vas a hacer? —pregunta, su mirada penetrante buscando la verdad en lo más profundo de mi ser.
Respiro hondo, buscando las palabras adecuadas para expresar la tormenta de emociones que agita mi interior.
—Tío, me siento dividido —confieso finalmente, dejando que la honestidad fluya entre nosotros—. Por un lado, siento el peso de las expectativas que recaen sobre mí como hijo de Hanguan-Jun y el Patriarca de Yiling. Por otro, el eco de mis propios sentimientos, latiendo en mi pecho con la fuerza de una tormenta.
Zewu-Jun escucha en silencio, sus ojos llenos de comprensión y empatía mientras absorbe mis palabras con atención.
—Entiendo —responde después de un momento, su voz llena de calma y serenidad—. Es natural sentirse abrumado por la presión de las expectativas externas, pero recuerda que al final, lo más importante es seguir tu corazón y encontrar la felicidad en tu propio camino.
Sus palabras resuenan en lo más profundo de mi ser, como un faro de luz en medio de la oscuridad que amenaza con consumirme. Sé que tiene razón, que debo seguir mi propio camino incluso si eso significa desafiar las expectativas y tradiciones arraigadas.
—Gracias, tío —digo con gratitud, sintiendo un peso levantarse de mis hombros—. Tus palabras me han dado la claridad que necesitaba.
Él sonríe con ternura, colocando una mano reconfortante sobre mi hombro.
—Siempre estaré aquí para ti, Sizhui —dice con suavidad—. No importa cuál sea tu elección, siempre te apoyaré y estaré a tu lado y, hay algo más que necesitas saber —mi tío Zewu-Jun baja la mirada, como si lidiara con una carga pesada que ha llevado por mucho tiempo—. Yo también entiendo lo que significa luchar contra los deseos del corazón.
Su confesión me sorprende. Siempre he admirado la serenidad y la sabiduría de mi tío, pero nunca había imaginado que también pudiera experimentar los mismos dilemas emocionales que yo.
—¿A qué te refieres, tío? —preguntó con curiosidad, deseando comprender la profundidad de sus palabras.
Zewu-Jun suspira, como si estuviera reviviendo viejas heridas que nunca han sanado por completo.
—Hubo un tiempo en el que estaba profundamente enamorado de alguien —comienza, su voz cargada de nostalgia y pesar—. Pero cometí errores en el pasado que causaron dolor y sufrimiento, tanto para esa persona como para mí mismo.
Su confesión me deja sin aliento. Nunca antes había considerado la posibilidad de que mi tío pudiera haber experimentado el amor y el dolor que conlleva.
—Desde entonces, he luchado con la culpa y el arrepentimiento, preguntándome si alguna vez podré encontrar la redención y la paz en el corazón de esa persona —continúa, sus ojos reflejando la tristeza de un hombre que ha perdido algo valioso—. No sé cómo actuar con esa persona ahora, cómo pedir perdón y hacer las paces por los errores del pasado.
Comprendo la magnitud de su dolor y su lucha interna. Aunque siempre lo he admirado como un modelo a seguir, ahora veo a mi tío bajo una luz diferente, como un hombre que también ha sido herido por el amor y la vida.
—Tío, lo siento mucho —digo sinceramente, extendiendo una mano para reconfortarlo—. No puedo imaginar lo difícil que debe de ser para ti lidiar con estos sentimientos.
Él acepta mi gesto de solidaridad con gratitud, su rostro iluminado por una pequeña sonrisa de aprecio.
—Gracias, Sizhui —dice con suavidad—. A veces, es reconfortante saber que no estamos solos en nuestras luchas internas, que otros también han experimentado el mismo dolor y la misma angustia.
Nuestro momento de conexión es breve pero significativo. En ese instante, sé que no estoy solo en mis propios desafíos emocionales, que tengo a mi tío a mi lado para guiarme y apoyarme mientras navego por las aguas turbulentas del amor y el deber.
Con renovada determinación, me levanto del banco de piedra, decidido a seguir adelante con valentía y coraje, tanto para mí como para mi tío. Porque aunque el camino hacia la redención y la paz pueda ser difícil y lleno de obstáculos, sé que con amor y apoyo mutuo, podremos superar cualquier desafío que se interponga en nuestro camino hacia la felicidad y la realización personal.
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