Capítulo 20
Las semanas que siguieron a nuestro compromiso fueron un torbellino de emociones y actividades. La noticia de nuestra relación se extendió rápidamente, no solo en la ciudad imperial, sino también en las aldeas y clanes de todo el reino. Lo que comenzó como susurros entre los sirvientes del palacio pronto se convirtió en el tema de conversación en mercados, tabernas y hogares.
—¿Has oído? El príncipe heredero HanYue está comprometido con un Omega de la familia Lan —se escuchaba decir a menudo en los rincones de la ciudad.
—¡No puede ser! ¿Un Omega de la familia Lan? —respondían otros, incrédulos.
Para muchos, la noticia era sorprendente. Los Omegas eran valorados y respetados, pero rara vez alcanzaban posiciones tan elevadas en la jerarquía social. El hecho de que Sizhui, un joven Omega de la familia Lan, hubiera conquistado el corazón del príncipe heredero HanYue era, para muchos, un acontecimiento sin precedentes.
En la ciudad imperial, las reacciones eran mixtas. Algunos veían el compromiso como una muestra de amor verdadero y admiraban el coraje de HanYue y Sizhui para desafiar las normas tradicionales. Otros, sin embargo, expresaban su desconcierto y preocupación.
—¿Cómo puede un Omega estar al lado del príncipe heredero? —preguntaban algunos nobles, susurrando entre sí en los salones del palacio.
Pero para HanYue y para mí, esos rumores y susurros no importaban. Estábamos decididos a enfrentar cualquier obstáculo juntos. Sabíamos que nuestro amor era genuino y que juntos podíamos superar cualquier desafío.
Una tarde, mientras caminábamos por los jardines del palacio, HanYue me miró con una mezcla de orgullo y determinación.
—Sé que ha habido muchas reacciones a nuestro compromiso —dijo, tomando mi mano—. Pero no me arrepiento de nada, Sizhui. Te amo y estoy dispuesto a enfrentar cualquier cosa por nosotros.
Sonreí, sintiendo una oleada de gratitud y amor por él.
—Yo también, HanYue. Juntos, podemos superar cualquier cosa.
Los días que siguieron estuvieron llenos de cartas y visitas de felicitación de aquellos que apoyaban nuestra unión. Los líderes de varios clanes enviaron mensajes de buenos deseos, mientras que otros solicitaban audiencias para entender mejor nuestra relación.
—Es sorprendente —dijo uno de los ancianos del clan Jiang, durante una visita al palacio—. Pero también es inspirador ver cómo el amor verdadero puede trascender las barreras sociales.
Los aldeanos, por su parte, parecían divididos. Mientras algunos eran escépticos, otros compartían historias de esperanza y aceptación.
—Si el príncipe heredero puede amar a un Omega de la familia Lan, entonces tal vez también podamos aprender a aceptar a aquellos que son diferentes —se escuchaba decir a menudo en las plazas y mercados.
Para la familia Lan, la noticia fue recibida con sorpresa, pero también con un orgullo silencioso. Sabían que Sizhui siempre había sido especial, y ver que su valor y corazón eran reconocidos a nivel imperial llenaba de orgullo a sus padres y familiares.
El día del cortejo oficial, el palacio estaba lleno de actividad. Las banderas ondeaban con los colores imperiales y de la familia Lan, simbolizando la unión de dos grandes linajes. Los nobles y aldeanos se reunieron para presenciar el evento, curiosos y expectantes.
—Hoy, celebramos no solo un compromiso, sino también la unión de dos corazones que se han encontrado en medio de la adversidad —dijo el Emperador, su voz resonando en el gran salón—. Que este compromiso sea un ejemplo de amor y fortaleza para todo el reino.
Mientras HanYue y yo nos tomábamos de las manos, mirándonos con amor y determinación, supe que habíamos iniciado un camino que no sería fácil, pero que valía la pena recorrer. Y con cada paso que dábamos, el mundo a nuestro alrededor parecía abrirse un poco más, aceptando que el amor verdadero no conoce barreras.
Ese día, mientras las celebraciones continuaban, sentí que nuestro compromiso no solo era un triunfo personal, sino también un mensaje poderoso para todos: que el amor, en su forma más pura, siempre encuentra su camino, sin importar los obstáculos.
~×~
El día de la boda llegó con una atmósfera cargada de solemnidad y tradición. El palacio estaba decorado con telas de seda roja y dorada, símbolos de buena fortuna y felicidad en el matrimonio. Los invitados, vestidos con sus mejores trajes, se congregaban en los patios del palacio, esperando el inicio de la ceremonia.
En una sala reservada para la ocasión, me encontraba junto a mi padre, Hanguan-Jun, mientras me preparaban para la ceremonia. Sus ojos reflejaban un orgullo sereno y una pizca de melancolía mientras me observaba.
—Sizhui —dijo con voz suave—, hoy es el día en que te conviertes en el esposo de HanYue. Recuerdo cuando eras solo un niño, correteando por los jardines del palacio. Nunca imaginé que el tiempo pasaría tan rápido y que llegaría este momento.
Mis emociones amenazaban con abrumarme mientras escuchaba las palabras de mi padre.
—Pero ahora estás listo para seguir tu propio camino, para construir tu propia familia. No importa dónde te lleve la vida, siempre serás mi hijo y siempre tendrás un lugar en nuestro hogar.
Mis ojos se humedecieron mientras me acercaba a él y le abrazaba con fuerza.
—Padre, siempre llevaré conmigo tus enseñanzas y tu amor. Gracias por todo.
Después de un momento, nos separamos y nos preparamos para unirnos al cortejo nupcial.
En el gran salón del palacio, HanYue me esperaba, radiante en su traje ceremonial. Los tambores resonaban en el aire, marcando el comienzo de la ceremonia. Nos acercamos el uno al otro, conscientes de la importancia de este momento.
El maestro de ceremonias, un anciano sabio y respetado, nos guió a través de los rituales ancestrales. Intercambiamos copas de vino dulce, simbolizando nuestra unión y el compromiso de compartir alegrías y penas. Luego, nos arrodillamos frente a nuestros ancestros, presentándoles ofrendas de respeto y gratitud.
El maestro de ceremonias recitó bendiciones y buenos deseos para nuestro futuro juntos, invocando la protección de los dioses y la armonía en nuestro matrimonio. Finalmente, nos unimos en un abrazo, sellando nuestra promesa con un beso.
La sala estalló en vítores y aplausos mientras salíamos del salón como marido y mujer. Fuera, bajo el cielo azul y el sol brillante, nos esperaba una celebración llena de alegría y felicidad.
En medio de la multitud de amigos y familiares, encontré la mirada de mi padre, Hanguan-Jun, quien me sonrió con orgullo y amor. Sabía que, aunque empezaba una nueva etapa en mi vida, siempre tendría su apoyo y guía.
Esa noche, mientras celebrábamos y nos regocijábamos con nuestros seres queridos, supe que este día marcaría el comienzo de una nueva historia, una historia de amor y compañerismo que esperaba escribir junto a HanYue, con la bendición de nuestros ancestros y la fuerza de nuestros corazones unidos.
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