Capítulo 19
Después de aquella emotiva reunión en el gran salón del trono, me quedé unos días en la ciudad imperial. Cada rincón del palacio era una maravilla, y pronto me encontré disfrutando de la hospitalidad y calidez de la familia imperial. HanYue me mostró cada detalle de su hogar, desde los jardines ornamentados hasta las salas de arte y música.
Lo que más me sorprendió fue lo bien que me llevé con los hermanos de HanYue. Mis cuñados, especialmente, mostraron un interés genuino en conocerme. Pero fueron las gemelas, Mei y Ling, quienes capturaron mi corazón con su energía inagotable y sus risas contagiosas. Las dos pequeñas, con sus ojos brillantes y cabello oscuro, no se separaban de mi lado, curiosas y llenas de preguntas.
—Sizhui-gege, ¿puedes contarnos otra historia sobre la familia Lan? —preguntaba Mei mientras saltaba a mi alrededor.
—¡Sí! ¿Y puedes enseñarnos a hacer mariposas espirituales? —añadía Ling, con la misma emoción.
Pasábamos horas en los jardines, riendo y jugando, creando lazos que jamás pensé que serían posibles en tan poco tiempo. La vida en la ciudad imperial era divertida y agradable, un contraste con la constante seriedad de mis deberes en la familia Lan.
Sin embargo, después de unos días, supe que debía regresar para continuar con mis responsabilidades como señorito Lan. La despedida fue difícil, especialmente con las gemelas aferrándose a mis brazos, rogándome que no me fuera.
—Volveré pronto —les prometí, acariciando sus cabecitas—. Y cuando lo haga, les enseñaré a hacer esas mariposas espirituales.
HanYue y yo sabíamos que mantener nuestra relación a distancia no sería fácil, pero estábamos decididos a intentarlo. Durante las semanas siguientes, programamos pequeñas salidas para vernos, siempre con la escolta de guardias para garantizar nuestra seguridad. Esas escapadas, aunque breves, eran momentos preciados que nos permitían fortalecer nuestro vínculo.
—He extrañado verte —me decía HanYue en una de nuestras reuniones, mientras paseábamos por un bosque cercano—. Las cartas no son suficientes.
Nos escribíamos cartas regularmente, desbordantes de sentimientos y detalles sobre nuestras vidas diarias. Era nuestro modo de mantenernos conectados, compartiendo cada pequeña victoria y cada desafío. La formalidad de las palabras se fue desvaneciendo, y pronto nuestras misivas se llenaron de cariño y promesas.
Con el tiempo, nuestra relación se formalizó aún más. Iniciamos un cortejo, un proceso que ambos tomamos con seriedad y emoción. La tradición dictaba ciertos rituales y gestos, pero para nosotros, cada paso era una reafirmación de nuestro compromiso.
—Sizhui, quiero que sepas que esto es solo el comienzo —me dijo HanYue un día, mientras caminábamos por un sendero iluminado por la luz del atardecer—. Estoy dispuesto a luchar por nosotros, por nuestro futuro juntos.
Asentí, sintiendo una mezcla de felicidad y determinación.
—Y yo también, HanYue. Pase lo que pase, estaré a tu lado.
Esos días en la ciudad imperial no solo habían sido un respiro agradable de mis deberes, sino también una prueba de que nuestro amor podía superar cualquier obstáculo. Y mientras nos despedíamos una vez más, con la promesa de vernos pronto, supe que estábamos construyendo algo verdaderamente especial, algo que valía la pena cada esfuerzo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top