Capítulo 18
El sol de la tarde bañaba la ciudad imperial en un cálido resplandor dorado, proyectando sombras alargadas que danzaban sobre las murallas imponentes. Caminábamos por la gran avenida principal, bordeada de cerezos en flor, HanYue a mi lado con su porte regio, como el príncipe heredero que es. Los pétalos rosados caían en una suave lluvia, cubriendo el camino con una alfombra de delicada belleza, y no podía evitar sentirme abrumado por la magnitud del momento y el motivo de nuestra visita.
—No puedo creer que finalmente estemos aquí —dijo HanYue, su voz vibrando con una mezcla de emoción y nerviosismo. Lo miré, sus rasgos marcados por la tensión y la expectativa.
—Es realmente impresionante —respondí, intentando calmar mis propios nervios. Sentía que el estómago se me retorcía—. ¿Cómo te sientes al saber que pronto verás a tus padres?
Él respiró hondo, intentando calmar su corazón acelerado.
—Nervioso, pero también ansioso. Ha pasado tanto tiempo. Espero que estén orgullosos de lo que he logrado. Y... espero que comprendan la situación.
A medida que avanzábamos, los guardias reales, vestidos con armaduras ornamentadas, nos abrían paso con respeto. Las puertas del palacio, altas y adornadas con intrincados grabados de dragones y fénix, se abrieron lentamente, revelando un interior resplandeciente. Guiados por un eunuco real, caminamos por un largo pasillo de mármol. Las paredes, decoradas con tapices dorados y pinturas que narraban la historia de la dinastía imperial, reflejaban una rica herencia y un poder incuestionable.
El gran salón del trono nos recibió con una solemnidad palpable. El aire estaba cargado de expectación, y los ecos de nuestros pasos resonaban en el vasto espacio. En lo alto, sentados en tronos de oro y seda, estaban los emperadores.
El Emperador, un hombre de porte regio y mirada penetrante, se levantó del trono y descendió los escalones con una mezcla de autoridad y afecto.
—HanYue, hijo mío, has vuelto a casa —dijo, su voz resonante llenando el salón.
La Emperatriz, siguiéndolo, sonrió cálidamente, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.
—Querido, hemos esperado este momento durante tanto tiempo.
HanYue se adelantó, abrazando a sus padres con una emoción que rara vez mostraba. Yo observaba la escena con una mezcla de felicidad y ansiedad, sintiendo que mi corazón latía con fuerza desbocada. Sabía que mi presencia aquí, como un Omega de la familia Lan y alguien de la rama de la familia Wen, no pasaría desapercibida.
—Padre, Madre, les presento a Sizhui —dijo HanYue, soltándose suavemente del abrazo—. Ha sido mi compañero y amigo durante todo este tiempo. Además, necesito explicarles algo importante.
El Emperador y la Emperatriz me evaluaron con miradas que combinaban interés y aprobación.
—Bienvenido, Sizhui. Agradecemos todo lo que has hecho por nuestro hijo —dijo la Emperatriz con una sonrisa que me hizo sentir un poco más relajado.
Incliné la cabeza respetuosamente.
—Es un honor estar aquí. Haré todo lo posible para proteger y apoyar a HanYue.
HanYue asintió, tomando una bocanada de aire antes de continuar.
—Padre, Madre, estamos aquí porque ha ocurrido algo grave. Hace unos días, un grupo de aldeanos intentó asesinar a Sizhui. Descubrimos que lo hicieron porque pertenece a una rama de la familia Wen. Creen que cualquier Wen es una amenaza, sin considerar que Sizhui no tiene ninguna relación con las acciones de sus antepasados.
El Emperador frunció el ceño, pero no con enojo, sino con una profunda reflexión. La Emperatriz entrelazó sus dedos, sus ojos mostrando una mezcla de sorpresa y comprensión.
—Hijo, esto es muy grave —dijo el Emperador con voz grave—. Sin embargo, sabemos que muchas personas han sufrido injustamente simplemente por llevar el nombre Wen.
La Emperatriz asintió, su expresión suavizándose.
—Sizhui, aquí serás juzgado por quién eres, no por tu apellido. Eres bienvenido en nuestra familia. No permitiremos que el pasado defina tu futuro.
Sentí un peso levantarse de mis hombros, la calidez de sus palabras envolviéndome. HanYue me lanzó una mirada de alivio y orgullo, sabiendo que habíamos encontrado la aceptación que tanto necesitábamos.
—Entonces, sean bienvenidos a casa. Hay mucho de qué hablar y mucho por lo que celebrar —añadió el Emperador.
Mientras caminábamos juntos hacia el salón de banquetes, sentí que una nueva esperanza florecía en mi corazón. La ciudad imperial, con toda su grandeza y misterio, ahora se sentía un poco más como un verdadero hogar.
~x~
Después de la emotiva recepción en el salón del trono, un sirviente me condujo a una habitación lujosamente decorada para que pudiera cambiarme de mantos. Los muros estaban cubiertos con tapices de seda y los muebles tallados en madera fina brillaban bajo la luz de las lámparas de papel. Agradecí al sirviente y, una vez que estuve solo, respiré hondo.
Me acerqué a una ventana y, con un gesto, convoqué una mariposa con mi energía espiritual. La pequeña criatura resplandeciente apareció en la palma de mi mano, sus alas brillando suavemente.
—Ve a la familia Lan y diles que estoy bien y que todo está en orden —susurré antes de dejarla volar.
La mariposa se elevó en el aire, atravesando la ventana abierta y desapareciendo en el cielo, llevando mi mensaje de tranquilidad a mis padres.
Mientras esperaba, comencé a cambiarme de mantos. La sensación del lujoso tejido imperial contra mi piel era extraña y casi abrumadora. Miré mi reflejo en el espejo y no pude evitar pensar en cómo sería vivir al lado de HanYue, día tras día, en este lugar lleno de riqueza y responsabilidades.
Me sentí algo frustrado, no porque no quisiera estar a su lado, sino porque sabía que tendría que esforzarme mucho para ser digno de formar parte de la familia imperial. Ser un Omega de la familia Lan ya había traído sus propios desafíos, pero esto era un nivel completamente diferente. Sin embargo, me sentía feliz de que los emperadores no me juzgaran por mi linaje Wen. Su amabilidad y aceptación me habían aliviado más de lo que podía expresar.
De pronto, la puerta se abrió suavemente y HanYue entró en la habitación. Su expresión era de alivio, pero también de preocupación.
—¿Todo bien? —preguntó, sus ojos escudriñando mi rostro.
Asentí y le sonreí.
—Sí, solo estaba enviando un mensaje a mis padres para que no se preocuparan. Todo está bien.
HanYue se acercó y me tomó de las manos, su calidez reconfortante.
—Mis padres te han aceptado, y eso es un gran primer paso. Sé que sientes presión, pero no tienes que cargar con todo el peso solo. Estamos en esto juntos.
Asentí, apretando sus manos en señal de agradecimiento.
—Sé que tendré que esforzarme mucho, pero estoy dispuesto a hacerlo. Solo quiero estar a tu lado y ser digno de esta familia.
HanYue me sonrió, su mirada llena de determinación y cariño.
—Y lo serás, Sizhui. Eres más fuerte de lo que crees. Vamos, hay mucho más que mostrarte y mucho por lo que prepararse.
Caminamos juntos hacia la puerta, dejando atrás la habitación y cualquier duda que pudiera quedar. La ciudad imperial, con todas sus pruebas y promesas, nos esperaba. Y, por primera vez, sentí que mi lugar estaba aquí, al lado de HanYue, construyendo un futuro juntos.
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