La noche envolvía los jardines de Laling Jin en un manto de misterio y preocupación. Mientras los discípulos heridos eran atendidos y los dignatarios se retiraban, el príncipe HanYue me condujo con determinación hacia donde los sanadores estaban atendiendo a los heridos. Su presencia cercana me reconfortaba, pero también sembraba semillas de confusión en mi mente.
—Debemos asegurarnos de que los aldeanos sean llevados ante la justicia por su ataque —dijo con firmeza, su voz resonando con autoridad.
Asentí en silencio, consciente de la gravedad de la situación, pero también confundido por la intervención del príncipe en mi nombre. ¿Por qué un miembro de la familia imperial estaría interesado en mi destino? Antes de que pudiera indagar más, HanYue me tomó del brazo y me condujo a un rincón apartado de los jardines, lejos de las miradas curiosas y los susurros de los presentes. Nos quedamos en silencio por un momento, nuestras miradas encontrándose en la penumbra de la noche.
—¿Recuerdas quién soy, Sizhui? —preguntó de repente, su voz suave pero cargada de significado.
Fruncí el ceño, confundido por su pregunta. —No lo sé —respondí sinceramente, la confusión reflejada en mi voz.
Sin decir una palabra más, HanYue se acercó lentamente, sus ojos buscando los míos con intensidad. Y antes de que pudiera reaccionar, sus labios encontraron los míos en un beso suave pero lleno de significado. El contacto fue como un destello de luz en la oscuridad, desatando una tormenta de emociones que amenazaba con arrastrarme.
Cuando nos separamos, su mirada era intensa, sus ojos reflejaban una mezcla de determinación y anhelo.
—Debes recordar, Sizhui —dijo con voz suave, su aliento cálido acariciando mi piel—. Recuerda aquel día en el mercado, cuando te ayudé con los rábanos.
Sus palabras resonaron en mi mente, desatando recuerdos enterrados en lo más profundo de mi ser. Y de repente, como un rayo de luz en la oscuridad, la verdad golpeó mi mente con una claridad sorprendente.
—Syaoran... —susurré, la realización golpeándome como una ola—. Eres tú.
El príncipe asintió con una sonrisa triste, sus ojos llenos de nostalgia y arrepentimiento.
—Sí, soy yo —confirmó—. Aquel extraño que te ayudó hace apenas unos meses en el mercado.
El peso de sus palabras se asentó en mi corazón, llenándome de una mezcla de alegría y tristeza. Por fin entendía por qué el príncipe había intervenido en mi nombre, por qué se había preocupado por mi destino.
—Lo siento, Syaoran —dije con sinceridad, el remordimiento pesando en mis palabras—. No puedo creer que haya olvidado quién eras.
El príncipe sacudió la cabeza con tristeza, su mano encontrando la mía en un gesto de consuelo.
—No importa, Sizhui —respondió con gentileza—. Lo importante es que ahora recuerdas. Y juntos, enfrentaremos lo que sea que el destino nos depare.
Con su mano entrelazada con la mía, enfrentamos el futuro incierto con determinación y esperanza, sabiendo que, juntos, podríamos superar cualquier desafío que se interpusiera en nuestro camino.La revelación de mi conexión con HanYue llenó el aire con una nueva electricidad, una chispa de entendimiento entre nosotros que iluminaba el camino hacia adelante. Aunque aún quedaban preguntas sin respuesta y desafíos por enfrentar, sabía que no estaba solo en esta lucha.
Nos quedamos allí, en la quietud de la noche, compartiendo un momento de complicidad y reconocimiento mutuo. El peso del pasado se desvanecía lentamente, reemplazado por una sensación de esperanza y determinación compartida.
—Ahora que recuerdas, Sizhui, debemos asegurarnos de que estés a salvo —dijo HanYue con seriedad, su mirada fija en la mía—. No permitiré que nada te suceda.
Su promesa resonó en mi corazón, infundiendo fuerza y coraje en mi espíritu. Con HanYue a mi lado, sentí que podía enfrentar cualquier desafío, superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.
—Gracias, HanYue —respondí con gratitud, mis palabras llenas de sinceridad—. No sé cómo podré devolverte este favor.
El príncipe sonrió, su mirada brillando con una determinación renovada.
—No necesitas devolverme nada, Sizhui —dijo con suavidad—. Solo quiero asegurarme de que estés a salvo y de que encuentres tu lugar en este mundo.
HanYue me miró con una intensidad que reflejaba una determinación inquebrantable. Sus ojos brillaban con una mezcla de fervor y seriedad mientras sus palabras resonaban en el aire nocturno.
—Sizhui, te lo digo con toda sinceridad —comenzó, su voz cargada de emoción—. Quemaría el mundo entero si eso significara mantener tu seguridad y protegerte de todo mal.
Su declaración me dejó sin aliento, la profundidad de su compromiso hacia mí era abrumadora. En ese momento, comprendí la verdadera extensión de su devoción y el alcance de su afecto.
—HanYue... —murmuré, conmovido por sus palabras—. No sé qué decir.
Él tomó mi mano con firmeza, su mirada nunca apartándose de la mía.
—No necesitas decir nada, Sizhui —dijo con suavidad—. Solo necesito que sepas que estoy aquí para ti, siempre.
Sus palabras resonaron en mi corazón, llenándome de una calidez reconfortante. En medio de la incertidumbre y el peligro, encontrar a alguien que estuviera dispuesto a ir tan lejos por mí era un tesoro invaluable. El momento entre HanYue y yo estaba cargado de una intensidad abrumadora. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado, un torbellino de emociones que amenazaba con consumirnos por completo. En ese instante, todo lo demás desapareció, eclipsado por la pasión compartida que ardía entre nosotros.
Pero antes de que nuestro beso pudiera profundizarse aún más, fuimos interrumpidos por la llegada repentina de un joven soldado de la guardia imperial. Su presencia nos separó abruptamente, dejando un rastro de anhelo y deseo en el aire.
El soldado se detuvo frente a nosotros, su expresión seria y su respiración agitada por la prisa.
—Su Alteza, tengo noticias urgentes que comunicar —anunció con premura, sin darle tiempo al príncipe para procesar completamente lo que acababa de suceder.
HanYue me miró con una expresión de disculpa, la pasión aún palpable en su mirada, antes de dirigir su atención hacia el soldado.
—Adelante, soldado. ¿Qué noticias tienes para mí? —inquirió HanYue, su tono firme pero cargado de una suave preocupación.
El soldado inhaló profundamente antes de hablar, su voz temblorosa por la gravedad de la situación.
—Su Alteza, el emperador se ha enterado del incidente que ha ocurrido en Laling Jin —informó con seriedad—. Ha convocado una reunión de emergencia en la Ciudad Imperial para discutir los eventos y tomar medidas adecuadas.
La expresión de HanYue se tornó sombría ante la noticia, su mente ya calculando las posibles ramificaciones de esta repentina convocatoria.
—Entiendo. Prepárate, soldado. Partiremos hacia la Ciudad Imperial de inmediato —ordenó con determinación, su voz resonando con autoridad.
El soldado asintió con respeto y se retiró rápidamente para cumplir con las órdenes de su príncipe. Mientras tanto, HanYue se volvió hacia mí con una mirada cargada de pesar.
—Lo siento, Sizhui. Parece que nuestros planes tendrán que esperar —dijo con pesar, su voz llena de una profunda tristeza.
La noticia del emperador sacudió los cimientos de nuestra breve pero apasionada intimidad. HanYue se volvió hacia mí, su mirada llena de determinación y preocupación.
—Sizhui, necesito que vengas conmigo —dijo con firmeza, su voz resonando con autoridad—. Tu conocimiento de lo que sucedió en Laling Jin puede ser crucial para la reunión.
La gravedad de su petición me golpeó como un puñetazo en el estómago. La idea de enfrentarme a la corte imperial era abrumadora, pero sabía que si HanYue confiaba en mí lo suficiente como para pedir mi ayuda, debía estar a la altura del desafío.
—Por supuesto, HanYue. Haré todo lo que esté en mi poder para ayudar —respondí con determinación, mi voz firme a pesar de los nervios que se agolpaban en mi interior.
El príncipe asintió con agradecimiento, su expresión suavizándose ante mi aceptación.
—Gracias, Sizhui. Juntos enfrentaremos lo que sea que nos espere en la Ciudad Imperial —dijo con convicción, su mano encontrando la mía en un gesto de apoyo.
Con nuestras manos entrelazadas y nuestros corazones unidos en un propósito común, nos preparamos para partir hacia la Ciudad Imperial. Aunque el futuro era incierto y los desafíos que nos esperaban eran formidables, encontré consuelo en la certeza de que no estaría solo. Con HanYue a mi lado, enfrentaríamos cualquier adversidad con valentía y determinación, listos para demostrar que nuestro amor era más fuerte que cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.
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