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" Esta noche es la noche. Está bien si es un poco fuerte. Actúa más sensible. No te escondas más."
—View (Shinee)
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La chica miró a Moonbin directamente a los ojos, sin saber qué responder a una propuesta como esa. El hecho de que no conocía a los dos muchachos ante sus ojos pesaba mucho más que cualquier otra cosa, pero el sentirse rota y sola consiguió hacerla dudar incluso sabiendo que aquella situación podría ser peligrosa.
Dong Min, frente a la muchacha, observaba atento la escena. Al igual que ella, se había quedado completamente mudo. Jamás se hubiese imaginado que el magnate pudiese llegar a proponer algo así, sobre todo cuando se trataba de una desconocida.
-Moonbin, no tienes que hacer esto. Yo... Ni siquiera estaba buscando un lío de una noche con ella. - susurró cerca del oído del magnate.
Pero Moonbin solo pensaba en hacer las cosas sencillas para su marido. Dong Min había hablado con aquella muchacha de una relación abierta y si bien eran un matrimonio, ninguno de los dos había cerrado los ojos ante los seres humanos atractivos que existían en el mundo sin que importase lo mucho que ellos se quisieran, en secreto o en voz alta. Y aún con sus problemas de por medio, el magnate estaba más que dispuesto a hacer excepciones si la honestidad se mantenía como principal característica en su vida diaria.
—Es un poco precipitado. - dijo finalmente la bonita chica. - Sin embargo, si pudiera llegar a conoceros un poco más, tal vez...
Moonbin sonrió con amabilidad. Dong Min podía notar como poco a poco la mujer caía ante esos encantos de su marido que funcionaban con casi cualquier persona, sin que el género o identidad importase. El aspecto amable y amigable que mostraba cuando el magnate charlaba era la clave de muchos de sus éxitos, ya fueran económicos o sociales. La gente adoraba a Moonbin la mayor parte del tiempo y solo unos pocos lo criticaban con odio.
Incluso si en la intimidad Jung tenía sus debilidades y dolores, para el mundo parecía ser un foco de luz positiva que siempre mostraba sonrisas llenas de cortesía sincera.
—Bueno, estaremos aquí una semana. Puedes tomar el tiempo que necesites para pensarlo, no te apures. Y si la oferta no te llama la atención, ninguno de nosotros dos nos molestaremos al respecto. Eres libre de decidir lo que sea que desees. Vamos a respetar tu decisión en todo momento.
No fue una semana completa, sino cinco días comiendo juntos en cada una de las ocasiones en las que coincidían en el restaurante del hotel. Por lo que mucho antes de que el chico de los tatuajes pudiese ser completamente consciente de lo que sucedía a su alrededor, ya se encontraba encerrado en un ascensor y de camino a su habitación con su marido sosteniéndole la mano y la muchacha a su derecha. Ahora al menos sabían que se llamaba Estela y que había cancelado su boda soñada tras descubrir a su futuro marido engañándola, que estaba en Italia para disfrutar un viaje de luna de miel del que no pudo recuperar el dinero gastado.
Ella tenía el corazón roto y el alma lastimada.
—Estela. - Moonbin pronunció el nombre de la chica en voz alta y su voz estaba teñida de una amabilidad que pretendía recordarle que ella podría negarse en cualquier momento y a cualquier cosa. - Quiero que me confirmes que estás totalmente segura de esto al menos tres veces antes de comenzar.
¿Y qué pasaba con él? ¿Acaso la opinión de Dong Min no importaba ni un poco? Moonbin estaba dando por sentado que le interesaba un trío o compartir sus momentos de intimidad con una extraña a la que solo se había acercado inicialmente por un interés generado en consecuencia de un enfado demasiado egoísta e infantil como para ser tenido en cuenta. Era tan extraño ver al magnate poniendo toda su atención sobre otra persona... Y se sentía como un niño cada vez que esa especie de celos recorrían su espalda causándole escalofríos. Sus inseguridades comenzaban a ahogarlo.
Ni siquiera distinguía todavía plenamente a través de su desaliento, el miedo a perder a su marido que se escondía tras esos celos inútiles. Prefería que los momentos de pareja se quedasen encerrados en esa intimidad que sólo Moonbin podía crear a su lado. E incluso si sus pensamientos eran desordenados, confusos y sin sentido, al menos le servían para comprender que no quería perder al magnate.
—Moonbin. - la mano de Dong Min sostuvo con fuerza el brazo del magnate haciendo que este se girase para mirarlo. - Si hacemos esto...
—Tranquilo. - la voz del magnate sonó calmada y melosa. Sabía que Dong Min no estaba seguro de lo que le había propuesto a Estela pero él estaba dispuesto a llegar hasta el final si su marido quería intentarlo de alguna manera. - Puedes parar esto cuando quieras si en algún momento decides que no es lo que quieres. - los brazos de Moonbin habían envuelto la cintura de Dong Min cariñosamente. A pesar del enfado consigo mismo, todavía quería al chico de los tatuajes cerca. Era egoísta pero no lograba evitarlo. - Perdona por no haberte preguntado antes. Creí que te gustaría la idea.
Dong Min se dejó mimar, disfrutando de la calidez de esos abrazos de oso que siempre le regalaba el magnate. No pudo evitar hacer uno de sus pucheros naturales mientras miraba a su marido. Finalmente, sonrió.
—Hagámoslo. Los tres podemos frenar esto si en algún momento nos arrepentimos de ello.
Estela, la chica que había sido conquistada por la belleza natural del comportamiento de Moonbin y de las sinceras anécdotas de Dong Min, los miraba con ojos soñadores desde su posición sentada sobre la mullida cama. A través de su perspectiva, no había ningún tipo de enfado que se pudiera percibir entre la pareja, nada que necesitase ser resuelto introduciendo a una tercera persona en su vida. Ella tan solo veía a dos chicos enamorados que se comían el uno a otro con los ojos.
Y probablemente debido a aquello, los primeros instantes resultaron ser sorpresivamente tensos para Dong Min. Él ya no se sentía tan atraído hacia las mujeres como hace un tiempo, aunque sin duda seguía notando la especial belleza de estas. De todas ellas. Fuertes y divinas. Sencillamente, cuando Moonbin estaba en la misma habitación que cualquier otra persona, su vista tan solo podía captar a su marido. Ninguna mujer u hombre podría tapar al magnate frente a sus ojos.
—Acércate, nene. - el único que parecía no sentir nervios era Moonbin y eso le regaló a Dong Min la suficiente confianza como para acercarse a la chica con una sonrisa cálida. Se sentía más conciliador que nunca.
Dong Min se dejó llevar por las indicaciones, caricias y susurros de su marido. Ni siquiera fue consciente de que los tres ya se encontraban envueltos los unos en los otros sobre la cama hasta que una mano mucho más suave que la de Moonbin acarició lentamente su espalda. Estela los miró a los dos con timidez antes de colocarse entre ellos.
-Hey. - saludó tímidamente.
Incluso si eran tres personas en ese instante, los dos hombres de la ecuación habían estado centrados en sí mismos todo el tiempo, dejando levemente apartada a la muchacha que ahora comenzaba a acariciar el pecho del magnate ante la mirada de Dong Min.
Nada estaba sucediendo de la forma correcta y ninguno parecía cómodo. Había una extraña sensación de frialdad recorriendo los cuerpos de la pareja. Moonbin solo quería evitar que Dong Min se aburriese mientras que este último echaba de menos su rutina, en la que se dejaba llevar por el magnate hasta alcanzar el placer. No le hacía falta experimentar con más personas, no al menos si esa frialdad se instalaba entre él y su marido.
—No creo que esté funcionando bien.
Moonbin posó los ojos sobre Dong Min y lo jaló para acercarlo mientras Estela se apartaba levemente para dejar que la pareja se mantuviera más cerca. La muchacha besó el pecho del magnate, quien había comenzado a besar los labios de su pareja con el único objetivo de ayudarlo a superar la extrañeza y tensión que parecía atacarlo repentinamente.
—Si no te apetece podemos frenarlo, Minnie. No voy a enfadarme contigo, nunca lo haría por algo así.
Fueron varios minutos de reflexión y besos los que le llevó a Dong Min decidir que definitivamente no quería tener relaciones de esa manera con Moonbin. Podría sonar antiguo y muy distinto de lo que para él solía implicar el placer pero simplemente prefería el íntimo cariño que se creaba entre ellos a la excitante idea del sexo compartido con otra persona. Tal vez en otro momento de su vida la oferta le hubiese resultado tentadora, sin embargo hacía un tiempo que el magnate era distante y no quería que su noche de reconciliación fuese algo público. Deseaba estar completamente a solas con su marido.
Estela, lejos de enfadarse, sonrió y comenzó a arreglar las arrugas que se habían formado en su ropa. Ella tampoco había estado cómoda, percibía fácilmente las ganas que la pareja parecía sentir de centrarse tan solo en ellos mismos. No los culpaba, jamás lo haría viendo el modo en el que ellos se miraban con el amor derramándose a través de sus pupilas.
—Solo nosotros. - dijo Dong Min, escondiendo su frente en el hueco del cuello de Moonbin antes de posar un beso sobre el hombro de este. - Al menos hoy lo prefiero así.
El magnate sonrió y observó a la muchacha, disculpándose con la mirada antes de centrar toda su atención en Dong Min. Tan pronto como Estela abandonó la habitación, Dong Min modificó su postura y se sentó a horcajadas sobre la cintura de Moonbin. Observando la piel de su marido, llevó los labios hasta el cuello de este dispuesto a hacerlo disfrutar de la reconciliación del modo en el que sabría que le gustaría.
—Portate bien y no busques a chicas si no te interesan, Minnie. - el magnate sonrió y llevó su mano hasta la nuca de su marido para acercarlo y besar sus labios. Por supuesto, estaba bromeando.
Dong Min suspiró con agradecimiento, notando como los labios expertos de Moonbin comenzaban a atrapar los suyos propios en un lento beso repleto de sensualidad. Movió sus caderas como acto reflejo provocando un gemido por parte del magnate, quien apretó su mano izquierda sobre la piel de la cintura del chico de los tatuajes, aferrándolo e impidiendo que se escabullese incluso si escabullirse era la última cosa en la que estaba pensando en esos instantes Dong Min.
Moonbin sonrió todavía con sus los labios situados contra los de su pareja y estiró a Dong Min sobre la cama para a continuación comenzar un rastro de besos a través de su torso a la vez que sus manos estimulaban los pezones del chico. Este tan solo tardó un instante en alzar sus caderas en un movimiento automático que no podría haber evitado incluso si quisiera. Para Dong Min, poder sentir las caricias y besos de Moonbin, o la forma en la que este lo tocaba, suponía el mayor placer de todos. Se sentía deseado y consentido, como si todo lo que le importase al magnate fuese exactamente verlo disfrutando. O loco por más.
—Binnie... - gimió levemente, relamiéndose los labios al notar como el magnate había comenzado a lamer sus testículos con una extraña muestra de adoración recorriéndole las expresiones.
Las manos de Moonbin abandonaron sus pezones sin darle tiempo a protestar, pues en solo unos segundos Dong Min notó como uno de los dedos del magnate empujaba sobre su entrada con cuidado. Abrió los ojos y lo observó con el rostro enrojecido por la necesidad. Eso era lo que necesitaba, la intimidad y sensación de ser el único en el mundo al que Moonbin le regalaba su atención cuando mantenían relaciones. Nadie lo hacía sentirse tan sumamente bien. Nadie salvo él.
—Estás apretado. - habló el magnate, antes de llevar su boca hasta la erección de Dong Min tratando de distraerlo del leve dolor que podría causarle la dilatación.
Dong Min mordió su labio inferior, estaba apretado debido a que hacía demasiado que Moonbin no lo tocaba. Casi dos semanas enteras parecían para él un siglo entero, dolía levemente pero cada toque del magnate era delicado y cuidadoso.
Cuando por fin se sintió preparado Moonbin sonrió y se acercó de nuevo hasta la cara de Dong Min para dedicarle a este varios besos cariñosos antes de penetrarlo poco a poco y sin ningún tipo de prisa de por medio. El chico de los tatuajes gimió en alto, posando sus manos sobre el pecho de su marido con la intención de acariciar la suave piel de este.
—Estás lindo cuando te pones celoso pero sabes que eso es algo que no quiero que suceda entre nosotros si es posible evitarlo, lindo.- Moonbin besó la frente de su marido. - Confianza. Vamos a vivir siendo honestos Minnie. Si quieres que seamos solo nosotros dos entonces lo seremos. - Moonbin acercó su boca al oído de Dong Min. - De todas formas, no es como si no supiera que estás loco por mí, escúchate gemir así por mi bebé.
Dong Min mordió de nuevo su labio y posó la frente sobre el hombro derecho del magnate mientras definitivamente se escuchaba a sí mismo y a su propia pareja gemir con fuerza.
Estaba hecho mierda, realmente quería a Moonbin para él solo y el miedo a que lo que tenían se terminase estaba volviendo a golpear con fuerza cada parte de su mente. Solo las estocadas del magnate volviéndose un poco más profundas parecían devolverlo a la realidad, todavía tenía varios meses de por medio para disfrutar de lo que ese falso matrimonio suponía y de lo que el magnate le regalaba.
Ese amor especial que lo obsesionaba a todas horas. Ese que tanto le gustaba y que lo traía de cabeza.
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