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"No quiero estar solo. Mi estado actual es pesado. Espero que sea una fase o algo. No me dejes ir."

— Wiped Out! (The Neighbourhood)

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Moonbin observó el lugar con ojos escrutadores. El piso era pequeño y estaba repleto de humedad, algo que sin duda evidenciaban las paredes repletas de manchas de aspecto negruzco . El frío resultaba tremendamente evidente para tratarse de una zona interior, por lo que el magnate no pudo evitar pensar en lo complicado que tendría que haber sido para los hermanos Lee pasar en este los inviernos. A pesar de que lo estaba juzgando prácticamente a primera vista, su aspecto era el que era.

Se encontraban de pie ante ese pequeño salón en el que habían firmado hace seis meses el contrato, en aquella ocasión el mayor de los Moon no había prestado una excesiva atención al estado del edificio porque sencillamente creía que nunca llegaría a vivir en un lugar como ese pero ahora las cosas habían cambiado por completo. Ahora que quería conocer más a fondo el modo de vida de los Lee, necesitaba observar con atención cada zona en la que pasaría sus días a partir de esa misma mañana. La decoración era escasa pues todo lo que alcanzaban a ver sus ojos en la pequeña sala de estar se limitaba a dos sillones viejos, una mesa para la televisión pequeña y un par de mantas.

Con Dong Min a sus espaldas, Moonbin caminó hacia una de las habitaciones y tuvo que taparse la nariz por el intenso olor a polvo acumulado tan pronto como abrió la puerta. El chico de los tatuajes posó una mano sobre su baja espalda para tirar de él hacia atrás.

-Hace seis meses que no entramos aquí, la humedad y el polvo no son precisamente sanos. Deberíamos limpiar antes de instalarnos. - un suspiro abandonó la boca de Dong Min, no se podía creer que estuvieran a punto de preparar ese piso insano para pasar una semana juntos en su viejo barrio. Todo por esa extraña y descabellada idea del magnate. - Vamos, hay una tienda cerca donde podremos conseguir productos de limpieza. Ponte la ropa que te di antes de salir

Moonbin asintió a lo que su marido le había dicho y rápidamente sustituyó su americana por una sudadera lo suficientemente grande como para que la usarán dos personas a la vez. Cuando terminó observó como Dong Min se arrodillaba delante de él y cortaba sus preciados vaqueros por la zona de la rodilla.

-Podrías haberlo mencionado, ya tengo pantalones rotos. - una risa se escapó de su boca. Realmente no le preocupaba demasiado la ropa, sin embargo su primer pensamiento fue el de que Dong Min arruinaría por completo los vaqueros.

-No es algo necesario, solo quería verte con un estilo diferente. Están más cortados que los tuyos y se nota que está hecho con esa intención. - los dos intercambiaron una sonrisa. - Haré de estilista para ti.

-Es lo que haces habitualmente. ¿Te gusta todo el tema de la ropa?

Dong Min se encogió de hombros y tomó su mochila del suelo. La ropa solo le interesaba cuando era él quien la llevaba, sabía lo que le quedaba bien a Moonbin y lo que le gustaba ver en el magnate. Había muchos estilos que le sentaban como anillo al dedo.

-No vas a poder tomar mi mano aquí. - el chico tatuado apartó el toque de su marido mientras se dirigían hacia la calle. - No quiero recibir una paliza por tu culpa.

-¿Qué ha sido del juego difícil? - preguntó Moonbin, acorralando a Dong Min contra la verja del edificio.

El chico de los tatuajes sonrió cínicamente y coló sus manos bajo la sudadera del magnate para acariciar su torso. Le encantaba sentir la piel tibia de este en contacto con sus manos frías mientras notaba las leves marcas de abdominales a través de las yemas de sus dedos.

Se relamió los labios ante la atenta mirada de Moonbin y lo besó al instante en que este puso los ojos sobre su acción. Sus lenguas se enrollaron la una en la otra mientras trataban de mantener la calma. Ambos necesitados el uno del otro después de varios días sin contacto físico. Los minutos pasaron y cuando se separaron, las manos de Dong Min se habían encargado de enrojecer la piel del magnate con arañazos superficiales.

-Entonces yo tendré el control. - la respuesta de Dong Min no sorprendió a Moonbin quien en un acto, que al chico de los tatuajes le pareció realmente sexy, se limpió los labios con la lengua sin perder la mirada profunda que lo caracterizaba. - Yo soy el que vive aquí, a mis amigos les dará igual si tengo a un chico rico como compañero de cama. El problema llegaría si muestro enamoramiento por ti, a ellos no les gustan las personas homosexuales y... Yo... La mayoría de ellos no valen la pena pero no quiero que su odio te afecte de alguna forma. Si creen en ese estúpido concepto de que soy el activo, estoy seguro que su frágil masculinidad no se mostrará con tanta intensidad.

Dong Min había aprendido hace poco que las posiciones entre dos hombres en la cama podían cambiar en cualquier momento, de la misma manera en la que había comenzado a entender que las relaciones entre personas del mismo género no estaban mal ni generaban problemas más allá de la gente que decidía vivir con una mente cerrada. No le gustaba tener que exponer a Moonbin a todo eso, pero sabía que muchas de las personas que residían en esa zona vivían con pensamientos mucho más antiguos de lo necesario.

-¿Significa que seré pasivo esta semana solo porque al parecer no debes enamorarte? Interesante. - el magnate sonrió. - No hay forma de que ellos sepan lo que pasa en nuestra cama Minnie, pero creo que entiendo a lo que te refieres. Supongo que su concepto de los homosexuales envuelve a una persona débil que es sumisa ante una más dominante. Lo que quieres es que no me asuste si comienzas a mostrarte como uno de esos idiotas que se pasan el tiempo queriendo hacer evidente lo muy hombres que son. ¿Es eso?

Dong Min tragó saliva. Moonbin había sido pasivo en un par de ocasiones en los primeros meses de su relación, cuando él no estaba del todo sumido en la sexualidad de una persona de su mismo sexo y se sentía completamente torpe en la cama. Lo disfrutó en cada ocasión, su marido era más sucio de esa forma y sus comportamientos definitivamente le ganarían la batalla a cualquier idiota que jurase ser completamente heterosexual.

-Sí, exactamente eso. - pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Moonbin notando como este tomaba su cintura con cierto afán de mostrarse protector mientras salían por completo de la zona del edificio y caminaban hacia la tienda.

Era extraño caminar así con el magnate, este solía tomar su mano por el centro de Seúl a pesar de las miradas de la gente pero en su barrio resultaría extraño hacer una cosa como esa. La gente desconocía muchas cosas acerca de las parejas del mismo sexo, él había cometido errores también debido a eso en el pasado. Su mente voló por un segundo, imaginando cómo reaccionarían esas personas de Gangnam si caminarán de una forma tan desvergonzada y descarada ante las zonas de trabajo empresarial que solían visitar. Definitivamente más de uno les pediría que se separasen, los mismos que obtendrían reclamos por parte de Moon. Moonbin sabía cómo cuidar a su familia.

-Es interesante hacer esto. - Dong Min miró a Moonbin, centrado en sus palabras. - Quiero decir... Siempre he estado en las zonas ricas de las ciudades, me vendrá bien aprender desde cero.

Dong Min sonrió levemente. No se creía a ese tipo de Moonbin pues en los últimos meses había conocido al chico rico más humilde de Corea. Tal y como leyó hace tanto tiempo en Google, Moon donaba dinero constantemente y estaba sumido en muchas causas sociales. Desde la participación en campañas de protectoras animalistas hasta la financiación para los estudios de enfermedades raras. Los intereses de Moonbin abarcaban muchísimos ámbitos, cada uno de ellos más impresionante que el anterior.

-¿Por qué me miras así, nene? - el magnate le sonrió haciendo sus pasos más lentos. Algunas miradas ya caían sobre ellos, por lo que Dong Min se enderezo y trató de cambiar la expresión soñadora de su cara por un gesto serio.

-Deja de actuar como un niño mimado. - incluso su voz se había vuelto más ronca entre las húmedas calles de los suburbios. - Los dos sabemos que ese no es tu estilo.

Moonbin redució sus ganas de hablar a un simple asentimiento, era el turno de Dong Min para llevar el control de la situación. Este, sin embargo, se limitó a apretarlo contra su cuerpo mientras caminaban hacia la tienda. Había demasiadas miradas sobre ellos incluso si caminaban más como un par de amigos que como una pareja. Ninguno de los dos estaba consciente de lo muy cerca que estaban sus bocas cuando charlaban, de la forma en que los dedos del chico de los tatuajes acariciaban de vez en cuando la cadera caliente de su marido, lo pegados que mantenían sus cuerpos o hasta de lo conectadas que parecían sus acciones. Si Dong Min giraba, Moonbin predecía el movimiento sin problema y lo imitaba rápidamente.

Compraron algunos productos con el dinero del magnate, a pesar de que el chico de los tatuajes le había pedido que no llevase demasiado encima. El magnate no había hecho caso. Incluso tras lo sucedido con su hermano, él seguía necesitando consentir a su falsamente agridulce marido.

-¿Cuándo iremos a por tu alianza? - el magnate hizo un puchero y se colgó de Dong Min como lo haría un koala.

Tan pronto como lo escuchó sonreír, sus ojos se iluminaron. Ambos estaban más centrados el uno en el otro de lo que les gustaría admitir.

-Deberías besarme en un callejón. Lo haces así, ¿verdad? - fingir ignorancia era una de las facetas que Moonbin había elegido para su nuevo estilo de juego.

-Ves demasiadas películas. - Dong Min dejó escapar una carcajada y Moonbin frunció el ceño siendo adorable de forma intencionada. Se estaba tomando muy a pecho el papel de cumplir con ese estúpido concepto de pasividad que la sociedad tenía, demasiado. - ¿De verdad quieres que lo haga?

Dong Min volvió a sonreír al ver como su marido asentía y lo tomó de la sudadera para atraerlo hasta el callejón más cercano.

Tan pronto como se cercioró de que nadie cerca de allí los observaba o entraba, empujó a Moonbin contra la pared y comenzó a besar su cuello dejando múltiples marcas en su intacta piel. El magnate se limitó a gimotear tratando de no ser demasiado escandaloso.

Las manos de Dong Min pellizcaban y tocaban todo su cuerpo bajo la enorme sudadera. Sus labios se encontraron en gran cantidad de ocasiones, ambos sumidos el uno en el otro por completo. Nada a su alrededor podría haberlos sacado de una ensoñación así.

-Vamos a limpiar. - Dong Min se apartó levemente de Moonbin y observó cómo una vez más este repetía el gesto de limpiar sus labios con la lengua. - Quiero estrenar ese colchón que has comprado.

-¿Estás seguro de que tenemos que limpiar antes? Me da igual si está un poco húmedo...

Dong Min sabía que eso era una total mentira, había conocido a pocas personas tan fanáticas como su marido cuando se trataba de mantener su casa limpia.

-Binnie. Cuanto antes nos vayamos, antes podremos hacerlo.

El magnate negó levemente, bajando la mirada a su erección y entonces Dong Min lo entendió. Supo lo que quería al instante.

-Se supone que eres el pasivo ahora... Aunque no puedo decirte que no, tengo que admitir que me gusta un poco verte así de desesperado.

Tras decir eso el chico de los tatuajes desabrochó el pantalón de Moonbin y sacó la prominente erección de este. Le daba igual mancharse un poco mientras pudiese ganar el cariño de su marido de nuevo.

Así que sencillamente se hincó de rodillas ante él y pasó su lengua por toda la extensión mientras sus manos acariciaban los testículos del magnate. De vez en cuando Dong Min subía levemente la mirada para comprobar que efectivamente su marido estaba gimiendo, esperando pacientemente para recibir una de esas mamadas que Lee había aprendido a perfeccionar hasta el punto en que Moonbin podría jurar que nadie en este mundo lo había llevado de forma tan estrepitosa hasta el placer.

El magnate enterró su mano en el cabello de Dong Min sin poder evitar volver por una vez a su papel dominante y tras pedirle que abriera un poco más la boca, comenzó a mover sus caderas. Los labios levemente oscuros del chico lo volvían loco con cada penetración. Podría pasarse el día entero observando a su marido tragárselo.

-Binnie... - Dong Min se apartó un segundo, la saliva resbalando por su barbilla y sus mejillas enrojecidas. - Esta noche tendrás que compensarlo.

Tras eso el chico de los tatuajes volvió a su tarea hasta que noto como el semen de su marido llenaba por completo su boca. Se separó unos centímetros y mirándolo a los ojos tragó antes de levantarse para besarlo una vez más.

-Vamos a casa.

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