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"A diferencia de lo que pretendía, dije palabras hirientes. Estoy luchando conmigo mismo y con cómo te hice las cosas difíciles. A diferencia de lo que juré, nada ha mejorado"
—Universe (EXO)
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Aquel día en el que Min Hyuk se perdió y Sanha le robó su primer beso fue también el día en que muchas cosas comenzaron a cambiar. Llegaron a la mansión repletos de barro, con las manos congeladas y los labios enrojecidos, sin saber qué decir o hacer y con la única certeza de que el peso de sus secretos empujaba menos cuando eran compartidos.
Dong Min corrió hacia su hermano con los ojos furiosos y llenos de la cristalina señal de que había estado llorando. Para sorpresa del propio Min Hyuk, le dedicó un abrazo que duró al menos un par de minutos. El chico de los tatuajes estaba nervioso y se notaba a leguas que le había afectado la desaparición de su hermano pequeño, porque no lo soltó ni por un solo instante mientras el magnate le pagaba a los hombres que habían ayudado en el rescate. Ese también fue el día en el que Lee Min Hyuk entendió que no podía hablar, que tenía que olvidarse de Moonbin porque nadie importaba en el mundo más de lo que lo hacía la única familia que le quedaba y ante todo debido a que su hermano estaba embrujado con cada palabra, movimiento o pestañeo del magnate incluso cuando no parecía ser consciente de ello. Dong Min estaba enamorado, sin saberlo o pretenderlo.
En sólo unos meses el chico de los tatuajes había caído en la telaraña que Moonbin tejía con amabilidad y besos franceses. Sus caricias y personalidad amable se habían comenzado a abrir paso a través de todas sus facetas de chico frío sin sentimientos. Era prácticamente imposible no acabar afectado por todo aquello.
-Quiero irme. - esas palabras sorprendieron a todos. En los últimos meses Min Hyuk parecía haberse adaptado a la perfección, poco a poco y con subidas y bajadas con respecto a su humor, pero se podría decir que ahora más que nunca su vida empezaba a obtener estabilidad. Estaba sacando buenas notas, haciendo amigos y asistiendo a varias actividades extraescolares que le sacaban sonrisas habitualmente. - No ahora, pero más adelante sí. Cuando acabe la universidad quiero vivir por mí mismo.
Dong Min dejó escapar de entre sus labios el aire que no se había dado cuenta que estaba reteniendo mientras escuchaba a su hermano pequeño hablar.
-Cuando empieces la universidad los dos lo haremos Hyukie, aún queda más de un año para eso. Tendremos nuestra propia casa. - respondió Dong Min, levemente confuso por las palabras de Min Hyuk mientras permitía que el magnate lo envolviese en un cálido abrazo.
-No Dong Min, no creo que eso llegue a suceder. - una sonrisa tímida cubrió los labios del menor de los Lee. A pesar de todo, estaba feliz por ver a su hermano en los brazos de un hombre que estaba tan necesitado de amor y paz como este. -Quizás todavía no lo comprendas pero sé que lo harás. Tarde o temprano, creeme.
Los cuatro se miraron, solo Min Hyuk entendía las palabras que estaba usando y solo él imaginaba un futuro diferente al que los demás creían que se daría. Las cosas no siempre salían como se planeaban, por raro que sonase los planes solo implicaban decepciones para Lee Min Hyuk y por eso quería vivir por su cuenta, sin una lista de deseos o intenciones planificadas que pudieran hacerle daño en un futuro cercano. Dong Min no estaría a su lado, no al menos en la misma casa. En cuanto a su corazón, eso era distinto. Quería ver a su hermano mayor feliz y cada día que pasaba era más consciente de que el magnate podría jugar un importante papel en esa ecuación de felicidad.
Para él Moonbin era un capricho, un primer amor repleto de puntos de interés y alguien que activaba los latidos de su corazón con las acciones más absurdas. Si bien le gustaba más de lo que le había gustado cualquier otro chico en el pasado, sabía que no sería el único. Esperaba encontrar a otra persona que hiciera vibrar su corazón con cada mirada, como lo hacía el magnate cada vez que tomaba asiento a su lado para ayudarle con la tarea escolar o le preguntaba acerca del modo en el que había ido su día durante la cena.
Dong Min clavó los ojos en su hermano de una forma suplicante. Necesitaba alguna explicación, esperaba al menos una palabra que le indicase el camino que debía seguir al lado de la persona que más quería en el mundo. Tal vez su hermano pequeño estaba cansado de los lujos que nunca quiso o necesitó, tal vez quería ser como su difunto padre y construir un solitario a la par que acogedor castillo que no tuviera nada salvo felicidad en su interior. Los sueños de su hermano tendían a ser confusos a su manera. Los suyos propios lo eran a veces, ellos dos no habían aprendido la teoría perfecta de la ilusión y eso impedía muchas veces que lograsen sentirse a gusto en ambientes distintos de los que ya conocían.
-Hyukie, no digas tonterías. Vamos a seguir juntos, somos un equipo. Los Lee contra el mundo. -sus ojos brillaban por el miedo de perder a su hermano pequeño, al que siempre había protegido por encima de todo. - Tú... Sabes que te quiero. ¿Verdad? No tienes que irte, eres mi familia. Lo único que tengo.
Un sollozo abandonó la boca de Min Hyuk y tras un grito de culpabilidad dejó escapar las lágrimas que había retenido desde días atrás mientras se desahogaba. Pasó el dorso de su mano por sus mejillas, extendiendo la tierra que todavía permanecía sobre su rostro en un intento de borrar el más mínimo rastro de lágrimas.
-Lo hago porque yo también te quiero. - respondió Min Hyuk, con la voz entrecortada. Le dolía la garganta mientras trataba de acabar con su llanto, las manos le temblaban por los nervios y su cuerpo se sentía más débil de lo normal. - Cuando descubras el motivo, apuesto a que me estarás agradecido.
Moonbin lo observaba todo cuidadosamente, sujetando a un tembloroso Dong Min entre sus brazos y cuidando cada reacción del muchacho. No le gustaba verlo así, ese débil chico que se mostraba ante él roto por las palabras de su hermano y el miedo a un futuro solitario. Ese chico, era el mismo que a menudo fingía ser invencible. Dong Min solo tenía un punto débil que Moonbin había logrado identificar con el paso de los días, se trataba de su enorme corazón. Porque aunque a veces su boca dejaba escapar comentarios excesivamente afilados, sus sentimientos eran puros. A pesar de las pocas veces que los mostraba abiertamente, cuando lo hacía no se molestaba en contener aquello que no tenía porqué ser contenido.
-Minnie. - susurró Moonbin, tratando de calmarlo. - Está creciendo, tal vez solo quiere probar a vivir por sí mismo. Eso no significa que...
-¡Es un jodido niño! - gritó el chico de los tatuajes, sin deshacerse del abrazo que su marido mantenía tan fuertemente alrededor de su cintura. - No puede cuidar ni a una planta, los cactus del colegio se le morían constantemente.
Min Hyuk sonrió entre las lágrimas sin quitar los ojos de su hermano. Rememorando esos días en los que no podía evitar ponerse nervioso porque las plantas que su maestra le pedía que cuidase siempre terminaban muriendo. Le llevó un tiempo descubrir que las regaba demasiado.
-En tres años ya no seré un niño, Dong Min. - dijo calmándose.
Moonbin sonrió y besó la mejilla de su marido, notando como este parecía comenzar a calmarse.
-Ni siquiera has dado tu primer beso, idiota. - el Dong Min que todos conocían estaba volviendo a mostrarse poco a poco. Aún doloroso por la decisión de su hermano y a la vez orgulloso de tener ante su mirada a un Min Hyuk más maduro.
-Bueno. -Sanha se llevó una de las manos al cabello y lo revolvió. Las gotas de lluvia todavía resbalaban por su mandíbula, Min Hyuk no podría negar que había sido afortunado de compartir un primer y torpe beso con un chico como ese. El hermano del magnate era una persona dulce, amable y con las ideas claras. A pesar del hecho de que las circunstancias que envolvían su vida definitivamente provocaban que su personalidad pasase de la felicidad a la tristeza con demasiada rapidez.
Sus labios eran todo en lo que podía pensar desde lo ocurrido en el bosque. No porque a él le gustase, sino porque había notado por primera vez en persona esa excitación por otro ser humano de la que Dong Min le hablaba a veces. Parecía estar quemándole el bajo estómago y el responsable de aquello era alguien que jamás imaginó.
Su atención inevitablemente se posó sobre Sanha y Min Hyuk reaccionó finalmente mirándolo alarmado.
-Dong Min, creo que te equivocabas buscándole chicas. Trae a un hombre y Min Hyuk dejará de ser un chico. -Sanha estaba hablando en un tono calmado y repleto de naturaleza bromista, sabiendo que nadie salvo Min Hyuk y él mismo podrían entender aquellas palabras de forma completa.
A pesar de la reacción que Moonbin y Min Hyuk esperaban cuando el menor de los Moon dijo aquello, Dong Min no reaccionó mal. En su lugar, se limitó a mirar a su hermano aún levemente confuso abriendo los ojos lo máximo que podía.
-¿Entonces era eso? Te gustan las pollas. Tendrías que haberlo mencionado, seguro que en nuestro barrio te apedrearían pero no parece ser tan malo. No del todo... Bueno, al menos fuera de Corea no lo es tanto como aquí.
-En realidad. -Moonbin posó la barbilla sobre su hombro y Dong Min permitió el acto, cobijándose encantado en ese gesto. -Te he llevado a sitios seguros, pero tú mejor que nadie sabes que opina la gente desinformada. No importa el país, para aquellos que nos ven con malos ojos nunca seremos de su agrado sin importar lo inofensivos que seamos.
Las cosas se habían reducido a una charla calmada pero los dos hermanos continuaban dolidos en el interior de sus almas. Había muchas cosas que todavía se guardaban, muchos rencores del pasado y sentimientos que algún día podrían explotar si seguían retrasando las conversaciones importantes. Pero esa tarde de tormenta, en ese instante, nadie parecía tener ganas de vivir más dramas enrevesados.
Por eso Sanha y Min Hyuk subieron las escaleras compartiendo una misma sonrisa, la de dos chicos que creían que podrían enfrentarse al destino tomando decisiones precipitadas sin pensar en las consecuencias. La de dos muchachos que curiosos decidieron unir sus labios de nuevo a escondidas, más apasionados y excitados que la primera vez. Las manos de Moon Sanha al rededor de la cintura de Min Hyuk mientras los labios de este exploraban niveles de disfrute inesperados. Estaban necesitados. Y por eso también, Dong Min se dejó llevar entre los brazos de su marido hasta el sofá de la biblioteca en el primer piso de la mansión de los Moon, para con ojos somnolientos dejar que este le leyera con voz profunda las mil historias sobre el capitán Nemo y su impresionante submarino.
-Binnie. - susurró, notando la luz del fuego de la chimenea iluminar su cara y calentar su cuerpo en ese invierno cálido que su marido le había regalado. - Creo que en realidad no me desagrada del todo el amor. Es solo que... No quiero traicionarlo.
Moonbin cerró el libro enternecido y acarició con uno de sus dedos los labios de su marido, antes de posar un suave beso sobre estos.
-¿A tu hermano? - Dong Min negó.
-No. A Jimin.
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