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"El aire del amanecer es frío y nuestros cuerpos están enfriándose. Entra en la cálida manta. Siento tu calor, tu cabello desordenado y tu sonrisa dispareja."

- Heyahe (ONE)

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Moonbin se movió hacia Dong Min y colocó sus brazos a ambos lados de la cintura de este, lo observó tensarse levemente mientras se dejaba hacer apoyando su espalda contra el billar del local. Las manos del chico de los tatuajes se posaron sobre su pecho y los dos intercambiaron miradas. El ambiente se había vuelto caluroso con la llegada de la noche y el aumento de las personas entrando y saliendo para ver al grupo de música en directo que tocaba a la izquierda de la barra, sobre un bajo escenario de madera. Ahora la cocina del bar estaba cerrada debido a que a esa hora ya no se servían más cenas y las mesas donde los comensales estuvieron sentados dos horas atrás, habían sido apartadas a un lado para dejar más espacio a los clientes que se movían por el sitio con bebidas de todo tipo en sus manos. Justo en ese lugar los dos eran invisibles, nadie prestaba atención a sus toques juguetones, ni a su pelea interna por ceder o arrebatar el control de la situación.

A sólo unos pasos de ellos, Min Hyuk y Sanha observaban disimuladamente la escena. La forma en que Moonbin acercaba su boca a la de Dong Min, lamía sus labios y se apartaba impidiéndole comenzar un beso de forma retadora. Había creado una especie de hormigueo de ansiedad que se movía por todo el abdomen del pequeño de los Lee con ese tipo de acciones.

-Pareces concentrado. - Sanha observó el perfil marcado de Rocky. Este había adelgazado en las últimas semanas, pero por alguna razón sus músculos estaban más definidos y su cara tenía un aspecto más masculino.

-Metete en tus asuntos Sanha, no puedes estar en la cabeza de los demás a todas horas. La gente necesita descansos, necesito pensar un poco sin que tu voz interrumpa... Dame al menos cinco minutos y después podré prestarte toda la atención que quieras.

-¿Es por mi hermano? No te gusta verlo así con Dong Min o como mínimo te hace sentirte incómodo. - Sanha sabía que había acertado por la manera en la que los ojos del pequeño de los Lee se abrieron con sorpresa en un instante.

Min Hyuk finalmente suspiró y se giró hacia el chico. Sanha aún no se había cortado el pelo en lo que iba de invierno, así que las ondas naturales seguían formando amplios tirabuzones en su flequillo y aportándole un aspecto desenfadado en conjunto con la ropa que había elegido llevar aquella noche. Simples vaqueros con una camisa blanca levemente abierta en la zona del cuello y un chaleco de punto verde aceituna sobre la misma. Al igual que el magnate, portaba esa cadena de oro blanco con el emblema familiar que iluminaba la piel levemente tostada de sus clavículas cada vez que las luces de neon parpadeaban. Parecía todo un chico normal comportándose sin miedo. Pero Lee Min Hyuk sabía que la mente de Moon Sanha estaba repleta de fantasmas y demonios.

-Consígueme ese alcohol. Eres mayor de edad en Italia, solo una botella. - pero Sanha negó al instante ante su petición. - Si no lo haces robaré tu llave de la habitación de hotel y tendrás que arreglártelas para conseguir otra de repuesto. Realmente no estoy de buen humor.

-¿Por qué eres tan estúpido? - Min Hyuk alzó una ceja, Sanha nunca dejaba de sorprenderlo. Atrevido o cobarde. Era ambas en función de la situación - No me mires de esa forma, estoy hablando en serio. Contestame. Puede que por lo general me den miedo los golpes, la violencia y las amenazas pero ha llegado un punto en que tus fanfarronerías no tienen sentido. Estás enamorado de Moonbin y él de Dong Min, bien, si esos son todos tus problemas por ahora puedes estar feliz. Yo tengo a varios chicos detrás de mí para golpearme cada vez que entro en el instituto, ataques de pánico y un compañero de habitación que presume de querer ser psicólogo y sin embargo soluciona las cosas con extorsiones. Ahora respondeme. Si tienes un mal día trágate tú solo ese malestar que te pone de mal humor. Yo no soy nadie para ti y que tus cambios de humor afecten a mi vida comienza a resultar cansino.

-Parece que al fin has sacado las garras gatito. - Min Hyuk sonrió y le revolvió el cabello al chico frente a sus ojos que ahora lo miraba con ceño fruncido. ¿Qué era eso que lo había golpeado con tanta fuerza tras escuchar a Sanha? ¿Orgullo? De cualquier manera todo sería más fácil si el muchacho aprendiera a defenderse, Min Hyuk le encantaría ver a Sanha pateando la cara de los chicos del equipo de baloncesto cada vez que trataran de hacerle daño, claro que eso no era algo que diría en voz alta.

En voz alta se limitaba a convencerse a sí mismo de que no apreciaba a ninguno de los hermanos Moon, incluso con la mentira que eso suponía. Porque la verdad era que los apreciaba a ambos, o estaba comenzando a hacerlo al menos.

-Realmente tienes un problema.

Min Hyuk sonrió y se giró hacia la barra, sintiendo que no podía aguantar el hecho de ver al hombre que hacía latir su corazón coqueteando con su hermano mayor. Simplemente era masoquista observarlos juguetear de una forma tan provocadora, sin importar que tanta gente estuviera presente en el local.

Moonbin pasó la mano por el torso de Dong Min y este suspiró complacido con el toque, dos días sin el magnate y ya sentía como todo su cuerpo se estremecía ante simples caricias. Quería besarlo pero lo tenía prohibido, estaba obedeciendo para su propia sorpresa y tal vez para acabar con esa pelea entre ambos lo antes posible. Porque Moonbin seguía empeñado en que ambos necesitaban encontrar un equilibrio dentro de su mentira, por absurda que esa necesidad fuera.

-¿Quieres volver al hotel, nene? - en lugar de susurrar, Moonbin le habló directamente y en voz alta mientras lo miraba a los ojos.

-No tienes que preguntarlo. - antes de que el magnate se separara, tiró de la camiseta de este y lo besó. Si Moonbin se hubiera resistido probablemente lo hubiese soltado sin problema, pero lo cierto es que este abrió los labios al instante gimoteando en su boca necesitado y dejándole entender que estaba perfectamente encantado de recibir un beso a pesar de que eso rompía sus propias normas.

Las manos del magnate se posaron sobre su espalda. A Dong Min la ropa le molestaba y necesitaba sentir su piel directamente contra la de ese chico que últimamente le erizaba la piel con una facilidad apabullante. Estaba acostumbrado a las manías de ese hombre. Le gustaba, para ser completamente sincero. Era distinto a todo lo que había experimentado con anterioridad y por suerte las cosas extrañas eran la especialidad de Lee Dong Min, o bueno, técnicamente Moon Dong Min ahora que uno de sus dedos portaba un brillante anillo de matrimonio. El caso es que lo diferente despertaba su curiosidad y eso siempre derivaba en una obsesión de dudas confusas.

Fuera como fuese, el simple hecho de notar que Moonbin también lo necesitaba había comenzado a quebrarle la cabeza con absurdas ideas acerca de que tal vez su magnate preferido lo echaba de menos. Y así era, Moonbin estaba completamente necesitado de la compañía, que sin ser demasiada, alguien como Dong Min le proporcionaba.

-Vamos, ahora.

Dong Min sonrió con sinceridad. Esas sensaciones desconocidas volvían a invadir su cuerpo, solo su marido podía provocarlo de esa forma. No era simple excitación, aunque tal vez todo ese remolino de emociones que tenía en el cuerpo se debía al hecho de que las relaciones sexuales con un hombre le aportaban mucho más placer de manera un tanto inesperada para alguien como él que siempre se había negado a mirar más allá de las chicas que llamaban su atención. Pensó que tal vez el mero hecho de rozar la piel de Moonbin sería asqueroso, porque así definían en su barrio a los homosexuales. Corea en general opinaba que esa condición tan sólo implicaba vicio y enfermedad, algo que se salía de la normalidad. Y por supuesto para Dong Min era un vicio pero lo disfrutaba por completo, desde los roces hasta los besos. Desde los labios rozándose hasta las penetraciones profundas.

En definitiva, le gustaba aquello. Más de lo que había imaginado que podría gustarle.

-¿Qué hacemos con tu hermano y Min Hyuk? - Dong Min se giró para buscar con la mirada a su hermano pequeño, su cuello estaba repleto de chupetones que la vista del magnate captó al instante. Le resultaba inevitable caer ante él. - No parece que quieran irse todavía, los dos parecen estar en medio de una conversación importante.

-Vendrán con nosotros y se irán a su habitación o alguna zona del hotel, por supuesto. - sonrió abiertamente. - No quiero dejar solo a mi hermano en una zona desconocida de un país y ciudad que no es la nuestra.

-Min Hyuk necesita divertirse un poco. - Dong Min creía fielmente que eso combatiría el extraño mal humor que su hermano estaba teniendo desde aproximadamente una hora atrás. - Déjales algo de dinero y el teléfono de algún taxi. A Sanha tampoco le vendrá nada mal una noche refrescante, son dos adolescentes en un bar de música en directo. Míralos, jugando en ese billar. - después de obtener un par de refrescos en la barra, sus dos hermanos habían caminado hacia una zona de billares levemente alejada de la que ellos dos se encontraban usando. - Tu hermano tan torpe y el mío tan presumido. Parecen entretenidos. No estoy seguro de quién cuidará de quién pero sé que Min Hyuk sabrá llevarlo de vuelta al hotel completamente a salvo. Te preocupas demasiado y eso a menudo le quita libertad a Sanha.

Moonbin asintió levemente mientras movía su vista hasta el lugar señalado por su marido, efectivamente sus hermanos reían mientras jugaban al billar. Algunos chicos de su edad se habían unido al grupo y no era difícil ver el ceño fruncido de Min Hyuk cada vez que alguien le hablaba en italiano y Sanha ejercía de traductor. Se lo estaba imaginando protestando y diciendo que podía comunicarse sin ayuda.

De esa manera los dos salieron del local tras despedirse de sus hermanos e indicarles que obtuvieran un taxi para regresar al hotel antes de que se hiciera demasiado tarde. Tomados de la mano Moonbin y Dong Min recorrieron las calles de piedra sin prisa, parándose de vez en cuando para robarse besos lentos o con el importante objetivo de probar la estabilidad de las paredes de los callejones. A modo de escondite, uno que les estaba resultando realmente funcional cuando se trataba de compartir las caricias más íntimas.

Parecían dos adolescentes, exactamente como a Dong Min le gustaba. Incluso el tiempo se puso a su favor dejando caer una leve lluvia que aliviaba el calor húmedo de Italia que había formado alrededor de sus toques a pesar de que fuese invierno. Estaban felices, por primera vez parecían una pareja despreocupada y los pensamientos de estar jugando a algo peligroso no se pasaban por sus cabezas. Eran sólo ellos dos, disfrutando de la noche tranquila.

Cuando llegaron al hotel su cabello estaba completamente mojado y las gotas de lluvia fría resbalaban por sus mejillas y cuellos. Algo que Dong Min encontraba especialmente atractivo en Moonbin, verlo revolver su cabello y quitarse la ropa mientras lo empujaba hacía la cama casi lo volvió completamente loco. Así que lo miró a los ojos, el verde del clan Moon haciendo presencia entre los mechones de flequillo negro que se esparcían sobre su frente. Estaban extasiados por tocarse de nuevo después de esos dos días, insoportablemente aburridos para ellos si no podían encontrarse juntos de esa manera tan especial.

Las manos del magnate recorrieron las piernas de Dong Min, antes de darse cuenta se habían desnudado debido a la necesidad. Un escalofrío tomó desprevenido al jugador, quien se escondió en el hueco del cuello de Moonbin dispuesto a besar cada fragmento de carne morena a su alcance, a lamer y a morder sin piedad hasta escucharlo gemir. Esa imperiosa diligencia de marcarlo con sus labios, de dejar huella en el cuerpo de su marido como si de verdad empezase a sentirlo de su propiedad incluso teniendo completamente claro que no eran objetos que pudieran tener dueño o amo. Dong Min ni siquiera creía en relaciones posesivas, sin embargo cada vez que sentía al magnate lejos o lo escuchaba jactarse de sus negocios con mujeres importantes los celos lo atacaban de esa forma leve que lo asustaba y se obligaba a controlar antes de que creciera lo más mínimo. Confiaba en Moonbin, por extraño que fuese, lo hacía.

El chico de los tatuajes pasó la palma de su mano por la espalda del magnate, acarició desde su cuello hasta la zona lumbar de este sintiendo bajo las yemas de sus dedos esa piel suave que tantísimo le agradaba. Detalles que se le escapaban entre gemidos, esos que sólo recordaba cuando el magnate lo envolvía entre sus fuertes brazos.

-Voy a darte ventaja con esto pero realmente quiero decirlo. - habló Dong Min, rompiendo el beso por unos instantes. - He echado de menos el sexo contigo. Es mejor de lo que pensé que sería.

Moonbin sonrió complacido y besó con fuerza a Dong Min, bueno, ahora que sabía que su chico no estaba fingiendo en la cama su alma se sentía un poco más tranquila por llegar tan lejos con este. Lamió sus labios, notando como a cada segundo que pasaba la respiración de su chico se hacía más y más pesada.

-Hazlo ya, deja los preliminares. Dilatame. - Dong Min tragó saliva, clavando de nuevo sus ojos marrones en los verdes iris de su marido.

-Impaciente. Me encantas así, nene. - Moonbin dejó un último beso largo sobre los labios de Dong Min antes de tomar de su mesilla un bote de lubricante. Con una sonrisa cínica le enseñó el tubo de gel antes de regresar a la cama y comenzar ese recreo de caricias que sabía que a su marido tanto le había comenzado a gustar.

Las manos de Moonbin sobre su cuerpo eran la mejor y más adictiva droga que había probado en mucho tiempo el chico de los tatuajes. Porque lejos de dañarlo en la toxicidad y dolor, lo hacían adicto a través del amor.

-Moonbin... - suspiró Dong Min, notando como las caricias bajaban hasta su entrepierna.

Una nueva sonrisa se escabulló de la boca del magnate y con delicadeza acarició la erección de su marido durante un par de minutos antes de bajar la cabeza para tomar con su boca toda la extensión. Dong Min gimoteaba sin poder evitarlo, abriendo los ojos de forma repentina. Le encantaba eso, se sentía tan bien que le parecía estar atrapado en un sueño. Ver a Moonbin dándole tantísimo placer sin que el miedo a ser humillado llegase a su mente era extraordinario. En el pasado habría pensado que una felación de un hombre a otro, no era más que una herramienta de dominación que demostraba quién en la relación portaba el papel de hombre y cuál el de mujer. Ahora sabía que tal cosa como aquella no existía, era absurdo tan siquiera pensarlo. Ellos eran dos hombres, no se necesitaba el papel de una mujer en esa ecuación y menos todavía cuando dicho papel implicaba una subordinación por encima de un género que estaba lejos de ser el más poderoso.

Por suerte ya no pensaba así, ahora había aprendido a disfrutar de las dos caras de la moneda. Disfrutaba de complacer a Moonbin y amaba la sensación en su cuerpo cuando este lo complacía a cambio. Estaba viviendo un punto de vista distinto, le encantaba sentirse tan bien. Tan vivo. E incluso con todo, sentirse igual de masculino que siempre.

-Bi... Binnie. - se relamió los labios, notando el placer recorrer su abdomen por completo. Le temblaban las piernas.

-Paciencia, nene. - contestó con una sonrisa el magnate.

Hundiendo de nuevo su cabeza entre sus piernas Moonbin lamió la extensión de la erección de su marido y jugueteó con el glande sacando su lengua para lamerlo lentamente.

Dong Min aceptó lo dicho y apoyando sus codos sobre el colchón se dejó llevar por completo, echó la cabeza hacia atrás gimoteando. Tras minutos de un placer ardiente que ya no le llegaba para obtener el clímax, su necesidad por el magnate creció por completo hasta marearlo.

Lo llamó con la respiración entrecortada y se besaron profundamente, mientras que con cuidado el magnate comenzaba a dilatar la entrada de Dong Min. Estaban extasiados, eran un lío de gemidos, besos y respiraciones aceleradas.

-Estoy listo. - la mano de Dong Min estaba sobre la nuca de Moonbin mientras sus frentes se rozaban. - Entra ya.

Con la respiración acelerada y las manos calientes Moonbin se posicionó entre las piernas de su marido y lo penetró con el máximo cuidado posible. De nada sirvió su lentitud, pues el propio Dong Min cambió sus posiciones penetrandose poco a poco al sentarse a horcajadas sobre sus piernas de forma lenta. Con una sonrisa endemoniada, el chico de los tatuajes se movió en un vaivén placentero mientras posaba sus manos sobre el torso de su marido quien lo miraba atento a cada detalle y gemido.

-Maldita sea Dong Min, yo también echaba de menos esto.

-Estoy siendo un buen jugador por ti, Binnie. - respondió el chico de los tatuajes entre gemidos.

Lo era. El mejor de todos, sin duda alguna.

Holis mis bellezas, casi no me gusta escribir en estos apartados, pero quiero y necesito hacerlo, hoy, una personita súper hermosa y especial me hizo llorar un montón, no tenía idea que me amaran tanto y que se sintiera tan bien el que sean felices de leerme aunque sea en un comentario.

De verdad que mi corazoncito explotó de felicidad y hoy, con todo el gran amor del mundo quiero dedicarle este capítulo de todo corazón.

Gracias belleza por apoyarme y hacerme sentir tan feliz Binwoonista, te mereces todo el amor del mundo 💙💙💙💙

🔹🔹🔹

Déjenme aquí directamente alguna historia que quieran que yo lea, no importa si es larga o corta, quiero leerlos y sobre todo deleitarme con tan hermosas obras de arte 💙💙💙

¡Los amo mis dulzuras hermosas! 💙

Posta: ¡Ame la canción de Rocky Dios mío, es arte pura! 💙

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