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"Ayúdame para poder hacerlo bien. A veces me pierdo en el camino. Eventualmente, todos estamos conectados. Tú también lo sabes. Como encontrar un gran océano al final de un desierto. Tu existencia es ilimitada"
—Limitless (NCT 127)
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Dong Min se acercó a las bolsas que habían sido posadas cuidadosamente sobre la cama de su habitación y observó con una sonrisa lo que contenían. Probablemente Moonbin pretendía devolverle su personalidad a través de la ropa a juzgar por todas esas chupas de cuero tan trabajadas que ahora él observaba con atención y una enorme sonrisa sobre los labios. Le recordaban a las vestimentas que llevaba antes de entrar en su juego con el magnate. Era un vago intento de solucionar las cosas, sin embargo le agradaba saber que sus palabras estaban comenzando a captar la atención del hombre que compartiría habitación con él durante al menos un año.
Dong Min se relamió los labios sintiéndose feliz de poder sostener entre sus manos una ropa tan similar a lo que él era. Nada de suéteres azules y camisas rosadas. Su marido había elegido los colores que más cómodo lo hacían sentirse, negro y rojo por todos lados. Ni siquiera se lo había pedido y eso lo hacía sonreír aún más, por alguna razón que no llegaba a entender el hombre con el que se había sumido en un falso matrimonio parecía conocer perfectamente el estilo que tanto le gustaba. Lo cierto es que le encantaba recibir ese tipo de detalles materialistas, ni siquiera se esforzaría en negarlo. No era malo, en toda su vida jamás había logrado tener objetos de un nivel económico elevado, así que disfrutaría todo lo que podía y más.
-¿Qué es todo esto? - Min Hyuk prácticamente corrió hacia esas maravillosas chaquetas con los ojos iluminados. A pesar de que su hermano trataba de dar buena imagen vistiéndose como un chico sencillo que se mantenía fuera de problemas, su punto débil desde siempre era el falso cuero. Durante un tiempo Dong Min incluso pretendió bromear diciendo que su futura esposa tendría que soportar ese fetiche en la cama pero su hermano lo tomó tan mal que acabó por dejar esa broma a un lado.
-Supongo que Moonbin me ha escuchado y ha decido comprarme algo que realmente me gusta. Es falso cuero, le dije que no quiero llevar nada que provenga de un pobre animal encima de mi cuerpo y creo que compartimos opiniones con respecto a eso. - fingió indiferencia, dejando caer una de las chaquetas al suelo. Min Hyuk realmente reaccionó mirándolo como si hubiera cometido un crimen. - Puedes quedarte con alguna de las chaquetas, aunque apuesto lo que sea a que Sanha te compraría varias si se lo pidieras. Parece que le gusta pasar tiempo contigo.
Min Hyuk frunció el ceño, aunque había notado el reciente apego que Sanha le demostraba prefería mantenerse lejos. No le gustaba pedir favores y menos si implicaban regalos costosos, mucho menos quería aprovecharse de alguien con la cartera llena y pocos amigos cerca del lugar en el que residía habitualmente.
Lee Min Hyuk siempre había ahorrado para obtener aquellas cosas que deseaba, seguiría haciéndolo a pesar de su extraña familiaridad repentina con un par de chicos bien situados en la escala social. En cuanto a Sanha... Ese muchacho había comenzado a resultarle molesto de vez en cuando y su paciencia se estaba agotando por completo debido a ello, a veces era demasiado insistente y otras decidía desaparecer durante horas. El sentimiento parecía haber crecido durante ese viaje, no bastaba con que compartieran habitación y lo dejara meterse en su cama cuando las pesadillas lo hacían gritar y estremecerse de miedo. No. Sanha quería estar a su lado a todas horas cuando Moonbin no se mantenía cerca.
-Tiene una personalidad difícil de entender, si no está Moonbin necesita a alguien que se mantenga siempre a su lado. - Min Hyuk terminó de revisar las chaquetas y se dejó caer sobre la cama de su hermano mayor. - En cambio cuando su hermano está cerca... Da igual si no están hablando o en la misma estancia, él actúa totalmente diferente. Empiezo a pensar que lo que le ocurre es que se siente más seguro de esa forma. Moon lo ha sobreprotegido toda su vida y sin pretenderlo ha creado a una persona tremendamente dependiente de otras. Es algo peligroso incluso, podrían hacerle mucho daño en el futuro aprovechándose de lo fácilmente que desarrolla amor hacia otros.
-¿Crees que es por eso? - Dong Min dejó a un lado la ropa y se acomodó al lado de Min Hyuk . - Lo de su madre... Que los tocase inapropiadamente, los forzase o lo que sea que esa mujer les hiciera. Lo que dijo Sanha durante el desayuno en el restaurante cuando entró en trance.
Min Hyuk se encogió de hombros, los dos estaban igual de curiosos y desinformados en cuanto a eso. Ni siquiera se habrían enterado de no ser por el ataque de pánico que el pequeño de los Moon experimentó aquella mañana mientras desayunaban.
Era preocupante, dos niños expuestos a una mujer con intenciones sexuales hacia ellos. No sólo una mujer, sino su madre. Si eso era lo que los había vuelto tan complicados y sensibles ante los estímulos exteriores, ellos dos podrían empezar a comprender un poco el motivo exacto de la decisión tomada por el magnate. Una pareja irreal no puede dañarte, ni sobrepasarse, al menos no con un contrato perfectamente redactado ante sus ojos con un abogado como testigo.
Si Moonbin y Sanha vivieron ese tipo de cosas durante los días en los que su madre estaba viva, quizás aún quedasen muchas astillas en sus corazones. Difíciles de arrancar por el paso del tiempo, tremendamente dolorosas bajo su piel. Esas cicatrices en el alma que ya suponían una parte más de su cuerpo. Marcaban sus personalidades.
-No sé. - Min Hyuk suspiró y recordó sus libros de psicología. - Tal vez tengan alguna carencia afectiva en consecuencia de lo que les ocurrió. Quiero decir, si los pinchas se desangran. Un poco de presión hace que estén en el borde y eso sólo puede ser provocado por algo que han retenido durante mucho tiempo. Pensamientos que los hacen culparse o estar alerta. Estrés, bipolaridad... Cada vez estoy más seguro de que al menos Sanha la sufre. Pasa de ser un niño miedoso a un hombre decidido en cuestión de segundos. Luego están los ataques de pánico o esas depresiones de Moonbin. - el menor de los Lee tomó un poco de aire antes de suspirar. - Están mal, sea lo que sea que pasó durante su infancia aún les afecta.
Dong Min asintió, le gustaría decir que eso no le preocupaba y que le daba igual la salud mental de Moonbin pero lo cierto es que a medida que se conocían percibía en ese hombre de negocios a un chico que fue obligado a crecer demasiado rápido. A alguien que ama a sus padres incluso si estos hicieron cosas cuestionables. Y finalmente a alguien que a pesar de que tiene gran cantidad de aficiones nunca parece divertirse de verdad porque todo lo que realmente le importa es su hermano pequeño y la empresa familiar.
Todo en el magnate era frío como el hielo y sin embargo cuando estaban juntos en la cama, disfrutando sin dar pie a pensamientos dolorosos, ahí este parecía disfrutar de verdad. Su sonrisa era incluso más abierta y escandalosa. Muchísimo más real.
-Sea lo que sea, estará bien mientras no tengamos que lidiar con ello. Esto es un contrato, no olvides que no son nuestra familia. Tú y yo. Somos lo único que realmente debe importarnos, Min Hyuk. Tu futuro, tus estudios y tu vida. Nada más...
-Dong Min, yo... - iba a decírselo, tenía que hacerlo. No podría silenciar por más tiempo ese sentimiento de anhelo que Moonbin le provocaba. Pero no era capaz, siempre era débil para expresarse en ese tipo de cuestiones. Tímido incluso cuando trataba de actuar como un muchacho atrevido. - Te lo agradezco.
-No tienes nada que agradecer, yo consigo cosas caras y bonitas mientras obtengo un futuro para ti. Los dos salimos ganando. De lo contrario no lo hubiera hecho.
Ambos sonrieron. Min Hyuk sabía que su hermano no era el lunático egoísta que pretendía, por mucho que este se empeñara en crear una personalidad alejada de lo sentimental. Y Dong Min estaba seguro de que incluso si la tarea que le encomendasen fuese arrodillarse, lo haría sin dudar ni por un solo segundo. Podría hacer lo que fuera necesario a cambio de una buena vida para su hermano pequeño.
-Venga, necesitamos prepararnos para esa cena. Ponte algo de esto, sé que te han gustado por la forma en la que no dejas de mirarlas. Estoy cansado de la ropa que Moonbin nos trae. Viste bien pero resulta aburrido ir siempre perfecto, esto definitivamente ha sido un detalle nuevo que se adapta mucho más a nuestros gustos. Es un buen regalo.
Min Hyuk sonrió ampliamente, echaba de menos a su hermano mayor e increíblemente incluso la vieja zona en la que vivían con olor a vertedero. Al menos allí la gente era sincera, los malos eran malos y los buenos no tan buenos. La vida de la calle podría resultar un infierno pero solo para aquellos que se olvidaban de la libertad real mientras se perdían en la artificialidad de la comodidad vendida y artículos de lujo inservibles.
Sentarse sobre la hierba mojada del mirador abandonado en la zona más alta de Seúl, las luces titilando entre chubascos de gotas finas con su vaqueros rotos permitiendo que las gotas se tropezasen contra su piel, la chaqueta vieja de su padre, sus botas negras pegadas y remendadas hasta cien veces... La lluvia restregando la frescura paralizante por su cara. Eso era algo que una mansión jamás le proporcionaría.
A él al igual que a Dong Min le gustaba la miseria. Porque era su hogar. Lo único que había conocido y lo único que le habían enseñado a amar.
Moonbin suspiró levemente y se miró al espejo sintiéndose tremendamente indeciso hacia sí mismo. Se había puesto un poco de colonia, su camisa favorita, un traje espectacular... En resumen, estaba esforzándose por arreglarse de la mejor forma que sabía pero seguía sin gustarle la imagen que le devolvía el espejo ante sus ojos. ¿Tal vez tendría que estilizar su cabello de otra forma? La corbata estaba bien, rígida como siempre pero bien.
-Oh, maldita sea, ¿Qué voy a ponerme? - su voz mostraba una clara exasperación por la indecisión.
Al menos siete camisas estaban desordenadas sobre la cama de la habitación, al igual que las distintas corbatas que se había probado. Era solo una cena y aún así se sentía nervioso, principalmente debido a que sabía que le empezaba a ocurrir algo con Dong Min, algo que se conectaba directamente con su capacidad para entender que alguien le gustaba de verdad y no como una simple mentira. No había dejado de pensar en él tras esa tarde. Sus sentimientos estaban fluyendo demasiado rápido para su propio bien y ya no había marcha atrás. No podía decidir de repente que no le apetecía seguir adelante con el contrato, sería injusto e hipócrita por su parte.
Se revolvió el cabello, tratando de darle un aspecto desenfadado y tomó una de las gorras que había comprado tras dejar ir la camisa para sustituirla por una simple camiseta. ¿Cuánto hacía desde que no disfrutaba de la ropa que le gustaba? Los trajes parecían adherirse a él como si tuvieran vida propia, estaba tan acostumbrado a ellos que ya casi eran como un uniforme indispensable.
Moonbin sonrió un poco para sí mismo, volviendo a observarse antes de decidir dejar a un lado las corbatas. Esa noche quería algo más sencillo, algo que sorprendiese a Dong Min de alguna manera. Y al chico de los tatuajes los trajes formales y el estilo impecable no eran algo que pareciese causarle demasiadas reacciones. Así que tal vez necesitaba ser él mismo para lograr gustarle un poco, incluso si poner de por medio sentimientos en el trato que los dos tenían podría resultar peligroso y terminar en desastre. Sin embargo, lo único cierto es que desde el inicio sabía que al menos la atracción existiría entre ambos, porque ese fue uno de sus principales requisitos para seleccionar al chico adecuado. Él quería a alguien que lo hiciera reaccionar de cualquier forma posible.
Moonbin se enamoraba con facilidad y al fin estaba admitiéndolo. Ese chico lo volvía loco. Por ser distinto a sus anteriores parejas, por comportarse como una persona real en lugar de la manera en la que lo haría alguien acostumbrado a tener dinero desde el día de su nacimiento, por sus tatuajes, su manera de hablar y la dureza que demostraba. Por ser todo lo que él nunca había llegado a experimentar con anterioridad.
Dong Min tenía todo aquello que los chicos ricos que él había conocido con anterioridad no tenían. Y tal vez se debía a su mala puntería pero Moonbin tendía a toparse con muchachos podridos de riqueza y pobres de corazón con experiencia.
-Moonbin. - escuchó a Dong Min tocar la puerta de su habitación y llamarlo, por lo que se apresuró a esconder el desastre de ropa para abrirle.
Definitivamente se estaba esforzando por causarle una buena impresión, lo irónico del asunto era que en su esfuerzo había terminado vistiendo esas ropas que siempre le habían gustado pero que su abuelo jamás aprobó en el pasado.
-Perdona, estaba cerrando un trato y... Te queda bien esa ropa. Es tu estilo. - Moonbin sonrió en grande, percibiendo el detalle de que Dong Min se había decidido por portar algunas de las prendas que él le había comprado esa misma tarde.
-Lo sé, podría decir lo mismo.
El magnate percibió los ojos de Dong Min recorrer todo su cuerpo y un escalofrío logró que se estremeciera ante la imagen ante él. Le gustaba obtener un poco de atención por parte del muchacho, decir que no le importaba sería mentir.
- Estás diferente a lo que acostumbro a ver, pero te queda bien. Pareces bastante más alcanzable. - Dong Min sonrió. - Siguen siendo pantalones de traje pero de cintura hacia arriba te ves un poco menos empresario y un poco más persona real.
Ese era el Moonbin que Dong Min había visto en las fotografías de Google, el que sonreía y caminaba como toda una estrella en los aeropuertos. Descuidado pero aún así elegante. Le gustaba verlo de esa forma mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir en voz alta, sus ojos simplemente no podían abandonarlo. Le gustaban los trajes de Moonbin pero estos no marcaban su cuerpo como esa camiseta lo estaba haciendo justo ahora.
-Un cumplido. - el magnate sonrió. - Debería marcar este día en el calendario.
Dong Min sonrió levemente. No quería discutir esa noche, por lo que simplemente dejaría las cosas fluir con normalidad. Si Moonbin quería bromear entonces le seguiría el juego sin problema. Se sentía enigmáticamente feliz.
-Deja que vaya por el dinero y nos iremos, no vamos a un restaurante. He cancelado la reserva. - Dong Min lo miró confuso y el magnate sonrió sin saber bien qué decir. - He pensado en llevarte a un lugar más de tu estilo o al menos algo que creo que podrás llegar a disfrutar de veras. Hay un bar de rock en una zona vieja cercana al hotel, así que he pensado que podríamos cenar allí. Hacen comida típica y presumen de tener la mejor selección de carne a la brasa, así que tal vez te guste.
-Si realmente su carne es buena, apuesto a que me gustará. - dijo automáticamente el chico de los tatuajes. - Estará bien Binnie, realmente no tengo una preferencia concreta acerca de la comida. Mientras esté bueno, me lo como sin dar problemas.
Después de unos segundos de silencio ambos se miraron, los dos creyendo que tal vez era pronto para hacer una broma de ese estilo. La incomodidad existente todavía era evidente, sin embargo estaban tratando de seguir adelante y lo más importante, intentaban conocerse el uno al otro de la forma adecuada.
-¿Listo? - dijo Dong Min, observando a Moonbin. Tras contar el dinero guardó su ancha billetera en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta, dejó el DNI y algunos documentos más en la caja fuerte del hotel. - Nadie va a quitarte la cartera conmigo presente, no tienes porqué asustarte con eso. He crecido en un entorno en el que no me quedó más remedio que aprender a proteger lo mío, puedo ver a distancia las intenciones de alguien cuando se trata de intentar robar.
-No me asusta, es cuestión de seguridad. Incluso si tú puedes defenderme no quiero arriesgar nuestros pasaportes y demás, ni a ti mismo. La precaución nunca está de más, Dong Min. - una última mirada al espejo y Moonbin caminó hacia la puerta de la habitación con su marido siguiéndolo de cerca.
Como él mismo había mencionado el bar era distinto a lo que se esperaba de un chico acostumbrado a los restaurantes. Estaba decorado de forma simple, con posters de grupos clásicos en las paredes, una larga barra y mesas de madera oscura para los comensales. Algunos billares si situaban más allá de su mirada y los locales jugaban mientras sostenían cervezas en sus manos y se reían en el medio de conversaciones triviales.
-Tiene buena pinta. - Dong Mi sonrió, posando una de sus manos sobre el hombro de Moonbin mientras caminaban juntos hacia el interior del bar.
Dong Min recordaba haber pasado gran parte de su adolescencia pasando el tiempo con sus amigos jugando con billares y futbolines, aquello se acercaba bastante a lo que tanto Min Hyuk como él solían elegir cuando se trataba de elegir un buen sitio en el que sentarse a comer. Por lo que ese simple detalle bastó para que los hermanos Lee se relajasen de inmediato.
-Lo imaginé, cuando busqué las imágenes en Google y leí algunas reseñas ví la mención a los billares y algo me dijo que te gustaría este ambiente. Supongo que poco a poco empiezo a conocerte.
-Supongo que sí. - Dong Min sonrió, observando la carta del local sin demasiado interés y con su atención completamente sobre esas mesas de billar que desde hace un tiempo no formaban parte de su rutina.
-¿Por qué no vas a jugar por un rato con Min Hyuk? Puedo encargarme de pedir algo bueno, le pediré recomendaciones al camarero. Ve. - Moonbin sonrió en grande, animando a su chico a ir hacia esa zona del local que parecía haberlo puesto de buen humor instantáneamente.
Dong Min asintió rápidamente y tras dejar el pedido de la cena en manos del magnate prácticamente corrió con su hermano hacia la zona de billares. Moonbin y Sanha los miraron, con todo el dinero que tenían jamás habían jugado a ese tipo de juegos por lo que su curiosidad era evidente. Su padre nunca se los regaló porque no llegaron a pedírselos y en consecuencia ellos nunca sintieron la necesidad de probarlo por sí mismos, de todas formas era obvio que su abuelo no les habría permitido perder tiempo con esas cosas. El viejo Moon siempre había centrado su educación en los estudios y logros académicos.
-¿Han arreglado las cosas? - Sanha se acercó a su hermano, llevaba puestas las gafas que su abuelo solía utilizar para leer el periódico y eso le causó una instantánea sonrisa a Moonbin. Su hermano había empezado a desarrollar una gran afección hacia la ropa de carácter vintage, por lo que atracaba casi constantemente el trastero de la mansión buscando cosas de su interés.
-Algo así, aún me duele que me llamase loco pero al menos el enfado empieza a bajar de nivel y todo ha servido para que Dong Min al fin sea sincero con respecto a cómo se siente con este contrato. Ahora sé mejor que antes hacia donde dirigir nuestras conversaciones o qué hacer con él. En general le gustan las cosas caras y el dinero, sin embargo echa de menos los detalles simples que le aportaba su vieja vida.
Sanha hizo un puchero con los labios y miró sobre los hombros de Moonbin, había intentado ser amigo de Min Hyuk pero por algún motivo siempre acababa siendo rechazado y pateado fuera de la habitación. No le importaba realmente el motivo, pero le dolía estar fallando en su misión de calmar a la fiera que ese muchacho parecía llevar cada día encerrada en su interior.
Lee Min Hyuk no era demasiado sentimental, lo que inmediatamente los convertía en polos opuestos. Sanha había aprendido gracias a Moonbin que expresar los sentimientos siempre era la opción correcta, el hecho de ocultar o callar lo que uno siente siempre termina en una bomba que en algún momento acaba por explotar. Así que cuando él estaba triste lo decía y cuando estaba feliz lo mostraba. El hermano de Dong Min era diferente, este ocultaba su alegría y tristeza, controlaba hasta la más mínima expresión de sentimentalismo en su cuerpo.
-Me preocupa Min Hyuk. - dijo finalmente, regresando la mirada a su hermano mayor. - Él actúa como si nada le afectase pero me da la sensación de que le ocurre algo.
-¿Qué quieres decir? - Moonbin volvió a observar a los dos hermanos, estaban entretenidos jugando con una cerveza en las manos que ni siquiera les había visto pedir.
-A veces se queda atontado mirando a un lugar concreto y cuando trato de hablar con él simplemente me aparta. Sé que no soy precisamente un buen amigo suyo pero aún así no entiendo que es lo que lo hace ser tan... Cortante con todo el mundo. Sí, esa es la palabra adecuada. Cortante. Todo el tiempo.
Moonbin asintió, sabía a qué se estaba refiriendo su hermano. Dong Min también era así, le molestaba hasta respirar cuando algo se escapaba de su control. No se equivocaría jurando que ellos tenían ese carácter en común, la necesidad de mantener su vista fija en un objetivo y alcanzarlo sin que todo se derrumbase ante su mirada, fingiendo que estaban perfectamente bien incluso cuando se encontraban derrotados en su interior. La desesperación temprana o la poca paciencia era común en los hermanos Lee. Quizás estaban cansados de intentarlo, tal vez no les gustaba esforzarse por algo que no estaba dotado de certeza.
-Dong Min también se comporta así, no le des demasiado a la cabeza. - Moonbin sonrió abiertamente y le revolvió el cabello a su hermano pequeño. - Sé que te pedí que te llevaras bien con Min Hyuk pero no te sacrifiques si te trata mal. No es necesario que los dos tengan una amistad, forzar las cosas no servirá de nada.
-¿He tenido la opción de apartarme todo este tiempo? - Sanha sonrió un poco. - A veces me ayuda a sentirme bien cuando estás trabajando, por fin tengo algo de compañía... Sin embargo, la mayor parte del tiempo siento ganas de escapar de sus reacciones frías. Creo que ni siquiera se da cuenta de la manera en que habla hasta unos segundos después de que las palabras abandonen sus labios. Es un poco frustrante porque te daña y un minuto después aprecias el arrepentimiento en su mirada, la forma en la que pretende disculparse pero parece no saber cómo...
Moonbin frunció el ceño, juraría que Min Hyuk era un chico dulce. Si bien al inicio fue algo cruel ya hacía mucho que al menos a él lo trataba con total respeto.
-¿Te ha insultado en alguna ocasión?
Sanha se encogió de hombros y perdió la atención cuando los camareros posaron gran cantidad de platos sobre la mesa.
—Sanha, contesta. - insistió el magnate, sin ocultar su felicidad al ver como la sonrisa de su hermano menor se ensanchaba tan pronto como la comida tocaba su boca.
-A veces, si le insisto demasiado termina frustrado. Me dice que soy realmente como una garrapata y que ya no lo dejo solo ni para dormir. - Sanha suspiró al notar como los dos hermanos se acercaban a la mesa sin prisa. - No le digas nada a Dong Min pero he notado que Min Hyuk llora en las noches, así que he fingido estar mal para colarme en su cama y abrazarlo. Ese es el otro motivo por el que creo que algo le está sucediendo. No hay una sola madrugada en la que no llore.
Sanha era una persona con un corazón cálido y repleto de amor, no tener amigos en Seúl a veces lo hacía tímido, a menudo incluso complicado de entender por las decisiones que tomaba. Con doce años trató de convencer a sus cuidadoras para que dejasen de llevarlo a clase, argumentó que estudiaría más arduamente en casa pero nadie le prestó atención porque jamás dijo en voz alta que continuamente era víctima de acoso por parte de cada uno de sus compañeros. Sanha era el tipo de ser humano que podía expresar felicidad o tristeza fácilmente, pero también el tipo de chico que sufre en silencio porque cree que sus problemas no deben afectar a la vida de los demás y menos todavía a la felicidad de aquellos que lo aman.
-No te equivocabas con la carne. - Dong Min se había sentado a un lado del magnate, sus brazos rozandose, sin casi espacio entre ellos. - ¿Te sucede algo?
-Estaba pensando en que te ves realmente bien en tu elemento. Hasta la luz de este lugar parece hacerte relucir con más intensidad, mi estrella.
El chico de los tatuajes tuvo que tomar varias bocanadas de aire ante las palabras de su marido. Nunca había sido romántico, ni tampoco le gustaban esas tonterías. Y aún así cuando era Moonbin el que creaba esas palabras cargadas de intensidad y sentimiento, su cuerpo parecía revolucionarse. Las piernas le temblaban.
-¿Tu estrella? - su voz abandonó sus labios en forma de susurro ronco.
-Supongo que estoy de buen humor.
La mano del magnate sobre la pierna de Dong Min estaba enviándole al chico una ráfaga de calor a través de todo su cuerpo. ¿Era acaso normal que la piel se le erizase después de solo dos días sin recibir la atención a la que Moonbin lo había acostumbrado?
-Come, se enfriará. - y esa sensación de felicidad que lo atracaba en una red de la que ya no sé atrevía a escapar. - Moonbin, come y deja de decir esas cosas, por favor.
O acabaría perdiendo la cabeza.
-Cuidado con lo que deseas Dong Min, no me gustaría hacerte suplicar esta noche. - susurró el magnate en su oído.
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