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"Sé que tienes espinas, pero te quiero rosa roja. En un tallo de espinas, una hermosa rosa siempre florece. Rojo oscuro, en el lenguaje de las flores es "Te amo". Incluso si mi cuerpo sangra, quiero abrazarte. "

–Beautiful (Monsta X)

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Moonbin alzó la cabeza hacia Dong Min, quien todavía no había dicho una sola palabra desde que le presentó los papeles con la fecha definitiva de la boda, así como el horario de las actividades que realizarían durante la luna de miel y una lista de cosas que podría pedir si así lo deseaba. Le gustaría verlo participar tanto como él mismo en la organización de cada detalle que conllevase la ceremonia. Así que lo observó, curioso por saber la opinión del chico de los tatuajes sobre cualquier otra cosa.

-¿Qué opinas?- no pudo evitar preguntar, un poco ansioso por obtener alguna expresión o reacción de parte del muchacho. Los segundos de silencio le estaban creando teorías acerca de la posibilidad de que Dong Min pudiese estar arrepintiéndose por haber firmado el contrato que los convertiría en esposos durante un año. Al menos ante ellos mismos y otros países, por desgracia sería completamente nulo en Corea.

-No tengo que opinar nada, tú decides. - Dong Min rodó los ojos en respuesta y Moonbin hizo un sonido reprobatorio casi sin poder evitarlo. - Lo mío no es organizar bodas, tú pagas y tú eliges. Para mí tiene sentido. ¿Qué hay de malo con eso?

El magnate asintió a pesar de que no estaba de acuerdo con la actitud que Dong Min había tomado, era cierto que no tenía porque implicarse pero le hubiera gustado como mínimo una reacción sincera a todo lo que estaba preparando para la ceremonia y luna de miel. Podría asegurar que estaba ilusionado y no estaría mintiendo. Cada objeto que revisaba, colores de vajillas que veía o lugares que se planteaba lo hacían sonreír como si en su alma no quedase ni siquiera el más mínimo rastro de la tristeza que desde años atrás frenaba sus sueños.

Estaba haciendo mucho, consiguiendo más cosas de las que cualquier otro ser humano podría debido a su dinero. Lo hacía única y exclusivamente para lograr que aquello le gustase al menos un poco a su prometido, quería verlo sonreír por un instante. Unos segundos de interés eran todo lo que ansiaba. ¿No era enferma acaso su forma de pensar en ese instante? Dong Min solo actuaba, no tenía porque mostrarse ilusionado hacia algo que en realidad probablemente le supondría un enorme dolor de cabeza.

-Esta bien Minnie. ¿Podrías decirme al menos si elegirás por ti mismo el traje o si prefieres que otros se encarguen de eso? Puedo contratar estilistas para que te guíen en caso de que te parezca molesto tener que realizar una elección. Tu hermano dejará que lo lleve a ver ropa para la ocasión, he tardado en convencerlo pero finalmente parece feliz con el hecho de poder tener una tarde de compras. Podrías acompañarnos y tal vez... Ver si hay algo que te interesa. Sé que no será una boda real, sin embargo es una buena excusa para que lleves un traje que realmente te agrade. No dejes eso en mis manos, te lo ruego. Podría cometer el error de escoger algo fuera de tu estilo predilecto.

Dong Min frunció el ceño desde el sillón en el que estaba encajado. El magnate no lograba dejar de pensar en que a veces se parecía a un niño de cinco años con sus berrinches, pucheros y bostezos. A él esos comportamientos tan puros y sinceros solo lo hacía sonreír más y más. No le enfadaba aquella característica del muchacho. Le parecía adorable, en realidad.

-¿Un estilista? -Dong Min lo observó fruncir el ceño pensativo. - ¿Podría adaptarse a mi gusto o tendría que ponerme exclusivamente lo que el estilista elija?

Moonbin le sonrió y dejó los papeles a un lado para tomar asiento junto a Dong Min. Después de mucho tiempo viviendo para y por su trabajo, había decidido tomarse un día libre con el objetivo de avanzar en la organización de los detalles de la boda. Posó las piernas sobre las del chico de los tatuajes, sentándose a su lado en ese sillón individual que los hizo apretarse un poco y lo observó protestar antes de que la respuesta saliera de sus labios.

-Puedo pedirles que se adapten a tu gusto. Te lo he dicho antes, pero no suele gustarte prestar atención durante más tiempo del necesario. - dijo calmadamente el magnate. - Siempre que prometas llevar un traje, es mi única petición... Me gustaría verte en uno el día de nuestro enlace. No tengo nada en contra de tu ropa pero quiero que brilles más que nunca mientras pongo un anillo de esmeralda en tu mano.

-¿No es eso ostentoso para el humilde Moonbin? - Dong Min ni siquiera lo miraba, estaba demasiado confundido acerca de ver a su prometido llevando pantalones flojos y una camiseta que se ceñía a los músculos de sus brazos. Esa mañana el magnate no había ido a la empresa, en su lugar se había permitido dormir un par de horas más para a continuación salir a correr por los alrededores verdes que bordeaban la enorme casa de los hermanos Moon. Aún sentía curiosidad acerca de demasiadas cosas que envolvían a Moonbin, se castigaba a sí mismo por cada una de ellas.

-No soy humilde, nadie en su sano juicio se creería que lo soy. No me gusta presumir de todo lo que tengo pero eso en ningún momento implica que no disfrute de mi dinero o lo malgaste de vez en cuando. Todos tenemos ciertos fetiches o caprichos, el mío es que brilles durante la ceremonia y para eso me he encargado de pedir un anillo diseñado para la ocasión. Más adelante podrás modificarlo por una alianza simple si lo prefieres. - el magnate pasó uno de sus dedos por la manzana de Adán de Dong Min. - Puedo gastar mucho dinero en cosas temporales, objetos que terminó rompiendo o perdiendo. Es uno de mis mayores defectos, Minnie.

El chico de los tatuajes pestañeo confuso, otro de los gestos que Moonbin había comenzado a disfrutar de él. Su rostro era un mar de expresiones y algún día lograría distinguir cada una de estas con un poco de suerte de su parte.

-¿Estas hablando de mi?- por supuesto que había entendido lo que el magnate trataba de expresar, pero no le gustaba ser comparado a cualquier otro de los objetos que su prometido adquiría. Él no quería ser un capricho porque eso hacía todo mucho peor, eso haría que realmente se sintiera como un maldito juguete para un niño rico que se encontraba demasiado aburrido.

-Bueno he pensado en ti pero eso no es exactamente a lo que me refería Minnie. Podría incluirte en la lista pero incluso si tratas de parecer una fría estatua sigues siendo una persona y no puedo comprarte. No quiero comprarte de ninguna forma, simplemente he ofrecido un trato que aceptaste. - Moonbin se tomó unos segundos para pensar. - Y espero de verás jamás romperte o lastimarte.

-Definitivamente me has comprado. - Dong Min apartó la cara cuando Moonbin trató de acariciar su mejilla. - ¿Te sientes mejor por las noches pensando que no...

-No Minnie, no me siento mejor. Pero es difícil para mí admitir en voz alta que para poder experimentar el tipo de amor pasional que deseo, incluso si este es falso, he tenido que pagar. - Moonbin cambió de posición en el sofá y se sentó apoyando sus hombros en sus rodillas. Espalda curvada y sus ojos mirando hacia abajo. - Es frustrante.

En esos momentos el silencio los rodeó a ambos, adueñándose de la situación en un instante. Tan solo el sonido de sus respiraciones y el viento haciendo bailar las ramas de los árboles en el exterior podía interrumpir la calma tensa.

-Oye yo... - Dong Min llevó su mano a la espalda de Moonbin y lo acarició con incomodidad. De repente se sentía extraño por haber usado el contrato en contra de Moonbin. - No quise ofenderte, pero no es bueno que niegues la realidad.

-Lo sé. - contestó el magnate, sumido en sus propios pensamientos. Claro que él lo sabía. Todas las noches, en medio del insomnio, se preguntaba en voz baja si acaso estaba siendo egoísta al obligar de alguna manera a un chico necesitado a ser su pareja y acatar su ritmo de vida. - No estoy tranquilo con esto. No me gusta.

Clavó sus cortas uñas en la piel de sus brazos por puro instinto de supervivencia, era una forma de calmar el estrés que por desgracia Sanha y él habían adquirido después de años siendo educados por un abuelo que no era amigo de las protestas. Picores, cada vez que se sentía nervioso el interior de sus brazos se llenaba de sarpullidos rojizos que parecían quemar y que acababan por cubrir su piel debido a que no lograba dejar de rascarse en consecuencia.

Se encontraba tan cansado de sí mismo que a veces la voz que sonaba en su conciencia hacía que le doliese la cabeza. Demasiado alto, el tono de sus pensamientos le destrozaba los tímpanos. Nadie a parte de él comprendería nunca la molestia que una simple voz imaginaria podía llegar a causar. Había cometido tantísimos errores a lo largo de su vida, no cuidar de su hermano pequeño como este merecía había sido el primero y más importante de ellos.

-Binnie. - Dong Min acarició con más calma la espalda del magnate. - Yo he aceptado esto, así que no lo pienses demasiado.

Incluso él sabía que decirlo era mucho más fácil que hacerlo. Dong Min al igual que Moonbin entendía que cuando la mente está enferma ninguna orden del cerebro es suficiente para calmar su dolor. No hay nada que una persona pueda hacer salvo esperar e ir con cuidado en la sanación de todo lo que la lastima. Nadie cura las heridas sin que estás dejen en el proceso alguna sensación de sufrimiento. Los moratones no desaparecen sin que al rozarlos duelan.

-Lo intento. - confesó el magnate con los ojos en el suelo, todavía sin atreverse a mirarlo. - Pero los resultados no llegan.

-Entonces trata de tomarlo con calma. - Dong Min suspiró. - Sabes que a mi no me agrada esto del todo, pero gracias a tu dinero mi hermano tendrá una buena vida y eso me inspira a seguir con este contrato. Nos estás dando un futuro, así que cuando te lleguen esas dudas piensa en ello. Recuerda que tu prometido quiere al dinero más que a su propia persona, no es tu culpa. Solo mía por aceptar.

Moonbin asintió antes de levantarse, en realidad las palabras de Dong Min habían hecho que se sintiera todavía peor. Su prometido ni siquiera quería el dinero para él mismo o pagarse caprichos. No, Dong Min lo ansiaba para poder darle una buena vida a Min Hyuk.

-Mira un poco más los papeles, si hay algún lugar que quieras visitar no dudes en comentármelo. Iré a ver como va mi hermano con su proyecto de ciencias.

Moonbin abandonó la sala después de eso, dejando a Dong Min solo con todo el papeleo además de varias preguntas que nunca se permitió a sí mismo que llegaran a escapar de sus labios. El magnate necesitaba despejarse un poco y olvidarse de la culpabilidad que en esos instantes había regresado a su cabeza. Se sentía más que simplemente mal por aprovechar la desesperación de dos chicos con necesidad económica. Él había visto la destartalada casa en la que solían vivir, él sabía que estaban mal en aquel lugar. Había aprovechado eso para ganar un chico y en consecuencia se había convertido en el tipo de persona que usa el dinero para hacerse con cada capricho que sobrevuela su cabeza en determinado momento.

Se estaba convirtiendo en aquello que había jurado no ser jamás. Un monstruo.

-Ah, odio esta mierda. - Moonbin dejó a un lado sus pensamientos deprimentes cuando escuchó la voz cansada de Min Hyuk, quien apoyaba sus brazos en el escritorio de su habitación y veía con ojos estresados la maqueta de ciencias deshacerse después de horas de trabajo.

Con una inevitable sonrisa se acercó a la puerta entreabierta del cuarto del hermano de Dong Min y echó un pequeño vistazo a lo que este hacía, siendo vencido por su curiosidad.

-¿Necesitas ayuda con eso? - pasaron varios segundos hasta que Min Hyuk miró a Moonbin con evidente cansancio en sus pupilas. No quería ayuda pero la necesitaba, se había pasado la tarde tratando de montar su proyecto y cada vez que creía haberlo terminado con éxito, todo se hacía pedazos. Era la mejor moraleja de su vida que había tenido el placer de observar.

Dong Min nunca lo ayudaba, quizás por eso era reacio a aceptar que no podía hacer algo tan sencillo por sí mismo. Su hermano le había enseñado a ser independiente, a hacer las cosas solo, a encontrar la solución del problema sin molestar a los demás o perturbar a quienes no tenían nada que ver con sus frustraciones. Sin embargo asintió. Incluso si era el malvado magnate a quien le estaba cediendo el exclusivo lugar de ser la primera persona de quién recibiría un poco de ayuda. E incluso si aún no le agradaba el hombre que estaba comprando la vida de su hermano por un año entero.

-¿Cuál es el problema? - Min Hyuk observó atentamente a Moonbin cuando este se sentó a su lado inspeccionando cada uno de los materiales que había usado.

Al menos el magnate era guapo, Dong Min no sufriría tanto con alguien así. No era el viejo verde que se había llegado a imaginar cuando su hermano mayor le contó todo acerca de ese extraño contrato. Confundido por el rumbo de sus propios pensamientos, alejó esas ideas de su cabeza y tragó saliva

- Min Hyuk, explícame qué es lo que sucede y así podré ayudarte. ¿Dónde te estás quedando atrapado con la maqueta?

El pequeño de los Lee parpadeó rápidamente y se sentó de forma recta en la silla. Estaba un poco nervioso y sentía su corazón martillar en su pecho y oídos, por algún motivo que no llegaba a comprender.

-Yo... He logrado terminar la maqueta pero tras unos minutos todo empieza a despegarse y caerse. - Moonbin asintió ante sus palabras, lo estaba escuchando y eso le agradaba. De hecho incluso había tomado el papel con las instrucciones de la maqueta de ciencias para revisarlas. - Creo que lo he hecho todo bien pero sigue deshaciéndose.

Moonbin sonrió levemente mientras asentía.

-Deja que ponga algo de música. - dijo dedicándole una cálida mirada al pequeño de los Lee y deshaciéndose de la chaqueta que portaba sobre su camiseta de deporte. - Tenemos mucho trabajo por delante, has montado las trabillas mal así que cuando tratas de sujetar los objetos, estos terminan resbalando a pesar del pegamento. Te ayudaré a ponerlas todas desde cero.

-Mierda. ¿Era solo eso? Realmente, soy imbécil. - exclamó el chico, exasperado.

-No lo eres, Min Hyuk. No deberías tener tan baja estima de ti mismo. - Moonbin acarició su cabello haciéndolo sentirse extrañamente cálido. - Las personas cometemos errores de vez en cuando. No prestes atención a esto, una vez que sepas cómo colocarlas no te sucederá de nuevo. No existe todavía un solo ser humano que aprenda a hacer algo de la nada. La ayuda es buena de vez en cuando, demuestra que tienes interés por hacer las cosas del modo adecuado desde el inicio.

Asintió mirando al magnate, este ya había comenzado a arreglar la posición de las trabillas de su maqueta de ciencias. Min Hyuk se mantenía quieto sin saber que hacer o cómo reaccionar, las palabras de Moonbin eran en realidad contrarias a su filosofía de vida. Dong Min y él creían fielmente que pedir favores siempre terminaba con deudas difíciles de pagar.

-Aquí. - Moonbin señaló la trabilla que Min Hyuk mantenía entre los dedos de su mano. - Solo tienes que girarlas para que queden alineadas, de ese modo soportará mejor el peso y no se despegarán o caerán. Ocúpate de la parte izquierda y yo haré la derecha.

Una vez más el hermano de Dong Min asintió en silencio, demasiado confundido con la forma en la que se sentía como para dejar salir palabras de su boca.

-Yo cometí el mismo error cientos de veces antes de darme cuenta de lo que sucedía. Tendrías que verme luchando en silencio mientras Sanha marcaba en un papel líneas contabilizando la cantidad de veces que mi maqueta quedaba mal por alguna razón. - el magnate miró a Min Hyuk. - Colocaba todo lentamente y debo presumir de que era bastante exquisito con cada pieza colocada, pero al final nunca se sostenían. Terminaban por partirse, caerse o simplemente no encajaban. Mi padre me explicó cuando era pequeño cómo hacerlo de la manera correcta y yo se lo expliqué a Sanha hace unos años. Ahora lo comparto contigo.

Min Hyuk quiso agradecérselo, sin embargo no podía o no sabía. No era bueno en la tarea de expresarse, así que no dijo nada a pesar de que se sentía bien por la ayuda del magnate. Aún sentía cierta rabia al pensar que Dong Min tendría que sacrificar trescientos sesenta y cinco días de su vida para ganarse el dinero que este le prometía.

-Creo que ya sé cómo hacerlo, no necesito tu ayuda a partir de aquí. - respondió de un momento a otro.

-¿Estás seguro? No me molesta ayudarte. Necesito distraerme, ya que tengo el día libre en el trabajo y...

-Vete por favor, la quiero acabar por mi mismo. No soy un inútil que...

-Sé que no lo eres Min Hyuk. - lo interrumpió Moonbin. - Descansa un poco antes de seguir. Pídele algo de comer a nuestro cocinero y asegúrate de que la espalda no te duela.

El pequeño de los Lee asintió de nuevo, sorprendido por la atención que el magnate le había regalado. No estaba acostumbrado a ese tipo de cosas pero lo cierto es que no le molestaba, casi le gustaba ser el centro de atención de alguien por unos instantes. Y ese era su problema, cuando las personas empezaban a prestarle un poco de atención se volvía adepto a eso.

Moonbin abandonó la habitación finalmente horas después de haber entrado en la misma, caminó por los pasillos solitarios de la mansión, revisó el trabajo de su hermano Sanha y cuando sintió que ya no le quedaba nada más por hacer buscó a Do g Min. Quería verlo de nuevo después de su pésima reacción de esa tarde, ansiaba sostenerlo entre sus brazos y sentir ese amor falso que lo llenaba de felicidad.

Así que caminó hacia la biblioteca de la casa donde sabía que muchas veces el chico de los tatuajes se escondía entre libros de aventuras y dioses griegos. Lo tomó entre sus brazos encantado por recibir un beso lento a la par y suave de su parte, entonces Dong Min se acomodó sobre sus rodillas escondiendo la cara en el hueco de su cuello para dejar que Moonbin leyese en voz alta como ya se había convertido en costumbre para los dos. Acunándolo en sus brazos tibios.

En ocasiones como esa sentía que dolorosamente tenía un hogar, uno tan falso como sus palabras y besos encadenados.

"Me parece que es igual a los dioses, el hombre aquel que frente a ti se sienta y a tu lado absorto escucha mientras dulcemente hablas."

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