8
Kenma abrió sus ojos con impresión al ver al pelinaranja frente a él. Se acercó preocupado y tomó su rostro entre sus manos, observando las ojeras y el rostro cansado de su menor.
— Diablos, debiste dormir pésimo.
— Así fue. — Bostezó. — En fin, vamos a clase.
Kozume sonrió y asintió, siguiendo a su amigo hasta sus respectivos asientos. Solo que al entrar al salón Hinata se detuvo notando que su sitio ya estaba ocupado. Suspiró con cansancio y caminó hasta el asiento detrás de Kenma, el cual estaba desocupado.
— La detesto. — Susurró el rubio entre dientes hacia Shōyō, quien sonrió negando.
— Da igual.
Tobio, quien ya estaba ahí, se giró hacia Hinata, notando que se encontraba recostado sobre su mesa.
— ... Entonces mi padre dijo que podrías ir cuando quisieras. — Finalizó la rubia. Kageyama la miró y asintió una última vez antes de colocarse en pie y tomar sus cosas. — Oye... ¿A dónde vas?
El azabache no respondió, solamente se giró y caminó dos asientos atrás, dejándose caer en el asiento al lado del pelinaranja. Kozume sonrió con burla hacia la rubia quien miraba la escena incrédula, Yachi no podía creer que fuese tan fácil de cambiar, aunque en realidad para Kageyama ella no era más que una molestia.
— Hinata. — El menor se sobresaltó, elevando la mirada y mirando al azabache a su lado. — ¿Dormiste mal?
— Uhm, yo... — Shōyō sintió como sus orejas comenzaban a enrojecer ante la mirada fija del ojiazul en él. — Sí... Podría decirse.
— ¿Te sientes mal? — Hinata negó, volviendo a recostarse sobre la mesa. Kageyama lo imitó, pero con la diferencia de que su rostro se encontraba viendo hacia Shōyō, quien mantenía sus ojos cerrados.
Kageyama estiró un poco su mano, pero antes de llegar a tocar los sedosos cabellos del menor, se detuvo. Apartó su mano y suspiró, pensando en qué demonios le sucedía esos días. No podía simplemente no pensar en Hinata. Hinata, Hinata, Hinata, comenzaba a ser irritante, irritantemente agradable.
— Espérame en la salida. — Shōyō abrió sus ojos, encontrándose nuevamente con la mirada profunda del azabache.
— Claro. — Respondió, dando una pequeña sonrisa.
Ambos se sentaron correctamente ante la llegada del profesor, la primera clase pasó como siempre: tomando notas, prestando atención, participando.
A la hora del desayuno, Hinata se encontraba saliendo del salón, camino a comprar su desayuno para después ir a buscar al mayor y comer juntos. Solo que esta vez fue Tobio quien le detuvo tomándole suavemente del brazo.
— Iré contigo. — Shōyō parpadeó un par de veces, después negó con una sonrisa.
— Sé que no te agrada el ambiente de la cafetería, Kageyama, espérame en la banca.
— No. — Hinata infló sus mejillas y después soltó el aire de golpe. — Andando.
— Bien, bien. ¡Kenma! ¡Espéranos! — El rubio se detuvo, y se giró con impresión, notando al azabache y al pelinaranja caminando hacia él. Sonrió y cuando ambos se unieron, caminaron en silencio hacia la cafetería.
Una vez entraron, Kenma le señaló a Kageyama la mesa en la que se sentaban, de alguna forma Tobio siempre tenía su desayuno preparado, por lo que asintió y fue a tomar asiento a la mesa, esperando por Hinata y su amigo.
— Lo he descubierto. — Aseguró, Shōyō le miró confundido. — Eres brujo, definitivamente.
— ¿Brujo? ¿Por qué? — Rió el menor, pidiendo lo que deseaba y pagando.
— Simplemente eres increíble. — Kenma hizo lo mismo y juntos caminaron hacia la mesa en la que esperaba Tobio.
Nuevamente y comenzando a ser una molestia, allí se encontraba Hitoka, hablando con Kageyama, bastante cerca del mismo. Shōyō frunció su ceño y caminó sin prisa hasta la mesa, después simplemente posó la bandeja al lado de Tobio y se sentó en silencio. Kozume tomó asiento al lado de su amigo, y comenzaron a comer, como si aquel par no estuviese allí.
— Shōyō. — Hinata miró al rubio. — ¿Te parece si trabajamos juntos en el proyecto que ha dejado el profesor?
— Podemos trabajar juntos si así lo quieres, Kageyama. — Habló también Yachi.
— Voy a trabajar con Shōyō. — Hinata miró al azabache, notando su ceño fruncido. — Hemos acordado eso.
— ¿Lo hicimos? — Tobio rodó los ojos. — Oh... Sí, lo hicimos. — Kenma sonrió incrédulo. Unos segundos después otro azabache de tercer año se acercó a la mesa, sentándose al lado de Kozume y depositando un beso en su mejilla.
— Siento la demora, los chicos no me dejaban venir.
— No hay prisa. — Kuroo miró al chico al lado de Hinata antes de que sus ojos se abrieran con sorpresa.
— ¿Kageyama Tobio en la cafetería? — El ojiazul elevó una ceja. — Hey, no lo tomes a mal, solo es sorprendente verte aquí. — El azabache no respondió, Tetsurō miró a Yachi, quien seguía al lado del ojiazul. — Ah, Yachi.
— ¿Algún problema, Kuroo? — Preguntó con una fingida sonrisa.
— Sí, el ambiente sería mejor si no estuvieras aquí. — Sonrió falso. Para la mala suerte de la rubia, Tetsurō y sus amigos no ocultaban su desagrado hacia ella, y siempre se lo hacían saber, pues para Kuroo, Oikawa y su grupo de amigos ella era una víbora que deseaban que se fuera de ese sitio cuanto antes.
— Qué mal por ti, estoy con Kageyama.
— Yo creo que Kageyama no te quiere cerca. — Kozume sonrió, apoyando su cabeza sobre la palma de su mano, mirando al azabache al lado de su amigo, quien se había alejado sin que la chica se diera cuenta, y ahora incluso rozaba su hombro con el del pelinaranja.
— Tú no sabes eso, rubia teñida. — Tetsurō borró su sonrisa, frunciendo su ceño.
— ¿Cómo acabas de llamarle? — Sus iris se oscureciendo mientras un ambiente tenso se apoderaba del sitio.
— Rubia teñida. ¿Te ha ofendido? — Kuroo se puso de pie de golpe, acercándose a la rubia a pesar de las palabras de Kenma porque se detuviera.
Hinata frunció su ceño, y antes de que el azabache mayor hiciese algo, se puso de pie, tomando su bandeja y la muñeca de Tobio. El ojiazul le miró por unos segundos, después tomó también su comida y se marchó del sitio siendo tirado por el menor.
Kozume y Tetsurō observaron sorprendidos a la pareja marcharse. ¿Hinata Shōyō acababa de irse molesto?
¿Molesto?
— Deberías de ir a avisarle a Oikawa. — Habló Kenma, Kuroo le miró con su ceño fruncido.
— No hablaré con él.
— No seas infantil. — El azabache suspiró rendido y asintió, besando la frente del menor antes de girarse e irse.
Kenma miró a Yachi por unos segundos antes de ignorarla y continuar comiendo. Le escuchó quejarse un par de veces, después de eso se marchó del sitio, con sus orejas rojas de la molestia.
Kageyama se sentó al lado de Hinata y le miró, notando que su expresión molesta había desaparecido, y su rostro tranquilo había vuelto. Sonrió, y estiró su mano acariciando los cabellos del pelinaranja. Shōyō se tensó, para después relajarse y sonreír ante la agradable sensación del mayor acariciando sus cabellos.
— Lo siento. — Hinata se atragantó con su comida.
— ¿Por qué lo dices? — Tobio frunció su ceño.
— Me encargaré de que ella no siga molestándote.
— Kageyama, Yachi no me ha hecho nada a mí, siempre pasa pegada como chicle a ti. — Tobio asintió. — ¿Entonces?
— Te molesta. ¿No es así? — Hinata apartó su mirada de inmediato. Negó, intentando sonreír, aunque solamente salió una mueca. — Y porque te molesta me encargaré de alejarla.
— Ella llegó primero, entiendo que se sienta reemplazada.
— Ella no es nada mío, tampoco lo será nunca. — Shōyō miró al azabache, quien se inclinó hacia el menor, demasiado cerca como para lograr que el rostro del más pequeño se pintara de rojo. — No te compares con ella, mucho menos pienses que me iré con ella y te dejaré botado.
— K-Kageyama hablas como si fuéramos mejores amigos. — Rió nervioso el ojimarrón. Tobio elevó una de sus cejas, sin alejarse. — Uhm... ¿Solo amigo, entonces? — Suspiró, el mayor parecía no querer apartarse, por lo que Hinata sólo movió su rostro, evitando mirar a sus profundos ojos.
— Hinata eres más que un amigo para mí. — La piel del más joven se erizó, volvió a girar su rostro, mirando incrédulo al azabache quien ya se había alejado y comía como si nada hubiese pasado.
Shōyō apretó sus labios, se sentía extrañamente nervioso, y de alguna forma aquello le hacía sentir bien, algo cosquilleaba en su estómago, haciéndole querer decir algo, pero no había palabras para responder al mayor en ese momento.
Comieron en silencio hasta ambos terminar sus respectivos desayunos, Shōyō dejó la bandeja a un lado, mirando fijamente el suelo.
— ¿Devolverás eso? — Shōyō asintió. — No te quedes callado.
— Oye, tú eres el que no habla con los demás. — Recordó Hinata.
— Lo sé. — Respondió. — Pero no estoy acostumbrado a que no hables, di algo... Lo que sea.
— Bien. — Suspiró. — ¿Sabías que la J es la única letra que no aparece en la tabla Periódica? — Kageyama frunció el ceño. — Me pediste que dijese cualquier cosa.
— Sí, lo hice. — Se puso de pie. — Te acompaño.
El pelinaranja asintió, tomando la bandeja y dejando los desechos en su sitio. Fueron hasta la cafetería, en donde Hinata dejó la bandeja en su sitio y pasaron comprando algo, el mayor una caja de leche, y el menor una botella de agua.
— ¿Entonces haremos el trabajo juntos?
— Sí, como todos. — Hinata le miró con una sonrisa. — Acostúmbrate.
— Ya lo hice, no te preocupes. — Entraron juntos al salón, Yachi se encontraba en el sitio en el que usualmente se sentaba Shōyō, ambos se miraron entre sí por un momento. — Supongo que ahora tendré nuevo sitio.
— Yo también. — Tobio tomó a Hinata de la muñeca y le guió hasta los asientos detrás de Kozume, sentándose.
— Oye, Kageyama... — Shōyō apretó sus labios, jugando con sus manos. — Sé que no es momento, pero... ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Sí.
Hinata posó sus ojos sobre los azules profundos que le observaban. — ¿Por qué decidiste ser diferente conmigo?
— ¿De qué hablas?
— Creo que no es algo complicado de entender. — Agregó el pelinaranja. — No hablabas ni socializabas con nadie, pero tú tan solo... Eres diferente conmigo. ¿Por qué? — Kageyama tragó duro, él también se preguntaba lo mismo, pero no encontraba aún una respuesta aparte de la ya encontrada tiempo atrás.
— Quizás es porque me gustas. — Hinata se atragantó. "Qué directo" Pensó el pelinaranja. — Pero no sé de qué forma me gustas.
— ¿A qué te refieres? — Un pequeño y casi imperceptible sonrojo apareció en las mejillas de mayor.
— Me gusta cuando estoy contigo, y también cuando hago trabajos junto a ti... Es diferente. — Hinata asintió, sintiendo como su rostro ardía. — ¿Qué hay de ti? ¿Por qué decidiste continuar a mi lado a pesar de cómo soy?
— ¿Yo? — Hizo una mueca. — También me gusta estar contigo, es agradable, haces buenos trabajos, y a pesar de que no hablas mucho es cómodo desayunar contigo. — Sonrió avergonzado. — Me gustas Kageyama.
— También me gustas, Hinata. — Kozume abrió sus ojos como platos tras llegar y escucharles.
— ¿¡Son pareja!? — Exclamó, en un susurro.
— ¿Eh? — Tobio miró a Hinata quien cubrió su rostro totalmente sonrojado y negaba. — No lo sé. Nunca he tenido una relación, tampoco sé cómo llevar una.
— Bueno, si se gustan entre sí, pueden ser pareja. — Kenma se encogió de hombros. — ¿Por qué estoy explicando esto? Diablos, parecen un par de idiotas enamorados que no saben qué hacer.
El rubio se sentó molesto en su sitio, no entendía a ese par, por más que Shōyō fuese su amigo, no lo comprendía del todo.
La clase comenzó con la llegada del profesor. En esa clase, tanto Shōyō como Tobio debieron de presentar su trabajo de investigación. No fue sorpresa para nadie cuando el profesor los calificó con un diez, pues estaba más que merecida esa calificación.
El día continuó como siempre hasta que fue hora de salida y ambos salieron del sitio, caminando a la cafetería cercana a la universidad.
Kageyama miró al menor a su lado, las palabras del rubio amigo de Hinata aún estaban en su cabeza. Tobio nunca había tenido una relación, jamás, siempre se vió interesado en sus estudios, y cuando su abuelo intentó emparejarlo con cierta rubia, ni siquiera mostró interés, su abuelo lo comprendió y no volvió a insistir, el hombre tan solo quería ver a su nieto ser feliz con una pareja, un omega bueno, sin importar su raza, sexo, género o estatus.
Tobio dió una pequeña sonrisa, sí, estaba más que convencido. Quizás aún era muy pronto para tomarlo en serio, pero... Kageyama se sentía atraído de cierta manera hacia el pelinaranja, y algo en su cabeza hueca le decía que el menor también se sentía igual.
~❃~
— Oi, no lo hagas. — Pidió Hinata, tomando del brazo a Tobio, aunque este ya había entregado el dinero a la mujer de la caja. — Qué terco.
— Eres un necio. — Kageyama le tomó de los hombros y le giró. — Ve a sentarte.
— Bien, bien, bien. — Bufó el menor, caminando a una de las tantas mesas libres.
Tobio esperó por la orden, y al estar lista, las tomó, yendo a la mesa en la que se encontraba el pelinaranja. Tomó asiento a su lado y le entregó lo que él había pedido, Hinata agradeció.
— Te devolveré el dinero ma-
— No. — Shōyō frunció su ceño. — Come.
Hinata rodó los ojos asintiendo. Comenzó a comer, abriendo los ojos con sorpresa al saborear lo delicioso que sabía el pastel pedido.
— Debes probar esto. — El menor se giró hacia Kageyama, quien asintió. Hinata tomó un trozo de pastel con su cuchara y estiró su brazo hacia el azabache, quien abrió su boca y lo comió. Estuvo de acuerdo con el pelinaranja, sabía delicioso.
— Sabe bien. — Sonrió. — Prueba esto. — Movió su plato hacia Shōyō, quien con su cuchara tomó un trozo del postre que comía el ojiazul y lo llevó a su boca. Tobio volvió a sonreír al notar los ojos de Hinata brillar, lo que le aseguró que le había gustado el postre. — ¿Quieres cambiar?
— ¿Podemos? — Kageyama tomó el pastel de Hinata y lo intercambió por su postre, el más joven agradeció, comenzando a devorar la comida.
— No comas muy rápido. — Tobio posó una mano sobre su hombro, notando al menor asentir, aunque hizo caso omiso.
Al terminar de comer Hinata se giró hacia el azabache, quien posó sus ojos sobre él, notando la mancha en la mejilla del ojimarrón. El mayor estiró su brazo y limpió la mancha sin decir nada, lamiendo después su pulgar. El rostro de Shōyō tomó color, mirando a Tobio fijamente, quien solamente se mantenía en silencio.
Kageyama dió una pequeña sonrisa, y estirando su mano, tomó la nuca del menor, inclinándose hacia el frente. Hinata comenzó a sentir sus piernas temblar, mientras el aliento del ojiazul chocaba contra sus labios aún humedecidos.
— Hinata... — Llamó el azabache, frunciendo su ceño. — Te besaré. — Las orejas de Shōyō se enrojecieron aún más.
— ¡No digas lo que harás, baka! — Tobio elevó una ceja. ¿Acaso primero no debía de pedirle permiso a la otra persona involucrada? Sonriente solo hizo lo que pensó hacer inicialmente: Unió sus labios con los contrarios.
Hinata cerró sus ojos, disfrutando de la suavidad de los labios ajenos. ¿Lo que hacía estaba correcto? No lo sabía, tampoco lo pensaría en ese momento, sólo se dedicaba a corresponder ese dulce beso. Solo era un delicado toque, nada más que eso.
Al alejarse del otro, Shōyō sintió un revoltijo en su estómago, y una pequeña sonrisa se estiró en su rostro.
¿Por qué estaba tan feliz?
Kageyama observó los labios del menor antes de volver a tomar su nuca y unir nuevamente sus labios, esta vez en un beso más largo y suave, sus labios danzando lentamente mientras el dulce sabor de los postres anteriormente devorados era intercambiado entre ambos. Tobio se sentía adicto, sentía que quería estar unido a los belfos del menor por siempre, no quería alejarse y eso le molestaba, porque todas sus sospechas y dudas estaban resueltas.
Tobio verdaderamente se encontraba enamorado de Hinata Shōyō, del chico que había logrado abrir su corazón en tan poco tiempo, el único.
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📌Un voto y un comentario se agradece.
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