6
— Hinata. — El pelinaranja sintió sus mejillas picar antes de girarse y sonreír alegre. El azabache se mantenía con su expresión seria, aunque algo dentro de él le decía que diese por lo menos una sonrisa, Shōyō parecía alegrarse de su presencia, en cambio su rostro debía de parecer como si no quisiera estar ahí.
Realmente no quería, pero de alguna forma terminó en esa situación.
— ¡Kageyama! ¡Qué bueno que llegaste! — El menor movió su cabeza, en señal de que le siguiera, así lo hizo, caminando al lado del más bajo.
En la calle, un auto se estacionó, y de este bajo Oikawa, quien vestía demasiado bien para ser una simple fiesta de estudiantes universitarios. El ceño de Kageyama se frunció, al igual que el ceño de Oikawa, ambos se miraron entre sí por unos segundos, no fue hasta que Shōyō interrumpió que dejaron de hacerlo.
— ¿Es muy lejos?
— Para nada. — Tōru sonrió, tomándole de los hombros, Tobio le observó durante unos segundos desde su sitio, más que claro estaba que el azabache creía que Oikawa era un alfa coqueto, como todos los demás, y de alguna forma le incomodaba como tomaba de los hombros al menor de los tres y lo adentraba a su auto. — Súbete, Tobio, o te dejaremos botado, realmente no me importa si no vas.
— Tōru, no seas maleducado. — Oikawa sonrió, subiendo al asiento del copiloto. Kageyama subió de mala gana al automóvil, en los asientos traseros junto a pelinaranja, quien se veía emocionado.
— ¿No has ido nunca a una fiesta? — La curiosidad le ganó al ojiazul. Hinata le miró y sonrió antes de negar.
— No, nunca, pero si contamos las fiestas infantiles y familiares a las que iba por obligación de mis padres, sí. — Tobio negó, Hinata no sabía en lo que se metía. El azabache quería creer que al menos había probado el alcohol una vez, y no quería andar cuidando al menor de que no probara sustancias ilícitas.
Llegaron a su destino en cinco minutos, Shōyō y Kageyama bajaron del auto, siguiendo a Tōru. Al entrar al sitio, Hinata se sorprendió ante la gran cantidad de personas que había, podrían ser casi todos los de tercer año reunidos.
— Si necesitan algo, búsquenme. — Habló Oikawa, mirando a su pareja acercarse a él. — Oh, Tobio. — El azabache le miró soso. — Cuida del pequeño Shōyō por mí, si algo le sucede es tu responsabilidad.
— No soy un niño, Tōru. — Se quejó Hinata.
— Lo sé, lo sé. — Sonrió revolviendo los cabellos del menor, después de esto se despidió con la mano, yéndose con Iwaizumi.
Hinata miró a Kageyama, quien hizo lo mismo, segundos después el azabache era arrastrado a la barra de bebidas por el más bajo, quien insistía que necesitaba beber algo que le diese energía.
— Espera. — Tobio detuvo al menor de tomar un vaso de cerveza. Se giró y tomó un par de bocadillos que allí había. — Cómelos.
— Oh, vamos, no beberé tanto.
— Cómelos. — Repitió. Shōyō abultó los labios y de mala gana tomó los bocadillos, devorándolos en segundos, después de eso no dudó en tomar el vaso de cerveza y comenzar a beberlo.
Ambos se mantuvieron en su sitio observando a los demás por unos minutos, hasta que, después de un par de vasos de cerveza, Hinata comenzó a sentir la necesidad de unirse a la fiesta. Por supuesto que al azabache a su lado no le agradaba la idea, su ceño se mantenía fruncido, mirando a las demás personas bailar, beber y besarse sin vergüenza alguna frente a todos, era increíblemente desagradable.
Shōyō le tomó de la muñeca y comenzó a tirar de él, el ojiazul intentaba soltarse en vano –para no lastimar al menor–, y por qué no quería llamar la atención.
— ¡Anda, no seas amargado! — Shōyō rió, arrastrándole al centro del sitio.
— Te he dicho que no sé bailar.
— ¡No tienes que bailar, solo disfruta de la música! — Hinata comenzó a saltar en su sitio, dejándose llevar por el ambiente.
Tobio le miró durante unos segundos. Los cabellos del menor saltaban junto a él, y parecía realmente disfrutar del ambiente. Después de unos segundos, rendido, suspiró imitando al menor, con rostro de pocos amigos, que tiempo más tarde comenzó a relajarse.
Los ojos de los presentes no tardaron en moverse hacia la pareja en el centro del sitio quien se movía al ritmo de 'Loba', con el menor cantando a todo pulmón una de sus canciones favoritas.
Tobio le miró durante unos segundos, mientras una inconsciente y pequeña sonrisa se estiraba en su rostro, disfrutando de ver al más bajo bailar con sus ojos cerrados, sonreír y cantar.
No creyó que Hinata sería de esa forma, pensó que sería del tipo que se sentaría a mirar a los demás con vergüenza de actuar, pero ahí estaba el pelinaranja, moviendo sus caderas de un lado a otro, disfrutando del momento.
Kageyama estiró su brazo y tomó a Hinata de la muñeca, haciéndole girar hacia él. El menor le observó confundido, pero una enorme sonrisa apareció en su rostro cuando descubrió las intenciones del azabache. Rió y se dejó guiar por los movimientos del mayor, uniéndose y alejándose en distintos pasos, mientras sonreían y gozaban de la música que llenaba sus oídos.
Oikawa, quien estaba a unos metros de ellos, sonreía, apreciando por primera vez en tanto tiempo una sonrisa en el rostro inexpresivo de Tobio.
— Iwa-chan.
— ¿Mm?
— Van a terminar juntos. — Aseguró. Iwaizumi se giró, y escupió el refresco al ver lo que sucedía en el centro del salón.
Hinata giró un par de veces en su sitio con ayuda del azabache, y al acabar la canción, terminó entre los brazos del mayor, sintiendo sus respiraciones agitadas por el baile.
— ¿Ya te cansaste? — Preguntó burlón el mayor, Shōyō soltó una carcajada y negó, alejándose del mayor.
— Apuesto a qué resistiré más que ti. — Kageyama rodó sus ojos, negando.
Ambos caminaron hacia el puesto de bebidas una vez más, tomando algo para refrescarse de tan intenso baile. Tobio se sentó en una mesa libre, Hinata no tardó en seguirle y copiar su acción, suspirando.
— ¿No que no sabías bailar? — Kageyama le miró.
— No sé bailar.
— Sí, claro. — Sonrió Shōyō, terminando su vaso de refresco de un trago.
Su teléfono comenzó a vibrar, Hinata frunció su ceño y lo sacó, encontrándose con seis mensajes de Kenma, y estos iban en aumento. Entró al chat y leyó cada uno de ellos.
Kenma🎮
Shōyō.
¿Qué ha pasado?
Es decir, ¿Qué significa esto?
🎥 Video (0:57)
¿Está realmente pasando? ¡Está por todos lados!
¡Shōyō eres increíble!
Las mejillas de Hinata comenzaron a tomar color cuando presionó el video y se observó a sí mismo junto al azabache disfrutando en la pista de baile. Tobio se percató de ello, logró escuchar como algo se reproducía a pesar del ruido, y al ver el video en el teléfono del menor, sus ojos se abrieron con sorpresa.
Vaya que habían sido rápidos esa vez, no habían pasado ni quince minutos de lo sucedido y ya estaba por todos lados.
Kageyama suspiró, no había razón para molestarse, después de todo fue su decisión ir allí en primer lugar, también fue su decisión quedarse junto al pelinaranja y bailar con él, y de esto último no se arrepentía, no. Hinata era la primera persona con la que podía sentirse bien en una fiesta, sin importarle los demás. Las mejillas de Tobio comenzaron a picar, después de unos segundos se relajó, confundido y extrañado por su actitud.
— Lo siento. — Se disculpó Shōyō, inflando sus mejillas. Kageyama negó.
— No te disculpes. No es tu culpa. — Dejó el vaso sobre la mesa y suspiró nuevamente. — Debo decir que eres muy bueno bailando.
— ¿Eso crees? — Los ojos de Hinata brillaron, Tobio sonrió internamente y asintió. — ¡Lo sé! El baile se me da muy bien, además me encanta bailar, es mi cosa favorita después de comer y estudiar.
— Debí suponerlo. — Tobio se puso de pie y estiró su mano hacia Shōyō sin decir nada. El menor tomó su mano sin emitir sonido alguno y juntos volvieron a la pista de baile.
Kageyama realmente se sentía bien, y eso le aterraba.
La fiesta continuó para ambos por las siguientes tres horas, hasta que decidieron que volverían a sus habitaciones. Solo había un pequeño problema para Kageyama:
— ¡Rápido~! — Hinata rió, tirando del azabache, este suspiró rendido, deteniendo los movimientos de su, ahora ebrio, acompañante.
— Dijiste que no beberías mucho. — Recordó, Shōyō frunció su ceño.
— Estábamos en una fiesta... ¿Qué esperabas que hiciera además de bailar? — Shōyō sonrió de nuevo, lanzándose hacia Tobio. El pelinaranja no midió la distancia gracias a su mala condición, porque estuvo a punto de caer de cara al suelo de no ser por el ojiazul, quien le atrapó.
— Demonios. — Maldijo. Tomó el teléfono de Hinata, así como sus llaves y billetera, metiendo todos a sus bolsillos, seguido de esto alzó al menor en sus brazos. Hinata apoyó su cabeza en el hombro del mayor, mientras rodeaba su cuello y se acurrucaba. — Definitivamente me debes el desayuno de toda la semana.
— Mm~... Claro. — Respondió, cerrando sus ojos.
Tobio caminó por varios minutos hasta llegar a los edificios, una vez allí, entró al edificio en el que vivía el menor y subió por el ascensor hasta el tercer piso, en donde recordaba que vivía la persona que tanto parecía detestarle. Miró el número en las llaves del pelinaranja y buscó la puerta con el mismo, al llegar, abrió la misma y se adentró en el sitio. Arrugó su nariz un poco cuando el fuerte aroma de omega golpeó su nariz, no le agradaba, y estaba casi seguro de que no pertenecía al menor que cargaba en sus brazos, de alguna forma el olor que desprendía el chico era agradable, pero el sitio apestaba, demasiado. Analizó cuál podría ser la cama de Hinata, aunque no fue difícil, cuando fue hacia la derecha fue ahuyentado por el mismo aroma, así que caminó a la otra cama y dejó a Shōyō sobre la misma.
Sacó de sus bolsillos las pertenencias del pelinaranja y le cubrió con las sábanas, mirándole por unos segundos.
— Kageyama... — El azabache se sobresaltó, había creído que estaba dormido todo ese tiempo. — ¿Puedes quedarte...?
— No lo creo.
— Qué malo. — Shōyō abultó sus labios, tomó una almohada y sus sábanas, caminando al otro lado de la habitación. Tobio frunció su ceño al ver cómo se acostaba en la cama ajena.
— ¿Te da miedo dormir sólo?
— Solo quiero... Compañía... — Kageyama cubrió su nariz y se acercó al menor, tomándole de la muñeca. Le arrastró nuevamente hasta su cama y le acostó allí, sentándose a su lado, algo tenso. — Gracias... Tobio-chan
— No vuelvas a decirme así. — Su ceño se frunció, detestaba el apodo que le había dado Oikawa hacía un par de años atrás. — Duérmete, me iré cuando lo hagas.
— Bien. — Hinata bostezó ruidosamente, enrollándose entre sus sábanas.
Kageyama se mantuvo en su sitio por los siguientes minutos, pensando en muchas cosas, entre ellas el omega a su lado, y el porqué del olor del sitio. Tobio estaba seguro de que Oikawa era un alfa, por lo que la única explicación del olor era que el castaño trajese a otros omegas al sitio cuando Shōyō no estaba presente. Quiso vomitar de sólo imaginar eso, pobre de Hinata. Se giró un poco, mirando el rostro pacífico del pelinaranja. Kageyama frunció su ceño levemente, llevando una de sus manos a la suave mejilla del menor, disfrutando del grato toque. ¿Por qué se sentía así? Se preguntaba, como todas las noches desde que le conoció. Tan solo llevaban unas dos semanas desde la primera vez que se vieron, pero aun así era raro. Hinata había logrado hacer lo que nadie había hecho que hiciese antes: Hablar, compartir el desayuno, estudiar, salir de fiesta...
Tobio apretó sus labios, manteniendo aún su ceño fruncido. ¿Podría ser posible que...? No, definitivamente no, no podría estar pasando algo así, apenas conocía al menor, no podría desarrollar sentimientos por una persona en tan poco tiempo. Pero Kageyama se encontraba demasiado confundido, estaba seguro de lo que sentía, o al menos eso creía. Solo con Shōyō lograba sentirse cómodo, sólo con él podría entablar conversaciones decentes, y sólo con él sentía que lograba crear trabajos perfectos para la universidad.
El azabache suspiró, cerrando sus ojos. No podía creerlo, había entrado a la etapa de negación, y no era tan estúpido como para no saber lo que eso significaba. Simplemente debía de aceptarlo, o esos sentimientos incrementarían más y más, hasta colapsar.
Sus ojos azules observaron una última vez el rostro tranquilo del pelinaranja, y con una sonrisa, se despidió en un susurro deseándole las buenas noches. Al salir del sitio, caminó hacia el ascensor sin prisa, mirando el suelo y sintiéndose estúpido por lo que vivía.
— ¿Qué me estás haciendo, Hinata Shōyō? — Sé preguntó a sí mismo, mientras las puertas se cerraban, alejándose del menor.
Hinata despertó al día siguiente, siendo él esta vez el que se quejaba e iba al baño a buscar una pastilla y un vaso de agua. Se miró en el espejo y frunció su ceño, no sólo por el dolor.
Se veía terrible.
Negó. Lavó su rostro y salió nuevamente encontrándose con Oikawa tirado en el suelo, con las sábanas enrolladas a su alrededor. Hinata sonrió y se acercó, moviendo a su amigo para que despertara.
— Oikawa, despierta.
— Demonios, no... No quiero abrir los ojos. — Rogó, envolviéndose más entre las sábanas. Shōyō suspiró, y con todas sus fuerzas logró acostar al castaño sobre la cama.
Se giró y miró la hora, eran las ocho y quince de la mañana. Decidió que se ducharía e iría a comprar algo a la cafetería para desayunar.
Buscó algo de ropa decente y abrigada, pues esa mañana hacía frío, y se adentró al baño, dándose una corta ducha reflexiva. Recordó lo que había hecho la noche anterior y fue inevitable no sonreír al recordar cómo había logrado hacer bailar a Tobio en esa fiesta. Lavó su cabello, mientras tatareaba la canción que tan bien bailaron la noche anterior, y al salir del baño, se secó y vistió.
— ¡Voy a desayunar! — Avisó Hinata, saliendo del sitio. Caminó hacia el ascensor y presionó el botón del primer piso cuando subió.
Al salir del edificio, caminó por unos minutos hasta la cafetería más cercana, entrando y yendo a que tomasen su orden, se sentó y esperó por un par de minutos hasta que la misma estuvo lista y se la entregaron.
Hinata comió en silencio, aunque había algo que le incomodaba.
¿Por qué la gente a su alrededor estaba murmurando tanto?
Decidió que no le prestaría mucha atención, aunque no se sentía del todo cómodo sintiendo miradas perforando su nuca y susurros inaudibles que sentía eran causados por su sola presencia.
~❃~
— Buenos días. — Kenma se giró y sonrió al ver a su amigo entrando al salón, aprovechó que el azabache aún no llegaba y se sentó en su sitio.
— ¿Qué tal?
— Todo ha estado bien. ¿Y tú qué tal estás?
— Estoy bien. — Kozume entrecerró sus ojos. — ¿Me dirás como has logrado todo esto en dos semanas?
— ¿Tener buenas calificaciones? — El rubio le miró obvio. — Kenma, he escuchado eso tantas veces... No lo sé, solamente soy yo ¿He hecho algo mal?
— Para nada, siento si la pregunta que molestó. — Shōyō negó y sacó sus cosas, dejándolas sobre su mesa. — ¿Kageyama vendrá hoy?
— No lo sé, no hablamos desde el sábado. — Hinata se recostó sobre su mesa, mirando fijamente a la entrada, esperando a que cierto ojiazul entrara con su típica expresión seria.
El profesor llegó al salón minutos después dando inicio a la clase, Hinata frunció su ceño, el mayor llevaba más de quince minutos de retraso. Kenma había vuelto a su sitio por si el azabache llegaba, pero no sucedió.
Hinata no miró a Kageyama durante la primera clase, tampoco lo hizo durante la segunda, y cuando llegó la tercera se dió por vencido, probablemente no llegaría. Decidió que tomaría apuntes, y después le preguntaría a Tōru o a Kenma si sabían en qué número de habitación vivía el azabache para darle las notas y que no se perdiera en las siguientes clases.
— Oye. — Kozume se inclinó frente a Shōyō, ganando su atención. — Las clases han acabado. ¿Vienes?
— Uhm, sí. — Hinata no se dió cuenta de en qué momento dejó de prestar atención a su alrededor. Guardó todas sus cosas y comenzó a caminar hacia la salida junto al rubio. — Kenma. ¿Sabes en qué habitación vive Kageyama?
— No, sólo sé que vive en el edificio dos. — Kozume elevó una de sus cejas. — ¿Irás a verle?
— Planeaba hacerlo, pero necesito saber en dónde vive. — Suspiró. — Creo que le preguntaré a Tōru, quizás con suerte él lo sepa.
— Muy bien. — Kenma miró a su pareja acercarse. — Nos vemos mañana, Shōyō.
Hinata se despidió con la mano de ambos chicos, y al salir del edificio, buscó con la mirada a su castaño amigo, logró verle caminando ya hacía el edificio de habitaciones, así que no dudó en correr hacia él para alcanzarle.
— ¡Tōru! — Al llegar a su lado, se inclinó, apoyándose de sus rodillas para recuperar el aliento. — Tengo una pregunta.
— ¿Sí? — Oikawa le miró con una sonrisa, esperando a que hablara.
— ¿Sabes en qué habitación vive Kageyama? — El ceño del castaño se frunció.
— Quizás. ¿Por qué? ¿Piensas ir a su habitación?
— Quiero entregarle los apuntes de la clase, hoy no se ha presentado. — Tōru suspiró y llevó una mano a su nuca, inseguro. — ¿Tōru?
— Bien, bien... Sí. Habitación 7 en el segundo piso.
— Gracias. — Shōyō le abrazó con una sonrisa y después se dirigió hacia el edificio dos, bajo la mirada del castaño, que no entró a su edificio hasta que Hinata desapareció de su vista.
Hinata subió al ascensor y presionó el botón del segundo piso, al que llegó en poco tiempo. Salió del elevador y caminó hasta la habitación número 7, tocando la puerta un par de veces al llegar.
Tardó un momento en que la puerta fuese abierta, al hacerlo, una cabellera rubia se hizo presente.
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó la chica, mirándole con una ceja elevada. Hinata le miró durante unos segundos, tragando duro.
— Yo... Solo venía a darle los apuntes de la clase a Kageyama. — Soltó un suspiro, sacando un cuaderno de su mochila.
— ¿Hinata? — El azabache se hizo presente tras de la rubia, Shōyō le miró y sin decir nada estiró el cuaderno hacía el mayor, quien lo tomó, confundido.
— Devuélvemelo mañana, nos vemos. — El menor se giró, caminando hacia el elevador. Tobio miró durante unos segundos el cuaderno antes de abrir sus ojos con sorpresa.
¿Acaso Hinata no había sonreído en todo ese tiempo? Eso no estaba bien, Kageyama lo sabía, Hinata siempre le dedicaba una sonrisa, por más falsa o pequeña que fuese lo hacía.
Apartó a Yachi de la entrada y salió de la habitación con rapidez, notando las puertas del ascensor cerrarse.
— Diablos.
______________________________
📌Un voto y un comentario se agradece.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top