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— Excelente trabajo, chicos, tienen un diez. — Ambos agradecieron a su profesor antes de tomar la USB y la laptop, volviendo a sus asientos. Al sentarse, ambos soltaron un suspiro. Lo habían hecho bien.
— Buen trabajo editando. — Habló Shōyō, el azabache le miró y asintió.
— Buen trabajo redactando. — Hinata sonrió, volviendo a mirar al frente, para prestar atención a sus demás compañeros que tendrían que presentar sus trabajos.
Tras la hora de clase, Hinata se puso de pie y recogió sus cosas. Miró al mayor que hacía lo mismo, y una idea cruzó por su mente, aunque no estaba del todo seguro, después de todo seguía considerando al azabache un dolor de trasero.
— Oi, Kageyama. — Le llamó. El ojiazul le miró curioso. — ¿Quieres venir a desayunar con Kenma y Kuroo?
— No como en la cafetería, gracias. — Shōyō asintió. Bueno, al menos ahora respondía con oraciones más largas y menos frías. ¿Era un progreso?
Al salir del salón, comenzó a caminar junto a su rubio amigo hacia la cafetería. Al unirse a la fila, comentaron sobre su anterior trabajo ya calificado.
— Lo hicieron muy bien, creo que han sido los mejores de la clase. — Habló Kozume, mientras hacía lo de siempre, jugar con su teléfono.
— ¿Tú crees? No fue la gran cosa.
— Escuché que Kageyama hizo la edición del proyecto y que tu redactaste toda la información, hacen buena pareja. — Guardó su teléfono tras ganar el juego y miró a su amigo. — Eres increíble escribiendo, no parecían las palabras de un chico de primer año.
— ¿Cómo se supone que escriba alguien de primer año? — Rió. Pidió lo que comería y pagó, tomando la bandeja y yendo a buscar una mesa libre. Al encontrarla, se sentó y esperó a su amigo, quien llegó un par de segundos después.
— En fin, deberías de trabajar más seguido con Kageyama, después de todo eres el único con quien habla.
— ¿El único? — Shōyō sabía que nunca le había visto hablar con ningún estudiante, pero no podía ser el único, sonaba imposible, había cientos de estudiantes más en el sitio.
— No exagero, Shōyō. — Aseguró el rubio. — Si prestas atención, no habla con nadie más que no sean profesores, conserjes, y tú.
Hinata se sintió importante por un momento, pero después de unos segundos se preocupó por el azabache. ¿Tendría algún problema para socializar? ¿Era asocial? ¿Será que eso le afectaría en un futuro?
— Hey. — Tetsurō se sentó al lado de Kenma tras llegar. — ¿De qué hablaban?
— De que Hinata es la única persona con la que Kageyama habla. — Kuroo abrió sus ojos con impresión.
— ¿Kageyama si tiene cuerdas vocales entonces? — Kozume le dio un codazo. — Increíble, todos deberían de saber esto.
— No, no, no. — Pidió Shōyō al escucharle. — Si es tan sorprendente como dicen, no quiero llamar la atención, ya es suficiente con escuchar a las personas murmurar cuando camino con Oikawa.
— Eso es porque Oikawa es un sigue omegas. — Hinata rió negando. — Aun no comprendo cómo no ha intentado coquetearte.
— Cuando llegué el primer día, lo hizo.
— ¡Lo sabía! — Festejó el azabache. — ¿Qué te dijo?
— Nada que no haya dicho antes, pero la verdad es que no estaba interesado en él, así que al siguiente día ya había dejado de hacerlo.
— Imposible, Oikawa no se rendiría tan rápido.
— ¿Quizás sí? — Sonrió. — Da igual, Oikawa es muy amable conmigo, ya lo has visto, Kuroo.
— Sí, quizás. — El azabache abrazó a su pareja, besando varias veces su mejilla. — ¿Nos vemos hoy a la salida?
— Claro. — El mayor se puso de pie, y después de despedirse de ambos menores, se marchó, volviendo con su grupo de amigos. — Entonces Oikawa es un buen amigo tuyo.
— Así es. — Asintió el menor. — Nos llevamos muy bien.
— Me alegra saber que estás encontrando amigos en este lugar, después de saber que eras de Miyagi me preocupé porque las personas fueran muy antipáticas o crueles contigo. — El rubio sonrió. — Espero que no tengas que vivir la discriminación de los niños ricos.
— ¿Discriminación?
— Digamos que un par de chicos becados han dejado la universidad tras ser molestados por los mayores, los hijos de papi. — Hinata hizo una mueca. — Pero no te preocupes, si haces amigos, tendrás quien te defienda, incluyéndome.
— Gracias, Kenma. — Ambos se pusieron de pie tras terminar de comer, dejaron los residuos y bandeja en su sitio antes de ir a dar una vuelta por la universidad, en la espera del comienzo de su siguiente clase.
Mientras caminaban por los pasillos poco frecuentados por estudiantes, divisaron a cierto azabache comiendo su desayuno en una banca, totalmente solo. Shōyō hizo una mueca, de alguna forma no se sentía bien al verle comiendo así de solo.
— ¿Quieres ir a-
— Ve tú. — Respondió el rubio antes de que el menor finalizara su oración. — Estoy seguro de que si yo voy se sentirá incómodo, nos vemos en clase.
— Bien, nos vemos. — Hinata se giró y comenzó a caminar hacia el mayor, y una vez llegó hasta la banca, se sentó a su lado, sintiendo su mirada curiosa de inmediato. — ¿No es raro comer sólo?
— No. — Respondió sin más, Hinata le observó comer, sonrió, no era necesario hablar para el pelinaranja, algunas veces vivió lo mismo, con el sólo hecho de tener a alguien a tu lado acompañándote era más que suficiente.
Meció sus pies de adelante hacia atrás, pensando en sus cosas mientras esperaba porque el azabache acabara su desayuno.
— ¿Qué haces aquí? — Shōyō dejó de ver sus pies para posar sus ojos sobre el mayor, quien miraba fijamente el suelo.
— Me incomodaba verte solo, y ¿Qué mejor que mi compañía? — Sonrió. El mayor no respondió, Hinata se giró un poco hacia él. — ¿Por qué siempre estás solo, Kageyama?
— No es de tu incumbencia.
— Oye, no seas maleducado, estoy intentando ser amable contigo. — Shōyō se cruzó de brazos, cerrando sus ojos y frunciendo su ceño. Tobio le observó por unos segundos, después suspiró agotado.
— No me gustan las aglomeraciones. — Confesó. — Además, no hago amigos en este sitio.
— ¿Por qué? — El azabache rodó los ojos.
— No puedes confiar en toda persona que te dedique una bonita sonrisa. — Hinata sonrió, le agradaba escucharle hablar más, y no sólo verle mover la cabeza en 'Sí' y 'No', y responder con monosílabos.
— Lo entiendo, pero no puedes vivir solo toda la vida ¿No es así? Cuando consigas un trabajo deberás de entablar conversaciones con otras personas. — Kageyama asintió, lo sabía muy bien. — ¡Ya sé!
El mayor le observó confundido por un momento, segundos después Hinata estiró su mano hacia él, mientras sonreía alegremente.
— Desde hoy seré tu compañero de clase, persona que te acompañará siempre. — Rió. — Ya que no quieres amigos, tendrás que aceptarme como un conocido al menos, así no te veré solo ni tendrás que hablar solo con profesores.
Tobio frunció su ceño, mirando la pequeña mano del menor. ¿Por qué se comportaba como un niño ahora? Le sorprendía como esa cabeza hueca con personalidad de niño podía ser tan inteligente cuando se trataba de la universidad.
Suspiró nuevamente y tomó la mano del menor, no le agradaba del todo la idea, pero quizá tener a alguien con quien hablar no sería tan malo. Además, había algo en el pelinaranja que le llamaba la atención, y cada vez que lo tenía tan cerca en clases no podía evitar posar sus profundos ojos azules en él. Era extraño, y molesto.
Tras darse un suave apretón de manos, Hinata le soltó, mirando la hora, al hacerlo, se puso de pie.
— Es hora de ir a clases. ¿Vienes? — Tobio asintió, colocándose de pie. Después de guardar sus cosas comenzó a caminar junto al menor hacia su salón, en silencio.
Su expresión no cambió nunca, ni cuando vió los rostros sorprendidos de los estudiantes mirándoles caminar juntos hacia su salón, ni mucho menos cuando Hinata le dijo un par de cosas y él respondió sin problema.
A Tetsurō, quien pasaba por ahí, se le cayó la mandíbula al presenciar que lo que su pareja decía no era broma, para nada. Definitivamente Hinata Shōyō tenía algo diferente.
Ambos tomaron asiento juntos, uno al lado del otro, y cuando el profesor se hizo presente, hicieron lo de siempre: prestar atención.
La clase la comprendieron perfectamente, a pesar de los murmullos de las personas a su alrededor, quienes parecía totalmente impresionadas e incrédulas.
— "¿Entonces sí habla con estudiantes?".
— "¡Debería de intentar hablarle!".
— "¿Quién es ese chico de cabello naranja?".
Cada uno de los murmullos fueron escuchados por el rubio tras Hinata, quien no se perdía ningún detalle de lo que sucedía. Una sonrisa apareció en su rostro, le agradaba la idea de ser amigo del chico que logró hacer hablar a Kageyama Tobio, aunque claro, su amistad jamás sería por popularidad, a Kenma realmente le agrada a Shōyō, así como a Shōyō le agradaba en demasía Kenma.
Al finalizar todas las clases, Hinata se despidió de su amigo y salió del salón de clases, su sorpresa llegó cuando se encontró con el azabache afuera, esperando por él.
— ¿Qué haces aquí?
El mayor no respondió, Shōyō sonrió y simplemente caminó junto al ojiazul hasta la salida. Le causaba curiosidad aún el hecho de haberle visto salir de los edificios de habitaciones, por lo que era su oportunidad de saber si realmente vivía allí.
— Oi, Kageyama. — Llamó el menor. — ¿Vives en las habitaciones de la universidad?
— Podría decirse. — Hinata le miró confundido. — A veces voy a casa de mi abuelo.
— Entiendo. — Sonrió. — ¿Te quedarás hoy aquí?
— No. — Shōyō hizo una mueca, asintió y se detuvo en la esquina.
— Bien, yo debo de ir a la habitación, nos vemos mañana, supongo. — Se despidió con la mano, el azabache le observó irse, hasta que desapareció por completo de su campo de visión. Soltó un suspiro y subió al auto que esperaba por él en la salida, y que le llevaría hasta la mansión de su abuelo, próximamente de él.
Shōyō entró a la habitación y se sobresaltó cuando Oikawa apareció de golpe frente a él, causándole un "Micro-infarto".
— Por todos los santos habidos y por haber. — Susurró llevando una mano a su pecho el menor, miró a Oikawa, quien fruncía su ceño.
— Oye, Shōyō, estaba felizmente mirando a los estudiantes salir de la universidad, felizmente hasta que te vi hablando como si nada con Tobio. — Elevó una ceja. — ¿Desde cuándo te llevas con él?
Hinata sonrió y lo rodeó, caminando a su cama, en donde dejó su mochila y después comenzó a sacarse su ropa, quedando solamente en ropa interior.
— Somos compañeros. — Respondió. — Y decidí que no quería verle tan solo, así que comencé a hablarle.
— Qué considerado. — Tōru se acercó a revolver los cabellos del menor. — Solo cuídate de Tobio, no confíes demasiado en nadie de esta universidad, te lo digo yo que he pasado tres años en este sitio lleno de niños ricos.
— ¿Eres un niño rico, Tōru? — Preguntó Shōyō, tomando un pijama y colocándoselo. Oikawa le miró durante unos segundos.
— Bueno... Podría decir que sí. — Hizo una mueca. — Aunque no me llevo del todo con mi familia, a pesar de eso insisten en continuar pagando mis estudios y esas cosas.
— ¿Todos son hijos de ricos en la universidad?
— La mayoría. — El castaño palmeó el sitio libre en su cama. Hinata se sentó allí. — Por ejemplo, Kuroo sí es hijo de un par de padres empresarios, Kenma es hijo de un empresario y una médica, pero si ves a Yamaguchi, un chico becado de primer año, es hijo de un par de padres de clase media, ellos simplemente no podrían pagar la universidad si no tuviesen esa beca.
— ¿Es uno de los que molestan?
— Lo harían de no ser por Tsukishima.
— ¿Tsukishima? — Tōru asintió.
— Es un chico, hijo de un político reconocido, está en segundo año y es la pareja de Yamaguchi, de no ser por el rubio de seguro Yamaguchi sería la víctima de los bravucones. — Hinata abultó sus labios, pensando en si alguien descubría que era hijo de una familia humilde ¿Quién le defendería? — Oye, pequeño Shōyō.
— ¿Sí?
— Si algún día uno de esos bravucones decide molestarte, no dudes en decírmelo, los pondré en su lugar de inmediato, porque nadie se mete con mi pequeño amigo. — Oikawa revolvió de nuevo los cabellos de Shōyō, quien sonrió arrugando su nariz.
— Gracias, Tōru. — El menor se puso de pie, caminando a su escritorio. — Haré un poco de tarea.
— Claro, dime si necesitas ayuda.
~❃~
— ¡Kageyama! — Exclamó el pelinaranja.
El azabache a unos metros adelante se detuvo, y seguido, se giró mirando al pequeño caminar hacia él con una sonrisa. Siendo usual, mantuvo su rostro inexpresivo hasta que el chico estuvo frente a él, y ambos comenzaron a caminar hacia su salón.
— ¿Te parece si me esperas hoy en la banca de ayer y desayunamos juntos?
— Está bien. — Shōyō asintió, mientras entraban al salón y se sentaban en sus asientos, uno al lado del otro. — ¿Has hecho el trabajo?
— Sí, lo terminé ayer por la tarde. — Hinata sacó un folleto de su mochila y se lo entregó al azabache, quien comenzó a hojearlo. Aún le impresionaba la increíble forma de redactar de su compañero, incluso podría ser capaz de escribir un libro informativo sin una sola falla ortográfica o de gramática.
— Se ve bien. — Le devolvió el trabajo al menor, para seguido sacar el suyo y revisarlo de nuevo, después lo estiró al pelinaranja.
A Hinata le brillaron los ojos tras la acción del mayor. ¿Podía considerar aquello como un acto de confianza? No creía que Kageyama le mostraría su trabajo así por así como lo había hecho él. Tomó el folleto y comenzó a verlo, de igual forma, el trabajo era impecable, como todos los trabajos del ojiazul.
— Eres muy bueno en esto, Kageyama. — Le devolvió el trabajo. — De seguro sacarás un diez.
— Sí, seguro. — Dejó el trabajo sobre la mesa, después apoyó su cabeza sobre su mano, apoyando a su vez su codo sobre la mesa, mientras miraba al menor.
Hinata imitó su acción, no entendía porque el azabache hacía aquello, pero ya no le molestaba, quizás si otra persona le mirase por tanto tiempo así, se sentiría incómodo, quizás era porque sabía que Tobio era de pocos amigos, quizás porque quería ser amable, o porque no quería ser descortés.
Las mejillas de Shōyō picaron por unos segundos, observando detenidamente los ojos azules del mayor, que le miraban detenidamente. Sus ojos le recordaban a las profundidades del mar, no sólo por su color, sino por todos los misterios que éstos ocultaban tras de sí, y como toda persona promedio, la curiosidad por ver que había más allá de la superficie le carcomía.
— Tobio. — El contacto visual entre ambos se vió interrumpido por una voz femenina. Hinata se giró, encontrándose con una chica rubia, quien sonreía enormemente hacia el azabache a su lado.
Juró escuchar un suspiró de cansancio por parte de su compañero, la chica solamente se mantenía ahí sonriente.
— Al parecer aún no eres de hablar mucho. — Se inclinó sobre la mesa, provocando que Hinata tuviese que hacerse hacia atrás para no tenerla exageradamente cerca de su rostro. La nariz de Shōyō se arrugó con molestia al sentir el olor que la chica frente a él desprendía, era tan dulce que le resultaba desagradable, para Kageyama resultaba igual que como lo percibía el menor. — Tobio. ¿Te parece si desayunamos juntos hoy?
Shōyō miró a su compañero, quien mantenía el contacto visual con la chica. Hinata juraba que si Kageyama le miraba de esa forma probablemente saldría huyendo. Tobio daba miedo.
Tras unos segundos, Kageyama negó, Hinata creyó que respondería, al menos con un 'Si' o un 'No', pero no lo hizo, solo movió su cabeza de un lado a otro, negándose.
— Bueno... Supongo que será otro día. — Los ojos de la rubia miraron de manera fugaz al pelinaranja, después se recompuso y fue a buscar un sitio libre.
— ¿Es nueva?
— No. — Shōyō le miró con curiosidad. — Recién llega, también cursa segundo año.
— Ya veo. — Hinata tuvo de rascar su nariz, pues el aroma de la omega aún le molestaba.
— No te acerques a ella. — El menor se sorprendió ante las palabras de Kageyama, no creyó que tuviese enemigos en el sitio, no además de Tōru quien parecía molestarle la sola mención del azabache. — Te hará la vida imposible si lo haces.
Hinata asintió, se giró un poco, mirando a la chica quien solo arreglaba su cabello y hablaba por teléfono, sin importarle demasiado la clase.
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📌Un voto y un comentario se agradece.
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