18

Setenta y dos días desde el accidente.

Las mejillas de Hinata comenzaron a enrojecerse mientras se observaba en el espejo fijamente. Cubría su boca con una de sus manos, mientras su otra mano se encargaba de cierto problema allá abajo.

Era la llegada de su celo, y había olvidado avisarle a Kageyama sobre supresores, por lo que su única opción fue 'Ayudarse' después de haber llamado desesperado a su castaño amigo, quien aseguró que llegaría lo más rápido posible.
Tobio se encontraba probablemente en la biblioteca haciendo algún trabajo, después de una larga charla con el menor porque no estuviera todo el tiempo con él y viviese su vida, llegaron al acuerdo de que el azabache se tomaría de dos a cuatro horas libres para realizar sus trabajos y tomar un respiro.

Toc toc toc

— ¿Shōyō? — Hinata jadeó antes de subir sus pantalones y caminar a la puerta, abriendo la misma.

Se encontró de frente con Oikawa, quien le adentró al baño y cerró la puerta con seguro, llevándole al retrete, en donde le hizo sentarse.

— ¿Te sientes muy mal?

— No... No, solo... Algo acalorado. — Respondió el pelinaranja, sosteniéndose de los hombros de su amigo, quien llevó una mano a su frente, tomando su temperatura. — ¿Trajiste eso...?

— Por supuesto. — Tōru sacó de su bolsillo una inyección de un solo uso.

— Shōyō, Oikawa. ¿Qué haces ahí? — Ambos omegas se giraron hacia la puerta, la cual fue tocada un par de veces.

— Shōyō se sentía algo mal, estoy refrescándolo. — Habló el castaño.

— Abran. — Ordenó Kageyama, quien tras la puerta se encontraba algo curioso y preocupado por lo que sucedía con su pareja. — Shōyō abre la puerta.

— Solo tomará un par de minutos, Tobio-chan, espera afuera. — Pidió el mayor, sacando la inyección de su envoltorio.

— Hinata Shōyō, abre la puerta ahora mismo. — Oikawa maldijo al sentir al menor tensarse en su sitio. Tomó los hombros de Hinata y le mantuvo en su sitio mientras le observaba retorcerse bajo su agarre, buscando liberarse e ir a abrir la puerta, tal como el ojiazul mandó.

— No seas terco, Tobio-chan. — Se quejó Oikawa.

El castaño sintió como era empujado con fuerza, haciéndole caer sentado de trasero al suelo, mientras que Hinata caminaba a la puerta y quitaba el seguro. Tobio no tardó en entrar, mirando a su pareja.
Oikawa jadeó con terror, y corrió hacia ambos, alejando a Shōyō del azabache.

— Sal de aquí, Tobio-chan, el pequeño Shōyō necesita medicarse. — Kageyama sintió una vena resaltarse en su cuello mientras apretaba sus puños con fuerza.

Deseaba girarse, e irse, pero algo le mantenía allí, como si sus pies estuviesen pegados al suelo. Notó cómo Shōyō intentaba soltarse de Oikawa para correr a sus brazos, y el ojiazul estaba más que seguro de que esa necesidad no era más que su naturaleza obligándole a procrear, como un animal, pero no era Shōyō quien lo deseaba.
Tobio se giró y salió dando un portazo, mientras iba a la cocina, él también necesitaba refrescarse o terminaría volviendo y arrancando a Shōyō de los brazos de su amigo. No quería saber lo que sería capaz de hacer si ambos perdían el control.

Tōru finalmente logró colocarle la inyección al menor, el efecto sería más rápido que las pastillas, por lo que en unos pocos minutos Hinata se encontraba ya sentado en el suelo, relajado, con sus ojos cerrados.

— ¿Te sientes mejor? — El pelinaranja asintió. — Perfecto, no sé qué hubiera hecho si ustedes dos terminaban en la cama. — Oikawa sintió un escalofrío. — En fin, dúchate, eso te ayudará bastante.

— Sí, lo haré.

Hinata se puso en pie con ayuda de su amigo y se desnudó, entrando a la ducha. Tōru se quedó junto a él para cuidar que no tuviera problemas para lavarse, pero hasta ahí. Al terminar el pelinaranja, le guió hasta el armario y después le ayudó a vestirse.

— ¿Y Tobio? — Preguntó el menor, sentándose en la cama.

— Debió de ir a tomar aire. — Respondió Tōru. — No es tan fácil para los alfas como se cree, si no se medican ellos también y no tienen dominio sobre sus instintos, pierden el control.

— ¿Cómo lo hace Iwaizumi?

— Mi querido Iwa-chan es muy fuerte, ha aprendido con el tiempo a retenerse. — Sonrió orgulloso. — Al parecer Kageyama también puede contenerlo hasta cierto punto, pero aún le afecta, no es de sorprender sabiendo que es su primera relación en la que debe de estar pendiente de su pareja.

— Ya veo. — Hinata sonrió. — Debería de ir a ver como está.

— Espera unos minutos más, aún te siento acalorado.

Hinata asintió, recostándose en la cama y mirando por unos segundos el techo. Oikawa se acercó a su lado, apoyando su cabeza sobre el pecho contrario.
Kageyama entró nuevamente a la casa, caminando a paso lento hacia la habitación que compartía con su pareja, esperando que esta se encontrara mejor.

Para Tobio no era algo extraño ver al pelinaranja sufrir de un celo, sabía lo que significaba, los riesgos y síntomas, lo había estudiado un poco tiempo atrás. Sabía que el celo de la mayoría de omegas llegaba cada dos meses y podía durar entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas, este podía ser tratado con supresores, para calmar los síntomas y anular el proceso por aquel tiempo. Una cosa importante por saber del celo era el gran riesgo del omega de quedar en cinta, si no se tomaban medidas durante ese tiempo, la probabilidad de embarazarse era realmente alta.

Tobio estaba más que dispuesto, cuidaría a su pareja tanto como fuese necesario –aunque ya lo hacía todos los días–, no quería que algo saliera mal de nuevo, se encargaría de hacerle sola y únicamente feliz hasta el día en que el destino decidiese separarles, ya fuese por ellos mismos o cuando llegase el fin de sus días.

— Shōyō. — Ambos omegas giraron su rostro, observando al azabache, quien suspiró y se acercó.

Tōru se colocó en pie y tomó sus cosas, saliendo en silencio de la habitación para no interrumpir a la pareja.
El ojiazul se sentó al lado de Hinata, quien sonrió y se inclinó a depositar un suave beso en los labios contrarios, acariciando las mejillas del contrario, mientras este le tomaba de la cintura para acercarle tan solo 'un poco más' a su cuerpo.

— Tobio... Hoy tendré clases, solo serán un par de horas, así que... Pensaba que podíamos ir al parque después. — El pelinaranja sonrió. — ¿Qué te parece?

— No creo que haya problema. — Respondió Kageyama, tomando al menor y acomodándose ambos en la cama, abrazados. — ¿Te sientes mejor?

— Estoy mejor, Tōru me ayudó a medicarme y... Oh, lo siento por casi abalanzarme sobre ti. — Las mejillas del menor se coloraron. — No... Estaba pensando bien.

— Lo sé. — El azabache dió una pequeña sonrisa, acariciando la espalda del pelinaranja. — Debí saber controlarme también... De no haberme ido, yo... De seguro habría hecho una locura, lo siento también.

— Eres muy fuerte. — Shōyō besó los labios contrarios de nuevo. — Ahora puedo presumirle a Tōru que no es el único con un alfa con enorme fuerza voluntad para no terminar en la cama con su omega en celo. — Rió.

Tobio le observó por varios segundos antes de tomar la nuca del menor y acercarle a sus labios en un suave beso, un suave beso que amenazaba con volverse poco a poco más deseoso y salvaje.
Kageyama fruncía su ceño seguro de que aquello no estaba correcto, y aunque estaba seguro de poder detenerse en cualquier momento, esa sed que sentía por tomar más de los labios del menor se intensificaba.

— Tobio... — Hinata se alejó por unos segundos indeciso antes de volver a unir sus labios con los del azabache.

El beso deseoso sólo lograba aumentar la temperatura del sitio, y aunque el ambiente seguía igual, ambos sentían como si hubiese aumentado tres grados. Shōyō se acomodó sobre el regazo contrario, sintiendo las grandes manos contrarias tomarle por las caderas y comenzar a apretar suavemente mientras sus lenguas danzaban, peleando entre sí por ver quién resistiría más tiempo.

Los dientes del ojiazul tiraron del labio inferior del pelinaranja, y los nociceptores del menor disparándose provocaron que un gemido bajo escapara de su boca ante el leve dolor que los dientes del mayor hacían sentir al halar de su delicado y sensible labio.

Kageyama se alejó.

Hinata le miró durante unos segundos mientras su pecho subía y bajaba ante la falta de aire y con su pulgar limpió un hilo de saliva que bajaba por sus comisuras a causa de tan caluroso beso.

— ¿Qué sucede...? — Tobio cerró sus ojos y suspiró, alejando al pelinaranja de su regazo para dejarle a su lado.

— No quiero hacerlo. — Shōyō apretó sus labios sintiendo sus mejillas colorarse a causa de la vergüenza.

— Entiendo. — Susurró, acomodando sus prendas de vestir. — Iré a... Buscar un vaso de agua. Vuelvo en seguida.

El azabache observó al menor salir de la habitación, y justo en el momento que lo hizo no dudó en ir con rapidez al baño y cerrar con seguro, maldiciendo por lo bajo ante la presión que allí abajo sentía.

"No es que no quiera". Pensó, mientras se sentaba en el retrete y sacaba de entre sus pantalones su longitud. "Solo no quiero forzarte a algo que sé que no deseas". Apretó sus labios, conteniendo los suspiros y quejidos que amenazaban con salir de sus labios.

En poco tiempo, Shōyō volvió de la cocina con un vaso de agua. No encontró al mayor en la habitación, por lo que supuso que se habría ido a hacer alguna otra cosa.
Su mirada bajó al suelo, sintiéndose avergonzado de sí mismo.

— ¿Cómo he sido capaz de algo así? — Se preguntó, había sido una situación muy embarazosa cuando Kageyama decidió alejarle, que las lágrimas se acumulaban en sus ojos y sus mejillas enrojecían al recordarlo.

Tomó su laptop y cuadernos con rapidez antes de salir del sitio, yendo a la biblioteca que había en la casa para estar en un sitio más privado, y claro, para no tener que encarar al azabache.

~❃~

— ... Básicamente... Es el resumen de todo lo que sucedió. — El peliverde rascó una de sus mejillas mientras evitaba la mirada del pelinaranja.

— Yamaguchi. — Hinata tomó sus manos y sonrió, buscando su mirada. — No creo que sea lo que ambos deseen, pero si realmente es lo que quieres, no te obligaré a nada, son tus sentimientos, y debes de buscar lo mejor para ti.

— ¿Eso crees?

— Por supuesto, no debes de estar con una persona que te hace infeliz, eso es arruinarte la vida, debes de estar con alguien que te haga sentir bien todos los días de tu vida, que entienda el valor que tienes como persona, y aunque todos piensen lo contrario, que para esa persona tú seas lo más valioso y perfecto de este mundo. — Shōyō acarició el dorso de las manos contrarias con sus pulgares. — Eso es todo lo que necesitas para ser feliz con alguien más.

— La verdad es que... — Unas cuantas lágrimas se acumularon en los ojos del menor, mientras miraba fijamente al pelinaranja. — Shōyō, yo... Aún lo quiero... Quiero que este conmigo, y que... Volvamos a ser los mismos de antes... Tsukki... Él... Era todo para mí... Es todo para mí.

Hinata abrió los ojos con impresión antes de sonreír y limpiar las lágrimas que cayeron por las mejillas del menor.

— Tks. Haces tanto drama. — El rubio detrás del peliverde rascó su nuca mientras un leve rubor cubría sus mejillas. — Yo también quiero lo mismo, Yamaguchi.

Tadashi se giró de golpe, avergonzado, mirando a Tsukishima quien estaba detrás de él. ¿Cuánto llevaba ahí? ¿Hinata lo sabía? De ser así, estaba agradecido, porque Tsukishima quería lo mismo ¿Cierto?

— Yamaguchi, volveremos.

— ¿Eh?

— No es pregunta. — Especificó mientras se giraba e iba a algún sitio.

El menor miró a Hinata quien sonrió e hizo un movimiento de cabeza para que siguiera al más alto, Yamaguchi no lo dudó dos veces antes de ir corriendo tras él.
Shōyō sacó su teléfono y notó los cientos de mensajes de cierto azabache quién preguntaba en donde se encontraba y porque no le había avisado.

Hinata suspiró y se colocó de pie, tomando sus cosas. Fue a pagar por lo que había comido y se retiró de la cafetería cercana a la universidad. Probablemente Kageyama estaba en ese momento saliendo de la universidad, y el pelinaranja estaba más que seguro de que quien había avisado al mayor había sido la mujer de la limpieza.

— Qué mujer más metiche. — Habló entre dientes el menor, caminando a paso lento hacia la salida de la universidad.

— ¡Shōyō~! — Hinata se detuvo y levantó la mirada, notando a su castaño amigo correr hacia él, y al llegar, abrazarle con fuerza. — ¿Qué haces aquí? ¿Ya te sientes mejor? ¿Volverás?

— Hola, Tōru. — Rió el menor, alejándose de su amigo. — Estoy mejor, pero no, aún no volveré. La mujer de la limpieza de la casa, creo que le dijo a Tobio que salí.

— ¿Sabe que estás aquí?

— No, pero sabe que no estoy en casa. — Suspiró.

— ¿Y eso es malo? Te noto extraño ¿Sucedió algo con Tobio-chan? — Oikawa llevó al menor a una banca, tomando ambos asiento.

Hinata apretó sus labios mientras miraba a la salida, esperando que el ojiazul no apareciera de repente.

— Casi lo hacemos.

— ¿¡Qué!? — Hinata asintió avergonzado.

— Pero... Al final me detuvo y yo... No sé cómo mirarle a los ojos, me siento tan avergonzado, desde ayer... Lo evito y... Ha sido tan incómodo.

— Shōyō... ¿Estás listo para hacer algo como eso? Dijiste que no lo has hecho con nadie, que es tu primera vez... Quizá por eso Tobio-chan te detuvo, quizá no desea dañarte. — Hinata miró el suelo por unos segundos.

¿Estaba listo? Él quería a Kageyama, no, lo amaba, y deseaba estar con él azabache el resto de sus días, pero ¿Realmente estaba listo para dar un paso tan grande como ese? Llevaban muy poco tiempo juntos, y no sabía si iban demasiado rápido.

— Quiero hacerlo. — Oikawa sonrió. — Quiero hacerlo, porque... Siento que es el indicado... — Shōyō hizo un pequeño berrinche. — ¡Pero él no coopera!

— Habla con él.

— Sabes lo terco que es, si le digo, probablemente dirá que es muy pronto y debo recuperarme.

— Sí, quizás. ¿Pero qué pierdes con intentar? — Tōru miró hacia la salida de la universidad y sonrió, observando a cierto azabache salir a paso rápido. — Hablando del rey de Roma. ¿Por qué no vas?

— ¿Estás seguro?

— Apúrate. — El pelinaranja bufó frustrado y tomó sus cosas, se despidió de Oikawa y caminó hacia el azabache.

No dijo nada hasta estar frente a él, parecía distraído y a pesar de ir a su lado no se enteraba de su presencia.

— Hinata tuvo un accidente y murió. — Bromeó. Notó al azabache girarse de golpe y mirarle aterrado, y al notarle, suspiró. — No confíes, sólo soy un fantasma de quien fue tu novio, Boo~ Boo~ Estoy muerto~.

— No vuelvas a decir algo así. — El ceño del mayor se frunció antes de tomar a Shōyō por la cintura y apegarle a su pecho, depositando un beso en su frente. — ¿Por qué saliste sin avisar?

— Estaba aburrido, me topé con Yamaguchi y me quedé un rato con él. ¿Quién te dijo que salí? — Los ojos marrones de Shōyō se posaron sobre el ojiazul quien sonrió.

— No te diré. — Tomó la mano de su pareja y le guió hacia el vehículo que iba por él. — Andando.

— Sé que fue la mujer de la limpieza. — Kageyama fingió no escuchar, aunque Shōyō sabía que estaba en lo correcto. — Tobio, cuando lleguemos a casa, hablaremos seriamente.

El cuerpo entero del mayor se tensó al escuchar a Hinata, y apartó la mirada sintiendo sus vellos erizarse.
El viaje de regreso a casa fue silencioso, ninguno de los dos dijo nada ni hizo nada, y al llegar, Shōyō fue el primero en bajar e ir directo a la habitación.

Kageyama sentía que internamente temblaba, ¿Acaso había hecho algo mal? Estaba consciente de que el menor estuvo algo distanciado la tarde anterior, pero después de eso, no había sucedido nada raro.
El azabache llevó una mano a su mentón, mientras pensaba seriamente en todo lo que había hecho entre ayer y ese día.
Recuerdo tras recuerdo, llegó el momento en que ambos estuvieron a punto de hacer 'Algo más'.

— Diablos.

Susurró Tobio, deteniéndose a medio camino, miró el suelo por varios segundos, probablemente esa era la razón de la molestia del contrario, habían estado a punto de tener sexo y él simplemente había acabado con el momento diciendo: "No quiero hacerlo".

"Qué idiota, qué idiota. ¿Se puede ser más idiota que yo?" Se preguntó el ojiazul, entrando finalmente a la habitación.
Sus ojos se posaron sobre Shōyō, quien estaba sentado en la cama, con tan sólo una camisa holgada y su ropa interior, sus ojos marrones se posaron en Kageyama, quien tragó duro y se acercó, dejando sus cosas sobre la mesa de noche al lado de la cama.

— ¿De qué querías hablar? — Preguntó el azabache, Hinata palmeó el sitio libre a su lado. Tobio se acercó, sentándose a su lado y mirándole fijamente.

— Hablemos de ayer. — Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Shōyō. — ¿Por qué me detuviste?

— ¿Qué? — Lo directo de su pareja le aturdió por unos segundos. — Bueno... Yo... Creo que no es momento. — Shōyō asintió, sabía que sería la respuesta del azabache a su pregunta. — Pero eso no significa que no quier-

— Tobio, somos adultos. — Recordó el pelinaranja. — Sabemos tomar nuestras propias decisiones ahora ¿No? — Kageyama asintió. — No creo que sea pronto, tampoco tarde, y si crees que... Me lastimarás... — Hinata mordió suavemente su labio mientras sus mejillas enrojecían. — N-No lo harás, baka, estoy listo para esto.

El ojiazul le observó por unos segundos mientras notaba como el menor se acomodaba en la cama y cerraba sus ojos, probablemente estaría cansado.
Kageyama tragó duro, mientras apretaba sus manos en un par de puños ¿Las palabras de Shōyō eran una especie de indirecta? No era tan estúpido como para no comprenderlo, pero aun así... Algo en su interior aún temía lastimar al menor.

Pero él lo deseaba igual que Hinata.

Deseaba algo más.

______________________________

📌Un voto y un comentario se agradece.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top