11


     Kenma caminó con rapidez buscando a cierto castaño con la mirada. Al llegar a los salones de tercer y cuarto año, buscó a Oikawa en cada uno hasta toparse con cierto grupo de omegas que rodeaban a un chico alto con mirada coqueta. Kozume frunció su ceño con desagrado y apartó a todos los chicos y chicas, quedando frente a frente de Tōru mientras escuchaba las quejas de los tantos omegas.

— Oh, tú eres la pareja de Tetsurō ¿No es así? — Sonrió. — ¿Acaso has cambiado de opinión ya?

Kenma le miró serio por unos segundos, Oikawa carraspeó y entendió que no iba para eso.

— Sígueme, necesito que me ayudes con algo.

— ¿Qué es ese algo?

— Shōyō. — Oikawa borró su sonrisa, y tras despedirse cortésmente de los omegas, comenzó a seguir al rubio, quien caminaba a paso rápido.

— ¿Qué ha sucedido con Shōyō? ¿Ha sido Yachi? — Preguntó Tōru.

— No, ella no ha llegado aún. — Aseguró Kozume. — Al parecer Kageyama ha sentido el aroma de alguien más en Hinata, estuvo a punto de-

— Oh, no. Entiendo por dónde va esto. — Interrumpió, apretando sus labios nervioso. — ¿Hinata está bien?

— Ya lo verás.

Al llegar a los baños, Kenma abrió la puerta y al entrar ambos volvió a cerrar, con seguro. Oikawa abrió sus ojos con impresión al ver a Shōyō sentado en el suelo, abrazando sus piernas mientras miraba a la nada y sudor bajaba por su frente.

— Diablos. — Se acercó con rapidez a Hinata y tomó sus mejillas.

— ¿Tōru? ¿Qué haces aquí? — Preguntó Hinata, sonriendo débilmente. — ¿Me dejarán ir ya? Las clases comenzarán pronto.

— No, no puedes. — Oikawa tomó su mochila con la cual cargaba desde un principio y sacó de esta una tableta de pastillas. — Toma una de estas, probablemente no sea tu celo, pero debes de calmar esas hormonas antes de descontrolarte.

— Estoy bien, Tōru, solo tengo algo de calor. — Aseguró Hinata, elevando su mano para tomar la pastilla. Oikawa notó cómo temblaba, por supuesto que no se encontraba bien.

— Ten. — Kozume le extendió una botella de agua, Shōyō agradeció y tomó la pastilla de un trago, suspirando al terminar.

— Espera por unos minutos, la pastilla hará efecto pronto. — Oikawa acarició la mejilla de Hinata, sonriendo para relajarle.

— ¿Por qué llevas supresores contigo? — Tōru se tensó al escuchar la pregunta del rubio detrás suyo. — Tengo entendido que sales con Iwaizumi, no hay necesidad de llevarlas ¿No es así?

— No, no hay necesidad... — Respondió nervioso el castaño. — Yo...-

— Le he pedido que lleve unas consigo... — Habló débilmente Hinata, mirando a Kozume. — Sé que a veces mi celo llega sin avisar... Y mi calendario no puede predecirlo... Por eso se lo pedí... Me siento seguro de esa forma.

— Ya veo. — Habló Kenma, acercándose a Hinata para tomar su temperatura. — Está bajando, eso es bueno.

— Ahora me siento algo débil. — Suspiró. — Quizá deba irme después del almuerzo.

— Vuelve a la habitación si te sientes muy mal, escríbeme, estaré más tranquilo si lo haces.

— Lo haré, gracias Tōru. — Hinata se puso de pie con ayuda del mayor, quien revolvió sus cabellos antes de salir los tres del sitio. Kenma le agradeció a Oikawa, quien se despidió con una sonrisa.

Kozume llevó a Hinata al salón, y al llegar se encontraron con cierta rubia al lado de Kageyama. Hinata suspiró nuevamente, no tenía energías ni siquiera para molestarse por algo sin importancia.

— Me sentaré contigo, Kenma. ¿Te molesta?

— Por supuesto que no, ven. — El rubio le ayudó a subir. Tobio miró a Shōyō preocupado por el estado en el que se encontraba, se veía más débil que cuando había llegado, aquello se debía gracias a los efectos de los supresores.

— Huele a sudor. — Se quejó Hitoka, mirando a Shōyō con una sonrisa burlona. — ¿Podrían alejarse un poco de aquí? Me molesta su olor.

— Si tanto te molesta puedes irte tú. — Respondió Kozume con su ceño fruncido. — Ten cuidado, Shōyō.

— ¿Ya tuviste tu celo? Tobio, por favor cubre tu nariz, no quiero que huelas eso. — Kenma tuvo un tic en su ojo. — Diablos, realmente apestas.

— ¡Cierra el hocico de una buena vez! — Exclamó Kozume, explotando. — ¿No te cansas? Joder, la única que causará dolor de cabeza a Kageyama serás tú y tu asqueroso aroma.

Yachi abrió sus ojos con impresión al escuchar al rubio. Se colocó en pie y antes de poder golpear la mejilla del contrario con su palma, alguien sostuvo su muñeca. Kageyama, Kenma y Hitoka se mostraron sorprendidos.

— Que... Ni se te ocurra tocarle... — Hinata le miró a los ojos, molesto.

— Hinata... — Tobio intentó acercarse, pero antes de hacerlo Shōyō ya había soltado a la rubia.

— Kenma... Volveré a la habitación... — Kozume asintió. — ¿Sería mucha molestia pedirte los apuntes luego?

— Claro que no, vuelve con cuidado, Shōyō. — El pelinaranja asintió, caminando a la salida del salón.

— Hinata, espera. — Kageyama comenzó a seguir al menor.

Kozume y Hitoka se miraron por varios segundos, molestos con el otro, pero Kenma no tenía ganas de perder su tiempo, así que solo se sentó y bostezó, sacando su cuaderno.

— ¡Hinata! — Shōyō se detuvo, girándose hacia el mayor, quien suspiró, acercándose y tomando sus manos. — Lo siento.

— No has hecho nada malo, Kageyama. — Aseguró Hinata, soltándose de su agarre. — Vuelve al salón, las clases comenzarán pronto.

— Iré contigo.

— No vengas. — Tobio le miró sorprendido. — Estaré bien solo, tan sólo quiero... Descansar.

Kageyama frunció su ceño, apretando sus puños, dejándolo salir.
Hinata quién ya se encontraba a unos metros lejos, abrió sus ojos con impresión y terror, sintiendo sus piernas comenzar a temblar. Fue cuestión de segundos para que cayera al suelo de rodillas, sintiendo un par de lágrimas escapar de sus ojos.
Iwaizumi pasaba cerca del sitio cuando un fuerte olor llegó a su nariz, su ceño se frunció y al detenerse en medio pasillo observó con sorpresa la situación.

— Kageyama. ¿Qué le estás haciendo? — El moreno caminó con rapidez hacia Hinata antes de que Tobio llegara a él y sacó su teléfono.

Sonaron tres tonos hasta que contestaron del otro lado de la línea.

— "¿Iwa-chan? Las clases han comenzado. ¿Qué sucede?"

— Estoy cerca de la salida. Kageyama está intentando hacer una locura con Hinata... — Habló, antes de poder continuar explicando la llamada fue colgada.

Hajime tomó en sus brazos a Shōyō, quien temblaba desesperadamente. Ignoró los gruñidos de Tobio y comenzó a correr a la salida, siendo perseguido por el ojiazul. Pronto una tercera persona se unió a la carrera.

— ¡Te voy a asesinar, Tobio! — Aseguró Oikawa, atrapándole entre sus brazos, sabía que sus fuerzas no podrían compararse, pero al menos intentaría darle tiempo a Iwaizumi para que hiciera al menor tomar aire. — Solo estás haciéndole daño a Hinata, estúpido animal, si continúas así lo matarás.

Tobio intentó soltarse del agarre de Oikawa, quien desesperado clavó sus uñas en los brazos contrarios, provocándole un fuerte dolor al azabache que le hizo reaccionar.

— ¿Es así como demuestras tu amor a Shōyō? Maldita sea, Tobio. — Se quejó Tōru, soltando al ojiazul para comenzar a correr a la salida.

Kageyama se mantuvo en su sitio por unos segundos, mirando fijamente sus manos, confundido, aterrado, desesperado y arrepentido. ¿Acababa de intentar controlar a Hinata? ¿Intentó usar sus feromonas para ello? Tobio jadeó sintiendo una presión en su pecho.

— Déjalo en la cama. — Pidió Oikawa, entrando al baño y buscando un par de toallas. — Demonios, que su celo no se adelante... ¿Los supresores no funcionaron?

— Debe de utilizar unos diferentes ¿No? — Habló Iwaizumi desde la habitación. Estuvo a punto de ir al baño a ayudar a Oikawa cuando una débil mano tomó su muñeca.

Hinata señaló su escritorio, Hajime lo observó antes de comprender y dirigirse al sitio, sacando de allí una tableta de pastillas.

— ¡Oikawa! — Exclamó el moreno, Tōru salió mirando a su pareja, quien le mostró las pastillas.

— Excelente. — Llenó un vaso con agua y se acercó a Hinata, ayudándole a sentarse. — Toma la pastilla, Shōyō, esto te ayudará.

— ¿No le hará daño?

— No lo creo. — El castaño ayudó al menor a tragar la pastilla y volvió a recostarle en la cama. — Diablos. ¿Cómo llegó Tobio a hacer esto?

— Lo encontré en medio pasillo, se veía molesto, pero no creo que su molestia fuera hacia Hinata. — Comentó Iwaizumi.

— Déjame adivinar. — Habló con sarcasmo el ojimarrón, molesto. — Maldita sea esa bruja.

— Volveré.

— Está bien, creo que yo me quedaré a cuidar de Shōyō. ¿Puedes encargarte de mí mochila?

— Lo haré, nos vemos. — Iwaizumi dejó un corto beso en los labios del castaño antes de salir del sitio.

— Pequeño Shōyō, lo siento tanto. — Susurró Tōru. — Las consecuencias han comenzado a llegar más rápido de lo que esperé...

Esa mañana y tarde Oikawa se quedó al lado de su pequeño mejor amigo, Hinata estuvo débil y con fiebre por las primeras tres horas, hasta que decidió dormir y se recuperó. A las dos y media de la tarde Shōyō despertó, Tōru había ido por algo de comida para cuando el menor despertara. Las siguientes dos horas ambos amigos se dedicaron a conversar y a entretenerse entre ellos.

— ¿Puedo saber por qué lo hizo? — Preguntó de repente Hinata, mirando el suelo.

— Shōyō... — Tōru abultó los labios. — Creo que hay veces en las que los alfas se vuelven algo posesivos, especialmente si sus parejas están débiles, enfermas o en cinta, además, Tobio está experimentando esto de una relación por primera vez, debe de estar acostumbrándose, pero no dudo de que en este momento no esté lamentándose por lo que hizo.

— ¿Crees que se sienta muy mal? — Oikawa suspiró, sonriendo.

— No lo creo, pero... Las clases deben de haber acabado hace poco, no dudo de que vendrá a verte. — Hinata se puso de pie bajo la mirada curiosa de Oikawa.

El menor fue a su armario y sacó de este un par de prendas de vestir cómodas, después iría a buscar algo de comer, así que no se colocaría su pijama. No le importo la presencia de Tōru, se cambió aún algo débil y volvió a su cama, cubriéndose con las cómodas sábanas. Oikawa acarició sus cabellos, notando al menor sonreír de a ratos por las agradables caricias.

Toc toc toc.

El castaño suspiró, no era necesario preguntar quién era, estaba totalmente seguro de saber quién se encontraba tras de la puerta. Se puso de pie y abrió, observando a cierto azabache allí. En ese mismo momento Tobio se veía idéntico a un cachorro arrepentido, rogando por el perdón de su amo.

— Escúchame bien. — Habló Oikawa. — Si lastimas de cualquier forma al pequeño Shōyō te golpearé bien duro en las pelotas.

Kageyama asintió. Tōru se hizo a un lado, el ojiazul no tardó en entrar y buscar a Hinata con la mirada, encontrándoselo sentado en su cama. Arrugó la nariz por un momento sintiendo el olor de la cama contraria y, al estar al lado de Shōyō, le rodeó con sus brazos, hundiendo su nariz en el cuello del menor.

— Lo siento... Perdóname... — Hizo una mueca. — Por favor.

— Kageyama. — Hinata le alejó, tomando sus mejillas. — Está bien, no hiciste nada malo.

— ¿Qué no hizo nada malo? — Oikawa rió con ironía. — Vuelve a intentar que Shōyō te obedezca a fuerza y créeme que disfrutaré castrarte. — Una aterradora sonrisa en el rostro de Tōru provocó un escalofrío en la pareja.

— No lo volveré a hacer. — Aseguró. — No sabía que te haría daño, lo siento.

Shōyō sonrió e hizo un espacio en la cama, palmeando el sitio. Oikawa los observó por unos segundos antes de sonreír y tomar sus cosas, saliendo de la habitación para darles algo de privacidad. Tobio se acomodó al lado de Hinata, rodeando su cintura con sus brazos, descansando su cabeza sobre el pecho del menor.

— ¿Por qué huele a omega aquí? — Preguntó el azabache. — Sé que no es tu aroma lo que siento. — Shōyō rió nervioso. ¿Qué debía de decir?

— Tōru a veces trae a alguno que otro omega, pero no pasa nada más. — Mintió, acariciando los cabellos del azabache. — Kageyama. ¿Te encuentras bien?

— No. — Hinata le miró preocupado. — No quería lastimarte, lo siento.

— Te he dicho que está bien. — Tomó las mejillas de Tobio y juntó sus labios en un suave beso. — No te preocupes por eso, por suerte mi celo no se adelantó, estoy bien.

— Bien. — Kageyama cerró sus ojos, descansando un poco entre los brazos de su pareja, disfrutando del dulce aroma que llenaba sus fosas nasales.

Kageyama pensó en Yachi, no entendía aún la razón por la que la mujer fuese tan insistente, pero debía de hacer algo. Tobio sabía que ella haría lo imposible por alejar a Hinata de su lado, y a este punto Kageyama no lo soportaría, no podía permitirse perder a Shōyō, Shōyō era su pareja y le apreciaba demasiado, lo quería consigo, hasta el fin de sus días.

— Quiero que el sábado me acompañes. — Habló de repente el mayor, Shōyō le miró confundido. — A casa de mi abuelo.

— ¿Por qué?

— Le diré que estamos saliendo. — Shōyō se atragantó con su propia saliva al escuchar aquello. — En vacaciones podemos ir a casa de tus padres si así lo deseas.

— Bueno... No sé... — Hinata se sentó, el azabache le imitó. — Me da... Algo de nervios pensar en que conoceré a tu abuelo... Además, ¿No es muy pronto? Es decir, no es que me avergüence, si no que... Creo que llevamos demasiado poco tiempo juntos como para contarles a nuestros familiares... ¿Qué pasa si mañana terminamos o algo así?

Kageyama frunció su ceño, abrazando a Hinata quien se mostró confundido.

— No. — Susurró. — No terminaremos.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso?

— Porque te quiero conmigo, y haré lo que sea para que no te alejen de mí. — El rostro de Shōyō tomó color. — Te quiero, Hinata.

— Yo también te quiero, baka. — Sonrió, Kageyama se acostó nuevamente, Hinata le miró, sentándose en su regazo y abrazándole. — Le enviaré un mensaje a Kenma para pedirle las notas.

— Están en mi mochila. — El pelinaranja le miró. — Le he pedido que las dejara en mi mochila para traértelas.

— Gracias, Kageyama. — El menor se inclinó a besar los labios contrarios. — Iré por ellas.

— Hazlo luego. — Tobio le tomó de la cintura y volvió a recostarle sobre su pecho. — Quiero estar contigo.

— Bien, bien. — Rió Hinata, abrazándole. — Me quedaré contigo hasta que sea de noche, debo de ir a buscar algo que comer.

— Te acompañaré. — Shōyō cerró sus ojos acomodándose un poco sobre el mayor hasta encontrarse cómodo. Kageyama frunció su ceño y rodeó el pequeño cuerpo de su pareja con sus fuertes brazos.

— ¿Sucedió algo interesante hoy?

— Nada que no pase todos los días. — Suspiró. — Tu amigo rubio estuvo molesto todo el día, me pareció verle discutir con su pareja.

— Diablos, espero que no sea mi culpa. — Se lamentó Shōyō. — Kenma y Kuroo son una pareja muy hermosa como para que arruinen su relación por algo tonto.

Kageyama asintió, de acuerdo. Durante el resto de la tarde ambos se quedaron así, acostados, abrazados mientras hablaban de cualquier tema o se quedaban en silencio, disfrutando de la compañía del otro.
A las siete y media, Hinata se puso y pie y fue a buscar un abrigo para buscar algo de comer.

— ¿Por qué no pides comida rápida? — Preguntó el azabache, mirando a su pareja tomar su teléfono, dinero y llaves.

— No lo sé, no me apetece comida rápida a estas horas, quizás en otra ocasión. — Hinata sonrió. — ¿Vienes?

Kageyama solamente le siguió, y al salir del edificio tomó la mano de su pareja, entrelazando sus dedos. Shōyō suspiró, mientras miraba el suelo, caminando sin prisa alguna hasta un restaurante cercano.

— Duerme conmigo. — Hinata palideció.

— ¿Q-Qué? — Preguntó atónito y temeroso. Él no estaba preparado para algo como eso.

— No hablo de sexo. — Shōyō suspiró aliviado. — Duerme conmigo.

— No lo sé. ¿Es correcto? — Preguntó Hinata, abrazando al contrario al sentir algo de frío, Tobio le rodeó con uno de sus brazos.

— Duermes con Oikawa, no creo que sea problema. — Aseguró, acariciando sus hombros. — Tan solo lleva un pijama, tus cosas y la ropa que te pondrás mañana.

— Uhm... Bien, supongo. — Sonrió nervioso. ¿Dormir con Kageyama? Diablos se escuchaba raro, además ¿Cómo reaccionaría Tōru? ¡O los demás estudiantes de la universidad! Hinata colapsaría ante aquellos pensamientos.

— Llegamos. — El menor dejó sus pensamientos de lado al escuchar a su pareja, miró el restaurante por unos segundos y después entró al mismo junto al azabache, buscando una mesa para dos.

— Yo invito. — Sonrió Hinata, mirando el menú, no quería algo muy pesado para su estómago, estaría bien con algo ligero.

Tobio le miró por unos segundos antes de sonreír. "Claro que no te dejaré pagar", Pensó el ojiazul, mirando también lo que allí había. Ambos pidieron lo que deseaban cuando la mesera se acercó, y agradecieron cuando sus pedidos les fueron entregados.

— ¡Mm~! Sabe delicioso. — Sonrió Shōyō, sin dejar de comer.

Tobio le observó, sonriendo en su interior. Su mirada pasó de los ojos del menor a sus labios, y después de sus labios a su cuello.
Kageyama parpadeó. ¿Qué diablos le sucedía? Aquello no era normal, claro que no. No estaría reclamando a su omega o algo así ¿Cierto? Tobio no deseaba dañar a su pareja, al contrario, lo único que deseaba era verle feliz, y lleno de salud.

Al terminar ambos de comer, Kageyama se levantó con la excusa de ir al baño, aunque realmente fue a la caja. Pagó por ambos platillos y al volver, le ayudó a Hinata a ponerse de pie.

— Espera, debo de ir a pagar. — Recordó Shōyō, intentando soltarse.

— No es necesario, la cena está pagada. — Shōyō le miró sorprendido. — No te quejes.

— Pero-

Suspiró, siguiendo al mayor. Hinata sonrió, y durante el camino se mantuvo en silencio, hasta que llegaron al edificio. Kageyama acompañó al menor para que buscara sus cosas, y después de esto ambos se dirigieron al edificio dos. Segundo piso, habitación siete, Shōyō lo recordaba perfectamente.
Al entrar al sitio, se sentó en la cama, mientras veía a Kageyama dejar su mochila –que le había obligado a dejar llevar– y ropa sobre el escritorio.

— ¿Alguna vez Tōru te ha hecho algo?

— ¿Por qué la repentina pregunta? — Kageyama se encogió de hombros. — No, nunca me ha hecho nada malo, es muy buen amigo, siempre cuida de mí, incluso ha estado a mi lado hasta que yo logre dormirme. — Tobio se giró, mirándole con los ojos entrecerrados.

— ¿Han dormido en la misma cama? — Hinata maldijo por lo bajo, recordando que no todos conocían el lado bueno de Oikawa.

— Sí, podría decirse, pero nunca ha sucedido nada más.

— Ya veo. — Tobio se giró nuevamente y se sacó la camisa, caminando a su armario para buscar un pantalón pijama cómodo. Hinata sintió sus orejas enrojecerse de la vergüenza, e instintivamente cubrió sus ojos con sus manos para 'No ver de más'. — No hagas eso.

— No quiero verte desnudo aún. — Respondió Shōyō, Kageyama sonrió burlón.

— ¿Nunca has visto a otro hombre desnudo? — Hinata descubrió sus ojos frunciendo su ceño.

— ¡Veo a Tōru desnudo todos los días! — Se sobresaltó, cubriendo sus ojos de nuevo.

— ¿Desnudo? — El azabache suspiró, asintiendo. Se acercó a paso lento hasta el menor y tomó sus manos, alejándolas de su rostro. Shōyō cerró los ojos, realmente quería llevar las cosas lento. — Mírame.

— No lo haré.

— Mírame.

— No.

— Hazlo. — Hinata suspiró rendido y abrió sus ojos lentamente, mirando el rostro del mayor y no su abdomen.

Tobio tomó una de las manos de Hinata y la llevó hasta su pecho, Shōyō se sonrojó aún más, avergonzado de lo que el mayor estaba haciendo. Su mano comenzó a ser obligada a descender, lenta y tortuosamente hasta llegar al abdomen de Tobio, quien sonrió.

— No deberías de reaccionar así si es que ves a Oikawa desnudo todos los días ¿No lo crees? — Shōyō tragó duro, sin dejar de mirar los ojos azules contrarios.

— Y-Yo... Es que... ¿Me acostumbré? — Fue más una pregunta que una respuesta. Kageyama frunció su ceño, inclinándose a besar los labios contrarios.

Las grandes manos de Tobio tomaron los hombros de su menor, obligándole a recostarse sobre la cama, mientras su cuerpo quedaba sobre el del pelinaranja.
Hinata comenzó a temblar de los nervios, eso estaba mal para él, no era correcto.

— ¡Espera!

______________________________

📌Un voto y un comentario se agradece.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top