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Los ojos de Hinata brillaron al observar la enorme construcción frente a él. Era su primer día en su nueva universidad, y se sentía increíblemente ansioso.
Hinata Shōyō era un joven omega de familia de clase media, que había viajado desde la prefectura de Miyagi hasta Tokio, para estudiar, dejando atrás a sus amigos, a su familia, a su pueblo, a todo, pero ese sacrificio era solo para lograr su objetivo: Graduarse y obtener un buen trabajo. Se había matriculado en economía y administración, y no esperaba por poder recibir sus clases, conocer nuevas personas, y quizás, si tenía suerte, encontrar a su alfa y amor de su vida.
Sus pies comenzaron a moverse hacia su salón, no sabía exactamente en donde se encontraba, pero podía guiarse gracias a los pequeños carteles en cada una de las puertas, hasta finalmente dar con su salón.
Tomó asiento cerca de los primeros asientos, pero no en estos, no quería estar al frente del profesor toda la clase, pero tampoco quería estar tan atrás para no poder entender la clase.
Dejó su mochila sobre la mesa y sacó su teléfono, poniendo un mensaje en su pequeño grupo de amigos.
Los tres mosqueteros.
¡La universidad es increíble!
Guardó su teléfono al escuchar unas pisadas, y ver al profesor entrar por la puerta, logrando con tan solo su presencia que todos los presentes hicieran silencio.
— Buenos días... — La clase dió inició.
Agradecía a los dioses por haberse informado antes de su carrera, porque si no estaría totalmente perdido. No era algo difícil de comprender, pero si te desconcentrabas por un momento, todo se iría al carajo.
Alguien tocó a la puerta cuando el profesor estaba a media clase. Todos los pares de ojos se dirigieron hacia la entrada, y los murmullos no tardaron en inundar el sitio.
En la puerta se encontraba un joven alto, de cuerpo delgado, pero fuerte. Llevaba un perfume que lograba ocultar totalmente su identidad, por lo que nadie que no lo conociese sabría si era un alfa, un beta o un omega.
Hinata pensó que el profesor llamaría su atención por llegar tan tarde, o algo similar, pero el hombre mayor simplemente suspiró y le invitó a pasar. El chico caminó hacia el asiento al lado de Shōyō, sentándose.
El cuerpo de Hinata se tensó ante su presencia por alguna extraña razón, y evitó mirarle para no parecer un rarito curioso.
La clase continuó con normalidad, con la única diferencia de que ahora el silencio se veía roto por los murmullos de los muchos omegas en el sitio.
— Disculpa ¿Qué fue lo que el profesor dijo? — Shōyō salió de su trance, dejando de pensar en otras cosas, y miró al chico a su lado, esperando a que respondiera su pregunta.
Sus ojos azules se posaron sobre él durante unos segundos, estos parecían demasiado inexpresivos, como si realmente no le importara estar ahí, o siquiera vivir.
— La siguiente clase debes de traer un cuaderno cuadriculado para mayor comodidad. — La campana del receso del desayuno sonó.
El azabache no dijo nada, simplemente se marchó, sin importarle las últimas palabras que el profesor decía. Hinata parpadeó un par de veces confundido. ¡Ese tipo era todo un maleducado!
Se puso de pie y suspiró mientras miraba a las personas salir del salón para dirigirse a algún sitio en aquel tiempo libre.
Mientras guardaba sus cosas, Hinata sintió como alguien tocaba su hombro suavemente, giró su rostro un poco, encontrándose con un chico rubio, de expresión aburrida.
—Disculpa... — Hizo una mueca, pareciendo pensar si era correcto preguntar. — Te vi hablar con Kageyama. ¿Son amigos?
— ¿Kageyama? — Preguntó confundido el pelinaranja. Una bombilla se encendió segundos después. — ¿Hablas del chico de pelo negro con rostro de querer morirse?
— ¿No lo conoces?
— No, soy nuevo, llegué hoy. — Colgó su mochila sobre su hombro. — Ese tipo es un maleducado.
— Por todos los dioses, que suerte. — Hinata le observó confundido. — Uhm, no importa... ¿Irás a la cafetería?
— Sí, supongo. — Caminó a la salida, acompañado del chico de rostro aburrido. — ¿Cómo te llamas? ¡Yo soy Hinata Shōyō! — Una radiante y hermosa sonrisa apareció en el rostro del más bajo.
— Soy Kozume Kenma. — De su bolsillo sacó su teléfono, Shōyō observó cómo iniciaba una nueva partida de un juego totalmente desconocido para él.
Junto al rubio caminó hasta llegar a la cafetería, allí, hicieron parte de la cola para comprar su desayuno.
— Kenma. ¿De dónde eres?
— He vivido en Tokio desde que tengo memoria. — Respondió tranquilo, continuando con su juego. — Realmente no me interesa saber si tengo otras raíces.
— Ya veo. — Terminaron la fila. Shōyō pidió algo, después lo hizo Kenma, aunque este último parecía muy concentrado para tomar su desayuno, así que Hinata lo tomó por él y comenzó a caminar en busca de una mesa.
— ¿De dónde eres, Shōyō? — Hinata dejó las bandejas en una mesa para dos y sonrió.
— Vengo de la prefectura de Miyagi. — Kenma terminó de jugar y dejó su teléfono a un lado, mirando a su amigo confundido.
— ¿Miyagi? — Creía que era un pueblito pobre, no creía que gente de Miyagi estuviese allí, en una universidad como esa. — ¿Tienes una beca?
— ¡Si! Al principio era muy malo en preparatoria, pero después mejoré mis notas y decidí obtener una beca para la universidad, así podría tener buen estudio y futuro. — Miró al rubio. — ¿Y tú?
— Mis padres pagan mi universidad. ¯ Empezó a comer. — A la mayoría de aquí le pagan la universidad sus familiares.
— ¿De veras?
— Es una universidad prestigiosa, usualmente entran hijos de ricos o figuras importantes. — Respondió Kozume. — ¿Recuerdas al chico que se sentó a tu lado?
— Oh, el maleducado. — Kenma asintió.
— Es nieto de un empresario multimillonario, podría decirse que tiene la vida resuelta, pero aquí lo tienes, estudiando.
— ¿Él realmente quiere estudiar?... No sé... Al verle parecía querer mandar a todos al carajo y lanzarse del risco más alto. — Kenma rió.
— Sí, él es así. — Dejó el poco de comida restante a un lado. — Es un tipo sobresaliente aquí, y aunque tiene cara de no querer pasar una hora más en este sitio, obtiene muy buenas notas, de hecho, está dentro de los veinte mejores de la universidad, tiene la posibilidad de estudiar en el extranjero, pero siempre rechaza la oferta.
— ¡Qué estúpido! — Exclamó Shōyō. — Definitivamente los ricos son tontos.
— Oye. — Hinata rió avergonzado.
— No pensaba que fueras rico, Kenma.
— No lo soy, mis padres sí.
— Es lo mismo ¿No? — Kozume se encogió de hombros. — En fin. ¡Voy a vencer a ese tal Kageyama y me ganaré una beca al extranjero! — Aseguró, comiendo desesperado, lleno de ánimos.
Kozume le observó durante unos segundos antes de sonreír y negar, Shōyō era un chico curioso, llevaba tan solo minutos de conocerle y ya le parecía una persona agradable.
— ¡Kenma! — Una voz hizo que ambos chicos levantaran la mirada. — Al fin te encuentro, KenKen. ¿En dónde te habías metido?
Los ojos de un azabache se posaron sobre el pelinaranja, quien tenía sus mejillas llenas de comida.
— Oh. — Hizo silencio, después jadeó sorprendido. — ¿¡Hiciste un amigo!?
— No seas dramático, Kuroo. — El rubio se puso de pie. — Shōyō, él es Kuroo Tetsurō.
— Su novio. — Sonrió coqueto. — ¿Eres nuevo, chiquitín?
El ceño de Hinata se frunció al escuchar el sobrenombre, lo que causó que el azabache riera nervioso, disculpándose.
— Llegué hoy a la universidad. — Respondió tras tragar lo que había en su boca. — Me retrasé por el viaje.
— ¿Viaje? ¿Vienes del extranjero? — Preguntó, interesándose repentinamente en el menor. — You speak english? Are you coming from America?
Hinata parpadeó un par de veces, después una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.
— Yes, I come from The United States. — Kenma rió ante la terrible mentira.
— ¡Genial!
— No, Kuroo. — Hinata se puso también de pie, tomando sus cosas. — En realidad vengo de la prefectura de Miyagi.
La mandíbula de Tetsurō cayó al escuchar la confesión del pelinaranja. ¿Cómo era posible que tuviese un perfecto inglés viniendo de un sitio como ese?
— No lo juzgues. — Pidió Kozume. — Es un tipo inteligente.
— ¿En serio? ¿No bromeas? — Hinata negó. — Joder, no había escuchado de nadie de Miyagi en este sitio desde hace centenares.
— No seas exagerado. — Kozume miró a su nuevo amigo. — Nos vemos en la siguiente clase, Shōyō, no te pierdas.
— No me perderé, nos vemos. — Se despidió el más bajo con la mano, yendo a dejar la bandeja en su sitio, después se dirigió hacia su salón.
Durante el camino, decidió que era momento de memorizar cada pasillo del sitio para no llegar perderse, así que, tras prestar atención a cada lugar, logró guardarlo todo en su mente. Debía de recordarlo una vez más, pero por ahora estaría bien.
Entró a su salón, de inmediato notó al chico de ojos inexpresivos sentado en el sitio de antes. Suspiró y se acercó tomando asiento al lado del ojiazul, como antes.
Sacó su teléfono y miró los mensajes que sus amigos le habían enviado. El grupo era conformado por Nishinoya Yū, Sugawara Kōshi y él, de alguna forma fueron inseparables en los años que estuvieron juntos, pero después Kōshi entró primero a la universidad, y después lo hizo Nishinoya. El último por hacerlo era él, y ya lo había logrado, con la diferencia de que se encontraba a cientos de kilómetros lejos de sus amigos.
Sus amigos le desearon mucha suerte, asegurando de que lo haría bien, pues Shōyō era un chico inteligente.
Hinata observó de reojo al muchacho a su lado, este se recostó en el asiento, suspirando.
Si era tan popular como decía Kenma ¿Por qué no iba con sus amigos? Debía de tener ¿No? Y muchos.
Dejó el teléfono a un lado y se recostó sobre la mesa, cerrando sus ojos por unos segundos, en la espera del profesor.
En su mente solo se encontraba una pregunta. ¿Quién diablos era Kageyama? Ni siquiera sabía su nombre, tan solo su apellido, pero comenzaba a causarle curiosidad. Lo tenía al lado, pero era incapaz de iniciar una conversación, a pesar de ser un chico extrovertido y bueno para hacer amigos, ahora mismo se sentía extraño, como si algo le impidiese dirigirle la palabra al azabache.
Las personas comenzaron a llegar al sitio, murmurando cosas inmediatamente veían al ojiazul, quien imitaba la acción del pelinaranja, descansando sobre la mesa.
— Muy bien, estudiantes. — Hinata se acomodó, abriendo sus ojos y mirando al profesor.
Vaya.
Era guapo.
Un carraspeo le sacó de sus pensamientos, notando que su boca estaba abierta de la impresión. Buscó al dueño de aquel sonido, mas no lo encontró.
El profesor era realmente apuesto, pero eso no sería impedimento para comprender la clase y prestar la debida atención.
Shōyō tomaba algunas notas de lo que él mayor decía, no era una persona muy ordenada a la hora de tomar notas, pero después se encargaba de pasarlas a limpio a un cuaderno en su habitación, así podría estudiar para las pruebas sin problemas.
Por un momento notó al azabache mirar hacia su persona, lo que provocó que se tensara e inconscientemente se girara un poco, dándole la espalda, continuando con sus apuntes.
La clase terminó tras un par de horas, por lo que Shōyō intercambió sus cuadernos, sacando el de otra materia.
— Shōyō. — Saludó Kenma, encontrándose en esa clase.
— Hey. — Hinata sonrió, haciendo un espacio para el rubio, quien pronto se sentó a su lado, a esperar por el profesor. — ¿En qué estabas?
— Inglés.
— Genial. — Shōyō miró la hora. — Las clases terminarán pronto.
— Sí, el horario de este día es bastante corto. — Suspiró. Los ojos del rubio se posaron momentáneamente sobre la persona al lado de Shōyō, quien ignoraba totalmente la presencia de ambos, o al menos la de uno de ellos, que le parecía molesto. — ¿Qué tal sientes las cosas?
— La universidad es increíble. — Mordió su labio emocionado. — No puedo esperar por ver cómo serán las pruebas. ¿Serán muy difíciles?
El rubio se encogió de hombros, segundos después escucharon nuevas pisadas, viendo a otro profesor entrar al sitio.
Las clases de ese día pasaron normal y rápidamente, para cuando fueron las tres y media, Hinata recogía sus cosas, colgando su mochila en su hombro, listo para ir a su habitación en uno de los edificios de la universidad que le habían asignado.
Su compañero de habitación era un chico un par de años mayor, su nombre era Oikawa Tōru, y parecía una persona agradable, aunque siempre se encontraba rodeado de omegas en la universidad. Al comienzo, pensó que Tōru era un alfa, pero el castaño le confesó que en realidad era un simple omega. Hinata no le creyó, hasta que Tōru sacó una fotografía del examen médico que demostraba aquello. Muy pocas personas sabían que el castaño era omega, pues su apariencia era casi la de un alfa. Después terminó de creerle aquello al ver a un moreno fortachón llegar por el castaño y saludarle con un beso en los labios. A diferencia de Oikawa quien ocultaba su aroma, el azabache que le recogió no lo hacía, por lo que Shōyō entendió al instante que era un alfa.
— Nos vemos mañana, Shōyō. — Se despidió Kozume, Hinata se despidió también y salió del salón, caminando a la salida.
Un par de ojos se posaron en el pelinaranja a la salida, examinándole de pies a cabeza, lo que causó la incomodidad del menor. Pronto, los murmullos llegaron, Hinata pudo sentir una presencia poderosa detrás de él, por lo que caminó de prisa hasta salir del sitio y respirar el aire frío y fresco.
Sonrió y, casualmente se encontró con el castaño en la salida.
— ¡Shōyō! — Sonrió, abrazando al menor por el cuello, Hinata sonrió, devolviéndole el saludo. — Que bueno verte por aquí, anda, vamos a la habitación. — Se giró. — ¡Nos vemos, chicos!
Hinata fue arrastrado por el castaño hacia el edificio de habitaciones, sintiendo una mirada clavada en él hasta que entró a la construcción.
Caminó al elevador, y presionó el botón del tercer piso. Las puertas se cerraron, y el ascensor comenzó a ascender.
— ¿Qué tal tu primer día? — Oikawa revolvió suavemente sus cabellos.
— ¡Fue genial! — El castaño rió, asintiendo.
— El primer día siempre es lo máximo. — Aseguró. — Pero después, si no te esfuerzas, será un infierno.
Tōru abultó sus labios, mirando al pelinaranja.
— ¿Nada de chicos o chicas guapas?
— Nada. — Respondió. Las puertas del ascensor se abrieron, por lo que ambos caminaron hacia su habitación. — Pero conocí a un chico rubio, es agradable, supongo que somos amigos.
— Hay personas agradables en este sitio, aunque no lo parezca, no todos son unos niños de papi engreídos. — Se detuvo frente a la puerta y posó sus manos sobre sus caderas, sonriendo arrogante. — Por supuesto que yo soy increíble, y debo de ser un presuntuoso... ¡Excepto contigo, mi pequeño Shōyō! — Abrió la puerta, entrando los dos al sitio.
— Estaré trabajando. — Avisó Hinata, caminando a su escritorio, Oikawa frunció su ceño. ¿Qué no le era suficiente todo el día en la universidad?
Para su suerte, Tōru tenía el don de prestar bastante atención en clase, por lo que no le era del todo necesario estudiar por horas, tan sólo repasando lo visto en clase podría ir a hacer un examen y pasarlo con una buena nota.
Miró al chico de cabellos naranjas tomar asiento y sacar un cuaderno grueso, en el cual comenzó a escribir cosas que estaban en otro cuaderno más delgado.
El castaño se lanzó a su cama, cerrando sus ojos, estar en tercer año de universidad era agotador, pero apenas estaba a medio camino de terminar, no podía darse por vencido ahora que había logrado avanzar tanto.
Los ojos de Tōru se cerraron, quedándose dormido.
Hinata por su parte continuó con su trabajo, hasta finalizarlo. Estiró su cuello, el cual, ante aquel movimiento, tronó.
— Auch. — Sé quejó. Se colocó de pie y fue a buscar algo de pijama, iría a dormir y no despertaría hasta el día siguiente probablemente, así que se duchó, vistió y se acostó sobre su cómoda cama.
Shōyō pensó en la universidad, al parecer casi todos allí eran hijos de ricos, y eso era extraño, él era un chico de familia humilde, admitido gracias a sus increíbles notas obtenidas y la beca, pero de no ser por eso ¿La universidad lo habría aceptado? Suspiró, y sin querer pensarlo más, se dejó caer dormido, mañana sería un nuevo día y tendría más tiempo para pensar en su vida, por ahora solamente disfrutaría del saber que se encontraba estudiando en una prestigiosa universidad de Tokio.
Debía de mantener sus notas altas si quería continuar con su beca y no perderla, porque eso sería su perdición.
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📌Un voto y un comentario se agradece.
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