01| 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠
⎾𝗘𝗹 𝗣𝗿𝗶𝗻𝗰𝗶𝗽𝗶𝗼⏌
—¡¡June!!— gritó la rizada.
Entendió el mensaje, de inmediato, la pelirroja le alcanzó el hacha del suelo, y con ella, mutiló a la mujer que tenía delante de ella. Acabando con su vida en segundos.
Cabía decir que si no la mataba, ellas serían las que estarían en el suelo cubiertas de sangre.
Por lo menos habían ganado el maldito juego.
Ahh... ¿Como podían haber llegado a esto?
[•••]
—¡Jajajajaja!— se rió Yoko, mientras pasaba por el centro de Shibuya.— ¡Vaya cara se le ha quedado a ese idiota cuando lo has rechazado Junī!
—Ahg, no se por que se molestan en declararse. A mi solo me gusta una persona, y no lo veo desde la graduación.— dijo esta decaída.
—Anímate anda, Shizu a tenido muchas relaciones y en todas les ha ido mal y está mejor que tú.— comentó la de ojos marrones de forma burlesca, mirando "discretamente" a la recién nombrada.
—¡¿Ah?! ¡Habló la soltera del grupo!— la de pelo negro solo rodó los ojos.
—Vete a la mierda.— sacó su dedo del medio.
Shizuku sonrió y puso su mano en el hombro de su amiga.
—Ya estoy.—
Las dos se quedaron unos segundos en silencio, June mirando de una a otra y solo presente el bullicio de la gente del fondo.
Y como si nada, empezaron a reir como unas locas, la única estable y con cerebro parecía ser June Abbey.
—Dios...— la pelirroja suspiró y miró alrededor. Su vista se detuvo en el gran Starbucks que tenía en frente.— ¡Si! ¿Chicas, y si vamos ahí?
Las dos féminas se giraron hacia donde señalaba la mas bajita y pusieron cara de felicidad. Rápidamente asintieron, y al hacerlo, las tres ya se encontraban dentro de la cafetería.
—Yo quiero un Latte Macchiato.— pidió sin más.
—Cold Brew con crema dulce de vainilla, por favor.— dijo esta vez June.
—Y yo un Mocha Blanco, gracias.— Yoko.
Diez minutos después esperando, por fin obtuvieron sus bebidas preferidas. Y con eso salieron de allí. Pero no esperaban lo que se encontrarían.
Todo estaba vacío. No había nadie, ni un alma.
Nadie.
Y para asegurarse de que no era un sueño o una especie de inconsciencia, las tres, alarmadas, levantaron sus manos y las posaron en la mejilla de la contraria. Para seguidamente pellizcar y que soltaran un grito.
—¿No es un sueño?—
—No mames June. ¿Si fuera un sueño por que estaríamos las tres en la mente de la otra?— dice obvia Shizuku.
—No hay nadie, todo está vacío... Eso quiere decir que, ¡¿Podemos hacer lo que nos dé la gana?!— gritó Yoko a los cuatro vientos.
—Esto no es gracioso, idiota. ¿Que haremos? ¿Y nuestros padres? ¿Y la gente? ¿Dónde están todos?— en la cabeza de la pelinegra se preguntaba esas cosas.
—Esperar.— Yoko metió la mano en el bolsillo y sacó su teléfono.— Dios no, no funciona. ¡No enciende!
—¿Por qué?—
—No tengo ni la menor idea, la sabelotodo de tecnología es Nakamura.— dijo Shizuku respondiendo a la pregunta de Abbey.
—A mí ni me miréis, acabo de revisar el maldito chip del móvil y parece sobrecalentado. Así no puedo hacer nada.— se pasó su niqui escotado por la frente.
Confundidas las otras dos, tambien sacaron sus teléfonos y sus aparatos eléctricos. Lo único que parecía funciona era el Walkman de Tanaka.
—¿Cómo es que llevas eso encima?— le preguntó confundida la rizada.
—Me gusta...— dijo solo.
—Ya... Claro.—
—Eso quiere decir, que si estamos solas, ¡Ahora sí que no podré encontrar a mi amor!— gritó la pelirroja con lágrimas en los ojos, una exagerada de primeras.
Las restantes del grupo de tres la miraron con la ceja levantada. ¿Lo único que le preocupaba era eso?
—Joder. ¡Bien, está decidido! Iremos a nuestras casas, y si no encontramos a nadie, nos volvemos aquí.— propuso decidida la de gafas de pasta negra.
—Me parece bien. Espero, que si no están en casa. Estén bien por donde estén.— y con eso, las tres se separaron cada una por una dirección. Temblorosas de que no encuentren a ningún familiar.
No tardo mucho en que Yoko llegara a su destino. En un milisegundo sacó las llaves de su casa y entró a esta. Gritando los nombres de cada uno que vivía en ella.
—¡Mamá! ¡Yukiko!— miró en la cocina, nada— ¡¿Dónde estáis?! ¡Abuela!— la sala de estar, tampoco— ¡Tío! ¡Abuelo!— por ultimo en el baño y en los dormitorios. Ni rastro de ellos.
Con los nervios a flor de piel, se sostuvo en la pared del pasillo, y poco a poco se fue escurriendo por esta asta quedar en el suelo. Quiso reprimir las lágrimas, pero no pudo. Empezó a gritar y a patalear con fuera, se levantó de un saltó y empezó a tirar todo lo que encontraba por su camino al suelo, rompiéndose cada cosa que tiraba.
Ella iba al sicólogo, para que obtuviera ayuda con sus ataques de ira, estuvo ya medio año reprimiendolos, son que salieran a luz, pero esta vez, no pudo hacerlo. Rompiendo su racha.
Después de un rato destrozando todo, se sentó en el sofá de la sala. Tranquila y llorando en silencio, sin nadie que pudiera consolarla. Ahora solo quería que ésto fiera una maldita broma, una de las típicas que se le ocurrían a su hermana pequeña. O mejor, solo una pesadilla. Aunque eso lo había descartado cuando sintió el pellizco de su amiga inglesa.
Estuvo solo unos diez minutos, luego recordó lo que le había dicho a sus amigas, quienes estarían en una situación parecida, que tenían que verse en el centro de Shibuya.
Recobró sus cinco sentidos y se levantó del asiento. Agarró una mochila de su armario y empezó a meter lo necesario, ropa limpia, el álbum familiar, comida, etc... Parecía estar en una apocalipsis zombie. Pero era mejor estar prepara que sin nada. También metió un par de cuchillos, de los mas afilados. Unos mecheros y un par de cajas de cerillas. Si el teléfono había dejado de funcionar, el resto de tecnología tambien, así que no podrían usar ni calefacciones ni estufas.
Y para no olvidar el olor de su familia, metió una colonia de cada en el bolsillo pequeño.
Con eso, salió de su casa y se dirigió a Shibuya, sin mirar atrás.
[•••]
—
Esto es una verdadera mierda...— murmuró en voz baja para ella sola.
De reojo pudo ver como alguien se acercaba a ella a paso lento. Y eso hizo que se alertara y que se levantara para ponerse en posición de defensa, pero se relajó al ver que era Shizuku.
Al verle el rostro, supo que también había estado llorando, así que intuía que su familia había desaparecido igual que la suya. Y en su hombro, una mochila igual a la de ella, que seguramente también habría metido lo necesario.
—Así que tus padres tampoco están.— dijo Yoko como pudo, no tenía voz para querer hablar.
—No hay nadie, ni si quiera un miserable animal.— una tercera voz habló detrás de ella. Era June. Quién estaba en las mismas, son familia y con una mochila.
De repente, una luz blanca se hizo presente. Y junto a esa luz, una flecha roja que indicaba un camino, y ese camino a un lugar.
"ÁREA DE JUEGO"
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—¿Pero, qué?— Tanaka miró a la de ojos marrones.— Dijiste que no funcionaba nada.
—Yo nunca he dicho eso.— ésta la miró de vuelta.
—Bueno, sabía que estabas pensando algo parecido.—
—Será mejor seguir esa luz, no vaya a ser que por no ir allí pase algo aquí.— se metió la pelirroja a la conversación.
—No me fío.—
—Pues yo voy con ella.— Shizuku estuvo de acuerdo con la bajita.
—Me fío.—
Las tres emprendieron el camino hacía ese lugar donde señalaba la flecha.
Solo dieron la vuelta a un par de callejones, hasta llegar a una escuela, por el estado de esta, presentian que estaba abandonada.
En la entrada del recinto pudieron ver a mas gente, y como rodeaban una mesa blanca. Una mesa que contenía tres móviles encima de ella.
Se acercaron, y los cogieron, uno cada uno.
Y de ellos, se escucho la voz de una mujer.
"Los registros se han cerrado. Hay un total de diez participantes. El juego está por comenzar "
"Dificultad: 6 de corazones "
—Ahora sí que no entiendo nada.— pronunció la castaña.
—¿6 de corazones? ¿Acaso estamos en una especie de casino jugando poker?— dijo ésta vez la morena.
—Chicas, tengo miedo.—
—Tranquila Junī, sea como sea saldremos de ésta.—
O eso era lo que esperaban
𝒀𝒐𝒌𝒐 𝑵𝒂𝒌𝒂𝒎𝒖𝒓𝒂
𝑱𝒖𝒏𝒆 𝑨𝒃𝒃𝒆𝒚
𝑺𝒉𝒊𝒛𝒖𝒌𝒖 𝑻𝒂𝒏𝒂𝒌𝒂
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