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ERAN aproximadamente las cuatro de la tarde cuando Venus vio su teléfono en la mesa vibrar, y al revisarlo darse cuenta de que el mensaje que recibió era de Armin. Una imagen, seguida de un texto corto y sin contexto.

Armin
Tiene tus ojos :p

En la foto que envió podía verse la incubadora, que ahora tenía dentro los residuos blancos de una cáscara de huevo y una figura de unos sesenta centímetros que podía distinguirse como el lagarto bebé que habían estado esperando que naciera. Era de un color verde brillante que se extendía por casi toda su piel, y — como Armin había señalado en su mensaje — tenía unos ojos amarillentos que cómicamente se asemejaban a los de Venus. De manera casi inmediata se emocionó, y no tardó nada después de ver el texto para contestar.

Venus
¿Qué clase de lagarto es?

Armin
Creo que es un basílico verde. Tiene cresta, así que supongo que es macho.

Venus
No le hubiera puesto Lorenzo si fuera hembra.

Armin
Pero no tenías manera de saber qué era antes de que naciera. Te estaba informando.

Venus
¿Qué está haciendo ahora?

Armin
Viendo sus alrededores. Creo que está un poco nervioso. He escuchado que a estos no les gusta mucho el contacto humano.

Venus
Awwww :(
Le voy a comprar un terrario. Voy a pasar por tu casa.

Armin
Mejor lo voy a llevar contigo; no quiero el terrario en mi casa.

Venus
Ok pero con cuidado. Si está muy nervioso de que lo muevas alrededor puede querer escaparse. Voy a regresar como en una hora a mi casa luego de comprar todo.

Sin decir nada más ni esperar por una respuesta, Venus salió de su casa a comprar todo lo necesario para el lagarto. Tenía suerte de que papá tuviera la mala costumbre de dejarla hacer lo que quisiera con el dinero, aunque no tuvieran en cantidades enormes. Venus siempre supuso que fue debido al fallecimiento de su madre; que su papá de alguna manera buscaba consentirla demasiado con lo poco que tenía para compensar el hecho de que no tuviera una figura materna al crecer. Claro que a ella en realidad no le importaba tanto. Su madre falleció cuando era pequeña todavía, así que no tenía muchos recuerdos acerca de ella. Sabía que fue una mujer amable y que definitivamente no quería morir, pero Venus sabía algo que su padre no. Su madre habrá reencarnado en algún lugar y ahora estará viviendo su vida como una persona diferente, y eso le brindaba algo de paz.

Usando la tarjeta de su papá, Venus consiguió un terrario para el lagarto junto con su comida y otras cosas que consideró necesarias, para luego regresar a su casa donde Armin ya había llegado y estaba esperando en la entrada. Comenzó a correr más rápido cuando lo vio, no por él sino por el reptil, y sonrió al instante en cuanto lo miró.

— Que lindo. — comentó, teniendo cuidado de no acercarse demasiado para no asustarlo.

— Abre la puerta; ya me cansé de esperar de pie. — se quejó Armin, a lo que ella asintió. El terrario en sus manos era demasiado grande así que pateó la puerta hasta forzar el cierre y qe se abriera. — Si hubiera sabido que harías eso lo habría hecho yo y estaría adentro hace mucho. ¿No te preocupa que se vayan a meter a robar si es tan fácil forzar el cierre?

— No es fácil forzar el cierre; yo solo tengo experiencia pateando puertas. Estuve en el ejército en una de mis vidas.

—...Por supuesto que sí. — el tono que usó le hizo saber a Venus que estaba algo irritado por su respuesta, pues cualquier cosa extraña sobre ella se justificaba con sus vidas pasadas al final.

Una vez dentro de la casa, Venus puso el terrario en el suelo mientras Armin cerraba la muerta por ella, sosteniendo la incubadora con el lagarto en su otra mano. El reptil se notaba que había comenzado a sentirse acorralado en ese espacio, por lo que al ver el tamaño ridículamente enorme del terrario que compró Venus sintió un alivio ligero al saber que el animal tendría un buen lugar para vivir.

La muchacha colocó algunas otras cosas en el nuevo hogar del reptil, como ramas y plantas para que pudiera esconderse, agua, y otras cosas que pudieran hacerlo sentir un poco más en su hábitat natural.

— Lo pondré en la sala del piano. Allí entra mucha luz del sol a través de las ventanas. Recibirá mucha luz solar, pero tampoco será demasiada como para hacerle daño. Apenas como para un buen baño solar, como debe ser.

— Bien. ¿Pongo a Charles en el terrario ya? Creo que está un poco desesperado.

— Sí, con cuidado. — advirtió, aunque estaba segura de que no era necesario. Si algo había notado sobre Armin es que era muy cauteloso. Colocó la incubadora dentro del terrario, y esperó hasta que el lagarto saltó para sacar el objeto de nuevo, permitiendo a Venus poner la tapa del nuevo hogar del reptil. Lucía mucho más contento allí. El espacio era lo suficientemente extenso como para que no se sintiera confinado y al mismo tiempo tenía la seguridad de que no podía salirse de ahí.

— Los basílico verde son independientes desde el momento en el que nacen. No necesitan dirección de sus padres; son autónomos desde el primer segundo de su existencia. — escuchó al rubio comentar, observando como Charles Quinto saltaba alrededor de manera casi eufórica explorando sus alrededores.

— Awww, yo que lo quería criar y enseñarle cosas.

— Charles no es tu hijo.

— ¿Quién dice que no? Es mi hijo en mi corazón. Estoy segura de que Charlie está de acuerdo.

— ¿Charlie? — repitió. — Para empezar, ni siquiera estuviste cuando nació. Además creo que ya hablamos sobre esto. Entiendo que extrañas a tu hija y eso, pero esto es un lagarto.

— Mi hija no tiene nada que ver con esto.

— Eso dices tú.

— Ayúdame a llevar a Lorenzo a la habitación del piano.

Sonrió victoriosa cuando lo escuchó suspirar rendido, y con su ayuda llevó el terrario hasta la habitación donde tenía el piano y lo dejaron sobre un mueble que estaba pegado a la pared, como un estante, pero que Venus estaba segura que aguantaría el peso del objeto.

Una vez que eso estuvo hecho, al fin pudo quedarse tranquila. Los dos, en realidad, porque para Armin cuidar de ese reptil fue la experiencia más agotadora de su vida.

— ¿Segura que te quieres quedar con él? Hablando en serio, entiendo lo que pasó con tu hija y ya sé que te culpas por lo que pasó... y que fingir que Charles es tu hijo te da paz, pero... es importante para mí que sepas que no estés tratando de reemplazar a tu hija con Charles Quinto, ni que estés tratando de llenar tu vacío con él. Es un lagarto, y es un ser vivo. Y no te voy a impedir que te sientas conectada a él, sin embargo... sigue siendo un reptil. Puedes pensar en él como tu hijo todo lo que quieras, pero a final de cuentas no lo es, ni tampoco lo será jamás.

— ¿Es necesario ser tan frío al respecto? — lo miró, algo irritada, aunque en realidad no estaba enojada con él. — Ya sé que no es mi hijo... de todas maneras, ¿qué daño te hace que piense en él como mi hijo? La gente piensa en sus mascotas como sus hijos todo el tiempo.

— Pero la gente normalmente no lo hace pensando en un hijo de una vida pasada. — luego de que Venus le lanzara otra mirada molesta, se calló con un suspiro al haber cambiado de opinión. —...No, tienes razón. No me afecta en nada que lo veas como un hijo. Supongo que solo...

— ¿Qué cosa? — insistió, alentando a que termine la oración a osar de su evidente duda acerca de hacerlo.

— Cuando te pusiste a hablar sobre tu hija, fue la primera vez que te vi deprimida. Quería seguirte la corriente porque parecía que el tema te afectó bastante, y que fingir que Lorenzo es tu hijo te hacía sentir mejor. Pero luego me puse a pensar, y quizás estaba siendo paranoico, pero pensé que quizás no podría ser saludable para ti apegarte al reptil y no permitirte pasar por el duelo de haber perdido a tu hija. Siento que lo estás evitando, y... me preocupé.

— ¿Te preocupó eso?

— Un poco. No es el punto. A lo que quiero llegar es... bueno...

— No lo tienes que decir; lo entiendo.

— ¿Y...? — pausó, como esperando a que ella dijera algo más, pero jamás lo hizo. — Pensé que quizás dirías "Está bien, Armin, no estoy evitando el duelo de perder a mi hija".

— Si te dijera eso estaría mintiendo, y sé que no quieres escuchar una mentira.  Lo siento... — se disculpó al ver sus ojos agrandarse por la sorpresa. Estaba segura de que él no esperaba que lo admitiera de manera tan directa.

— ¿Sí lo estás evitando?

— Pero para tu información, no estoy usando a Charles Quinto para evitar pensar en mi hija. Al contrario, me lo recuerda. Siento que...

Se detuvo.

— ¿Qué?

— Olvídalo. Lo que quiero decir es que definitivamente no estoy usando a Lorenzo como un reemplazo para mi hija, créeme; he sido madre y he sido padre. Sé mejor que nadie que no hay nada en el mundo que pueda reemplazar a un hijo que perdiste. — dio un paso al frente para poner sus manos sobre los hombros de su compañero, haciéndolo dar un pequeño salto del susto. — No te preocupes demasiado por ese tema, ¿sí? Yo lidiaré con ello, en algún momento, pero no ahora. — le dio una mirada determinada, casi suplicando que deje el dilema de lado. Puso cada pizca de su ser en transmitirle ese mensaje a través de sus ojos, esperando que pudiera entender; o encontrar una pizca de empatía en su corazón para que comprendiera que no se sentía cómoda hablando de ello por el momento.

—...Bien.

Finalmente, quitó sus manos cuando lo vio asentir, estando agradecida de manera silenciosa por su tardada aceptación — aunque haya sido de manera resignada — a la decisión que tomó de no hablar más sobre su hija.

Era un tema que la atormentaba desde el momento en que recordaba sus vidas pasadas hasta que moría y volvía a repetirse el ciclo. Diez vidas habían transcurrido ya desde la tragedia en la que perdió a su hija, y hasta ese día en el presente pensaba en aquello. Le dolía como si hubiera pasado recientemente, excepto que no había nada que pudiera hacer al respecto además de aceptar la realidad. Fue una mala madre, luego fue un mal padre. No se casó muchas veces por esa misma razón, y si era honesta del todo, una parte de ella tenía miedo de que si llegaba a atreverse a tener una familia de nuevo, volvería a cometer los mismos errores de siempre y volvería a perder a sus hijos. Morir y dejar a su familia a su suerte.... era uno de sus mayores arrepentimientos.

Quizás algún día tomaría el valor de contarle todas sus preocupaciones a Armin, pero temía que no lo entendiera. Ella había pasado por doce vidas de experiencia; cientos de años aprendiendo y errando que la hicieron la persona que era ahora. Armin era una persona normal; alguien a quien dejaría atrás de forma inevitable al momento en que falleciera para repetir el ciclo de nuevo.

Cuando estaba con él lo hacía ver como algo beneficioso, pero... recordar sus vidas pasadas era una maldición que no le deseaba a nadie.

Quería pensar que era buena, en verdad, sin embargo con el pasar de los años y de sus vidas se le hacía cada vez más imposible. El peso de sus errores y arrepentimientos la estancaba en su estado actual; uno del que no sabía salir al mismo tiempo que no hacía el intento por averiguar cómo hacerlo. Y ser consciente de eso solo agregaba a su culpa y a la sensación de que era todo su responsabilidad y sus consecuencias por ser una mala persona el vivir de manera miserable por toda la eternidad.

Tal vez era el karma. Todas esas cosas de las que se culpaba y arrepentía por no hacer... la acechaban de una forma en que la muerte nunca lo hizo.

Por eso necesitaba atrapar a su asesino. Ella necesitaba asegurarse de que esa persona no lastime a nadie más. Si lo hacía, tendría su venganza, esa persona ya no mataría a nadie como lo hizo con ella. Estaría haciendo algo... bien, por primera vez en sus doce vidas; podría decir que fue buena.

Así, tal vez, su consciencia se tranquilice un poco.

🌊 Quise hacer el capitulo un poco más en el pov de Venus para mostrar cómo es que ella está viendo la situación y eso, aunque luego hasta yo sola me confundí de lo que estaba diciendo 😭

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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