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ALTAS temperaturas se habían estado haciendo presentes en aquella ciudad. Con el final de las clases y el inicio de las vacaciones, a excepción del proyecto que les habían dejado, Armin podía decir finalmente estar relajado. Quizás era por su constante necesidad de estar yendo a la playa, pero amaba el verano. Y aunque sus probabilidades de encontrarse con Venus aumentaban al menos un 80% si llegaba a decidir ir, le daba un poco igual; no podía dejar que su compañera extraña que decía recordar sus vidas pasadas le arruinara sus vacaciones. Ya mucho tenía con verla una o dos veces a la semana por el lagarto sin nacer, y si pudiera, evitaría cualquier posible encuentro con ella, pero si por alguna razón llegaba a verla, tampoco era que la odiara. Él sólo pensaba que ella era un poco rara.

Con un helado de paleta en la boca para refrescarse, se acercó a la muchacha que había ido a su casa por — como era de esperarse — el lagarto. Ese maldito reptil nonato era el único vínculo que tenían, como una pareja divorciada que se reúne solamente para la graduación de su hijo.

Venus estaba viendo la incubadora con una concentración casi impresionante, y desvió la mirada solo cuando vio a su compañero extendiéndole la mano donde sostenía otro lado. Lo aceptó sin pensarlo dos veces, sonriente, pues apreciaba el gesto, y acto seguido continuó viendo el huevo de reptil. Armin siguió su mirada y observó de igual manera, con el único ruido siendo el ventilador que tenía dentro de la cocina, y se aburrió a los diez segundos de inactividad.

— ¿Qué me puedes contar de tus vidas pasadas? — preguntó, no porque creyera que fuera cierto, sino porque le intrigaba qué sería lo que pudiera inventarse para responder al momento. Incluso si le parecía una ridiculez que su compañera recordara sus vidas pasadas, le servía de entretenimiento.

— Hm... — la vio pensar sin despegar la vista del huevo en la incubadora y darle una probada al helado en su mano durante algunos segundos. — En mi octava vida morí en una guerra.

— ¿Cómo puedes hablar de tus muertes con tanta tranquilidad? — ese factor en específico era lo que hacía a Armin razonar que no había manera en que las afirmaciones de su compañera pudieran ser ciertas.

— Cuando mueres y renaces muchas veces, dejas de tenerle miedo a la muerte, en especial si sabes que al final vas a volver.

— ¿Nunca tuviste una muerte normal?

— ¿Cómo defines una muerte normal?

— Eh... — pensó durante un momento. — ¿Por vejez?

— En mi primera vida. Era una mujer francesa. Aunque nunca me casé ni tuve hijos, llevé una vida tranquila y fallecí a mis ochenta y cinco años.

— Ya... — igual le parecía todo muy extraño. Si de verdad estaba mintiendo, se estaba inventando todo a una velocidad increíble. Eso o lo tenía todo planeado de antemano considerando posibles preguntas que él pudiera hacer, pero ir tan lejos con una mentira era casi menos probable a que sus palabras fueran verdad. Miró a su mano donde sostenía el helado que ya se estaba comenzando a derretir, pensando en la siguiente pregunta que iba a hacer ahora. — ¿Alguna vez...? — comenzó, dudando un momento, pues no sabía si aquel tema era muy personal. No obstante, acabó por terminar la oración. — ¿Alguna vez tuviste amantes en tus vidas pasadas?

— Claro, aunque no en todas. Solamente tuve amantes en dos de mis vidas, y en ambas me casé.

—...¿Con hombres o mujeres? — ese pensamiento le daba un poco de miedo. Venus era mujer. Si le llegaba a decir que se casó con otra mujer en una vida pasada, iba a empezar a cuestionar su sanidad.

— En una con un hombre, en la otra con una mujer.

— Quizás no estás mentalmente estable... — ella se rió de lo que dijo, excepto que no era un chiste. Trató de ignorarlo y regresó su atención a comer su helado antes de que se derritiera en su mano, para luego tratar de cambiar el tema. — ¿Qué clase de lagarto se supone que es este?

— No tengo idea.

— ¿Qué haremos cuando nazca? No me pienso quedar un lagarto en mi casa.

— Entonces me lo quedaré yo. Pero, Armin, deberíamos ponerle un nombre; no quiero solamente llamarlo "lagarto" todo el tiempo.

— "Lagarto" es un buen nombre; es lo que es. — Venus sacudió la cabeza, decepcionada.

— Eso es como que a ti te hubieran puesto de nombre "Humano". ¿Cómo se va a diferenciar de los otros lagartos si no le ponemos nombre?

— Ya, ya, bueno... ¿Cómo le vas a poner?

— Lorenzo.

— Lorenzo es un nombre horrible.

— Bueno, tú no querías ponerle nombre así que yo lo voy a llamar Lorenzo.

— No le vas a poner al lagarto Lorenzo.

— ¿Por qué no?

— Porque si le pones Lorenzo le voy a tener que decir Lorenzo.

— Entonces dile Lorenzo.

— ¡Es un mal nombre para lagarto! No le pongas así.

— Ya lo hice. — Armin suspiró, finalmente terminando de comer su helado y tirando el palito a la basura.

— Para alguien que dice estar en su doceava vida, actúas de manera muy inmadura a veces. — ella se encogió de hombros, ni siquiera molestándose en negarlo.

— He sido adulta muchas veces, pero por cada vez que lo he sido, he pasado la misma cantidad de veces por la niñez. Es la parte que más me gusta de cada vida; aunque es cierto que la adultez tiene sus ventajas.

— No te desvíes tanto del tema... mi punto es, Lorenzo no es nombre de lagarto. — Venus lo ignoró por completo, dándole varias mordidas a su helado hasta haberlo terminado de comer, y tiró el palito a la basura. — Yo antes pensaba "Quizás Venus no sea extraña; quizás es solo tímida" y ahora me doy cuenta de que era todo lo contrario...

— No creo en el concepto de lo extraño. "Extraño" solo significa que es algo que no entiendes o a lo que no estás acostumbrado. Pensamos que lo que sea que la sociedad no tenga normalizado es extraño, pero a veces lo que es raro para ti es el pan de todos los días de otra persona. Era bastante común que los padres y tutores de los niños en el siglo XX enviaran a sus hijos a otras ciudades a través de un servicio ofrecido por correos. Las empresas ofrecían a un empleado para acompañar al niño hasta el destino, por un pago que solía ser más económico que un boleto convencional. Según la ley de la época, era completamente lícito que los niños fueran transportados de esta manera. También, la mayoría de las personas en la Edad Media solían tener dos etapas de sueño durante una noche normal. Era común que la gente se acostara tan pronto como se pusiera el sol y permaneciera allí hasta alrededor de la medianoche. Después de eso, pasaban de dos a tres horas despiertos, durante la noche, antes de volverse a dormir. ¿Entiendes lo que digo? Si la sociedad lo llega a normalizar, cualquier cosa que ahora consideras rara podría ser normal de aquí a treinta años.

— Es una manera muy larga de confirmar que eres una persona extraña.

— Eso es un hecho. No todo el mundo recuerda sus vidas pasadas.

Armin se resignó a no discutir más, pues esa en definitiva no era la razón por la que dijo que ella era extraña, pero tampoco se iba a molestar en iniciar un debate. Si era verdad o mentira que recordaba sus vidas pasadas de todas maneras no era su problema, y si iba a tener que cuidar a un huevo de lagarto con ella por al menos dos meses, prefería dejarla ser y tratar de soportar cualquier locura que salga de su boca. Llevarse bien no era un requerimiento para el proyecto, pero tampoco la tenía que odiar. No tenía razones para hacerlo ni quería, en realidad; Venus podía ser una rarita pero no era una persona desagradable. Por ahora, podía seguirle el juego.

🌊 Buenas volví.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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