𝟬𝟬𝟮

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ARMIN no dijo ni una sola palabra después de eso; quedó en un estado de shock completo. ¿"Esta no es mi primera vida"? ¿Qué se suponía que implicaba esa afirmación? Hasta donde él sabía, la reencarnación no era algo real. Aunque claro, ella era una persona diferente; podía tener creencias distintas a las suyas y eso no era un crimen. Después de todo, la reencarnación era un tema que había estado presente en la humanidad desde la antigüedad, e incluso en la actualidad, era considerado algo real por la mayoría de religiones orientales como el hinduismo, el budismo, el jainismo y el taoísmo, además de algunas religiones africanas y tribales de América y Oceanía.

La pregunta era, ¿Venus creía en alguna de esas cosas?

— ¿De dónde eres? — preguntó sin pensar, queriendo encontrar una respuesta al saber su nacionalidad.

— Hm... nací en una familia originaria de Italia. Crecí allí durante la mayor parte de mi infancia, en Roma. Por eso mis padres me han puesto el nombre Venus.

No tenía sentido... en Italia la religión mayoritaria es el cristianismo, con un 79,39% de su población que lo profesa. El cristianismo establecido en sus principales ramas, rechaza la reencarnación de manera mayoritaria por considerarla una doctrina contraria a la Biblia,​ difícilmente armonizable con la creencia en la resurrección, y ajena a la concepción salvífica que mantiene esta religión. En la epístola a los Hebreos (9:27) se establece claramente la concepción neotestamentaria: «está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio». La única explicación posible para que Venus crea en la reencarnación es que no comparta religión con la mayoría de su país de origen.

— No entiendo... — la brisa volvió a soplar en rostro, esta vez más fuerte, haciendo que el agua de mar golpeara sus pies un poco más fuerte por la marea.

— No es difícil de entender; esta no es mi primera vida. De hecho, es la número doce.

¿Doce?

— Es una broma, ¿verdad? — insistió, completamente cerrado a la idea de considerar que lo que su compañera dijo pudiera ser remotamente verdad.

— ¿No me crees?

— ¿En serio lo preguntas...? ¿Cómo podría alguien creer algo así? — Venus miró hacia el cielo despejado, como pensando. Mientras más tiempo pasaba con ella, menos lograba entenderla. Decir que era rara sería poco; en especial después de una confesión como esa.

— Veamos... ¿ayudará si te hablo de mis vidas pasadas? ¿Y si te dijera que en una de mis vidas pasadas fui uno de los pasajeros que murieron en el Titanic? Fue mi vida número cinco. Nací en el año 1899 y morí en el 1912; a los trece años de edad.

— ¿En el Titanic? Ahora solo parece que te estás inventando lo que sea.

— Es verdad. — insistió, lo cual solo hizo a Armin dudar todavía más. — Morí por hipotermia cuando caí al agua; mi cuerpo tampoco fue encontrado jamás.

— Deja de mentir; debes estar jugando conmigo para decir algo así. — movió la cabeza, negando, y levantó el dedo para señalarla y hablarle con un tono completamente seguro de lo que estaba diciendo. — Si en verdad caíste al agua y moriste por hipotermia, ¿cómo estás tan calmada con el mar tocando tus pies? Creo que una experiencia como esa debería haber dejado un trauma de algún tipo.

— Jajaja, supongo que es una pregunta que tiene sentido. La verdad no tengo una razón que te pueda convencer mucho. Después de morir y revivir tantas veces, he aprendido a aceptar cada una de mis muertes y dejarla ir. Por supuesto, es probable que si me pusieras en un barco tendría miedo, pero vamos, estoy bastante segura que estando en la orilla del mar no volveré a ahogarme.

— Tenías razón en que no es muy convincente... — hizo una pequeña pausa, pensando en qué más decir. Era cierto que lo que decía sonaba a una ridiculez, pero al mismo tiempo, le intrigaba por qué ella diría una mentira como esa sin razón aparente. Por mucho que quisiera reírse de la posibilidad de que la reencarnación fuera real, se vio obligado a solo suspirar. Quizás Eren tenía razón cuando dijo que estaba loca. — Incluso si estuvieras diciendo la verdad, ¿por qué me lo dices?

— Eso... es un secreto. — le habló en un tono un tanto juguetón, y sin embargo, luego se puso seria de repente. Su voz cambió de manera drástica a un tono más asertivo, como si estuviera por advertirle algo. Incluso el viento dejó de soplar, y el sonido del oleaje cesó durante aquellos segundos. — Pero, Armin, es importante que sepas esto. Bajo ninguna circunstancia debes decirle a nadie lo que te acabo de contar. Da igual si me crees o no, pero esto debe quedarse entre nosotros.

—...¿Por qué? — su voz cautelosa pronunció la única pregunta que ella no podía responder.

— Esta vez, tendrás que confiar en mí. Te lo pido por favor; no se lo cuentes a nadie.

Armin dudó; miró hacia sus pies mientras consideraba aquella posibilidad. La arena bajo sus pies estaba suave y húmeda por el agua, y se quedaba pegada a su piel con un poco más de facilidad, lo cual sería un fastidio de lavar después. Al mantener la mirada fija en la sensación fría de la arena y el olejae que de vez en cuando volvía a lavar sus pies, pensó en lo que su compañera le estaba pidiendo. En realidad no era mucho, y no obstante, sentía que era algo demasiado extraño como para no contarlo. Decir que esa era su doceava vida... no encontraba ninguna razón para creerle; cualquiera se podría inventar algo como lo que ella describió como una de sus vidas pasadas.

Sin embargo... parecía bastante insistente en el tema de que no le cuente a nadie. Estaba bastante todavía dudoso, porque no tenía ninguna razón para pensar que lo que dijo era cierto, pero tampoco podía encontrar una sola razón para que ella estuviera mintiendo. A no ser que le estuviera jugando una broma extraña, no tenía pruebas de que estuviera mintiendo. Podía acceder a guardar el secreto y mantenerse cauteloso, así podía estar seguro y no necesariamente debía creer en sus palabras. No le haría ningún daño.

—...No diré nada, pero espero luego no enterarme de que estabas mintiendo. — al fin levantó la mirada, volviendo a encontrarse con la de ella, y dejando en claro en su tono que iba a estar enojado si descubría que ella estaba jugando.

— Gracias. — le dio una sonrisa genuina.

— ¿Qué es esto de las vidas pasadas de todas maneras? No entiendo cómo se supone que dices que had vivido doce vidas...

— Estoy en mi vida número doce. — lo corrigió. — Creo que todo el mundo es como yo; todos mueren y reencarnan. Pero por alguna razón yo puedo recordar.

— Mientras más me dices, menos sentido tiene. A ver, ¿entonces qué otras vidas has tenido? ¿Tienes manera de probarlo?

— Hablo diez idiomas, ¿eso es suficiente? Dos veces fui estadounidense, y una vez fui inglesa. Fui francesa, alemana, surcoreana, tailandesa, japonesa, egipcia, española, china, y en esta vida, italiana.

— No te creo..

— 내 말을 들으면 좀 더 믿어주실 건가요?

— ¿Ah? — su repentino cambio de idioma lo sorprendió. — No hablo coreano... ¿Qué fue lo que dijiste?

— Pregunté si me creerías más si me escucharas.

—...Bueno, sabes decir una frase en coreano. Pero eso no quiere decir que hables diez idiomas... ¿y cómo sé que el coreano lo hablas fluido? Podrías solo saber un par de frases básicas. Si dices algo más complejo puede ser que te crea.

— 우리가 친구가 됐으면 좋겠어. Eso significa "Ojalá pudiéramos ser amigos".

— Lo haces sonar como si no pudiéramos...

— ¿Me crees ahora?

— No, no realmente. — quitó la mirada de ella, dirigiéndola hacia el horizonte que se extendía con el mar. Había pasado demasiado tiempo con ella hablando de vidas pasadas... el sol se estaba comenzando a poner, y el cielo a teñirse de color anaranjado. — Debería irme a casa...

— Adelante, vamos a volver a mi casa. Te haré el huevo de lagarto para que te lo lleves. — Armin asintió, por primera vez satisfecho con algo que ella decía, y ambos comenzaron a caminar sobre sus pasos hacia el hogar de Venus.

🌊 Me tardé mucho más de lo que esperaba con este capítulo.

Solo para que lo sepan, he tenido que agarrar de referencia desastres reales que han ocurrido a lo largo de la historia para organizar las vidas pasadas de Venus, y en consecuencia de que estas tienen números de víctimas muy específicos, en uno o dos casos he tenido que usar de referencia a personas reales con el propósito de ser lo más históricamente correcta posible. En este capítulo hablé sobre la vida pasada de Venus donde murió en el Titanic, así que me tomaré el tiempo de hablar de la persona de la que tuve que investigar para esto. (Les advierto que es una historia un poco larga, así que pueden no leer si no quieren)

Eugene Joseph Abbott nació el viernes 31 de marzo de 1899 en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. Era hijo de George Stanton Abbott (23 de junio de 1867 - 23 de abril de 1941), un famoso boxeador profesional, y Rhoda Mary Hunt (14 de enero de 1873 - 18 de febrero de 1946), dos inmigrantes ingleses que se casaron a principios de 1895. Tenía un hermano mayor, Rossmore Edward, que nació el 21 de febrero de 1896.

En la noche del 15 de abril de 1912, la familia acababa de acostarse a dormir cuando de repente los despertó una sacudida repentina y luego un espantoso chirrido y raspado proveniente del costado del barco. Rhoda supo que algo andaba mal, pero Eugene y su hermano sintieron una aventura y le rogaron a su madre que subier a cubierta y descubrir lo sucedido. Prefiriendo precaución, Rhoda se negó y les dijo a los niños que la esperaran en la cabaña. Cuando regresó, dijo que un mayordomo le había dicho que no había nada de qué preocuparse y ella arropó a los niños para que volvieran a dormir por la noche. Aproximadamente a las 00:15, la familia fue repentinamente despertada nuevamente por un camarero que abrió la puerta de su cabina y gritó: "Todos los pasajeros en cubierta con chalecos salvavidas". No se dieron cuenta de la gravedad de la situación y comenzaron a vestirse casualmente y a ponerse sus chalecos salvavidas. Salieron al abarrotado pasillo y siguieron a los otros pasajeros de tercera clase que apuntaban a cubierta.

Pasaron por una puerta estanca que se abría a una escalera que conducía a la cubierta superior. Se unieron a un gran grupo de hombres, mujeres y niños que esperaban en el salón de segunda clase del barco, donde sólo a mujeres y niños se les permitía cruzar la puerta custodiada por los tripulantes. Allí, se dice Rossmore se puso de rodillas en oración para rogar por la vida de su madre aunque él y su hermano no se salvaran. Aunque niños y mujeres tenían preferencia, los hijos de Rhoda Abbott fueron capaces de acompañar a su madre hasta los botes salvavidas. Llegaron justo cuando uno de los últimos botes disponibles, el plegable C, estaba siendo cargado alrededor de las 2:00 horas del día 15. Cuando se la empujó hacia el bote salvavidas, se dio cuenta de que a sus hijos se les negaba sitio a bordo, y dando un paso atrás, rechazó subir en el bote.

Cuando el barco se hundió, Abbott y sus hijos se acurrucaron abrazados pero la oleada de agua los lanzó fuera de la cubierta. Intentó asirse a sus hijos, pero la fuerza del oleaje y la oscuridad los separó. Temiendo morir de hipotermia en el agua helada, fue capaz de alcanzar el bote plegable A, arriado semihundido y sobrecargado a las 2:15 horas. Pasaron varias horas antes de que el quinto oficial Harold Lowe regresara al sitio con el bote salvavidas 14 para recuperar supervivientes en el agua. Varios ocupantes del plegable A ya habían perecido o se habían descolgado del bote; Abbott era una de las 13 personas vivas todavía a bordo. Sus dos hijos murieron en el agua helada, y solo el cuerpo de Rossmore fue más tarde recuperado e identificado.

Eugene sucumbió a la hipotermia y falleció. Su cuerpo, si recuperado, nunca fue identificado.

Rhoda nunca se recuperó del hundimiento y lloró a sus hijos hasta su muerte. Se refirió a Eugene como "mi bebé" y un artista que se enteró de su historia creó un busto realista del rostro de Eugene en 1914. Aparecieron muchos avisos de defunción en diferentes periódicos, todos publicados por Rhoda.

Y eso es todo acerca de esto. Si llegara a necesitar escribir más descripciones como estas de otras historias, probablemente lo haré, pero hasta entonces nos vemos en el próximo capítulo.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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