Capítulo 5; Gemelas, Secretos y Consecuencias
Mi último año de escuela termino de una manera muy tranquila. Había dejado de ser tan idiota con la gente, pero no por eso había vuelto a ser del todo aceptada. A nadie pareció impactarle mi desaparición y eso significaba mucho de una forma negativa. Deje de ser tan idiota con mis compañeros.
La novia de Nial fue llevada ante uno de los consejos de América, y según lo que me contaron, su castigo por intentar matarme, fue perder las escamas de sus ojos. Era una advertencia para todos; recordarles que intentar matar a un dragón seguía siendo un delito.
No tenía idea de lo que había sucedido con las otras chicas, y sinceramente, no quería saber más del tema. Había dejado todo eso atrás. Mi relación con Myra había mejorado. No diría que volvimos a ser amigas, pero después de mi hermana y el doctor Koba, ella fue la única que se preocupó por mí.
Físicamente, me recuperé rápidamente de cualquier herida, pero con el tiempo los daños psicológicos resonaron en mí una y otra vez. Hubo días horribles, no le había contado a nadie todo lo que había vivido, era algo que jamás diría, no era una historia para contar.
Cuando las clases terminaron, tuvimos que volver a Colorado de la manera humana. Los dragones jóvenes no podían volar sin supervisión menos distancias extensas. Volver a casa e ingresar al clan fue una experiencia agridulce. Me preguntaba qué sucedería ahora que ya no tenía un clan al que pertenecer.
—Ya están aquí mis niñas, están tan grandes.
Papá nos abrazó mientras tomaba nuestras bolsas y las metía en el coche. Aproveché un momento de distracción de Belie y corrí hacia la puerta del copiloto. Ella comenzó a chillar y a quejarse porque yo iba adelante. Para ser sincera, nunca me había importado si iba adelante o atrás, pero la idea de molestarla me parecía divertida. Se enojaba con cosas tan simples que volvía la vida maravillosa.
—¿Han hablado algo más de la unión con el jefe del clan? —preguntó mi hermana.
Rodé los ojos e hice muecas de asco. Papá sonrió y apretó mi pierna para que no hiciera enojar a mi gemela.
—No, ellos no han dicho nada, y no voy a insistir con el tema, Bel. Quizás cuando te vea Can, quiera encaminar las cosas.
—No lo sé, cada día que pasa se pone más fea y gruñona, no creo que alguien quiera encaminar las cosas —me reí de mi ella.
—Cierra la boca, Alí. Dices eso porque estás celosa, nadie jamás va a querer unirse con alguien fallada. — Belie respondió agresivamente. —Además papá, tienes que apresurar todo antes que pierda mi oportunidad.
Ella realmente se veía preocupada, y aunque no sabía la razón más o menos la imaginaba.
—Las uniones está sobrevalorado, puedes hacer más cosas siendo una dragona soltera. Que gracia tiene unirse a alguien con dieciocho años y estar pegada a ella por más de cien siglos.
—Yo me uní a tu madre cuando tenía poco más de esa edad, y ha resultado muy bien. Y sobre eso tenemos una noticia muy buena que necesitan saber, pero tenemos que estar todos juntos para contarles.
—¿Se van a separar, ella va a dejar el clan? —quiso saber mi gemela.
Di vuelta hacia el asiento trasero y la miré con esperanza de que tuviera el sentido del humor de papá, pero no era así.
—Sí, Belie, se van a separar, formarán otra familia, y tú y yo jamás vamos a nacer.
Ella miró con conmoción un segundo, procesando qué tan reales podían ser mis palabras. Cuando notó que nos estábamos riendo, me jaló del cabello con fuerza y grité. Papá frenó en seco por nuestra distracción y fuimos regañadas de inmediato. Dolía que me tiraran del cabello, pero a veces, esos segundos de risa valían cualquier cosa.
Una vez en casa, papá bajó los bolsos, y entramos a la casa. Había algunas personas y un gran cartel de bienvenida en la pequeña sala. Tuvimos una barbacoa en el jardín, como si fuéramos una familia perfecta de catálogo. Era como cuando éramos pequeñas.
El novio de mi hermana no apareció durante nuestra pequeña bienvenida. Me daba cuenta de cómo la trataba y del interés nulo que tenia en ella. Sabía que Belie merecía algo mil veces mejor. Hace un tiempo atrás, hubiese pensado que todo estaba bien con esa actitud, pero ahora, no quería que mi hermana se transformara en la primera esposa y cuidadora de un futuro harem.
Ya era de noche, todos nuestros vecinos se habían ido. Papá había querido decir algo durante toda la tarde, pero mamá lo callaba, y ya no podía controlarlo.
—No aguanto más, sé que no debería hacer esto cuando esta es su fiesta de bienvenida, pero dado que ya termino, con su madre tenemos una noticia que darles.
Miré a mamá, repentinamente se puso muy nerviosa.
—¿Paso algo?
Susurramos mi gemela y yo al mismo tiempo.
—Sí.
—No.
Dijeron ambos al unísono, mamá negaba, papá asentía.
—Bueno, sí, pero no es algo malo. ¡Vamos a tener un bebé!
Miré a Belie, por la sorpresa. Mientras yo comenzaba a sonreír y a estar feliz, mi hermana emitía un sonido de horror y una cara de espanto.
—Esto es increíble, mamá, ¿por qué no nos dieron la noticia en la ceremonia?
—No estábamos seguros, pero ahora ya lo estamos.
Me lancé a abrazar a mis padres, feliz por esta noticia. Habría un niño más en la casa, y estaríamos felices por ello.
—No pueden, como arruinan así las cosas. Primero Alanys siendo una concubina en un harem quitándonos la poca seriedad que podríamos tener como familia, y ahora esto. Ya no me van a querer como futura esposa de Can —chillo Bali antes de salir corriendo por la puerta de la casa.
No entendía cómo un bebé iba a ser algo malo. Ella se iba a unir y se iría de casa, yo buscaría un nuevo clan y también me marcharía. Mis padres se quedarían solos, ya lo habían estado durante cuatro años. Un bebe era una muy buena noticia, un nuevo dragón siempre era motivo de alegría. Iba a ser un niño amado como lo habíamos sido nosotras, y además yo podría jugar con él de vez en cuando.
Mi padre intentó seguirla, pero se dio por vencido cuando ella emprendió el vuelo, esto era algo usual en Beltaine.
—¿De qué está hablando tu hermana? —mamá quiso saber de inmediato.
—No creo que sea el momento adecuado para hablar de eso, en otro momento mamá, pero no es lo que creen.—era una especie de mentira lo que acababa de decir.
Me escapé momentáneamente de las preguntas. Pero sabía que debería contarles algo de lo que había pasado, era la única forma de no tener que volver a ir a ese clan o tener que pasar lo mismo nuevamente.
Hacía mucho calor, aunque era tarde, y seguían sin haber señales de mi gemela. Mi pelo estaba húmedo por el baño que había tomado, pero se secaría en un rato.
—Voy a buscar a Belie.
—¿Sabes dónde está?
Mamá estaba preocupada, acurrucada en uno de los sofás junto a papá. No quería molestarlos.
—No, pero soy su gemela. Tenemos este poder telepático donde yo la encuentro en su escondite. Ella me lo indica.
Salí de casa y me dirigí hacia el centro de nuestro clan, pensando que, si Belie iba a estar en algún lugar visible, sería junto a sus amigas o Can, pero no la encontré. Pregunté por el lugar, pero nadie la había visto.
Miré la hora en mi móvil, ya era muy tarde para ir a la casa del jefe, así que le mandé un texto al novio de mi hermana, preguntándole dónde estaban. Su respuesta llegó de inmediato.
"Nos vemos en el centro en cinco minutos."
Lo esperé un rato hasta que Can mostró su aguileña nariz. Lo vi mirarme de arriba abajo, lo que me desagradó. Odiaba cuando cualquier hombre hacía eso, y aún más si se trataba de él.
—Estás hermosa, aún más que la última vez que te vi.
—Cierra la boca, idiota. Solo quiero saber si has visto a mi hermana. Pensé que estarías con ella, ¿para qué me haces perder el tiempo?
—Beltaine es aburrida, no está conmigo y no sé dónde está. Quería verte a solas.
Punto numero uno, estábamos en el centro del clan, eso significaba que habían mas dragones. Y punto numero dos, no me interesaba su estúpido coqueteo. Si bien, en el pasado me había sentido halagada sabiendo que me prefería aunque era la unión de mi hermana. Ahora todo eso era distinto, ya no era divertido ni alimentaba mi ego escucharlo.
—¿Y acaso ustedes no tienen alguna forma de comunicarse? Se supone que en un tiempo más serán marido y mujer.
—No me lo recuerdes, será una tortura.— intento tocarme.
Antes se lo hubiese permitido sutilmente y quizás le hubiese coqueteado. Había sido una hermana terrible, aunque jamás deje que se me acercara o algo mas, sabia que no había estado bien. Lo que me había pasado cambio muchas cosas en mi.
No me había provocado, pero exploté. Era molesto escuchar cómo se estaba resistiendo y refiriendo a mi gemela.
—Mira, Can, dudo que Belie y tú hagan una buena pareja en el futuro, así que, si no la amas, es mejor que no se unan.
Había vivido en carne propia lo que pasaba dentro de la casa principal del clan, no quería que jamás Belie tuviese que pasar por algo así.
—Mi padre dijo que debíamos hacerlo.
Quise golpearlo de inmediato, yo había mejorado mucho, pero seguía sin tener mucha paciencia con la gente.
—¿Acaso no tomas tus propias decisiones? Eres el hijo del jefe del clan, próximo a tomar ese lugar.
—Sí, pero soy el mayor. Mi padre piensa que tu familia traerá más bebés que cualquier otra, gemelas y ahora un bebé en camino. Tengo obligaciones —hizo una pausa dramática para acercarse a mí, tomó mi mano con fuerza—. Además, le dije que quería casarme contigo. Eres muy hermosa, no me importa que seas un dragón de escarcha, está permitido en estos tiempos. Pero él no me deja porque no puedes volar, aunque quizás si tú hablaras con tus padres...
—Debes estar bromeando...—no era una pregunta y no quería una respuesta.
Solté mi mano con fuerza mientras me alejaba de él. Tenía que tomar la máxima distancia de los hombres en general; todos eran unos idiotas.
—Vamos, Bali es linda pero no está a tu nivel. Solo mírate, estás ardiente. Creo que sería bueno para ti, ya nadie te miraría extraño y tendría a todos bajo control.
—¿Qué tan imbécil tienes que ser para que algo así te pase por la cabeza? Mi hermana está enamorada de ti, y yo jamás le haría algo así a nadie. Me importa muy poco cómo me miren los demás, no soy yo la que tiene el problema. Buenas noches.
Comencé a caminar, estaba muy enfadada. Pero él no pareció notarlo.
—Entonces, si no quieres que sea asi, formal, podemos tener encuentros casuales, ya sabes— casi daba saltos mientras me seguía. —Puedo darte garantías: un buen lugar para vivir, ropa, oro, pero tú solo debes...
Me giré y golpeé su rostro con mi puño, directo a su ojo, y el siguiente fue un rodillazo en las pelotas. El doctor Koba me había enseñado que cualquiera que tuviera pelotas era una potencial víctima para golpear en esa zona. Él gimió y cayó al suelo, y yo no me quedé para nada más.
Giré en la esquina para ir a casa, y fue entonces cuando el verdadero infierno se desató. Mi hermana estaba allí, con lágrimas corriendo por sus ojos. No hacía falta que lo dijera para saber que ella había estado mirando y escuchando la escena con Can. Por un segundo, no supe qué decir.
—¿Cuánto rato llevas allí? —es todo lo que se me ocurrió preguntar.
—Lo suficiente para escuchar lo zorra que eres. ¿Cómo te ofreces a mi prometido?
—Beltaine, si has estado el tiempo suficiente, habrás notado que... —había comenzado, pero nunca funcionaba —Olvídalo, esta es la misma recurrente discusión que hemos tenido en el pasado. Voy a entrar a casa y decirle a nuestros padres que estás bien y que ya estas aquí.
Ella se puso por delante de mi, me impidió que siguiera caminando.
—Voy a ser tan feliz cuando te vayas y desaparezcas de nuestras vidas. Quizás así dejes de arruinarlo todo.
No me dolían las palabras de Belie. Habíamos tenido tantas peleas así que estaba acostumbrada a sus comentarios hirientes, además yo también los hacia.
—Bueno, verás lamento decepcionarte... No pienso ir a ningún lado. No me uniré al clan de escarcha del norte, así que tendrás que aguantarme por más tiempo, hermanita.
Ella gritaba y peleaba, mientras yo hacía como que no escuchaba. Ambas caminábamos los últimos pasos para entrar a casa.
Papá salió a recibirnos.
—¿Qué sucedió ahora? no se dan cuenta la hora que es, van a despertar a todo el clan, y su madre necesita poder descansar.
Ellos estaban acostumbrados a esto, pero ya no parecía divertirles. Quizás se debía al embarazo de mamá o simplemente a que nos habíamos vuelto adultas.
—Nada, solo es Belie siendo Belie —me defendí.
—Es una zorra que anda ofreciéndose a Can, los acabo de ver en la plaza, juntos. Le dijo que no se uniera a mí, que podía detener la unión porque es el hijo mayor.
Mis padres cruzaron una mirada secreta. Luego me miraron a mi, vi en sus caras la duda de si yo era capaz de hacer eso. No era la primera vez que Belie me acusaba de algo así.
—Eso no fue lo que pasó. Y en verdad, Belie, aburres con toda esa actitud de mierda.
Me moví para ir a mi habitación, pero papá me detuvo con sus palabras.
—¡Nadie se va a su cuarto hasta que no expliquen qué pasa aquí! Y tú, Belie, no vuelvas a llamar así a tu hermana, discúlpate—exclamó mi padre, visiblemente frustrado por la situación.
Belie expresó sus emociones con rabia y desconsuelo.
—¡¿Por qué no puedo llamarla así?! Siempre anda coqueteándole a los chicos con novia. Por eso casi la matan en el internado y no aprende, sigue haciendo lo mismo. Ni siquiera tiene límites, no le importa que yo sea su hermana. Después de ser una concubina en un harem, ha perdido cualquier inhibición, si es que alguna vez la tuvo.
Bali lloraba mientras soltaba todo, algo que yo no le había contado pero parecía saber muy bien. Miré a mis padres negando con la cabeza. ¿Cómo les explicaba lo sucedido sin tener que repetirlo delante de mi hermana, que estaba visiblemente afectada y era una bocazas?
—No fue lo que dije, Can es un idiota. Él dijo cosas yo le respondí, pero justo que Belie lo esta sacando de contexto, no fue lo que paso. ¡Esta loca!
Tuve que apartarme para evitar que ella se abalanzara sobre mí. Este tipo de escenas era más o menos común en nuestra casa. Cuando intentó atacarme de nuevo, mi padre la levantó en el aire en un abrazo, conteniéndola. Me reí de ella, sin poder evitarlo.
—¡Me van a decir ahora qué es eso del harem del que hablan!
Antes de tener la oportunidad de hablar, Belie empezó a relatar toda la historia, una que estaba segura que leyó en las cartas que escribí y que luego queme. Era una maldita metiche.
—Por eso estuvo un mes fuera. No quiso contárselo a nadie. Pero fue la doncella del jefe del clan de escarcha del norte...
—Alanys, ¿de qué está hablando tu hermana?— preguntó mi madre, visiblemente consternada.
Miré a Belie, furiosa, pero no le dije nada, si lo hubiese echo posiblemente le arrancaba el cabello aburrido que tenia.
No me quedo muchas opciones, les conté a mis padres parte de lo que había pasado. No me atreví a ir al punto del abuso sexual, no estaba preparada para tocar ese tema jamás. Solo hable, de los golpes y de la insistencia de palabra en consumar el acto sexual.
Cuando terminé de contar la historia, mi padre se levantó y salió de casa. Nunca imaginé que la rabieta de Belie llevaría a un desastre como el que estaba apunto de ocurrir. Que ese momento, se convertiría en la última vez que veríamos a papá.
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