Capítulo 4; Dragones y Tormentas

Los días no habían cambiado mucho. Permanecía encerrada todo el día, la única diferencia era que ahora tenía una amplia y cálida habitación. El chofer salía temprano por la mañana y pasaba el día fuera, dejándome sola. Las dos últimas noches no había vuelto, lo que suponía un alivio.

En este momento, me encontraba arropándome con las mantas felpudas. Me sentía mucho mejor que hace unos días. Ya no tosía escarcha y el hielo se había ido de mi piel. Había pasado un mes desde que había salido de la escuela, y no sabía cuánto tiempo más pasaría lejos de casa.

El sonido de la puerta me tomo tan por sorpresa que no alcance a moverme. Había estado durmiendo en el suelo, en un rincón, durante las últimas dos semanas, y ahora me hallaba ocupando su cama. Eso podría dar lugar a malentendidos.

Nuestros ojos se encontraron, y noté que una expresión de sorpresa asomaba en su rostro, aunque trató de ocultarla.

—Lo lamento, lo ordenaré ahora mismo... —balbuceé mientras intentaba levantarme y despejar el desorden.

—Tranquila, está todo bien. Solo me sorprendió que hayas cambiado de lugar —respondió, tratando de aliviar mi preocupación.

No supe que hacer ni que decir, no iba a moverme más, no podía. Él me paralizaba, aunque ya no era el mismo miedo de los primeros días.

—Me iré mañana, si quieres que te ayude necesito que hables y respondas a todas mis preguntas o te quedaras aquí, y solo ellos saben cómo terminaras.

La idea que él se fuera y yo me quedara sola nuevamente fue peor que cualquier cosa. Él no me había hecho daño, ni había intentado atacarme, pero eso no decía que no lo fuera hacer.

—Tengo diecisiete —mi voz sonaba rara, producto de no hablar en tantos días.

El maldijo muy bajo, pero lo pude escuchar claro lo que decía.

—Me llamo Alanys, y pertenezco al clan del cenizal. —Mientras pronunciaba esas palabras, un nudo en el estómago me invadió. Me arrepentí al instante de revelar esa información. Pensé en mi familia y temí que él pudiera hacerles daño o buscarlos. ¿Qué había hecho?

—¿Eres una wyvern de fuego? —Parecía sorprendido por mi respuesta.

—No lo soy. Mi padre tiene un antepasado de escarcha, y nací diferente a los demás de mi familia. —Mi voz temblaba mientras hablaba, llena de ansiedad.

—¿Por qué estás aquí? ¿Tus propios parientes te entregaron a estas bestias?

—No, eso nunca sucedería. Mi familia no tenía idea de qué tipo de clan era este. Ellos no son responsables de mi situación.

—¿Cómo llegaste aquí?

—Ellos me encontraron y me trajeron. ¿Me dejarás ir?

—Voy a hacer que te lleven de regreso a tu clan. Aun estás débil, no puedes hacerlo sola. ¿Dónde está ubicado tu clan?

—No puedo decírtelo.

—¿Por qué?

—Ustedes son dragones negros, y van a hacerles daño si te lo digo.

Hizo un sonido parecido a una risa, su boca se ensanchó en una sonrisa, y sus ojos brillaron, lo que lo hizo parecer más amable.

—Te lo prometo, eso no ocurrirá. Si quisiera hacerte daño, no te habría salvado y no estarías aquí, protegida de todos.

—Los humanos crían ganado luego se lo comen —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Si, pero ellos solo los alimentan a la distancia no se involucran, tienes una sola oportunidad Alanys o vas a quedarte aquí.

—Creo que es al norte de aquí, en realidad no lo sé. Pero hay una escuela a la que asisto debo ir allí.

—¿Como llegaste hasta aquí?

Dude en contarle, pero si el wyverno iba a matar a alguien esperaba que fuera a esas estúpidas chicas de mi escuela.

—Unas chicas me empujaron por la pista de vuelo, había una tormenta de nieve. Fue hace poco más de un mes. Me encontraron media muerta y me salvaron, hubiese preferido que no lo hicieran —mi voz se apagó.

—¿Por qué no volaste? Eres un dragón alado, pudiste haber vuelto.

—No puedo volar, mis alas no funcionan.

—¿Están heridas?

—No, no están heridas. Simplemente no funcionan, no me pueden elevar al cielo. Creo que solo puedo planear un poco, pero desde una altura muy baja..

El asintió mientras se quitaba la chaqueta y el sweater, pude ver parte de su abdomen cuando su camiseta se levantó, aparte la mirada de inmediato, quizás un poco asustada.

—Hare que te lleven allí mañana, ahora solo descansa, Alanys...

Él sonrió y se quedó cerca del fuego sin hablarme más. Esa noche me dormí con la esperanza de que pronto volvería a casa.

En algún punto de la noche, me sentí muy cómoda y cálida. Había pasado mucho tiempo desde que dormí en una cama, y quería que ese momento de paz no se acabara. No sabía qué depararía el mañana, pero las mantas eran cálidas, y no pensar era lo mejor.

Desperté tarde por la mañana debido a los pesados ruidos en la habitación. Unas chicas estaban calentando la bañera. Recordé a la del primer día, Kaju, quien me miraba como si quisiera hacerme daño o algo muy malo.

—No puedo creer que te hayan comprado. Eres solo una niña defectuosa.

—Aun así soy más atractiva que tú, y yo he pedido nada —me sentía de mejor ánimo para responder, aunque sabía que no debía, esto era una historia conocida para mi.

—Supongo que la virginidad puede darte muchos beneficios.

—Así dicen —bostecé y me estiré—. Supongo que cuando salga de aquí y el jefe de mi aldea se entere de lo que me hicieron, habrá consecuencias. Aunque seamos dragones en extinción, la violación y el sometimiento físico ya no son aceptados en ningún lugar.

—¿Cumplir tus deberes es algo malo?

—Quizás tú los sientes como tus deberes, pero no son los míos. Yo puedo decidir —mentí, mi familia no era lo suficientemente influyente como para tomar decisiones, pero cuando mi gemela se casara con el hijo del futuro jefe, eso podría cambiar.

El tiempo pasaba y él no aparecía. Tomé un largo baño con agua caliente que abrazó mi piel, disfrutando de cada segundo. Me sentía feliz por la posibilidad de irme. No tenía mucho que llevar, así que me vestí rápidamente. Las horas pasaron, y la incertidumbre comenzó a carcomer mi confianza. Empecé a sentirme tonta por haber confiado en un dragón negro y preocupada por haber hablado demasiado. ¿Y si los guardias venían por mí? ¿Qué garantía tenía de que realmente me dejaría ir? La ansiedad me atormentó todo el día, y cuando llegó la hora de dormir, me sentía dolida, triste y traicionada. Había sido juguete de un desconocido que podría arrancarme el cuello y alimentarse de mi corazón cuando quisiera.

Sentí un golpe en la puerta, y esta se abrió. No había visto al hombre hablador en días, así que su presencia me hizo estremecer, pero al mismo tiempo me dio un poco de esperanza.

—Te ves mucho mejor —dijo Dalyn mientras me escudriñaba de pies a cabeza, y luego esbozó una sonrisa extraña—. Lamento mucho haberte hecho esperar, pero finalmente estoy aquí. ¿Estás lista?

Sus palabras me hicieron dudar, o tal vez era la forma en que hablaba y me miraba.

—¿Lista para qué?

—Puede ser para irnos, o quizás estés lista para algo mas.

Hacía sonar tan mal esas palabras que me dieron ganas de golpearlo, era como los idiotas de la escuela, solo que en versión más vieja.

—¿Dónde me llevaras?

—A tu destino— el entro en la habitación con una sonrisita estúpida. —Sabes Raavi no tiene por qué enterarse.

¿Así se llamaba el jefe de la aldea?, no había alcanzado a saber tanto de él, tampoco es que me importara saber algo de ese vejestorio asqueroso.

—¿Enterarse?, me vas a matar o algo

—Está bien eres un poco lenta. Mejor vámonos ahora y ponte algo abrigador.

—¿Cómo iremos?

—¿Como crees tú?, o acaso quieres que te lleve encima en medio de una tormenta de nieve.

Me sentí avergonzada por lo que había dicho, su mirada me había echo sentir así de tonta, me puse los pantalones sobre mi piyama y el sweater que me había dado el otro dragón negro, y estuve lista para volver a casa.

Durante el trayecto, estuve en silencio la mayor parte del tiempo. No podía creer que un viaje que se suponía debía durar unas pocas horas se hubiera convertido en toda la noche. La nieve nos impedía avanzar como quisiéramos, y la oscuridad no ayudaba en absoluto. Mis ansias de sentirme segura eran las que más determinaban el tiempo que parecía eterno.

—Podrías haber avisado. Estamos cerca, alguien podría venir por mí.

—¿Por telepatía?

—¿No sabes que existen los móviles?

—¿Y qué te hace pensar que tengo uno con red aquí? —levantó una ceja— Eres hermosa, pero no eres la chica más lista.

No quise discutirle, estaba ansiosa y no esperaba que él lo entendiera.

Después de mucho rato el coche entro en el camino que conocía de los últimos cuatro años. Había una falsa tormenta, sabía que era la magia de uno de los viejos dragones. Pasaron solo unos minutos y dos dragones cayeron desde el cielo, uno de ellos era el profesor de vuelo, un amphitere ancestral, y el otro, un wyrm al que reconocí como uno de los guardias. Finalmente, descendió un dragoi de niebla el doctor Koba.

—¡Para! —grité emocionada y asustada.

No esperé a que el coche se detuviera por completo, salté fuera y corrí hacia él. Vi la sorpresa en su rostro, pero me recibió en un abrazo.

—Pequeña, ¿volviste?—

Su rostro y voz eran una mezcla de incredulidad.

—Lo estoy, tuve un poco de mala suerte doctor Koba.

—¿Porque no volviste cuando te buscaron?

No tenia que saber mas del tema para que me diera cuenta de lo que pasaba. El clan de escarcha había mentido, me habían ocultado sin yo saberlo.

Lo pensé un segundo. Si decía algo, si los acusaba tendría que contar toda la historia y no quería tener que recordarla nunca jamás. Aunque no iba a dejar que la novia de Nial saliera ilesa de esto.

—Esa idiota toxica, me empujo desde la plataforma de vuelo en la noche. Me dolía todo el cuerpo, me costó recuperarme, casi morí.

Me sostuvo y me abrazo sin decir nada más. Me sentía muy cómoda junto a él.

—¿Tú la salvaste?

Mire a Dalyn, el dragón negro estaba junto a nosotros, le hice un pequeño gesto para que asintiera, no sé si el dudo o no, pero me siguió la corriente.

—Por supuesto que yo salvé a esta bella señorita. Es una pena que no quisiera quedarse conmigo de por vida, le dije que hacíamos buena pareja.

—Podemos volver a la escuela. Tengo mucho frío.— insistí, no quería exponerlos al dragón de sombra.

El doctor Koba asintió y comenzó a caminar conmigo.

—No vas a despedirte. Mira el viaje que hice por ti.—me grito.

No lo hice, no quería tener más que ver con él.

—Romperás el corazón de mis chicos

Fue lo ultimo que escuche de él.


Había causado un gran revuelo al entrar a la escuela. Muchos me miraban como si yo fuera un fantasma, o como si la sorpresa de verme viva fuera mayor que saber que había estado desaparecida. Nial me miró a la distancia, pero no se acercó. Parecía avergonzado, tal vez se sentía responsable de lo que había hecho su ex novia.

Cuando mi gemela se lanzó a abrazarme y lloró como una niña pequeña, finalmente tuvimos algo de privacidad. Esa noche, en mi cuarto, agradecí una y otra vez estar de vuelta en esta antigua escuela, que era un castillo viejo modernizado. Los pilares que antes me parecían aburridos ahora me parecían lo más genial del mundo, y toda la decoración antigua se veía hermosa a mis ojos. Mi percepción de las cosas había cambiado mucho.

Mi gemela estuvo sobre mí todo el tiempo, preocupada por saberlo todo, o al menos eso parecía. Estaba eufórica mientras me contaba cuánto habían volado para encontrarme. También me dijo que no se habían comunicado con nuestros padres porque desde el clan les habían dicho que yo estaba allí por decisión propia, reconociendo el área y viendo que si quería quedarme. Lo peor es que no sonaba descabellado, yo había hablado de ello abiertamente antes.

 A veces, cuando la miraba, sentía que para ella, habría sido mejor si yo no hubiese vuelto. Quería a Beli; era torpe y no siempre una mala hermana. Ella tenía mucho más de lo que yo podría obtener en mi vida, no tenia razones para pelear conmigo. No sabia porque aun no lo notaba.

Me metí en la cama, feliz por poder sentir las cosas que eran de mi propiedad: mi colcha azul eléctrico, mis cojines de felpa, mi manta de pelos. Suspiré de placer mientras daba vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Beli, en cambio, se quedó dormida casi inmediatamente. Ella era así, dormía profundamente y nadie podía despertarla.

Eran pasado las cuatro de la mañana cuando sentí un leve golpe en la puerta de nuestra habitación, me puse una sweater y salí al pasillo, mis ojos se ajustaron a la oscuridad, no esperaba mucha gente por estos lados. No era la chica mas popular ni con mas amigos, y aunque estaba segura que todos se habían enterado, dudaba que a alguien le importara.

Ver a Nial allí, parado frente a mí, hizo que mi corazón diera un brinco. Lo había extrañado más que a nadie, me rodeo por la cintura y me levanto en un abrazo, sentí rechazo de que me tocara. Y tenia mas que ver con todo lo que me había pasado que con él.

—Estoy tan feliz de verte bien, te busque tanto.

Quizás por fin mi futuro cambiaria, si Nial se había dado cuenta que me quería. 

—Todo fue tan terrible.—  use mi voz mas vulnerable. 

—Lo supuse, pero ya sabes cómo es la escuela y los clanes.

¿Qué se suponía que significaba eso? No pude decir nada.

—Realmente estoy feliz de que estés aquí, ahora todo se va a arreglar —insistió. 

Mi mente intentó comprender lo que él decía, pero no podía captar su idea.

—¿Qué se va a arreglar? ¿Estar aquí arregla algo?

—Bueno, sí, ya sabes... —Nial parecía algo avergonzado cuando se separó de mí—. Si tú estás aquí, significa que no estuviste en riesgo de morir, y por lo tanto Cris no es culpable de nada. Podrá salir libre, ya no la acusaran.

—¡Oh! —exclamé, finalmente entendiendo su punto—. Pero tu ex novia sí es culpable, ella me empujó, Nial. Todos saben que no puedo volar, y ella no tuvo problema en empujarme en medio de la noche. Ella sabía que iba a morir a esa altura y me lo dijo.

—Sí, pero ella solo estaba jugando, y ahora tú estás aquí. Y no vas a culparla de nada, ¿verdad? Debes decir que fue un accidente. Nunca te he pedido nada, y he sido tu amigo cuando a nadie más le interesa serlo. Sabes que soy un dragón de niebla ayudándote, por eso todos aun te hablan. 

Sus palabras fueron un balde de agua fría, sabia para iba esta conversación, incluso antes de preguntar algo.

—No debería importarte lo que le pase a tu ex novia. Sabes que la regla número uno es no matar a un dragón.

—Ella sigue siendo mi novia, y sabes que no es lo que quería hacer. Solo estaba molesta por lo que le dijiste. Ya sabes lo de estar juntos esa tarde.

Nial tomó mi mano y me atrajo hacia él, levantó mi barbilla, y no me di cuenta de que iba a besarme hasta que sus labios estuvieron sobre los míos. No sentí lo que había imaginado o esperado. Me separé inmediatamente empujándolo lejos.

—¿Qué diablos crees que haces? —me moleste mucho por su actuar, era repulsivo, no quería que nadie me tocara.

—Sé que te he gustado durante años, y eres muy hermosa, Ali, también me gustabas mucho hasta que, bueno... No puedes volar, y yo necesito a alguien que sea perfecta.

¿Perfecta?, esa afirmación fue como un balde de agua fría. ¿Se supone que no era perfecta porque no podía volar? Había esperado años a que el chico del que estaba enamorada se fijara en mí como algo más que amigos. Que me dijera que era hermosa y especial. No esperaba que me rechazara simplemente porque no podía volar.

—No voy a mentir, ni a quitarle la culpa de lo que hizo. — Él intentó tocarme nuevamente, pero esta vez lo golpeé en la cara. Mi mano dolió, pero a él le dolió más. —Estuve a punto de morir, dañé mis piernas, mis costillas se quebraron, mi rostro estaba destrozado y ni siquiera puedes imaginar lo que me hicieron. Y tú... ¿y tú me dices que me quede callada? Me encontraron medio muerta — mi voz sonaba fuerte —Ellas tendrán que enfrentar las consecuencias de lo que hicieron.

Las puertas de algunas habitaciones se habían abierto, yo estaba gritando. Myra se acercó a mí.

—¿Está todo bien? —preguntó, luego miró a Nial—. No puedes estar aquí, o ¿quieres ir a hacerle compañía a la asesina de tu novia?

Nial miró las puertas que se abrían y a las cabezas que se asomaban. Acto seguido salió corriendo de nuestro pasillo.

—Ali... —Myra intento alcanzarme.

Me abracé a mí misma, sintiéndome tonta.

—Estoy bien —mi voz sonó con sequedad. Ya había tenido suficiente.

Ella asintió y caminó hacia su habitación.

—Realmente me alegro de que estés viva y bien. Extrañé pelear contigo durante todo este mes.

No espero a que le respondiera y se metió a su habitación, yo volví a entrar a la mía. Beli dormía como si nadie hubiese perturbado su sueño, me metí bajo las mantas y decidí que nunca mas iba a volver a sentirme mal o llorar por algo sin sentido como un idiota. Lo peor ya había pasado y desde ahora en adelante, todo iba a ser mejor.

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