Capítulo 1; Entre el Cielo y el Suelo.
Uno de los peores momentos dentro de mis días era tener que asistir a las clases de vuelo, y no porque fuera difícil, se supone que era algo innato en la mayoría de los dragones. Recordaba el aire en mi rostro, como se sentía mientras azotaba mis escamas y las membranas de mis alas, solo había sido una vez, pero lo había logrado, y ahora, solo podía mirar desde la pista de vuelo como todos se divertían.
Nos gustaba estar en altura por si necesitábamos huir, cuando algo malo pasaba simplemente abríamos nuestras alas y nos lanzábamos al vacío. O eso pasaba con los dragones alados y mágicos, para los terrestres era otra cosa. Luego estaba yo, una wyverno que había encontrado su transformación pero que no sabía batir sus alas para poder mantenerse en el aire. Habían llegado a la conclusión que mis alas se habían dañado en algún momento de mi primer vuelo, no había mucha información en mi escuela y tampoco en mi clan, si bien éramos una raza antigua en el mundo, muchas cosas habían pasado y nuestra historia se había perdido con los años, no había información de mi condición y como solucionarlo.
Miré a Nial en el aire, él era rápido para ser un hombre, y muy bello. Era un wyverno de niebla, sus escamas moradas variaban según la luz a la que era expuesto. Su clase era importante dentro de nuestra especie, eran los únicos capaces de cubrirnos de los humanos y de otras especies mágicas. Su magia creaba una barrera o niebla, que podía mantenernos ocultos de los aviones o cualquier explorador y extraviado que entrara en nuestro territorio.
Nial jugaba con mi gemela, Beltaine quien era una wyverno de fuego, yo era una de escarcha. El color de nuestras escamas nos indicaba que tipo era al que pertenecíamos. Belie estaba cubierta de escamas rojas con una línea rojos oscuro que cubría desde su cabeza hasta la punta de su cola, yo era un tono azul abeto con escamas azul metálico muy oscuras.
No era común que los hermanos fueran de un elemento distinto, pero tampoco era tan loco. Hace muchos siglos que la especies habían dejado de mantener el linaje puro, con esos cambios se habían dado cuenta que nuestra raza había fortalecido ciertos puntos.
Suspire frustrada dejándome caer en la nieve, mi trasero iba a enfriarse y quizás me ganara un resfrió por ello, no iba a morir, pero estaban segura que si iba a ser molesto. Contrario a la falsa creencia de que los dragones no podían morir, la realidad era que todas las criaturas mágicas tenían sus puntos débiles, y congelarse en cualquier especie, era una de esas razones.
Miré mis pechos, las escamas los cubrían en su totalidad bajando por mi abdomen, era algo instintivo, estaba lista para quitarme la ropa y transformarme, pero eso no iba a suceder hoy. Cada día, venía aquí y veía a los demás estudiantes tomar sus ratos libres de manera divertida, mientras a mí solo me quedaba a esperar a que bajaran a tierra.
—Debe ser una mierda para ti venir aquí y sentarte todos los días a ver como los demás disfrutan algo que tú no puedes.
No quería mirar a mi acompañante, esto era algo de todos los días, y aunque no era fácil, debía admitir que quizás me lo había buscado. Me refería a sus palabras, no lo de no poder volar.
—Cierra la boca, no es como que tu estés en mejor posición.
Ella se dejó caer a mi lado, no tan cerca, pero lo suficiente como para seguir su plática.
—Soy una zephyrex, no añoro volar.
—Si, lo que sea —no podía evitar molestarme —Charles se hará cargo de ti, ya veras.
—Salta por el risco y de seguro también lo hará contigo.
Myra, era una zephyrex, un dragón acuático, una que se encontraba lejos de su tierra lo que la hacía alguien fuera de lugar en una escuela en las colinas de Alaska.
—Sabes que eres insufrible —mi voz sonó molesta, ella lograba eso.
—No más que tu Alanys.
Myra y yo habíamos sido amigas desde que empezamos la escuela aquí, pero las malas influencias y decisiones me llevaron a cometer tonterías e imperdonables errores. ¿Me arrepentía de algo? Sí, de todo, y eso ocurría incluso antes de llevar a cabo esas acciones. En mi defensa, solo quería encajar en el pequeño grupo de dragones de escarcha.
Les había jugado bromas a mi grupo de amigas y a mi hermana, acto siguiente fue ganarme el repudio de todas ellas. ¿Había ganado algo?, no exactamente, los wyvernos de escarchar no me incluían del todo en su grupo. No es que estuviera completamente sola, pero siempre había un ambiente hostil hacia mí.
Después de eso, Beltaine, mi hermana, fue llamada para comprometerse con el hijo mayor del jefe de nuestro clan, lo que la convirtió en una figura atractiva a ojos de todos y, por sí sola, se volvió odiosa. Sabía que pronto estaría asistiendo a reuniones con otros clanes y que todas querrían ser como ella.
Nuestra raza se dividía en función a la raza de dragón y luego por el elemento al que pertenecíamos. Según raza y elemento era al clan que pertenecíamos, todos debían obediencia al emperador. Ambas pertenecientes al clan de los cenizales, un clan de wyvernos de fuego. Mi clan debía lealtad al emperador de los dragones de fuego. Aunque eso cambiaría a de aquí a unos tres años mas, cuando me uniera al clan de escarcha, al cual pertenecía por raza y elemento.
Habían pasado cientos de años de reglas y de historia. En tiempos lejanos, nuestra raza había sido cazada por vampiros y otras criaturas de la noche. Los engañaron con la absurda idea de que nuestra sangre les serviría para recuperar su humanidad o para evitar alimentarse. Además, nuestras escamas eran consideradas mágicas para los hechizos de las brujas. Los humanos nos habían relegado, ocupando nuestro territorio y forzándonos a vivir en altitudes aún más elevadas.
Muchas razas habían desaparecido del mundo a lo largo de los años. Hace dos mil años, solo quedaban unos pocos ejemplares de nuestra especie. Los emperadores se vieron en la obligación de forjar alianzas con otras razas mágicas que nos ofrecían protección a cambio de nuestros valiosos tesoros. Las guerras de dragones y contra dragones, se habían terminado y hoy en día todos vivíamos en paz con los otros clanes.
—¿Todo bien Alanys?
Nial se había descendido de las alturas y despojado de sus escamas para volver a su forma humana. Éramos dragones en nuestra forma primaria, mientras que la forma humana era un don de la magia de nuestros ancestros, nacíamos como humanos, pero no siempre fue así, eso cuentan algunos por eso hablamos de evolución.
Le ofrecí su ropa, aun viendo que algunas de las escamas tardaban en desvanecerse, especialmente las que cubrían nuestras zonas vitales: pecho, cuello, ingle y ojos. Nuestro cuerpo las creaba rápidamente si nos sentíamos en problemas, como humanos éramos fuertes y oíamos solo un poco a distancia nada tan espectacular, era nuestro instinto lo más importante. En cambio, en forma de dragón éramos majestuoso e imparables,
—Todo bien, aquí, tus pantalones.
Le tendí el resto de su ropa, él los tomo mientras que con su mano desocupada revolvió mi cabello, suspire como una tonta mientras sonreía por ello.
—¿Viste todo lo que hice allí arriba?
—Por supuesto, eres muy hábil —estaba embobada por sus escamas moradas y esa sonrisa encantadora.
Sonaba como una tonta, pero debía decir es que el realmente lo era, sus alas eran largas, su cuello era delgado y estilizado, era espectacular y no pasaba desapercibido, como humano tampoco. Se metió en sus pantalones y luego en una sudadera con gorro, para ir en búsqueda de su novia que acaba de aterrizar, una wyrm de pantano con escamas verdes, como una hermosa lagartija.
—Deberías limpiar tus babas —Myra empezó a imitarme —"Aquí está tu ropa, Nial. Eres TAN magnífico que podrías pasarme por encima, si es que eso evita que se te congelen tus valiosos pies". Eres patética, lleva años aprovechándose de ti.
—Cierra la boca, nadie te ha preguntado nada. —Golpeé la banca con mi mano desnuda, ella tenía razón Nial era mi boleto a una mejor posición.
Le di el punto a favor cuando me miró con lástima, lo cual solo logró enfurecerme aún más. Dentro de la escuela, era una de las chicas mas guapa y atractivas, todos habían estado locos por mí. Eso podría haber seguido siendo así, hasta que todos se dieron cuenta de mi incapacidad, lo que me quito todo, tanto en mi clan como en cualquier lugar.
Debía ser yo a quienes mis padres prometieran con el hijo mayor del clan cenizales. Era yo quien merecía todo y mas. Pero nada pasaba, y todo era debido a mis estúpidas alas, nunca seria nadie.
Beltaine llego a nuestro lado pidiendo su ropa, yo solo me puse en pie y entre por las pesadas puertas de la escuela, escuchando un "¿y ahora que le pasa?", proveniente de mi gemela.
Fui directo a mi habitación y cambié mi ropa húmeda por un lindo conjunto de jean y un sweater rosa de cuello alto, ya no había más clases, así que podía hacer lo que se me diera la gana el resto de noche, nuestro tiempo para estar en el aire era cuando el sol se escondía, teníamos menos peligro de ser detectados en el aire, bueno quienes podían volar por lo menos.
Me dirigí hacia nuestra enfermería a una nueva inspección médica, era algo que, hacía casi a diario, revisarían mi cuerpo me harían preguntas si sentía algo distinto y al final no llegaríamos a nada. Estaba dispuesta a todo si con eso podían curarme y darme la posibilidad de volar, prometía que nunca más volvería a ser mala con alguien ni a dejarme influenciar por otras personas para hacer cosas malas, ya estaba muy desesperada.
—Hola fenómeno
Choque con una wyrm de pantano, "esa" wyrm de pantano. Ellas literalmente eran toxicas en todos los sentidos y no ayudaba que fuera la novia de Nial.
—Si buscas a tu novio debo decir que no lo he visto... en los últimos cinco minutos, quedo durmiendo en su cama, estaba super cansado. —Ella era rápida en reaccionar, solo le tomo unos segundos para que ella comenzara a ponerse de colores verdes.
Yo acababa de mentir, no había visto a Nial y yo jamás había tenido un acercamiento sexual con algún chico. No es que fuésemos conservadores, pero prefería esperar al wyverno con el que me emparejarían. En los últimos años había sido un decreto por parte de los emperadores, que al cumplir los veinte años de edad se nos emparejara y debíamos comenzar a engendrar pequeños dragones. Realmente no conocía a nadie que se negara a ello, todos querían hacer crecer nuestra población, y no era algo que fuese tan fácil, podía tomar años.
Me escape de las manos de la wyrm y corrí hasta la enfermería riéndome por lo fácil que era molestar a algunas chicas, si ella no confiaba en su novio debía terminar con él y ya había posibilidad de que me beneficiara de ello.
—¿Otra vez molestando a las chicas? —pregunto el señor Koba
Asentí con una sonrisa, mientras quitaba mi sweater
—No saben mantener la calma y solo es por un chico.
Él era un dragón de niebla y además un sanador, muy viejo por lo que había escuchado, aunque su forma humana no lo aparentaba.
—Aquí —el me indico que tomara asiento
Me tendió unos electrodos que puse en mi cabeza y pecho, ya se había vuelto en algo tan normal que lo hacía por mí misma. Él me había dicho que cuando encontráramos el problema podríamos arreglarlo, no me agradaba la idea de usar algún elemento que me ayudara a volar de forma asistida, pero era mejor que quedarme en tierra mirando como todos disfrutaban el aire.
—Vamos por otra vez...
Las escamas cubrieron mis senos de inmediato protegiendo mi desnudes.
—No eres algo que haya visto en mi vida, volar es innato para cualquiera que tenga alas —el hizo un silencio mientras miraba los últimos exámenes físicos que me había hecho —Quizás deberíamos intentarlo de otra forma, forzar un poco la situación.
Eso no sonaba muy agradable.
—¿Otra forma?, ¿cómo las palomas de requeríos que lanzan a sus crías a la nada?
—No podría lanzarte al vacío —hizo una pausa —Tus alas son delicadas, aunque este es tu clima no parecieras adaptarte a él, creo que el calor de colorado te aclimato, quizás daño alguna membrana tomara mucho tiempo en repararse o quizás nunca lo haga, es por eso que necesitas tomarlo con calma.
—Lo he tomado con calma, ya son tres años.
—Tres años no son nada niña.
—Dígaselo a mis compañeros y a mi clan, soy un fenómeno para ellos.
—Todos lo somos en los ojos de alguien más.
Eso no me entregaba mucha calma, no era fácil ser débil dentro de un grupo de feroces dragones voladores, todos pensaban que eras una presa solo por ser una chica, se volvía más difícil cuando tenías un defecto.
Luego de una conversación con más preguntas de; ¿te has sentido distinta?, fui liberada para seguir con mi noche.
Me dirigí a la sala de comida, la idea de comer algo fresco me agradaba, puse en mi plato algo de frutas dulces y carne, miré las distintas mesas para elegir la misma de siempre e ir junto a los chicos de escarcha y sentarme junto a Rose.
—Otra vez con el vejestorio —ella toco las escamas de mis ojos.
—No le digas así, el señor Koba es amable y muy sabio.
—No lo suficiente, no veo que te haya curado.
Ella siguió comiendo, y hablando con los demás sin incluirme, solo pude sentirme cada vez más alejada de mi propia especie. Me encogí en mi asiento y comí lo mas rápido que pude. Fui directamente a mi cama no tenía caso que me quedara en la mesa, luego todos ellos irían a la pista y emprenderían vuelo, ya había sido mucho por hoy.
Compartía habitación con mi hermana en este viejo castillo, era un lugar frio por lo que no estaba mal andar con algo de ropa abrigadora, ni siquiera los dragones de escarcha podían tomar bien las temperaturas heladas en su forma humana.
Las habitaciones tenían calefacción que se filtraba a los pasillos, pero si tu dormitorio tenía veinte grados, en el pasillo por lo menos había unos seis. Y a diferencia de lo que todos creían, no todos los dragones eran de sangre fría, y aun siéndolo no siempre soportábamos bien esta temperatura como humanos.
Desperté pasado las cuatro de la mañana, faltaban más de seis horas para que el nuevo día comenzara, y todos ya debían estar en sus habitaciones. Me puse unos pantalones de buzo y una camiseta para ir a correr, abajo estaba el gimnasio, y si no hacía mucho ruido podía convencer al guardia de turno que me dejara usar las maquinas. Que fuésemos dragones no evitaba que ocupásemos y nos beneficiáramos de las comodidades humanas.
Los pasillos estaban sumidos en la oscuridad, y tuve que ajustar mi visión para evitar caer. Mis iris, que antes eran normales, se convirtieron en dos rendijas, alterando los colores del entorno. Pude distinguir los muros y las pequeñas figuras de dragones talladas en las columnas. Como si pequeñas vibraciones me indicaran la ubicación de todo. La piel de mi cuello cambió, y sentí cómo las escamas emergían sobre mi piel humana. Alguien me acechaba, aunque aún no podía verlo. Una figura pasó velozmente frente a mí, y el mazo de su cola me alcanzó en el costado derecho. No lo bastante fuerte como para matarme o causar daño al lugar, pero sí lo suficientemente fuerte como para arrojarme contra las columnas. Estaba terminantemente prohibido entrar a la escuela en forma de dragón, ya que algunos éramos demasiado grandes para un lugar tan antiguo.
—Me pregunto si ahora te reirás como en la tarde.
La bruja del pantano hablo, esta vez estaba acompañada por tres chicas más, que sabia eran sus amigas.
—¿De verdad necesitas un mazo para poder derribarme? es casi divertido.
El tiempo que no había podido pasar volando lo había tomado en clases cuerpo a cuerpo, no estaba mal aprender a no ser tan inútil como humano, mas cuando eras la presa del lugar.
—Veamos si en unos minutos más esto será muy divertido para ti.
Me rodearon hasta alcanzarme, una de ellas tomo mi cabello y lo jalo, haciéndome cae. Momento en que aprovecharon las otras dos para jalarme fuera del castillo, en medio de una tormenta de nieve.
—Veremos si te sigues riendo cuando estés congelada.
Antes que cerraran la puerta me reí de ellas, y fue una risa real mientras mi trasero y brazos se enfriaban. Era divertido ver su tipo de castigo, los golpes eran mas una devuelta de mano luego de lo de esta tarde.
—¿De verdad?, dejarme afuera es un castigo... —quise saber.
—Está nevando y hará mucho frio, ¡te vas a congelar!
La nieve impedía ver en la distancia, estaba muy oscuro y muy helado.
—Buenos verán chicas, tanta toxicidad frío sus cabecitas de pollo, soy un wyvern de escarcha, el hielo no me afecta, el frio tampoco —estaba siendo un poco mentirosa, no toleraba este tipo de frio. Estaba tomando todo para que mis dientes no castañearan —¿Que, no me digan que no lo sabían?, Belie es la wyvern de fuego no yo.
Ellas cerraron la puerta tras mis protestas casi como que no les interesara escucharme. Mire mis posibilidades, tenía solo unos cuantos minutos antes de congelarme, no veía una ventana abierta como para poder escalar, la nieve impedía cualquier cosa, pero estaba segura que si subía encontraría una salida.
Lance uno de mis zapatos, no podía volar, pero seguía siendo un dragón, convertida media alrededor de cuatro metros, no era un espécimen grande, pero si más que cualquier chica de esta escuela, y mis extremidades funcionaban bastante bien como para escalar, podría subir sin inconvenientes. Las puertas se abrieron y el grupo de chicas salió, como si se hubiesen puesto de acuerdo.
—¿Ya lograron formar una idea? —dije con falsa diversión, realmente quería vestirme y entrar estaba congelándome.
—Veremos si encuentras tan gracioso ahora...
Cuando se movieron hacia mí las rodee intentando entrar por las pesadas puertas, pero ellas me lo impidieron. Prácticamente "jugamos" un par de minutos mientras yo intentaba alejarme de sus manos y ellas solo querían alcanzarme, hasta que me agarraron y llevaron al borde de la pista.
—Ok, entendí el castigo —pensé un segundo en que tan locas estaban. Yo estaba cansada, aunque había entrado en calor por la actividad física. —Ustedes ganan.
Cedi de inmediato, sabia lo peligrosa que podía llegar a ser la gente. Aun mas los dragones.
—Me pregunto si ahora aprenderás a volar.
Jamás en mi corta vida pensé que alguien de nuestra especie rompería la regla mas sagrada de los dragones. No matar un dragón.
Un segundo yo estaba junto a ellas y al siguiente, estaba cayendo en picada en una fría noche de tormenta. Donde solo había oscuridad y muchos metros antes de llegar al suelo.
Nadie sobrevivía a una caída así, no en mi condición.
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