𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒂𝒔 (XXX)
Advertencias: Ninguna.
Muchas citas (Dichas por Jane, y de libros famosos), adivinen cuáles son.
¡Oh la sed de mis labios, cuyos besos
recargan la intención que nos rodea!
¡Oh el carmín de tus labios, cuyo orgullo
palidece al fulgor de tus caderas!
Dame tu cuerpo.
-Horacio Quiroga
~Jane~
Desde hace años he trabajado de manera eficiente para la mafia, me gusta la organización, me gustan las personas que están en ella, pero no siempre me dejan funcionar bien. Hay días donde quiero aislarme de todo lo estresante y Mori-san me estresa.
—¿Me llamaste?— entré a la oficina del jefe por indicaciones del mismo.
—Si, quería hablar contigo de mitos.
—¿Mitos?— caminé hasta su campo visual —¿De qué clase?.
—Los que sean— hizo ese gesto tan característico de él —Descubrí que conoces buenas leyendas.
Me quedé callada esperando otro tipo de información, pensé que se trataba de una broma.
—Jane— me llamó nuevamente —¿Qué sabes acerca de los perros de caza?.
—Que son un equipo especializado en matar y controlar a los criminales con habilidades— conteste con simpleza viendo cómo sonreía.
—Hay muchos rumores al rededor de sus integrantes, el más famoso es que su quinto elemento es un fantasma— Sacó algo de su escritorio, solo cuando me acerque logré entender que era un informe.
—Nos quedó claro hace años que los fantasmas no existen por si solos— me adueñe de la evidencia revisando sutilmente las hojas, la mayoría estaban en blanco.
—Así es, por eso estoy intranquilo— fingió tener un malestar —Necesito que investigues ese mito.
—Hablamos de la máxima autoridad militar— le aclaré nuevamente —No tiene caso que la Port Mafia se involucre.
—Es meramente por mi entretenimiento— tomó un bisturí para jugar con el —¿Quieres negarte?, Aún si lo haces tendría que mandar a otra persona... Nakahara siempre es una buena opción.
Sentí mi estómago revolver, estaba a punto de escupir algún comentario venenoso, pero preferí usará la lógica —Dame unos días para recolectar información.
—No encontrarás gran cosa aquí— arrojó el instrumento medico justo al centro del tiro para dardos —Es una investigación de al menos tres meses.
—¿Cuando debo irme?— mordí el interior de mi mejilla, el me quería lejos.
—Mañana por la mañana— me entregó una maleta repleta de dinero —Hirotsu te llevará al avión.
—Mori-san— traté de razonar con el, pero me interrumpió.
—Casi lo olvido— me dió un dispositivo —Este teléfono sonará solo si es una situación de vida, o muerte, y solo podrás volver cuando se te haga saber.
Lo guardé junto al dinero para después bajar la mochila al piso, mis manos acabaron en mi collar —Rintarō, ¿Por qué me quieres lejos?.
—Solo me interesa conocer más a fondo al tipo de funcionarios que son— sus ojos se oscurecieron, solo ví esa mirada unas pocas veces.
—Mentira— los malos vemos la maldad en todos lados.
—Es una medida de prevención— cruzó sus manos viéndome divertido —Pronto habrá rumores de la novela en blanco.
Tragué en seco al escuchar eso, no insistía en el tema por casualidad. Al igual que con Osamu todo eran conspiraciones.
—Entonces que mejor que alguien inexistente para cuidarla— cada palabra dicha me derrumbó hasta el punto de sentir mis piernas fallar.
—Yo no...
—Respira Jane, parece que te romperás— Susurró cerca de mi oído, de un momento a otro estaba junto a mi cuerpo.
Asentí tratando de regular mi ritmo cardíaco. Mis labios estaban temblorosos, jamás comprendí con que facilidad me derrumbaba frente a mi familia.
—No tienes sentido del humor— sostuvo mi cintura con ambas manos —Necesito que vayas tú porque básicamente no pueden tocarte.
—No me digas eso— apreté los dientes evitando soltar una maldición.
—Tengo que hacerte unas cuantas bromas antes de que partas— me dió una palmada en la cabeza —Desde mañana estarás por tu cuenta.
—Lo sé, lo hago porque si no voy yo, el lo hará— el contactó era una especie de abrazo al cual no quise corresponder —Le diré a Nakahara, entonces me iré mañana.
—Prefiero que los detalles sean confidenciales— al decir eso apretó más mi cuerpo —Se los haré saber cuando sea oportuno.
—¿Me quieres alejar de el?— mis ojos parecían querer llorar —Te mataré si lo intentas.
Me soltó poco después —No son celos, ni envidia, es por el bien de tu familia. Arregla tus pendientes, Jane.
—Me retiro Mori-san— limpié aquella gotitas de agua, y caminé hasta la puerta.
—Que linda eres cuando lloras, este es el temor de muchos padres.
~•~
—Akutagawa— la ojiverde llegó hasta su punto de encuentro —Lamento el retraso, el jefe me dió un encargo.
El pelinegro tenía los brazos cruzados —No te preocupes, no espere mucho.
—Hoy no hay una misión relevante, puedes enseñarme lo mucho que has progresado con tu armadura demoníaca.
—Como prefieras— la incomodidad de tutearla seguía presente.
Sus ataques eran variados, era más veloz y su habilidad "evoluciono" logrando cortar el espacio. Un momento crucial en el enfrentamiento fué cuando Akutagawa logró rozar su cabeza dejando un espacio para que Jane lo golpeará pero por sorpresa el muchacho usaba su poder como músculos y armadura. No tenía caso que Jane siguiera entrenandolo. Era fuerte, talvez su mayor debilidad era no ser tan resistente pues la armadura termino por deshacerse y Jane lo aprovecho.
—Si no te concentras pueden lastimarte de verdad— estaba justo detrás de el sosteniendo un cuchillo cerca de su cuello.
El pelinegro no dijo nada, se limito a mostrar de donde salía Rashomon, este atravesó el piso quedando como dos picos sumamente finos en la nuca de Jane.
—Si no te tomó en serio podrías matarme— apartó rápidamente la hoja de metal —. Mejoraste bastante.
El menor asintió mientras recuperaba el aire —Sigue siendo desgastante.
—Tengo que irme mañana— sentenció olvidando todo su guión de despedida.
—¿A dónde?— apenas la miraba con curiosidad.
—Es una misión en solitario.
—Entonces nos veremos pronto— ignoró el discurso de la más baja.
—Ryunosuke— al escuchar su nombre la contempló atentamente —Lo que diré es importante.
—Te escucho— tosió levemente.
—Eres mi subordinado desde hace un tiempo, y nunca me has visto como tú mentora, aún así has rechazado mi recomendación para ser ejecutivo, necesito saber tus motivos.
—No me interesa ser un alto mando— alzo los hombros con indiferencia —No si me tienes que recomendar.
—¿Nunca dejaras de ser un terco?— caminó hasta tratando de darle un abrazo que fue rechazado de muchas formas —¿No somos amigos?.
—No, nos vemos cuando vuelvas— salió dejando sola a la ojiverde. Jane sonrió por las actitudes de Akutagawa, aunque lo negará el chico tenía una lista de importancia. El reconocimiento de esa persona, su hermana, Jane, y ganar.
~•~
La azabache paso su día dejando en orden todo su papeleo reciente, sin duda alguna extrañaría llenar informes. Volvía del trabajo junto a Chuuya, quien notó desde hace minutos su extraño comportamiento. Cuando hablaba mucho era porque necesitaba distraerse, pero cuando no lo hacía significaba que atravesaba un episodio depresivo.
—Estás muy apagada— el pelinaranja frenó el auto justo al frente de su edificio —¿Te pasó algo?.
—No es nada— buscaba alguna escusa para retenerlo un poco más —¿Quieres pasar?.
El mayor suspiró tratando de contener una risa —Si no hay más opción.
Así ambos terminaron bebiendo té en el departamento de Jane. La muchacha planeaba como decirle de su futura ausencia, estaba segura que el jamás contaría su secreto —Quedate a dormir conmigo— su expresión era estoica como siempre, pero había un rastro de culpa.
Se volvió tartamudo de un momento a otro, no sabía que responder ante su petición —Será como una pijama, por favor quédate— al no recibir respuesta trató de animarlo.
Aceptó con mucha vergüenza disfrazada de resignación. Estaban en la habitación de Jane buscando alguna pijama para el de ojos zafiro el joven se había quitado algunas prendas de encima para estar más cómodo.
—Tengo algo que decirte— dejó su labor para volver a la cama junto a el —¿Si te cuento no se lo dirás a nadie?.
—No lo haré— rodó los ojos divertido —Pero si no quieres, o no puedes decirme está bien.
Sujetó ambas manos con las suyas brindando confianza en si misma —Te amo y puedes tomar mi cariño como más te convenga.
Al manipulador de la gravedad le costaba procesar cada palabra, era tan difícil como respirar el mismo aire que ella.
—No necesito que me correspondas— acerco las extremidades contrarias a sus labios dejando un beso en estás —Solo quería que supieras lo mucho que te amo, Nakahara.
Se quitó un gran peso de encima con decir aquellas oraciones, jamás lo oculto pero no era lo mismo demostrarlo y decirlo frente a la persona que causaba tales afectos. El mayor soltó bruscamente sus manos del agarre para envolverla en un abrazo lleno de intenciones.
—Yo también...te amo— hundió la cara en el hueco de su cuello aspirando su aroma —Lo hago desde hace tiempo.
Chuuya dejó un beso en su cuello para después alejar su cara apreciando el rostro de Jane. Resplandecía. La ojiverde dió el primer paso juntando sus carnosos labios a los de el, era lento sin segundas intenciones. Se separaron por falta de aire que al apenas recuperar el de ojos azules se aventuró nuevamente a probar, estaba cautivado por su sabor tan embriagante.
Lo que fuera que lo retenía de guardar sus sentimientos simplemente se esfumó. Jane se limito a sujetarlo por la nuca para tener más libertad sobre los roces que le brindaba. La lengua del pelinaranja se adentró lentamente convirtiendo el beso en uno más húmedo.
—Mierda, lamento ser tan impulsivo— apenas se separó comenzó a disculparse por no preguntarle antes.
—Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te amo desde siempre.
La terminó recostando sobre el colchón quedando encima de su cuerpo. No hubo un contacto de índole sexual, solo un intercambio de besos repartidos por distintas partes, estos sacaban suspiros y jadeos por parte de ambos. Detuvieron el jugueteo cuando parecía que se acabaron el oxígeno del mundo, el muchacho dejó un último beso en su mejilla, Jane hizo lo mismo pero en su nariz.
—Usa esa pijama— la azabache habló con esa voz hipnótica.
La orden de Jane tardó en cumplirse pues Chuuya solo entendió "Adorame" y así lo hizo por segundos que gracias al universo parecían eternos. Al final cumplió la petición llendo al baño para cambiarse. Terminaron bajo las sábanas abrazados, emanando un calor abrasador.
—¿Desde cuándo estás enamorada de mi?— el muchacho tomó la iniciativa.
—Desde los dieciséis— la jóven se acercó para plantar un beso en su mejilla.
—Gané— sonrió victorioso —Me gustas desde los quince— su triunfo duro poco pues una risa se hizo presente.
—Ya lo sabía, no eras precisamente discreto— trató contener una carcajada en vano —No era necesario decirlo, pero lo consideré relevante.
—Tonta— si antes parecía un tomate ahora quería explotar.
—Creo que nunca te lo he contado, pero no sé nada sobre mi nacimiento porque nunca quise saberlo, la única que lo sabía era esa mujer y murió— mostró una sonrisa vaga —Tengo entendido que tuve una madre, y se que nací de ella, pero no cabe duda que llegue al mundo para conocerte.
El pelinaranja apareció la imagen que le dió, atesorando un poco más de ella en su corazón —Por mucho tiempo odié las condiciones de mi existencia, pero jamás podría quejarme de estar contigo.
—¿Puedes creer que el alma tiene afectos tan afables? Amar es arder, estallar en llamas. Como Julieta,o Ginebra— sus palabras cada vez se arrastraban más.
—Tuvieron finales patéticos, no seremos así— soltó una carcajada burlona.
—¿Patéticos por morir amando? ¿Cómo puedes decir eso?— bostezó nuevamente enterneciendo en corazón contrario —¿Qué podría ser más glorioso?.
Fragmento perdido.
El pelinaranja se despertó sin necesidad de alarmas, era como un reloj biológico que sabía cuándo levantarse.
Buscó la manera de ponerse de pie sin despertar a su compañera, pero fué en vano.
—Buenos días— estiró los brazos descaradamente —¿Hoy no es tu día libre?.
—Siempre me levanto a esta hora— la contempló recién levantada.
Era hermosa, su cabello desordenado junto a esa expresión indefensa. Capaz de capturar corazones y devorarlos, eso era con aquella sonrisa dulce, esos ojos gélidos.
Eso era Jane.
—Yo tengo que trabajar— cayó en cuenta que su plan para contarle de su misión fué nula. Caminó hasta su closet tomando algunas prendas de este.
—Me preguntaba si talvez ¿quieres que te recoja después del trabajo para cenar juntos?— no estaba cuestionando a Jane, más bien era una pregunta para si mismo.
—Tengo una misión que me tomará bastante tiempo, pero podemos hacerlo después. Talvez sea más tiempo del que tengo previsto.
Su vista se perdió en aquellos ojos azules tal como la primera vez que lo vió de cerca, pero su voz fué tan indiferente.
—¿Hice algo mal?— rascó su nuca con frustración —No quiero que tengas esa imagen de mi, si hice algo que te molestó solo dilo.
La azabache soltó una risa mientras caminaba hasta él —Te equivocas, tengo trabajo pero después de terminarlo me encantaría tener esa cita y muchas más.
Lo abrazó y de cierta manera se despidió. No mentía, cuando terminará su trabajo toda su atención sería destinada a estar con el, pero por el momento solo eran castillos en el aire.
—No importa lo que pase, sabes que regresaré a ti.
—Entonces yo esperaré— sonrió al ser tan inhumanamente feliz.
El del sombrero sintió calma en sus brazos, estaba cegado por su brillo tal como se le advirtió. Ambos haciendo promesas que no sabrían si cumplirían. Jane estaba más cerca de saber la verdad.
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