𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆

Advertencia: Ninguna.

La mitad del mundo
no puede entender
los placeres del otro.
-Jane Austen

~•~

   
—No creo que eso sea de vida, o muerte— la ceja de Jane temblaba.

—Elise-chan es la prioridad hoy— el de ojos violetas hizo una mueca —Por eso necesito a los miembros más fuertes.
    
Akutagawa quien tenía una cara estoica en realidad estaba tan disgustado como la del zafiro.
    
—Decidido, cuidarán de Elise-chan mientras yo voy a la reunión— aplaudió por encima de su cabeza —Confió plenamente en ti Jane.
    
Así fué como terminaron en el centro de la ciudad por una rabieta de la pequeña, caminaba tomando la mano de la azabache.
    
—También quiero esos— señaló un aparador repleto de postres.
    
Akutagawa era el encargado de comprar las cosas, claro que con la billetera de Jane.
    
—Pudimos pedirlos desde el cuartel, lleva las cosas al auto— pidió casi en un grito a su compañero, pues la rubia planeaba llevarla a una tienda.
    
—Rintarō ya lo sabe, que ayudaste al suicida.
    
—No me interesa, acepté su castigo porque no tenía ganas de pelear— la miró inexpresiva —Si hace falta, yo misma lo mataré.
    
La rubia sonrió, parecía que su miedo desapareció por unos segundos, y era verdad que Jane temía de Elise pero si se trataba de sus seres queridos dejaba cualquier cosa de lado. Entraron a la dulceria dónde la de medias miró en lo aparadores —Ahora comprame esos— señaló una bolsa rosa.
    
Los ojos de Jane se iluminaron al ver tanta variedad, normalmente no estaría tan encantada pero ese día era distinto. Estiró la mano para tomarla pero chocó con el brazo de alguien.
    
—Son míos— un joven un poco más alto que ella los tomó con rapidez.
    
—No voy a discutir por caramelos— suspiró buscando más detrás pero ya no había nada.
    
—Jane— ahora la más baja señalaba al joven —Quitaselos.
    
No lo golpearía por una pequeña bolsa de dulces baratos, pero si tenía que hacerlo para evitar un berrinche de la niña sin duda lo mandaría al hospital.
    
—Elise-chan, esto puede solucionarse— alzó la mano —Mi sobrina de verdad los quiere mucho ¿podrías darnos esos dulces?— esperó convencerlo con un tono más meloso, pero el muchacho negó dándose la vuelta.

En su cara pudo ver cierta similitud con un recuerdo suyo, aunque no estaba muy segura de donde lo había visto — Espera un poco chico— lo sostuvo por la manga —¿Dejarás a esta niña sin dulces?.
    
—Eso no es una niña— señaló a la más baja —Verás yo soy un detective.
    
—Busquemos otros— tomó a la rubia de la mano ignorando al de capa.
    
—¡Soy el gran detective Edogawa Ranpo!— gritó mientras ponía sus gafas, todos los presentes lo vieron extrañados.
    
—¿Qué demonios hace?— la de ojos azules tenía una mueca de asco.
    
—Resolveré el caso— apuntó a la azabache —Los dulces que buscas están a unas cuadras de aquí, se lo puedo asegurar señorita Mafia.
    
—Elise-chan— la cargó aún con los pataleos de la más baja —Vamos a otro lugar.
    
Salió con paso apurado, a los pocos metros estaba el joven de gabardina esperando a ambas.
    
—Bajame, o te cortaré los dedos— la niña sonó tan sombría que Jane la puso en el suelo —Pudiste matarlo.
    
—No mataré a nadie a plena luz del día, buscaré tus dulces— por fin pudo recordar que se trataba del discípulo de Fukuzawa.

——

~Un año después de conocer al doctor, y de los primeros 7 asesinatos de la ojiverde~

Solo lo había visto una vez en toda su vida, el de cabellos grises trataba de liberar a Yosano. Jane en cambio negó rotundamente abandonar a su precursor, pues el la ayudó a cometer un acto de venganza y así terminó por sentir una deuda enorme con Ōgai.

—¿No harás nada si trato de sacarla?— aquel chico de cabellos negros caminó frente a ella.

—No la conozco, ni la ví antes del día de hoy— mostró que portaba un revólver —Pero si el me lo pide, te mataré.

No puedes vencer fácilmente a un detective tan experto como yo— sonrió lleno de orgullo al ser ignorado probó con otra cosa —Debiste sufrir mucho la perdida de esa persona, mi más sentido pésame— extrañamente no lo decía con burla, o segundas intenciones.

La azabache lo miro desde abajo, era excéntrico y también un niño solo un poco más grande que ella. Observó de reojo al salón donde estaba Yosano Akiko, cuando su celular sonó haciendo que saltará del susto.

—Ya voy Mori, te veré en la clínica.

El de vestimentas extrañas abrió la puerta dejando ver unos ojos vacíos, el asco llegó como una arcada que Jane retuvo en su garganta. No pudo sentir lastima ni compasión por la joven deprimida, pero entendió que no todos los cadáveres deciden moverse por si solos.

—Entonces yo prepararé la cena si estás herido— colgó dejando una duda en el hombre a la otra línea.

Aquel adolescente la miró lleno de curiosidad —¿Ya te vas niña mafia?, tú jefe ordenó que vigilarás este lugar.

No respondió, metió el arma en la mochila negra que había botado por el piso.

—Tu también podrías venir, no queremos sus habilidades.

—Esto no me importa— metió ambas manos en los bolsillos —Ella no sufre porque también es un cadáver. Si quieren ayudarla, el mejor acto de amor sería poner una bala entre sus ojos.

—Piensas que el sufrimiento es lo que nos hace sentir vivos— movía esa silla donde estaba amarrada —Te equivocas niña mafia, y creo que hay más bondad en ti de lo que puedes ver.

Jane se limito a verlo por encima del hombro. El no la entendía, ella no solo perdió a su hermano mayor, con el se fueron las posibilidades de sentirse viva —No me importa si ustedes viven, o mueren.

——

~•~

    
Unas horas más tarde ambos jóvenes estaban en la oficina del jefe, normalmente nadie podía pasar sin autorización previa de Mori, pero este dió permiso ya que los muchachos cuidaría de Elise.
 

  
—Jane, abre la boca— la rubia preparó un dulce que cambiaba de color y lo acercó a la boca de la muchacha —¿Sabe mal?.
   
—Es rico— sus mejillas estaban levemente infladas por la golosina.
   
—Entonces prepárame uno—le dió otro de los paquetes —Si sabían mal no los comería.
    
No dijo nada, se dedicó a su labor, mezclando los ingredientes, y decorando con chispas de colores.
    
—¿Me llamo, jefe?— la cabellera naranja irrumpió en la habitación.
    
Al asomar la cabeza encontró a Jane preparando dulces, Akutagawa parado justo a su lado y Elise bombardeando de preguntas a los mafiosos.
    
—¿No está el jefe?— examinó el resto de la sala.
    
—Rintarō salió a una junta— la de vestido rojo corrió hasta el —Necesitó a un enano para jugar.
    
Todo el lugar parecía una tumba, su comentario logró hacer aún más tensa la situación.
    
—¿Eres una niñera?— el del sombrero posó las manos en la cintura mientras avanzaba hasta un escaso metro de los contrarios.
    
—Mori-san nos lo encargó— le estiró la paleta a la rubia.
    
—Jane, ¿tú sabes lo que haces los esposos?— una sonrisa burlona se dibujo en el rostro de la menor.
    
—Pues viven y hacen algunas cosas juntos— trató de recordar fragmentos de los libros que tanto disfrutaba —También se aman y respetan.
    
—Suenas como un anciano, ¿Tú lo sabes?— señaló al de puntas blancas. El negó con la cabeza — Me refiero al sexo.
    
—Pero para eso no tienes que estar casado— Jane rio divertida, una expresión que pocas veces se podía gozar en su cara.
    
—Entonces si lo sé— intervino el de ojos grises.
    
—Claro, yo se lo enseñe todo lo que se— la ojiverde alzo el pulgar orgullosa —Es rápido para aprender, y en realidad es muy bueno, tiene talento natural.
    
Claramente Jane se refería a la rapidez para comprender algunos temas, era terco pero al ser ignorante de algo prestaba toda su atención, esto no termino de comprenderse muy bien, en especial para una persona. El corazón de Nakahara se contrajo unos segundos, con una cara estoica se giró para caminar hasta la salida pero se detuvo al ver a Mori.
    
—Volví Elise-chan— mostró un montón de bolsas —De camino aquí compre ropa linda.
    
El líder señaló la salida —Puedes irte, Akutagawa-kun— Asintió y salió dejando a los dos ejecutivos —Bueno, ustedes dos son miembros importantes de la mafia, pero ninguno encuentra a Dazai-kun, ni su cadáver.
    
—Mori-san— la ojiverde aclaró su garganta —Nadie puede escapar de la noche, pero el conoce perfectamente como borrar sus pasos. El es parecido a ti.
    
—¿Tú crees?— mostró una sonrisa ladina —Que problema, el conoce perfectamente todo de la mafia.
    
Los dos se quedaron en silencio mientras el mayor sacaba un sobre negro. Jane estaba ciertamente un poco irritada, otra gran excusa para rechazar un puesto ejecutivo es la responsabilidad tan grande, no terminaba de entender como fué que Dazai a los dieciséis años ya era un líder tan hábil.
    
—Este es su expediente— se lo estiró a la femenina —Llevalo a la bóveda.
    
—Entiendo.
    
—Chuuya-kun, espero que logres destruir esa organización que nos da problemas.
    
—Lo haré, jefe.
    
Salieron dejando solos a los contrarios, Jane buscaba con la mirada a su nuevo discípulo, pero este no dejo ni su rastro —¿Qué organización te ha dado problemas?.
    
El pelinaranja no contestó, apretaba la mandíbula esperando que lo dejara en paz.
    
—¿Estás bien?— buscó su mano para envolverla, en respuesta la arrastró al elevador, una vez cerrada la puerta este abrazo su cuerpo.
    
—Yo...estoy molesto porque odio esto— dejó la cabeza hundida en su cuello.
    
—¿Los elevadores?.
    
—Es ese chico, es una estupidez pero me pone de malas— sus mejillas ardían lo suficiente para que Jane lo notara.
    
—¿Te refieres a lo que le enseñé del sexo?— los ojos azules se abrieron más, no dijo nada solo asintió.
    
No le importaba si no era solo suya, el ya conocía ese sentimiento pues en el pasado su amor también era compartido con el suicida. Nunca lo admitió en voz alta pero siempre sintió celos, y ahora esto no era distinto.
    
El sabía lo egoísta que era por molestarse, ella no era su objeto, o como mínimo su novia. Exacto, el no le correspondió entonces no tenía derecho a sentirse así, pero era imposible no sentires desplazado porque era su más grande miedo. Estar solo, estar sin ella.
    
—El no sabía lo que era la menstruación, y tenía una idea extraña del coito— dió unas palmaditas en su espalda.
    
—¿Qué?— la alejó un poco viendo sus ojos —¿Le diste una plática de educación sexual?.
    
—Claro, Osamu no lo hizo— alzó los hombros riendo —Mori-san me dió esa charla cuando tenía doce años, y menciono lo importante que era.
    
—¿Por qué no me lo dijiste?, Creí que ya eran cercanos.
    
—¿Cercanos?, Es Akutagawa— arqueó las cejas confundida.
    
Chuuya paso de un tomate a ser un fantasma, se repita una y otra vez lo sucio que era por siquiera imaginar algo así ~Idiota, ¿cómo pusiste pensar eso de ella?~.
    
—Nos vemos después del trabajo, Nakahara— su voz lo trajo de vuelta, el elevador se había detenido. La del zafiro bajo para seguir su camino.
    
Una sonrisa orgullosa apareció en el pelinaranja, quien de alguna manera sintió mucha calma ~No vuelvas a siquiera dudar de ella~.

Fragmento perdido.

-Estas muy sonriente- la pelirrosa miró de reojo al más bajo.

-No es por nada en particular, Anne-san.

-El zafiro de la mafia sigue dando de que hablar- rio bajito -Jane es tan deslumbrante.

El pelinaranja no dijo nada, escuchó sus palabras.

-Ten cuidado, te podría cegar con su brillo.

-Me parece una mocosa bastante tierna, se lo que ha hecho pero sus razones son tan válidas como las mías.

-Creo que ambos sabemos de lo que es capaz, y de lo que no- la pelirrosa miró directamente sus ojos -Esa chica también es oscuridad.

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