𝑫í𝒂 7: 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊ó𝒏

El ex-demonio trataba de procesar lo que estaba por pasar, pronto sería llevado a Heaven, sea o no su voluntad.

Nunca pensó en la posibilidad de que la redención resultara efectiva y mucho menos que él lograría expiar todos sus pecados.

La idea de demonios volviéndose mejores personas le parecía un sueño inalcanzable, y el hotel era como una ciudad perdida que pocos lograron encontrar.

Y a pesar de que dió lo mejor de sí para lograr redimirse, no quería irse.

Todos los que alguna vez quiso están allí, no puede marcharse, no quiere dejarlos atrás.

Jamás había pensado en ello, pues estaba tan acostumbrado a permanecer en el infierno, y ahora que debe partir siente que es un error.

—¡Anímate cariño! Te esforzaste mucho para esto ¡Mereces ir! –Le alentaba su pareja–

—No... No me siento listo para esto ¡Para dejarte! ¡Dejarlos a todos! –Sonaba bastante abrumado por su situación–

Después de todo, aprendió a vivir en el infierno, desde antes de su muerte sabía que no era ningún santo y que Lucifer aguardaba por su alma.

Era consciente de que una vez muerto, no tendría una segunda oportunidad o al menos no hasta que llegó a la puerta del hotel.

Tenía por seguro que era una persona horrible y las habladurías a sus espaldas se encargaban de confirmarlo.

—Sigo sin comprender ¿Por qué a mí? Hay muchas almas mejor portadas, tú por ejemplo, tú lo mereces más que yo.

Ante la intranquilidad de Alastor, Ángel decidió rodearlo en lo que probablemente sería su último abrazo.

El pelirrojo se ha mostrado orgulloso de sus pecados cada día de su muerte, ciertamente era sorprendente que el malvado Demonio Radio sea de los primeros en ir al Paraíso, pero para Ángel más que una despedida, era un "Hasta pronto."

Lo extrañaría sin dudarlo, su sonrisa, sus gestos, su enérgica voz saludando por las mañanas...

Tantas cosas que podría y echará de menos.

Pero eso no opacaba la felicidad que sentía al ver que uno de los seres que más ama en el mundo, por fin tendrá la oportunidad de estar en paz.

—Al, cariño ¡Todos merecen una oportunidad, incluso tú! Y estoy orgulloso de todo lo que has logrado, ¡Le demostraste a todo el infierno que es posible cambiar!

La sonrisa de su Ángel era el Consuelo más hermoso en esos momentos de inquietud, pero se rehusaba a abandonarlo.

—¿Pero qué hay los demás? ¿Husk? ¿La pequeña Niffty? ¿Y qué hay de todas las cosas que queríamos hacer juntos? –Su voz sonaba distorsionada por la interferencia y el pesar–

—Ellos entenderán, además tengo entendido que Niffty está muy feliz por tu ascensión ¡Todos estamos felices por tí! ¡Alégrate! Sabes que nunca estás completamente vestido sin una sonrisa. –Al terminar sus palabras, picó levemente la nariz de su novio y le regaló una sonrisa llena de amor–

—¿Realmente estás feliz Mon Ange? ¿De verdad estás listo para dejarme ir? Una vez que los ángeles vengan yo no volveré ¿Lo entiendes?

La expresión alegre del más alto se aplacó, pero no dejó de sonreírle con extrema ternura.

—Te prometo que algún día volverás a verme y te amaré tanto que desearás devolverme al infierno. –Le dijo con un quiebre en su voz, mientras lo apretaba fuertemente contra su propio cuerpo–

Ángel no quería mostrarse dolido, porque sabía que eso sólo retrasaría a Alastor y en verdad deseaba verlo feliz en un mejor lugar, donde no tendrá sombras atormentandolo, ni gente que hable mierda de él.

Un lugar donde una madre espera por su hijo.

Pasaron minutos abrazados, ninguno quería separarse del otro, necesitaban un poco más de tiempo para asimilar que ese era el adiós.

Sin embargo, unos golpes a la puerta los hicieron soltarse.

—¿Alastor, estás listo? Ellos ya están por llegar.

Era la princesa, anunciando lo que la pareja tanto temía.

—Ángel te lo ruego ¡Pídeme quedarme y lo haré! –Cada vez estaba más desesperado, sus brazos se aferraban a los del arácnido y aún así no sentía que fuera suficiente–

—Debes irte, amor, nos veremos pronto. –Las emociones que albergaba en su corazón eran demasiado intensas como para contenerlas más tiempo, y sin querer comenzó a llorar–

Charlie entró a la habitación encontrándose con la conmovedora escena que ambos demonios protagonizaban.

—Lo siento, Al, ya es hora. –Mencionó la rubia tomando el brazo del ciervo–

—¡Charlie por favor, no quiero irme! ¡No dejes que lo hagan!

—Ya no perteneces aquí, debes estar en Heaven, son las reglas.

—¡Al diablo las reglas! ¡Puedo pecar una vez más! Debe haber una forma de que pueda permanecer aquí.

Pese a las protestas del de orbes rojizos, fue llevado a la recepción del hotel donde, efectivamente, se encontraban un par de seres alados.

—Es él, su nombre es Alastor. –Habló la demonio polilla a los ángeles viendo cómo Charlie y Ángel llegaban con su compañero–

—Muy bien Alastor, Heaven espera por ti así que vámonos. –Ordenó uno de los seres celestiales–

—Debe ser un error ¡Es imposible que sea yo quien debe irse!

—El Creador no se equivoca y fue Él mismo quien nos indicó a cuál de ustedes debíamos buscar, así que no pongas excusas, andando. –Reiteró el segundo, llevándolo consigo–

—¡No, esperen por favor! –Suplicaba en vano–

Entre todo el alboroto, la cíclope y el demonio gato alcanzaron a ver a su viejo amigo siendo arrastrado lejos del lugar.

—Adiós, Al; disfruta del Paraíso –Se despidió la más baja–

—¡Hasta nunca, hijo de perra! –Le dijo Husk–

—Te lo ganaste, ahora lárgate. –Vaggie le dedicó una sonrisa–

—Gracias por tu ayuda durante este tiempo y por demostrar que la redención sí es posible. –Charlie le miraba con profunda gratitud, sin poder evitar que las lágrimas aparecieran–

Los miró a todos una vez más, como si con ese gesto pudiera evadir su destino.

Se detuvo en los orbes rosados del arácnido, deseando que el tiempo se detenga.

Quería volver con él, así que se zafó del agarre de ambos ángeles y corrió a sus brazos, dándole un último beso de despedida.

Se prometió no olvidar a su Ángel, ni el contacto de sus suaves labios contra los propios, mucho menos la forma en que sus seis brazos recorrían su cuerpo o la forma tan peculiar en que se conocieron.

Finalmente fue separado por aquellos que debían llevárselo, emprendiendo camino hacia su nuevo hogar.

Todo el staff del hotel permaneció afuera durante unos minutos, mirando hacia donde su amigo se había ido.

Pues puede ser que al principio las encargadas del lugar le tenían un gran recelo, pero actualmente lo consideraban uno más de la familia que habían formado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top