𝟎𝟎𝟏. The Devil is still an angel

PRAY FOR ME . ¨. 💌 • .
001. The Devil is still an angel
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BUENO, SI LE PREGUNTAS A LA GENTE donde están Knockemstiff, Ohio o Coal Creek, Virginia Occidental, seguramente no podrían señalarlo en un mapa. Pero te aseguro que ahí estarán.

Como y por que tantas personas de esos míseros lugares terminan vinculadas, tiene mucho que ver con nuestra historia, algunos dirían que es suerte, otros fue obra de Dios. Yo diría, como se dieron las cosas, que fue un poco de ambos.

En 1960 vivían en Allensville al menos unas 600 personas, la mayoría estaban conectadas por lazos de sangre o en virtud de otra calamidad, ya sea la lujuria, la necesidad o la pura y simple ignorancia. Aunque los Larsson llevaran 12 años viviendo en una casa cerca del bosque, muchos de sus vecinos los consideraban forasteros.


Era un dia con mucho sol y Mera solo quería ir a dar una vuelta por el parque que tenía el pueblo, aquel donde todos se reunían para los eventos de la alcaldía y cerca hacían los mejores helados; era un lugar al que iba mucho con su madre. Su padre lo sabía, el simple hecho de que ella quisiera recordarla de alguna manera lo hacía salir de todas sus casillas, al final termino gritándole. Era su nuevo método para sacar todo el dolor que contenía y que mejor que con su propia hija.

— ¿Por que quieres recordar a alguien que te abandono, alguien que no te quiere y por eso se fue?— reclamo para luego tomar un poco de aire, su corazón había comenzado a latir muy rápido.

— Pero papá, ella dijo que volvería — contraataco una pequeña Mera, mientras intentaba contener las lágrimas.

— ¿Acaso eres estupida, imbecil, retrasada? — volvió a gritar — Si tanto te quisiera como decía, nunca se hubiera ido — Al terminar le dio una fuerte cachetada.

Mera rápidamente se tocó la mejilla con la mano, sintiendo el calor que le había dejado el contacto, era doloroso, pero no tanto como las palabras de su padre, tenía razón. Pero no quedaría ahí, el hombre la agarró del codo y la llevó hasta un pequeño closet al lado de las escaleras, arrojándola sin sentimiento alguno, para luego cerrar la puerta.

— Ahora reza y pidele perdon a Dios, por todos esos pensamientos sobre una pecadora — Se dirigió hacia ella a través de la puerta, había bajado su tono de voz pero no lo suficiente para que dejara de darle miedo — Recuerda discúlpate sinceramente, arrepiente de verdad o el lo sabra — Entonces Robert tambien se puso de rodillas y se puso dirección a la puerta, con la frente apoyada en ella y empezó a rezar.


Robert Larsson era un veterano de la guerra del pacífico, proveniente de un pueblo pequeño llamado Hinton, que para ese entonces no quedaba tan lejos de Coal Creek. Durante esos años en la milicia aprendió a formar una relación con Dios, digamos que desde niño no era muy fanático de ello, no había creído nada que las personas profetizaran. Pero no fue hasta que volvió, cuando empezó hablar con Dios otra vez. No contaba que cada vez que rezaba, su mente volviera a la guerra en el Pacífico Sur y al dia en que él, y un par de soldados encontraron el cuerpo del sargento de artillería Miller Jones.

Lo encontraron crucificado por los Japoneses, todo como muestra de su poder y capacidades sobre su oponente, tras dicho evento Robert encontró en sí mismo un anhelo por comunicarse con Cristo, capaz después de haber visto lo que puede llegar a ser la muerte, impuso en él una fuerte desesperación.

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Al volver de la guerra, su cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo ocurrido, era algo normal en todos los hombres que regresaban con vida del ejército. Lo que no era normal para él, era que no podía concentrarse en nada, fue tanto que ni siquiera noto cuando su parada fue hecha en una cafetería en Meade, Ohio. Abajo del bus, sus pies empezaron a dirigirse hacia ella, cuzando la calle, se veía muy bien a comparación de las que quedaban en su residencia. Claro no esperaba encontrar a su fuente de sufrimiento ahí.

Justo antes de que Robert se enamorara, el hombre que se sentara a su lado también conocería el amor. Carl pronto había conseguido un puesto al lado de la ventana, donde iría a atenderlo una dulce camarera rubia que había llegado tarde. El la cautivó tanto que pronto comenzaría a cambiar su forma de ser por él, iniciando un juego donde ella lo llamaría tirador, el la presa y a sus víctimas los modelos.

Pero eso no hubiera pasado de no ser por su compañero Willard Russell, a quien le había cedió el lugar. Dios había causado tal evento logrando que tres hombres a lazar se enamoraran, uno para bien y los otros para mal. Cabe mencionar que en lo más profundo de su ser agradecía por compartir lugar con Willard, el otro hombre no había sido de su agrado, por la forma en la que había entrado al lugar podríamos decir que no era alguien a quien fiarse. Y claro que tenía razón, siempre la tenía.

— ¿Qué les sirvo? — preguntó la mesera con la cara seria y un tono bajo, pero esto no había dejado de lado su amabilidad. — El pastel de carne es el especial del dia —

Willard fue el siguiente, tras una pequeña charla de como llegara hasta su casa con Robert, se había acercado una bella señorita a atenderlos. Tenía el pelo rojizo, tirando a naranja, por creando un excelente contraste con su piel blanca. Tenía ojos cafés y la nariz llena de pecas que hacía verla más joven y tierna. Aquellos rasgos y mucho más habían dejado encantado a Russell, dejándolo sin habla y con la boca seca.

— Un café y una dona — Habló primero Robert intentando encubrir a su compañero al lado

Willard ya había tenido seleccionado lo que pediría para comer, pero todo se desvaneció, no fue hasta que su compañero lo golpeó en el hombro cuando por fin pudo hablar, tartamudeando. Aquel acto había hecho sonreír a la mujer.

— Igual — Fue lo único que pudo decir. Ella solo asintió y se encaminó a prepararlo todo con lo que había detrás de la barra.

Todo fue entregado con rapidez, al final Russell se animó en entablar una conversación con la mesera. Soltó algunas palabras, sacando sonrisas y respuestas pero no fue mucho más allá de eso ya que la puerta interrumpió. Había entrado un hombre sucio y encorvado, buscando comida y algo de refugio, el gerente se acercó para echarlo dispersando la atención, pero la mirada de la chica ya no era la misma. Se disculpó con Willard diciendo que iba a su descanso y salió de la cafetería por la puerta de atrás.

El también se disculpó con su amigo y pidió una bolsa para llevarse su dona e ir tras la chica, dejando a Robert. Este no se sentía mal, de hecho una sonrisa burlona se encontraba en sus labios pensando en lo que esa mujer le había causado a su amigo. No podía entender como una mujer cambió toda la actitud de un hombre, hasta el momento Robert no se había enamorado enserio, consideraba a las mujeres objetos, tenían que ser controladas por ellos en todas las maneras. Muy bien dicen que el Karma hace malas jugadas para los que las merecen, ella fue su karma.

La campanilla de la puerta volvió a sonar, llamando la atención de algunos. Entró una mujer, muy hermosa y elegante. Tenía el cabello castaño y ondulado, mostrando más su cara delgada, nariz pequeña que acompañaban muy bien con sus labios, los cuales llevaban labial rojo bajo dándole un toque más coqueto, cuanto había amado ese labial. Lucía un vestido negro con puntos blancos en forma de estampado, algo muy popular para aquella época. Caminaba con tanta clase que te hipnotizaba.

Se sentó justo a su lado, donde antes se había sentado Russell. Ella parecía un sueño, la tenía tan cerca que su perfume llegaba a su nariz, inundando más su mente. Entonces ella lo volteo a ver, cruzando así miradas por primera vez. Su corazón empezaba a acelerarse y sus manos a sudar, por el simple hecho de verla a los ojos. Muchos dicen que el amor a primera vista no existe pero para él al menos sí que era real.

— Hola — dijo ella primero

— Hola — respondió con nerviosismo, y silencio, se quedaron en silencio mientras se miraban mutuamente. Para Robert aquel momento hizo que el resto desapareciera, no importa como lo haría pero nunca dejaría ir a esa chica.

Luego ambos charlaron durante toda su velada en el restaurante, habían congeniado tan bien que hasta la chica empezaba a sentir cosas por el. Robert la acompañó hasta su casa, despidiéndose para partir hacia su pueblo.

Meses después él volvería y tocara su puerta con toda la intención de invitarla a salir. No había dejado de pensar en ella, ni un solo segundo.

— Pero si eres... — Dijo la mujer al abrir la puerta, dejando a plena vista al chico con el que había estado soñando sin cesar. Al reconocerlo sonrío rápidamente.

— Nunca me dijiste tu nombre — La interrumpio

— Harper, me llamo Harper — dijo con una sonrisa mientras cerraba la puerta detrás de ella para estar frente a él

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Creo que algo certero es que Mera nunca podría olvidar el dia que conocio a Arvin Russell, bueno fue el dia en el que verdaderamente se fijó en el. El no significaba nada para ella y según Mera para él tampoco.

Para aquel entonces había dejado que su vida fuera llevada por la monotonía y el aburrimiento, dejando sus verdaderos sueños y pensamientos atrás, como aquel en donde lograba irse y vivir en Nueva York mientras estudiaba dibujo en la universidad y capaz terminaba enamorándose de algún chico que la tratara bien. Pero su padre la hizo cambiar por completo, planteando cada vez más en su cabeza que eso nunca pasaría y que terminaría como el. Se dio ella misma por perdida hasta un martes de enero en 1965.

Como de costumbre Mera se levantó temprano, en sus ojos se podía ver aún el cansancio de no haber dormido nada la noche anterior. El dia aparentaba ser frio y nublado, pero aún era de madrugada para saberlo con certeza.

Su cuarto estaba hecho un desastre completo, varias hojas tiradas por el suelo y ropa por doquier. No era lo más típico en ella pero el trabajo no le daba para más. Decidió usar una falda negra y una blusa blanca, acompañado de una cinta roja en el cabello que combinaba con su labial, un gran factor de atención. Recogió todas sus cosas en su mochila para bajar hasta la cocina, donde en el sofá de la sala se encontraba su padre durmiendo con varias botellas en el suelo.

Empezó a cocinar el desayuno para los dos, mientras mantenía silencio para no despertar al hombre, ya que se armaria una gran pelea por lo que llevaba puesto y a la hora que había llegado anoche. Al momento de terminar, lo organizó todo encima de la mesa, junto a una nota y medicina para la resaca. Salió de la casa rumbo a la escuela, mientras iba por un lado del camino sacó una caja de cigarros de su mochila. Una pequeña afición que había comenzado a los 14 después de un par de eventos.

A mitad del camino se encontró con Tommy Matson, uno de los mayores bullys de la escuela, también de los más seguidos por las chicas, por lo que tenía un gran ego. Él había intentado varias veces coquetearle a la castaña, intentando meterse entre sus piernas, como muchos otros. Siempre pasaba a recogerla a esta distancia, para intentarlo una vez más.

— Mera, ¿Quieres que te lleve? — pregunto haciendo que la chica volteara a su dirección.

— Claro — respondió ella para votar el cigarrillo en el suelo y aplastarlo, entonces entró en el auto. — Gracias, Tommy — se inclinó un poco en su dirección para plantarle un beso en la mejilla, dejando a su vez un poco de su labial.

— Cuando quieras — exclamó el chico para volver a poner en marcha el auto. Después de un cambio en la palanca de cambios, optó por posicionar su mano en el muslo de la chica.

Siempre hacía lo mismo con ella, era su forma de mostrarle su interés. Ella solo se alejo hacia la ventana, huyendo de su toque, la incomodidad empezaba a entrar en la escena. El solo soltó un bufido en sus adentros, lleno de frustración.

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El día había sido bastante lento, las clases empezaban a hartarle y el sueño era lo único que le apetecía, Tras quedarse un par de minutos con el profesor de ciencias para hablar sobre un par de trabajos que le tocaría volver hacer para mejorar su nota, decidió salir por la puerta trasera ya que la guiaría por el camino más corto hacia el centro. No esperaba encontrarse con toda una escena de diversión para Gene Dinwoodie y sus amigos, un chico se dirigía hacia una camioneta vieja aparcada cerca, donde una chica esperaba entretenida en un libro. El castaño sujetaba las cuerdas de su mochila con tanta fuerza que los músculos de sus brazos y espalda parecían volverse rígidos, apretaba la mandíbula y mantiene su mirad en el suelo mientras Tommy y Gene se burlaban y lanzaban comentarios repugnantes sobre una chica que al parecer el conocía.

— Tu hermana es tan fea que tendría que cubrirle la cabeza para tener una erección — Confesó uno de los demás chicos

— Pero de seguro tu ya te la has cogido, no es así Russell? — exclamo otro y empezaron todos a reir. Fue entonces que Arvin dejo sus cosas a un lado y lanzó un golpe en la cara de este último, tirándolo al suelo y con la nariz sangrando.

Arvin estaba preparado para seguir pegándole mientras lo sostenía en el suelo pero los demás lo tomaron por los hombros arrastrándolo hasta quedar en el suelo. Arvin replicaba y replicaba, no parecía querer dejar la pelea en paz, pues para el Lenora significaba mucho, la consideraba como su propia hermana y no le agradaba que hablaran de esa manera. Gene le pateo un par de veces en el estomago haciendo que el chico se moviera del dolor.

Mera solo veía la escena desde lejos, claro que quería ayudarle pero los golpes hacia Arvin habían causado cosas en ella, la habían removido desde adentro, recordando como su padre solía tratarla cada vez que volvía del trabajo ebrio. Lo poco que pudo hacer fue voltear hacia la camioneta, revisando la reacción de la chica, esperaba que en cualquier momento se bajara y lo ayudará como ella no pudo, pero estaba asustada y solo se escondia para que ninguno de esos idiotas le viera. Comprendió su situación, ser intimidada durante un tiempo cambiar la forma en la que reaccionamos a las situaciones.

Algo le devolvió la atención a los chicos, fueron las risas de Tommy y sus amigos, habían dejado a Arvin en el suelo con un par de moretones en la cara. Ya cuando los chicos se habían alejado decidió intervenir, corrió y se arrodillo frente a Arvin, sin importarle sentir varias piedras encajando en su piel. Se uso como apoyo para que el pudiera levantarse poco a poco, el chico se sentía adolorido, así que no bajó la mano de su estómago.

— ¿Estas bien? — Era un pregunta bastante estupida pero los nervios por la situación no habían ayudado

— Contando que me han pegado un paliza... si, estoy bien — Dijo con dificultad mientras caminaba con ella hasta su camioneta, terminó con una pequeña risa que había resultado contagiosa para Mera.

— Perdón — se disculpó con una pequeña risa también — Eso fue algo muy bondadoso de tu parte, defender a tu hermana de esa manera, sin importar que te harían —

— Pues hay un montón de idiotas desgraciados por ahí — respondió con un tono mas apagado

Mera abrió la puerta de la camioneta tanto como le fue posible, el se recargo para luego sentarse donde el piloto. Arvin se acomodo el pelo y se colocó su usual gorra en la cabeza.
El chico desde un inicio le había parecido alguien bastante guapo y atractivo, en especial había algo en el que le causaba bastante curiosidad. Tenía que admitir, la gorra le quedaba muy bien.

— Sabes, eres la primera persona que piensa de esa manera — dijo alzando su mirada, la cual había caído al suelo por un pequeño sonrojo al ver a Arvin acomodarse el cabello — me agrada, soy Mara Larsson —

— Arvin, Russell y ella es Lenora — Respondió con una pequeña sonrisa.

Lo que no sabía Mera era que para Arvin ella no era una extraña en lo absoluto. El como muchos otros, sabía admirar la belleza de la castaña desde todos los ángulos, fascinado y obsesionado. Lo que el chico sentía por ella era algo mucho más allá de la admiración, era algo morboso y enfermizo. Ella era su más grande fetiche.

Mera consumió todas sus noches, llenándolo de pensamientos impuros, pensamientos que lo exitaban y aumentaban su deseo. No era algo normal para un chico de su edad, ya que sin importar que pasara el ya te consideraba suya, aunque ni siquiera lo conocieras. Había tomado la decisión de seguirla desde que vio como Tommy se le había acercado un dia a la salida de la escuela, donde el chico la acorralo en la pared reclamando por su atencion. Quería protegerla de el y de cualquier cosa, como si fuera una flor llena de vida en un jardín muerto.

— ¿Quieres que te acerquemos a algún lado? — Pregunto Lenora haciéndose notar por la chica. Al parecer sin darse cuenta, ellos habían quedado deslumbrados por el otro, consiguiendo algo que muchos querrían, contacto visual.

— Se supone que en más o menos una hora debo estar por el centro de la ciudad —exclamó la chica. — Pero solo si les queda de paso —

— Perfecto, podemos pasar primero por el cementerio, no nos tomará mucho — Respondió Lenora con emoción. — ¿Te molesta? — Larsson solo negó con la cabeza y subió en la parte trasera del auto.

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Sin importar el clima, Lenora después de la escuela visitaba la tumba de su madre. Algunos días leía la biblia en voz alta, imaginaba que su madre la escuchaba. Y aunque no rezaba, Arvin siempre la llevaba y le hacía compañía. Aquel día eso cambió, por la presencia de Mera, Arvin decidió acompañarla en el auto mientras esperaban por Lenora.
La castaña decidió pasar hacia el asiento delantero, junto a Alvin para poder crear una conversación entre los dos. El chico solo la miro con curiosidad, había imaginado miles de veces una ocasión como esa, pero no esperaba que ella se abriera tan rápido con el.

— ¿Arvin? — preguntó ella con un poco de timidez, no quería que ninguna de sus acciones incomodaron al chico. El pareció volver en sí y responder con un murmullo.

Apenas el volteo su mirada ella levantó su mano hacia él, había agarrado un pequeño pañuelo que siempre llevaba con ella y empezó a limpiar la sangre que quedaba en la nariz de Arvin, sosteniendo su mejilla con la palma, al chico rápidamente se le hizo la piel de gallina por su toque. Arvin se armó de valor e intentó hacerla sonreír, creando una conversación donde ambos se desenvolvieron con facilidad, dejando que se abrieran. Al final hubo un silencio el cual Arvin quebró.

— Gracias — dijo él con la voz un poco débil y mientras su mirada se suavizaba. — ¿Y llevas mucho en el pueblo? Es que no te había visto antes del inicio de clases —

— No mucho, nos mudamos con mi padre en Junio del año pasado. Antes vivíamos en Allensville pero mi padre perdió su empleo, vinimos buscando mas oportunidades — Respondió ella un poco desanimada, no le gustaba hablar de su vida usualmente. — Creo que igual no nos ha ido tan bien —

— La suerte suele llegar de diferentes maneras — contraataco mientras sin darse cuenta se acercaba un poco más a ella. — Capaz yo pueda hacer que cambies de idea —

Se encontraban tan inmersos en su propia conversación que no notaron cuando el auto comenzó a empañarse, el ambiente afuera empezaba a hacerse frio, la lluvia había tomado de imprevisto a todos.

— Ya veremos que pasa — respondio acercandose también. Parecía que el tiempo se volviera más lento, para Mera solo existen esos ojos marrón, habían sido algo que la sobrepasó. Ella frenó cuando por un desliz sintió su mano debajo de otra.

Bajo la mirada y la volvió a subir con una sonrisa. No fue hasta que Lenora abrió la puerta que se separaron, asustados por quien los había encontrado. Ambos sintieron como si aquel momento que habían compartido, como aquellas miradas hubieran sido un pecado el cual los condenaría de por vida. Era algo anormal para ambos estar tan cerca de alguien y sentir todo tipo de cosas, para uno como una sorpresa y para el otro se sentía como un sueño.

Lenora simplemente dejó pasar la pequeña tensión que había quedado y subió donde antes se encontraba la castaña. Durante el camino hasta el centro de la ciudad, Lenora agradecida de corazón que la acompañaran a pesar del clima o de sus pendientes, también había llegado a comentar cosas sobre el nuevo sacerdote que vendría, ya que mientras se refugiaba un poco de la lluvia, tuvo un encuentro con el sacerdote, el cual dirigía siempre la misa para aquel entonces, este otro llegaría a reemplazarlo.

Para los dos de adelante, no había llegado a importarles mucho, ninguno de los dos estaría dispuesto a seguir rezando después de haberlo hecho por muchos años a la fuerza. Para ambos solo era ir por obligación de su parientes. Mera nunca llegaba a prestar atención, siempre se encontraba perdida en su propio mundo y bueno Arvin no era muy diferente, solo que él siempre se perdía viéndola. Ojala hubieran prestado más atención con ese hombre, pero era lo que decidió como su camino Dios.

Pero claro, esa no podía ser la única razón por la cual no le dieran atención a las palabras de Lenora, a pesar de haberse separado antes, el contacto que habían creado entre los dos era bastante como para dejarlo ir sin nada mas, asi que apenas Arvin cambio algunas marchas mientras andaba el auto, decidió dejar la mano en la palanca de cambios. Mera vio esto como una oportunidad y colocó la suya encima, los dedos de Arvin se abrieron un poco por la sorpresa, esto no habia dejado mas que una puerta para que ella siguiera avanzando, entrelazando los suyos con los de el.

Muy pocas veces en su vida se había sentido tan segura de realizar alguna acción como en aquel momento, para ella se podría explicar como una simple atracción, porque así se sentía, como si ambos fueran imanes que debían estar cerca. Arvin no tomó la acción para mal, de hecho esto causaba sensaciones en su corazón y estómago, era como si su cuerpo se saltara pequeños latidos. No era algo normal, definitivamente.

Ya llegando la castaña empezó a darle indicaciones a Arvin por donde ir hasta que llegara a un pequeño bar, el unico que habia en la ciudad por lo que era el más transitado. Había decidido trabajar ahí porque a pesar de lo debido el dueño fue el único que la aceptó con esa edad, y porque sobretodo nunca se encontraría con su padre; un par de meses de haber llegado a Coal Creek, Robert fue vetado por armar una gran pelea, actualmente solo asistía a los que quedaban por la carretera.

— Bueno aquí es, muchas gracias por haberme traído con ustedes — Anunció Mera con una sonrisa en su rostro y salió del auto, hablándoles desde afuera con la puerta abierta — Espero no volvamos a ser desconocidos a partir de ahora — Su mirada se había dirigido a Arvin, hablaba en serio, no podía imaginar volverse a topar con el y obligarse a no saludarlo como si nada hubiera pasado.

El chico simplemente asintió con las mejillas un poco rojas por lo que la chica había insinuado. Al no ver mayor respuesta de Arvin decidió entrar otra vez y arrastrarse por el asiento hasta quedar cara a cara como hace un par de minutos. El castaño simplemente quedó helado, con sus mejillas cediendo aún más y con su garganta secándose más segundo tras segundo.

— Adios, Arvin — susurro para que solo ellos dos pudieran escucharlo, aquello había sonado tan bien que Arvin solo podía concentrarse en no dejar fluir algo más. Despues dejo un beso en la comisura de sus labios, dejándolo con un sentimiento de ansiedad y necesidad por más. Larsson salió otra vez del auto, despidiéndose nuevamente de Lenora con la mano y cerrando la puerta con cuidado. Arvin solo pudo reaccionar cuando ya había entrado al lugar, desapareciendo por la puerta.

Arvin no era nada apegado a Dios, de hecho lo único que creía de la religión era que un ser opuesto a todo lo bueno siempre estaba ahí, tentando a las personas a realizar acciones malas, al final era culpa de las personas por caer pero igual el estaba ahí. Gracias a su abuela durante muchos años escuchó las múltiples historias de la biblia, pero una siempre causaba revuelo en sus adentros.

Trataba de un angel, el mas hermoso de ellos. En el principio de los tiempos dicho ángel quiso ser como Dios y fue expulsado del paraíso por cometer ese pecado. Se llamaba Lucifer por el brillo de su sabiduría y era el ángel más cercano a Dios, su favorito de hecho; cosa que debió influir en su interés por sustituirle. Para ello, convenció a muchos otros ángeles para que se unieran a su causa, que era la de invadir el cielo. Pero Dios, con el arcángel Miguel, le derrotó y le expulsó del paraíso. Esa expulsión le supuso a Lucifer su destierro, significó su traslado a la tierra para que viviera entre los hombres, convertido en Satanás.

Para muchos fue de las más controversiales de la biblia pero para él por alguna razón hacía que entendiera la realidad de la vida en sí. Discernir si las cosas que hacía todos los días eran buenas o malas y estaba totalmente convencido que Lucifer era la maldad en persona, que usualmente todo lo perverso era su culpa, tenía razones para creerlo; empezando por el hecho de que creo los problemas paternales. Pero y si no todas las tentaciones que le presentaba el diablo eran malas, a final de cuentas no deja de ser un ángel. Mera se veía como algo tan malo para el que debería alejarse pero se sentía tan bien que deseaba seguir adelante con sus deseos, definitivamente esa chica era su tentación enviada por el diablo.

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00. 🖋️ • ¨ • 'author's note ...'

¡primer capítulo de «PRAY FOR ME»!

Espero les guste el primer capitulo, había mucho tiempo que quería subir esta historia porque amo al personaje de Arvin y como lo interpreta Tom Holland. Sobretodo le veo un gran potencial a mis nuevos hijos y espero poder desarropar bien su amor. El cual advierto puede que no termine bien.
Por otra parte varias situaciones de la historia puede que no estén bien tratadas pero intento hacer lo mejor posible.

Siempre me ha encantado la historia de Lucifer y quería incluirla aquí por la relación. De hecho una de mis obras favoritas de arte es El ángel caído o mejor conocida como la lagrima de Lucifer.

Por favor si pueden comentar, votar y compartir me ayudaría bastante. Me encanta leer comentarios de esta plataforma así que espero los pongan aquí también.
A todos nos gustan los lectores activos.

Por último no olviden pasar por el resto de mis historias, en específico Algo mas que es la mas avanzada. Pronto subiré un libro con escritos míos, así que pendientes. Los quiero.

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¡No se olviden de votar, comentar y compartir!

── Majo

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