Vamos a la playa
El olor del mar inunda mis fosas nasales mientras el canto de las gaviotas y las olas rompiendo en la orilla nos dedican aquella relajada melodía.
Estoy sentada en un gran camastro mientras la brisa juega con mis cabellos al igual que con los de quienes están a mis lados, Ran y Rin me envuelven en un cálido abrazo a pesar del calor que se siente, pero ninguno quiere romper aquel abrazo. Ambos tienen sus lentes de sol impidiéndome ver sus hermosos ojos violáceos y ríen de la situación que tenemos frente a nosotros.
Sanzu y Kakucho están peleando sobre la arena, ambos sueltan pequeñas risas mientras se golpean con delicadeza, se ven muy graciosos porque parecen niños chiquitos jugando así que acompaño con mi risa la de los hermanos quienes toman mis manos y las besan con mucha delicadeza, yo no puedo evitar sonreír ante su acción.
Me siento muy feliz, me siento completa.
El sol acaricia mi piel y se siente reconfortante, he recuperado el tono de mi piel, ya no estoy tan pálida como mis últimos días. Mi cuerpo volvió a su peso original y mi sonrisa tan característica adorna nuevamente mi rostro. Ya nada duele, estoy con ellos y eso es todo para mí.
-Para ti, mi cielo.-Koko me tiende lo que parece ser una piña colada.
-Gracias amor.-Sonreí tomando el cóctel.
-Para ustedes, idiotas.-Les ofreció un vaso de whisky a los hermanos.
-Gracias, criado.-Ran se burló.
-Gracias, ahora ponte de rodillas y chúpamela.-Rin dijo con una carcajada.
-No sean groseros, ya no les va a volver a servir.-No pude evitar mirarlos feo.
-Mi niña tiene razón, así que a partir de ahora, se sirven ustedes solos.-Giró los ojos y caminó hasta donde estaba Takeomi cocinando.
-Huele delicioso, ¿Qué es?-Sonreí en dirección a él mientras los hermanos me ayudan a levantar.
-Carnita asada, la que nos enseñaste cuando fuimos a México.-Takeomi sonrió enormemente.
-Cierto, lo había olvidado.-Dije antes de beber lo que tengo en mano.
-¿Ya tienes hambre, cariño?-Escuché a Mikey quien rodeó mi cintura por detrás y recargó su mentón en mi hombro.
-Un poco, ¿Tú no, amor?
-Puede ser... Pero tengo más antojo de ti.-Hundió su cabeza en mi cuello y comienzó a lamerlo y besarlo.
-Cariño...-Susurré para que solo él puediera escucharme.
-¿Hm?-Me tomó con más fuerza de las caderas y pude sentir su erección contra mi trasero.
-Nos están viendo.-Di media vuelta para quedar frente a él.
-¿Y? Como si no nos hubieran visto coger antes.-Susurró con malicia contra mis labios y solté una pequeña risa. -A parte, sabes que el calor nos pone peor a todos.
-Podemos esperar un momento más.-Le guiñé el ojo y junté mis labios con los de él en un cálido beso.
Sus manos viajaron hasta mi trasero el cual comenzó a acariciar y apretujar acercándome más a su cuerpo. Nuestras lenguas están en una competencia por devorarse la una a la otra. Nuestras respiraciones comienzan a volverse más aceleradas y puedo sentir el bulto de entre sus piernas más grande de lo que ya estaba, el deseo es evidente.
-Amor.-Rin me gritó desde la orilla del mar obligando que nos separemos de aquel gran beso.
-Ven.- Ran hace una seña indicándome que vaya junto a ellos.
-Mi vida.-Sanzu me llama junto a ellos. -Ven a jugar.-Levantó la pelota de vóleibol que tenía en manos.
-Los voy a matar.-Mikey echó la cabeza para atrás y me soltó.
-Vamos a jugar con ellos.-Lo tomé de la mano sonriendo.
-Ve tú primero, yo termino de ayudarles aquí y voy con ustedes.-Dejó un beso sobre mi frente y le sonreí como respuesta.
Comencé a caminar hasta ellos sintiendo como mis pies se hundían en la cálida arena, amaba esa sensación de como los granos de arena envolvían mis pies, hice una pausa en el camastro donde estaba con los hermanos y deje mi bebida ahí no sin antes darle un buen trago, estaba en el punto perfecto entre alcohol y dulce, estaba riquísima, no sabía que a Koko se le diera tan bien hacer piñas coladas.
Continué mi camino hasta ellos que no dejaban de observarme con una enorme sonrisa.
-Te amamos.-Gritaron todos al unísono.
-Los amo más.-Grité a los cuatro vientos y en ese momento el viento sopló más fuerte.
Seguía caminando, pero el camino parecía eterno, era como si con cada paso que daba ellos se alejaran 3. El mar se alejaba cada vez más junto con ellos quienes no hacían nada por romper la distancia entre nosotros.
-Danielle.-Gritó Koko obligándome a voltear, el miedo se reflejaba en sus rostros.
Ellos estaban igual de lejos que los otros 4.
-Danielle.-Sanzu era el que ahora gritaba.
-Elle.-Rin gritó con más fuerza que ellos.
-¿Qué?-Pregunté asustada.
-Elle.-La voz de Ran me llamaba.
En ese momento me detuve de golpe, el viento comenzó a soplar con mucha fuerza y el sol se ocultó volviendo el clima nublado, pero en ese momento una luz me cegó obligándome a tapar mis ojos, el sonido del mar y la brisa desaparecieron.
Ahora estaba tirada en el piso de mi habitación y todos me rodeaban mientras la preocupación era evidente en su rostro.
-Elle, mi amor, despierta.-Ran tenía los ojos llenos de lágrimas y me daba pequeñas bofetadas para hacerme reaccionar.
-Llévenla a un hospital.-Escuché la voz de una mujer.
-Mi vida.-Sanzu se colocó frente a mi rostro, pero yo seguía muy perdida.
-Vamos a la playa.-Dije con mucho trabajo acariciando su rostro. -Quiero jugar vóleibol.-Tomé la mano de Ran.
-Sí mi niña, iremos.-Rin no dejaba de llorar.
-Koko.-Lo llamé. -¿Qué tan bueno eres preparando piñas coladas?-Reí ligeramente a como mi cuerpo me lo permitía.
-Me quedan riquísimas.-También lloraba.
Yo sonreí torpemente y en ese momento el aire comenzó a faltarme, perdí el control de mi cuerpo y todo se volvió negro.
Sanzu.
Desde que Danielle bajó a buscar algo de comer los ánimos entre nosotros decayeron drásticamente, a pesar de que mi cuerpo estaba invadido de cocaína para intentar levantarme, no tuve éxito.
-Sin duda nos quitó las ganas a todos.-Takeomi echó la cabeza para atrás recargándola en el respaldo del sofá.
Las mujeres que nos acompañaban iban dejando el lugar, una por una salían por la puerta cada que recibían su pago por acompañarnos y así fue hasta que Kyomi fue la única restante.
-El último.-Le tendí el fajo de billetes.
-Nos vemos después, guapos.-Me guiñó el ojo y comenzó a caminar a la puerta.
Tomé mi vaso para beber de este y en ese momento se escucho un fuerte grito de Danielle haciendo que todos nos espantáramos, hasta Kyomi se detuvo y volteo en dirección a las escaleras.
-¿Será otra pesadilla?-Mikey preguntó preocupado.
-No, ese grito fue muy diferente.-Rindou negaba levantándose de su lugar.
-Vayan a verla.-Kyomi de notaba un tanto confundida.
-No creo que nos deje entrar a su habitación, no nos ha dejado entrar desde que llegó.-Kokonoi le informó.
-Voy yo entonces.-Kyomi dijo mientras corría escaleras arriba.
Todos lo seguimos y cuando estuvimos frente a su habitación la pelinegra tocó ligeramente la puerta, no hubo respuesta.
-¿Puedo pasar?-Preguntó con voz dulce.
Sin respuesta.
Todos nos veíamos confundidos y entonces tomó el pomo de la puerta y lo giró, en cuanto abrió la puerta pude ver que su habitación era un desastre total, tenía infinidad de botellas de alcohol en el piso, la cama, pero lo que nos dejó estáticos a todos fue ella en el piso.
-Danielle.-Kokonoi fue el primero en reaccionar, gritando su nombre.
-Danielle.-Grité mientras me acercaba a ella.
-Elle.-Rin gritó con mucha fuerza.
-Elle.-Ran tomó su cabeza, la puso en su regazo y comenzó a darle pequeñas bofetadas para hacerla reaccionar.
Todos habíamos comenzado a llorar mientras la rodeábamos, estaba inconsciente, no había sangre a excepción de su hombro, seguramente cayó sobre él y tenía pequeños vidrios debajo de ella, pero nada grave.
-Elle, mi amor, despierta.-Ran mantenía sus golpes y al parecer eso la hizo despertar.
-Llévenla a un hospital.-Kyomi pidió desesperada.
-Mi vida.-Intenté llamar su atención, pero se veía muy mal.
-Vamos a la playa.-Balbuceo.
Sus ojos se cruzaron con los míos, estaban rojos, hinchados, había llorado y sus pupilas estaban del tamaño del mundo. Acarició mi rostro y estaba helada.
-Quiero jugar vóleibol.-Tomó la mano de Ran.
-Sí mi niña, iremos.-Rin dijo entre lágrimas.
-Koko, ¿Qué tan bueno eres preparando piñas coladas?-Soltó una risa muy ligera, estaba por desvanecerse nuevamente, yo conocía ese rostro, lo había visto infinidad de veces.
-Me quedan riquísimas.-Kokonoi contestó en sollozos.
Sonrió ligeramente y en ese momento comenzó a convulsionar, espuma blanca comenzó a salir de su boca mientras todos llorábamos con más fuerza, no sabíamos que hacer.
-Danielle.-Gritó Mikey con desesperación.
-Mi amor.-Ran seguía golpeando sus mejillas.
-Llévenla a un hospital, ya no pierdan tiempo.-Kyomi nos hizo reaccionar y en ese momento Ran la cargó en brazos y salió corriendo.
-Las llaves de mi camioneta están en la oficina.-Ran gritó y Takeomi se adelantó a buscarlas.
-Vayan, yo me quedó a limpiar aquí para que cuando lleguen descanse en un lugar limpio.-Kyomi me incitó a irme.
-Gracias, te debo una.-Dije y comencé a correr detrás de ellos.
El camino no fue más que desesperación pura, Ran no dejaba de llorar con Danielle aun en brazos a quien por más que le hablábamos no reaccionaba. La miraba llorando mientras acariciaba su rostro al igual que Rindou y Kakucho.
-Su pulso es muy débil, más rápido.-Ran gritó.
Takeomi piso más el acelerador y en cuestión de escasos minutos estábamos en el hospital viendo cómo se llevaban lejos de nosotros a Danielle después de explicar lo que había sucedido.
La desesperación se estaba apoderando de nosotros, no recuerdo ya cuantas veces hemos estado parados en un hospital y lo peor de todo es que ella siempre es la afectada por culpa de nosotros, siempre hemos sido los responsables de todo lo malo que le sucede.
Pidieron autorización para realizar los estudios que requiriera, firmé aquel dichoso papel y la pasante se retiró. Las horas pasaron y después de mil estudios que necesitaban realizarle por las condiciones en que venía nos dejaron pasar a verla, seguía inconsciente.
-Le realizamos un lavado de estómago, era necesario por las cantidades de sustancias que arrojaron los estudios.-El médico hablaba. -Por intravenosa se le está administrando una formula que le provee vitaminas, carbohidratos, grasas, minerales y aminoácidos debido a su bajo peso.
-Su corazón sufrió un ataque silencioso, no le afectó más afortunadamente, pero seguramente eso provocó que se desvaneciera por unos minutos.
-En cuanto al golpe que pudo recibir en la cabeza no hay peligro alguno, la tomografía salió sin alteraciones, a lo mucho sufrirá un dolor de cabeza y en cuanto al hombro tomo el peso cayó sobre este, pero es afortunada, no es grave.
-Con los medicamentos y curaciones correctas, estará bien dentro de una semana.-Sonrió otro de los doctores.
-¿Saben el motivo qué la orillo a intentar suicidarse?-La doctora nos preguntó.
-No estamos muy seguros de si esa fue su intención, pues cuando se propone algo lo logra, así que suponemos solo no midió la cantidad, no sabemos.-Rindou negaba mientras explicaba.
-Entiendo, pero... ¿Y la falta de peso?
-Tuvo problemas con sus padres hace unas semanas, fue un problema fuerte así que no ha estado comiendo bien últimamente por más que se lo pidiéramos.-Expliqué lo más tranquilo que pude.
-De acuerdo, se quedará unos dos días aquí para tenerla en observación, después de eso le recetaremos una pastillas para que las pongan en su comida o donde puedan si es que sigue sin querer comer para que estas le suministren las proteínas y carbohidratos que necesita.-El doctor comenzó a salir de la habitación.
-Y una cita al psicólogo, no le caería nada mal.-La doctora sugirió antes de salir de la habitación dejándonos con ella.
Rodeamos la camilla mientras la observábamos, se veía muy mal físicamente, estaba más delgada y las ojeras predominaban en su rostro, como en el de Mikey. Antes de esto no nos habíamos dado cuenta de su perdida de peso, tan adentrados estábamos en nuestro puto infierno que no nos dimos cuenta de que ella estaba peor que todos nosotros juntos.
Los minutos seguían pasando cuando finalmente comenzó a moverse intentando despertar.
-Elle.-Ran y Rindou la llamaron al unísono.
-No la aturdan.-Mikey los reprendió.
Poco a poco abría sus ojos intentando que la luz no la cegara, se removió un poco más en su lugar y finalmente despertó, nos observó uno a uno.
-¿Dónde estamos?-Su voz era ronca.
-En el hospital.-Kakucho le informó y ella bufó.
-Voy a comprar mi suscripción anual, ¿Creen qué me hagan un descuento por ser cliente frecuente?-Dijo con una ligera risa y todos reímos.
-Y si no te lo hacen los amenazamos para que lo hagan.-Rindou le sonrió.
-Y yo que nos hacía en la playa.-Tocó su cabeza, seguramente le duele.
-Podemos ir cuando quieras.-Mikey ofreció, pero ella sólo asintió ligeramente.
-Nos preocupaste mucho.-Se me entrecortó la voz.
-No supe que fue lo que pasó, solo sentí un dolor muy fuerte en el pecho y perdí el conocimiento.
-Tuviste un ataque cardiaco, mucho medicamento mezclado con alcohol, una intoxicación y pues... Henos aquí.-Takeomi ladeó ligeramente la cabeza.
Su rostro se tornó melancólico y entendíamos el porqué, nosotros habíamos sido en cierta manera los causantes de aquello. Estuvimos con ella unos minutos más y nos retiramos pues cayó rendida por el desgaste que su cuerpo había tenido, Kakucho se quedaría con ella esa noche.
-¿Creen qué nos llegué a perdonar?-Ran preguntó en un suspiro.
-Y aunque lo haga, creo que lo mejor será dejarla ir.-Solté con todo el dolor de mi corazón y un gran suspiro.
-¿Qué?-Todos preguntaron a la par.
-Acéptenlo, el chiste que hizo del hospital es verdad, cuantas veces ha estado internada en uno en menos de 1 año.-Estaba casi gritando. -Todo lo malo de su vida sucede por nuestra culpa.-Una lágrima corrió por mi mejilla. -Le estamos haciendo mucho daño.
Todos se miraron entre ellos y se quedaron callados, sabían que tenía razón. Estaba viviendo en el infierno por nuestra culpa.
-Pero ya lo platicaremos bien después, que toda esta situación mejore un poco.
Danielle.
En cuanto crucé la entrada de la casa con Sanzu a mi lado se sintió diferente, todo estaba impecable y el ambiente ya no se sentía tan tenso como antes, ahora nuestra película se había tornado de un color sepia.
Subimos a mi cuarto en donde Sanzu me dejó descansar, no había rastro de los demás, seguramente estarían haciendo lo que mejor saben así que no le tomé importancia alguna. Me movía de un lado a otro sobre la cama intentando dormir pues la noche ya había caído, pero no conseguía pegar ojo, entonces recordé que la leche tibia es buena para ayudar a dormir y era mi único método ahora pues me habían despojado de todos los somníferos que había en casa, no había ni rastro de algún frasco con ellos, pero lo acepté sin protestar ya que lo hacían por mi bien.
El sonido de la lumbre calentando la leche era lo único que se escuchaba en el lugar junto con aquel reloj que adornaba la pared de la cocina. Estaba hundida en mis pensamientos intentado descifrar como podría hablar con ellos sin soltarme a llorar del coraje y tristeza pues no podíamos seguir con esta situación tan pesada en casa y más sabiendo que nos quedaba mes y medio juntos.
Mi cansancio era tanto y la leche ayudo bastante que finalmente me dormí a los pocos minutos en que mi cabeza tocó la almohada.
Desperté gracias a la luz del sol...
Extraño tanto despertar y sentirme feliz porque sé que ellos estarán en la planta baja esperando por mi con sus preciosas sonrisas para desayunar y perder el tiempo haciendo tontería y media con ellos. Extraño aquellos tiempos donde la vida no era tan cruda, cuando la peor parte del día era enterarme que debían salir y regresarían hasta tarde.
Me duché y bajé encontrándome con todos en el comedor, estaban preparando la mesa para el desayuno como en los viejos tiempos, era extraño.
-Buenos días.-Saludé, por algo teníamos que empezar y ellos me voltearon a ver confundidos.
-Buenos días.-Contestaron todos y finalmente nos sentamos a desayunar.
-Como sabrás, nos han regañado por la falta de peso que presentas, así que por favor, tomaras esto cada mañana y cada noche, nosotros nos encargaremos de recordártelo.-Ran tenía en mano una píldora y yo asentí.
-Y tal vez tu apetito no sea mucho, pero, lo siento... No te dejaremos levantar hasta que hayas terminado aunque sea la mitad del plato.-Kokonoi se veía preocupado.
Eso sabía que me costaría un poco mas de trabajo, pero sé que nuevamente, era por mi bien y yo acepté sin rechistar. No iba a ir a parar nuevamente al hospital, fue como dicen, "Necesitas tocar fondo para aprender" y eso sucedió conmigo.
El desayuno terminó y aunque me costó trabajo terminé justo la mitad del plato, ahora estaba sentada en el comedor jugando con mi celular mientras los demás se repartían en toda la planta baja haciendo no sé que tanto, pero Mikey y Sanzu quienes estaban en la sala comenzaron a secretearse y yo, como buena chismosa intenté escuchar sobre que hablaban.
-¿Podemos hablar contigo?-Sanzu me llamó y yo asentí.
-Es hora.-Mikey llamó a todos y nos sentamos todos en la sala.
-¿Qué sucede?-Dejé mi celular de lado y respiré hondo para no soltarme a llorar en ese momento.
-Sabemos que lo que hicimos no tiene justificación.-Mikey comenzó. -Y posiblemente jamás nos perdones...
-Pero queremos aclararte que nos arrepentimos de lo que hicimos y si pudiéramos retrocederíamos el tiempo para evitar todo esto.-Kokonoi suspiró.
-Pedir perdón sería tonto porque sabemos no es tan sencillo, pero de todos modos queremos hacerlo porque lo mereces.-Rindou apretó sus labios. -Desde el fondo de nuestro corazón te pedimos perdón.
-Perdónanos.-Pronunciaron todos al unísono y mis ojos se humedecieron.
-Al principio discutimos mucho sobre si decirte o no, pero llegamos a la conclusión de que no lo haríamos por tus padres, no queríamos que te enojaras y decepcionaras de ellos pues por lo que tu padre nos contó en la llamada eran muy unidos.-Kakucho miraba al suelo.
-Deberías hablar con ellos, escuchar lo que tienen que decir así como nosotros.-Takeomi sugirió. -Aunque no los perdones como a nosotros, pero deben hablarlo.
-Y una cosa más...-Sanzu llamó nuestra atención. -Aunque te vayas seguiremos ayudando a tu padre, por el amor que sentimos por ti y que dudo alguna vez dejemos de sentir y por lo feliz que nos hiciste en este tiempo.-Todos sonrieron.
Ya estaba, ese fue el momento en que mis lágrimas no aguantaron más y las dejé salir sin reprimirlas. Todos me envolvieron en un abrazo.
-Me vendieron y ustedes me aceptaron.-Dije llorando y me abrazaron más fuerte.
-En mes y medio eres libre de nosotros, vivirás feliz lejos de nosotros.-A Ran se le cortó la voz.
No dije más y solo lloraba, creo que a final de cuentas esto era lo que necesitaba, desahogarme con ellos para tener mi corazón y mente más tranquilos.
¿Feliz lejos de ellos? Creo que lamentablemente así será...
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Hola, hola, ¿Cómo están? 🥰
Aquí les dejo un capitulo más y mañana nos vemos con otro 💖🙈
Cuídense mucho y tomen mucha agüita 💕
Los amo infinito 🥰❤
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