Tómalo con calma
Habían pasado ya tres días desde la pelea de Koko y Sanzu. Koko había intentado hablar conmigo, pero yo me limite a decirle que aún no podía hablar con él pues necesitaba aclarar mis ideas y comenzar a hacerme a la idea de que lo nuestro fue un idilio y no más, estaba enojada con él pues tenía una justa razón para estarlo y aunque me dolía evitarlo, por el momento era lo mejor para nosotros.
Salir de mis clases y no verlo esperándome dejo un pequeño vacío en mí, pues me había acostumbrado a verlo siempre cuando salía y hacer diferentes actividades que ahora debía realizar sola. Sin embargo, comencé a caminar por las calles yo sola, descubriendo lo que aquella ciudad me ofrecía pues no iba a depender de nadie para ser feliz, siempre había sido así y esta no sería la excepción.
Llegué a casa y para mi suerte los únicos que estaban en el comedor eran Sanzu y Koko quienes reían a carcajadas y charlaban como si nada hubiera pasado, definitivamente tenían que estar locos y sin duda yo me iba a volver loca con ellos.
Crucé la sala lo más rápido que pude ignorándoles y caminé en dirección a mi cuarto para dejar mi bolso sobre la cama y salir en busca de los hermanos, toqué la puerta del cuarto de Ran y no obtuve respuesta, después al cuarto de Rin y lo mismo, pero en el cuarto de Rin me atreví a abrir la puerta y asomar la cabeza en busca del menor.
-No están en casa, van a llegar un poco tarde.-Escuché la voz de Sanzu.
Giré mi vista para verlo, estaba parado frente a la puerta de su cuarto con la mano sobre la perilla, tenía su cabello recogido en una coleta dejando al descubierto los golpes que aún tenía sobre su rostro, verlo de ese modo se sentía como si me enterraran una daga en el corazón.
-¿Todos salieron?- Pregunté y él asintió. -Gracias.
Soltó un gran suspiro y lo vi desaparecer por la puerta. Tarde o temprano tenía que hablar con él pues necesitaba saber la verdad de su boca, todo este tiempo estuvo mintiéndome o evitándome porque se sentía atraído hacía mí y yo necesitaba escucharlo de él.
Estaba frente a su puerta mientras mi respiración se tornaba agitada ante los nervios que comenzaban a invadirme, mi necesidad de hablar con él antes que con Koko me sorprendía, era algo que mi subconsciente pedía a gritos, necesitaba escuchar aquellas palabras salir de su boca.
Elevé mi mano para dar un pequeño golpe sobre su puerta, pero me detuve un segundo a dar un último suspiro para llenarme de valor, finalmente empuñe mi mano y di un pequeño golpe sobre la puerta como si quisiera que él no lo escuchará.
-Adelante.-Grito desde el otro lado.
Entré con mucho sigilo como si estuviera evitando ser descubierta entrando a un lugar prohibido, me coloqué frente a la puerta y la cerré con demasiada lentitud, quedando frente a esta repasando de nuevo lo que quería decirle.
-¿Acaso estás cuidando mi puerta?-Lo escuché soltar una pequeña risa nasal obligándome a voltear a verlo.
Estaba sentado sobre la orilla de la cama con un botiquín frente a él.
-¿Qué haces?-Pregunté mientras jugaba con mis manos debido a los nervios.
-Voy a cambiar los vendajes de las heridas.-Dirigió su vista al botiquín de donde sacó un poco de algodón y el alcohol.
Camine hacía él dejando de lado el botiquín y tomé asiento frente a él, tomé de sus manos el algodón y el alcohol humedeciéndolo sólo un poco.
Estábamos en total silencio siendo nuestras respiraciones lo único que se escuchaba en la habitación, con mucha delicadeza coloqué un mechón de cabello suelto de aquella coleta detrás de su oreja y comencé a quitar con cuidado las banditas de sus heridas, eran heridas grandes, a pesar de que Koko no era tan fuerte como Mikey había dicho sin duda había quedado bastante herido.
Estábamos frente a frente y sus ojos se encontraron con los míos haciendo que el corazón saliera de mi interior, detestaba que tuviera aquellas pestañas de ensueño. Necesitaba romper aquel silencio incomodo o terminaría abalanzándome sobre sus labios.
-Así que ya se hablan.-Enarqué la ceja y comencé con los toques de algodón sobre sus heridas.
-Nos conocemos desde hace diez años, durante ese tiempo nos hemos peleado y amenazado infinidad de veces.-Frunció los labios. -Todos hemos peleado entre todos, creo que simplemente con el tiempo comenzamos a dejar de lado el ignorarnos, finalmente somos lo único que tenemos.-Soltó un pequeño quejido cuando coloqué el algodón en la herida de su labio, parecía ser la más fresca de todas.
-Al menos no quedaste tan mal como él.
-Yo tengo fuerza física, él tiene fuerza financiera.-Se encogió de hombros y me limite a asentir levemente. Era ahora o nunca.
-¿Por qué lo hiciste? ¿No se supone que me detestabas?-Finalmente solté.
Sentí su rostro tensarse y comenzó a voltear a todos lados menos hacía mí.
-¿No es obvio?-Dijo en un susurro.
-Puede ser, pero quiero escucharlo de ti.-Tomé sus mejillas entre mis manos obligándolo a verme a los ojos, su mirada penetraba la mía y podía ver el miedo en sus ojos.
-Me gustas cariño, me gustas mucho.-Dijo finalmente con voz desesperada como si por fin estuviera revelando un secreto que le carcomía la piel.
-Que extraña manera tienes de demostrarlo.-Dejé un delicado beso sobre sus labios y lo solté sonriente.
-Bueno, perdóname, es la primera vez que estoy experimentando esto.-Soltó una pequeña risa la cual acompañe con la mía.
Coloqué las banditas sobre sus heridas y comencé a guardar las cosas en el botiquín para guardarlo en la gaveta del baño.
-Puedo pedirte un favor.-Lo escuché decir.
-Seguro, ¿De qué se trata?-Grité desde el baño en donde guarde el botiquín y regrese al cuarto para volverme a sentar frente a él.
-Mañana debo ir a una de las discotecas de manejamos a arreglar un asunto y no quiero terminar yendo con alguno de los tontos de los hermanos.-Rasco un poco su barbilla. -¿Me acompañarías tú? Es un asunto rápido, no tardaremos más de una hora.
-Seguro, sin problema.-Le dediqué una pequeña sonrisa.-¿A qué hora nos vamos?
-Nos vamos a las nueve.-Se acomodo en el centro de su cama.
-Perfecto, te veo a esa hora.-Comencé a caminar en dirección a la puerta para irme y finalmente salí de la habitación.
Me recargué sobre la puerta de su cuarto soltando un gran suspiro como si todo ese tiempo hubiera estado aguantando la respiración, me sentía aliviada de que al menos con uno de ellos ya había arreglado las cosas y aunque no había sido de la manera en la que esperaba salió de forma natural y sin forzar nada, necesitaba ahora arreglar mis pensamientos sobre lo que Sanzu me había dicho. Y en cuanto a Koko quería hablar ya con él, pero necesitaba unos días más para prepararme para escuchar salir de su boca lo que Sanzu preguntó, no me sentía preparada para escucharlo aún pues sabía que iba a doler, sería cuestión de pocos días para que lo buscará y habláramos, a final de cuentas en algún momento debíamos hacerlo.
Sanzu me había dicho que se trataba de una discoteca más accesible al público por lo que no había necesidad de ir tan arreglada, el día había sido de los más calurosos y supuse que al tratarse de un lugar cerrado haría un calor del demonio, así que opte por una falda de cuadros blancos y negros que acompañe de un top negro de hombros descubiertos, deje mi cabello suelto y me maquille muy natural.
Íbamos en camino a la discoteca la cual se encontraba en un una de las zonas turísticas más concurridas, la gente vestía de manera más casual y el ambiente era más encendido que a la que solemos ir, la gente reía y cantaba a todo pulmón haciéndome que comenzará a entrar en ambiente. En cuanto al calor era tal y como lo predije, Sanzu llevaba unos jeans negros que acompaño de una camisa blanca que abotono hasta la mitad permitiendo que una parte de su pecho quedará al descubierto, era lo más casual que lo había visto vestir y se veía bastante sexy.
-¿Quieres tomar algo?-Grito para que pudiera escucharlo por sobre la música y el ruido.
-Sí, una cerveza.-Conteste de la misma manera y me tomo de la mano para dirigirnos a la barra.
Pidió dos cervezas y nos dirigimos a una mesa que se encontraba en la zona de arriba, se posiciono a mi lado y acerco sus labios a mi oreja para no gritar tanto.
-Tengo que arreglar ese asunto, no tardo mucho ¿Okay?-Se separo de mi y me dedico una sonrisa para dar un sorbo a la cerveza.
-Quiero ir contigo.-Dije en un grito, vi su cuerpo tensarse y comenzó a negar.
-No puedes.-Hablo cerca de mi odio aún negando con la cabeza.
-¿Por qué no?
-Es un asunto de sangre y no pienso cargar con tu cuerpo desmayado.-Soltó una pequeña risa.
Claro, había olvidado por un momento a que se dedicaban y sin duda no podía cambiar aquello, pero justo ahora comenzaba a querer conocer aquel lado de ellos, quiero conocer el lado más oscuro de su vida.
-No me importa, quiero ir.-Dije muy segura de lo que estaba diciendo, ¿Me estaba volviendo loca?
-¿Te volviste loca? ¿Volviste a tocar mi gaveta?-Colocó su mano sobre mi frente como si estuviera enferma.
-No, pero quiero conocerte mejor.
-No, definitivamente no.-Seguía negando con la cabeza.
-¿Tienes miedo?
-Claro que tengo miedo, ¿Te das cuenta de lo qué me estás pidiendo?-La preocupación se podía escuchar en su voz.
-Vamos, ya te vi hacerlo una vez. Quiero conocer el peor lado de ti.-Tome sus manos entre las mías y las pegué a mi pecho mientras veía sus ojos preocupados.
Definitivamente me había vuelto loca, pero en serio quería que pudiera confiar hasta ese punto en mí, quería que supiera que no importaba lo que hicieran siempre iba a estar para ellos pues en el poco tiempo que llevaba todos se habían ganado un gran lugar en mí corazón, incluso él quien había estado evitándome y tratándome de lo peor. Era como Takeomi había dicho aquella noche, no sólo eran lo que Mikey dijo, fuera de aquella vida llena muertes, drogas, prostitución y lavado de dinero eran unos hombres con corazón que se preocupaban y ocupaban de una mujer que apenas y conocían, esos hombres ahora eran mi familia y lo serían hasta que ellos decidieran terminar con todo.
-¿Estás segura? En serio si te desmayas te voy a dejar ahí.-Me amenazo.
-Estoy segura.-Dije muy confiada.
Comenzó a negar con su cabeza como si no pudiera creer lo que acababa de pedir y mucho que menos que él aceptará, me tomo de la mano y dejo un beso sobre mi mejilla. Me jalo comenzando a guiarme hasta un pasillo en donde había varias puertas, pero una de ellas era más grande la cual era cuidada por dos hombres a quien dijo algo que no alcancé a escuchar para finalmente entrar sin siquiera tocar asustando a la pareja que había dentro.
Se trataba de un hombre ya mayor, seguramente rondaba los sesenta y una chica no mayor a veinticinco, los habíamos interrumpido teniendo sexo.
-Sanzu, que milagro verte por aquí.-Dijo el hombre mientras abrochaba sus pantalones.
-Emiko sal de aquí.-Sanzu dijo en dirección a la mujer quien bajaba su vestido.
-Hace mucho no te veía guapo, te veo después.-Lo acaricio sensualmente del hombro y guiño un ojo en su dirección para finalmente salir de ahí.
Sanzu seguía callado mientras se acercaba al escritorio y tomaba dos vasos en los cuales sirvió whisky, una vez que lo hizo cerro la botella y el otro adulto estiro la mano sonriendo, pero en vez de ofrecérselo a él me lo ofreció a mí.
-Tómatelo, lo vas a necesitar cariño.-Me sonrió y lo bebí de un trago a lo que él me imitó.
El alcohol quemo mi garganta haciendo que hiciera una pequeña mueca, deje el vaso sobre una de las mesas y me senté sobre esta. Estaba demasiado nerviosa por lo que estaba por presenciar, sentía como la adrenalina aumentaba el ritmo de los latidos de mi corazón volviendo mi respiración más acelerada.
-¿Y esta hermosa muchachita quién es?-Sonrió mientras me devoraba con la mirada.
-La testigo de tu asesinato.-Sanzu dijo con una gran sonrisa sobre su rostro.
-Sanzu por favor, dame unos días más, los días han estado flojos.-El hombre comenzó a ponerse nervioso.
-No es cosa mía y lo sabes, es asunto del jefe.-Sacó un arma estrellándola sobre el escritorio.
-Por favor, de ver-
No termino de hablar cuando Sanzu estrello su puño sobre su cara haciendo que se retorciera del dolor, cosa que me tomo por sorpresa haciéndome saltar un poco.
-¿Estás segura de qué te quieres quedar? Última oportunidad.-Volvió a cuestionarme.
-Totalmente segura.-Hable sin siquiera pensarlo.
Sanzu esbozo una pequeña sonrisa ante mi respuesta como si estuviera orgulloso de mi valor. Se dirigió al hombre quien estaba intentado recuperarse de aquel golpe, se colocó de cuclillas quedando frente a él y puso el arma sobre su frente.
-¿Algunas últimas palabras?
-Son unos hijos de puta, se van a ir al infierno.-Dijo entre lágrimas.
-Uy, dinos algo que no sepamos.-Le sonrió con malicia y finalmente disparó.
El sonido del arma no fue tan impactante debido al silenciador, pero la sangre que adorno la pared como si de una obra abstracta se tratará sí lo fue. El hombre en ese momento cayó de la silla, no había intentado huir o luchar, era como si se hubiera resignado a morir o como si supiera que era imposible escapar de ellos.
Sentía mi respiración tornarse más acelerada y mis manos comenzaron a temblar, no me sentí como la primera vez, pero el miedo me invadió por unos momentos ya que era la segunda vez que presenciaba la muerte de alguien por las malas, ¿Cuántas vidas cobradas llevarían hasta el momento?
No podía ponerme mal pues no es como si él me hubiera obligado a presenciar eso, yo se lo había pedido y él con trabajos acepto la locura que le había pedido, pero en serio necesitaba comenzar a conocer aquella faceta de sus vidas, quería crear lazos más fuertes con ellos. Sentí el miedo comenzar a dejar mi cuerpo y mi respiración hacerse más normal.
-¿Te sientes bien cariño?-Pregunto caminando en dirección a mí, su cara estaba ligeramente salpicada de sangre al igual que su camisa.
Sin decir nada lo abrace intentando que sus brazos y el olor de su perfume combinado con su tan característico olor a cigarro me relajaran al cien por ciento. Sus brazos me rodearon por la cintura y enterré mi cara en su pecho intentando controlar mi respiración, estuvimos unos momentos así y después lo separé de mí.
-Estoy bien, ya estoy bien.
-Ven vamos por un trago para que te relajes.-Me bajo sosteniéndome de la cintura.
-Pero y el cuerpo ¿Qué pasa con él?-Volteé en dirección a la mancha de sangre en la pared.
-Tenemos quien se encargue de eso aquí.-Me guiño un ojo entrelazando sus dedos con los míos. -Vamos, yo invito.
Di un último vistazo al cuerpo que ya no me impactaba tanto como hace unos momentos y finalmente comencé a caminar a la salida, en cuanto salimos los dos hombres que antes custodiaban la puerta entraron, seguramente ellos serían quienes limpiarían.
Antes de terminar el recorrido por el pasillo lo detuve jalando de su brazo hacía mí y comencé a limpiar su rostro manchado de sangre, en cuando a la camisa no podía hacer mucho. Sus ojos estaban clavados en los míos generando una gran ola de calor sobre mí, lo que más me gustaba de Sanzu eran aquellas extrañas cicatrices en sus labios y sus hermosos ojos que se adornaban de aquellas divinas pestañas. Mis mejillas se sonrojaron cuando dejo una pequeña caricia sobre mi mejilla acompañada de un gracias ante la acción que había realizado.
Caminamos a la mesa en donde estábamos antes, pidió un whisky en las rocas y un Martini en las rocas para mí, su mirada no había dejado de observarme ni un segundo desde que nos habíamos sentado, ni siquiera cuando pidió los tragos, aquello me hacía sentir bastante nerviosa.
-¿A qué se debe tu valentía de hoy?-Hablo cerca de mi oído.
-Quiero conocer el peor lado de ustedes, quiero poder decir que en realidad los conozco en sus mejores y peores momentos.
-¿Quieres volverte loca acaso?
Aquel comentario me hizo reír pues en realidad eso era lo que parecía, ¿Qué mujer querría presenciar en primera fila el asesinato de alguien? Nadie a excepción de mí al parecer.
Llegaron los tragos y comenzamos a beber mientras platicábamos, y así estuvimos durante un buen rato hasta que la música me llamaba a gritos a la pista. No resistí más y me levanté del sillón jalándolo del brazo obligándolo a ponerse de pie a lo que él se levantó confundido.
-¿Qué haces?
-Vamos a bailar.-Sonreí mientras tomaba sus manos y en ese momento comencé a moverlas junto con mis caderas al ritmo de la música.
-No me gusta bailar.-Dijo mientras seguía sin moverse.
-Vamos, hazlo por mí.-Las palabras comenzaban a salir bajo el efecto del alcohol. -Un baile y nos vamos.-Le pedí.
-Sólo uno.-Me vio de manera amenazante y sus brazos me obligaron a dar la media vuelta para que mi espalda quedará contra su pecho.
Con sus manos comenzó a recorrer mis brazos y lo sentí comenzar a moverse a mi ritmo, su cercanía comenzó a generarme un gran calor y toda la canción que se supone tuvo que bailarse rápidamente la bailamos de manera sensual.
-Vámonos.-Lo tomé de la mano llevándolo en dirección hasta la camioneta.
Él subió al asiento del piloto mientras qué yo me subí en los asientos de atrás a lo que volteo a verme confundido.
-¿Qué haces ahí?-Enarcó una ceja.
Mi respiración estaba agitada pues estaba nerviosa por lo que iba a pronunciar, pero aquel baile me había puesto de sobre manera y yo no pensaba seguir aguantando ni un poco más.
-Ven aquí.-Estiré mi brazo hacía él.
-¿Qué? ¿Para qué?
-Quiero que me hagas tuya esta noche.-Dije en un susurro.
Sin decir nada abrió la puerta para salir y entro en la parte trasera conmigo, en cuanto cerro la puerta me lancé sobre sus labios reclamándolos con desesperación sentándome a horcajadas sobre él y él colocó sus manos sobre mi trasero el cual comenzó a estrujar sin piedad. Mis pulmones pedían a gritos el oxigeno que se me había agotado debido al beso y me separé tomando una gran bocanada de aire.
Me recostó sobre el asiento abriendo mis piernas y de un tirón quitó mis bragas para comenzar a abrirse pasó a mi intimidad, dejo pequeñas mordidas sobre mis mulos haciendo que mis gemidos comenzaran a salir de mí. Bajo finalmente a mi sexo y comenzó a deleitarse de mis fluidos que salían gracias a su toqué, llevo sus manos a mis pechos y comenzó a jugar con ellos estrujándolos como anteriormente lo había hecho con mi trasero, el juego de su lengua en mi clítoris era solo un apoyo para que cuando por fin me penetrara pudiera llegar a mi orgasmo y no dejarme a medias.
Podía sentirlo cerca pues mi cuerpo comenzaba a tensarse y en ese momento se detuvo haciendo que maldijera para mis adentros. Lo vi presionar un botón de la puerta detrás de mí y de la de atrás de él haciendo que las cortinillas traseras eléctricas subieran ofreciéndonos mayor privacidad, aunque el movimiento que nuestros cuerpos harían cuando comenzáramos la acción nos delataría y hasta el más tonto sabría que estaba ocurriendo aquí dentro.
Se volvió a incorporar comenzando a desabrochar su cinturón y bajar sus pantalones mientras relamía sus labios al verme aún abierta de piernas para él, pero en vez de colocarse en medio de mí lo vi sentarse reflejando mi confusión en mi rostro.
-Ven a montar a papi, cariño.-Dio pequeñas palmadas sobre sus muslos.
Me levanté lo más rápido que pude y me coloqué sobre él sin dejarme caer aún sobre su miembro, quité mi top frente a él dejando al descubierto mis pechos que eran únicamente cubiertos por el sujetador del cual con un hábil movimiento se deshizo. Me abracé a su cuello y él abrazo mi espalda pegándome hacía él.
Comencé a besarlo con pasión reclamando sus labios con deseo, necesitaba sentirlo dentro de mí así que bajé mi mano para tomar su miembro erecto para colocarlo sobre mi entrada comenzando a bajar sobre este mientras llenaba todo mi interior haciendo que el placer comenzará a invadirme.
-Comienza a brincar conejita.-Susurro contra mis labios y así lo hice.
Comencé a dar saltos sobre su miembro mientras sus manos jugaban con mi cabello y su boca con la mía ahogando los gemidos del otro, mis saltos hacían que los gemidos de ambos comenzaran a hacerse presentes.
-Te deseo tanto.-Susurro en mi oído causando que un gran escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
-Me tienes aquí para ti.-Formule entre gemidos.
El calor dentro del carro comenzaba a elevarse haciendo que los cristales se empañaran, mis gemidos salían sin importarme en donde estábamos o si alguien pudiese escucharnos. Colocó un cadejo de cabellos detrás de mi oreja permitiéndome observarlo mejor, sus ojos se encontraron con los míos mientras yo seguía subiendo y bajando a mayor velocidad mientras sentía mi orgasmo acercarse.
-Termina conmigo cariño, hazlo.-Pronuncio contra mis labios.
Y fue cuestión de unos cuantos sentones más para que ambos termináramos dejando salir un gran gemido.
-Vamos a casa, tengo asuntos pendientes contigo.-Dijo ayudándome a vestirme y la sonrisa de su rostro delataba a que tipo de asuntos se refería.
Terminamos de vestirnos y comenzamos el camino a casa, en este momento no pensaba en otra cosa que no fuera él reclamándome como suya esa noche, lo deseaba desde hace tanto que aquellas ganas acumuladas estaban saliendo a flote hoy, aquel distanciamiento que había impuesto sobre nosotros al parecer me había hecho desearlo más y hasta hoy me había cuenta de aquello.
Sanzu.
-Ya se tardó, ¿No te envió mensaje?-Escuché a los hermanos hablar en la sala.
-El último que me envió fue hace una hora diciendo que ya venía en camino.-Dijo dejando las cartas sobre el sillón y sacando su celular.
-¿A ti no te ha enviado mensaje Koko?-Ran pronuncio en dirección al mencionado haciendo que todos soltáramos una pequeña risa.
-Cierra la puta boca imbécil.-Koko se había enojado ante aquel comentario.
Rin marcó el número de Danielle para preguntarle sobre su paradero, pues siempre que les avisaba no demoraba más de veinte minutos en llegar.
-Directo a buzón.
Aquellas palabras hicieron que todos comenzáramos a preocuparnos y a plantarnos los peores escenarios posibles.
-Esperemos media hora más, si no llega en ese tiempo vamos a buscarla.-Mikey pronuncio y se adentro en la oficina con Koko.
-Seguramente se le cruzo algo en el camino, o alguien.-Dijo Takeomi haciendo énfasis en la palabra alguien.
-De ser eso nos hubiera avisado, la conozco.-Pronunció Rin.
-Bueno ya, no hay que preocuparnos antes de tiempo.-Pronuncie y todos comenzaron a verse entre ellos.
-¿Y si nos dejo?-Kakucho nos cuestiono.
-Imposible, Mikey tiene su pasaporte.-Takeomi aseguro.
-Pero pudo haber salido de la ciudad.-Ran dejo finalmente las cartas sobre el sillón caminando en dirección a nosotros tomando asiento en el comedor.
-Sabe que la encontraríamos hasta en el rincón más desolado del planeta.-Asegure.
En ese momento Mikey salió abriendo la puerta de golpe más pálido que de costumbre y Koko corrió hacía la salida mientras maldecía.
-Tuvo un accidente, es grave.-Mikey finalmente formulo con el celular en mano.
Tenía que tratarse de una mala jugada del destino, definitivamente esto no podía estar pasando, en la madrugada estábamos riendo y disfrutando después de tanto tiempo haberla estado alejando de mí y ahora el destino como un mal karma la estaba alejando de mí.
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Hola gente bonita, ¿Cómo están? 🥰💖
Con este capítulo llegamos al final de la primera parte, pero tranquilos, mañana mismo tienen el primer capítulo de la parte dos 🥰
Los amo y muchas gracias por el apoyo, cuídense mucho 💖
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