¿Quién es el dueño de tu corazón?
Algo que siempre voy a defender y nada ni nadie me hará cambiar de opinión es que las salsas son lo que definen un buen lugar de tacos, siempre serán el complemento perfecto del sazón de la carne.
Estábamos sentados en las mesas que habían juntado para nosotros con más tacos juntos de los que jamás había visto en mi vida. Había ordenado de todo para que probaran de todo un poco y hasta el momento todos los tacos habían sido un rotundo éxito pues estaban por terminarse.
-Ponle salsa.-Le dije a Ran enojada mientras tomaba la cuchara para ponerle a sus tacos. -Un taco sin salsa no es taco.
-Es que pica mucho.-Dijo enchilado mientras sacaba la lengua y se echaba aire con la mano.
-¿Y para qué quieres el refresco, imbécil?-Kaku se reía de él.
-Esto es lo más rico del mundo.-Rin dijo con desesperación con la boca llena.
-¿Ya probaste estos?-Dijo Mikey mientras señalaba el taco de longaniza que recién había agarrado para probar.
Era la primera vez que lo había escuchado hablar desde que hablé con él en casa antes de salir en dirección aquí. Ambos nos pedimos perdón por como habíamos actuado en esta situación y él se disculpó por haberme hecho creer que en verdad ya no me quería en casa, dijo que ya no había problema y que lo pasado lo dejáramos en el pasado. Viniendo de Mikey me sorprendió pues en realidad sentí que mi cabeza rodaría por los suelos.
-¿Están muy buenos no?-Sanzu dijo sonriente mientras le ponía salsa roja a su taco.
-Los mejores son estos.-Koko señalaba a su plato llenó de tacos al pastor. -La piña les da otro toque.
Yo sólo los veía orgullosa pues vaya que les habían encantado, claro, que, si los tacos son deliciosos, después de una buena borrachera lo son más y yo les iba a demostrar esto.
Terminamos de cenar y Ran tuvo que sacar casi en brazos a Rin pues ni él recordaba cuantos tacos se había comido, tenía su mano puesta sobre su abdomen mientras en su rostro tenía esbozada la sonrisa más enorme que jamás lo había visto poner.
-Muy bien, tenemos 6 habitaciones.-Dije en cuanto abrí la puerta. -Alguien va a tener que dormir conmigo.
-Yo.-Dijeron todos inmediatamente.
-Bueno que les parece si se turnan por días.-Sonreí enormemente.
Al principio todos parecieron pensarlo mientras se lazaban miradas "asesinas" por lo que tuve que intervenir.
-Venga, ¿Qué les parece que mayor al menos?
-Ah no es justo.-Kaku hizo un puchero y no pude evitar reír.
-Sólo son 5 días.-Dije mientras lo abrazaba. -Por cierto... ¿Y Takeomi?
-Se quedó arreglando unas cosas, dijo que si podía llegaba antes de que nos fuéramos.-Sanzu contestó y yo solo asentí.
-De acuerdo, entonces, Ran.-Crucé mi mirada con la de él. -Hoy duermes conmigo.-Sonreí enormemente.
Todos giraron los ojos a excepción de él quien me mando un beso al aire haciendo que mis mejillas se sonrojaran.
-Vamos a dormir porque mañana tenemos un largo día, van a conocer como son las fiestas en México.
Estaba muy emocionada porque conocieran como se vivía aquí a diferencia de Japón y necesitábamos dormir mucho pues teníamos que adaptarnos al nuevo horario pues la diferencia horaria era extrema.
Desperté debido al canto de los pájaros que comenzaba a resonar en todo el jardín trasero, era hermoso escuchar eso cada mañana y podría decir que aquello es de las pequeñas cosas que me vuelven feliz. Cuando abrí mis ojos todo seguía oscuro gracias a las cortinas blackout que evitaban el paso de la luz.
Sentí el brazo de Ran abrazándome por la cintura así que me giré con sumo cuidado para quedar frente a él quien seguía hundido en un profundo sueño, tendría que estar agotado al igual que yo, pues el largo viaje y después el sexo nos dejó acabados, estaba segura de que no despertaría en un buen rato.
A pesar de la oscuridad podía observarlo a la perfección, sus finas y tranquilas facciones lo hacían lucir bastante guapo mientras dormía y aunque no era la primera vez que dormía con él, esta vez se sentía diferente, ¿Será la emoción que tengo porque conozcan el país?
Llevé mi mano y comencé a acariciar su mejilla muy delicadamente para evitar que se despertara, ¿Cómo es que voy a decidirme por alguno de ellos? Es que mierda, ¿En qué momento me fui a enamorar de todos? Si tuviera que elegir entre alguno no podría, todos tienen algo que los hace únicos y todos me gustan por algo diferente, los amo a todos y no sé si eso llegué a ocasionar un problema en el futuro.
-Te amo.-Susurré mientras me pegaba más a su desnudo cuerpo.
-Yo te amo más, princesa.-Escuché que contestó con su voz ronca y abrí mis ojos como platos pues pensé que seguía dormido.
-¿Te desperté?-Pregunté un tanto avergonzada.
-Tranquila.-Dijo mientras me pegaba más a él. -¿Cómo dormiste, cariño?-Dejo un beso sobre mi frente.
-Como un bebé.-Sonreí cual niña chiquita al recordar nuestro encuentro aquella madrugada. -¿Y tú, cielo?
-De maravilla.-Se abrió paso en mi cuello donde comenzó a besarlo.
Yo cerré mis ojos dejándome llevar por la sensación que sus besos me provocaban mientras sonreía mientras pequeñas risas salían de mi interior por el sentir de sus manos sobre mi cuerpo.
Estaba comenzando a montarse sobre mí cuando escuché que tocaron la puerta obligándonos a separar. Inmediatamente me levanté y puse mi bata de noche para asomarme a ver de quien se trataba. Entreabrí un poco la puerta y me encontré con Carmen, una de las señoras que me ayudaba a mantener la casa limpia, no recordaba que ayer en la noche les había pedido que vinieran a ayudarme pues teníamos casa llena.
-Carmen.-Grité saliendo del cuarto cerrando la puerta detrás de mí y envolviéndola en un fuerte abrazo.
-Hola señorita Danielle.-Me devolvió el abrazo con mucho entusiasmo. -La extrañamos mucho aquí.-Dijo cuando se separó de mí.
-Ya te he dicho mil veces que no me hables de usted.-La mire con los ojos entrecerrados y una sonrisa. -Yo también los extrañe mucho.-Tomé sus manos entre las mías y ella solo se encogió de hombros. -¿También vino Diana?-La otra señora que me ayudaba con la casa y ella asintió.
Toda la gente que me ayudaba con la casa era un amor total, a todos les tenía un aprecio increíble pues los consideraba como de mi familia por toda la atención y ayuda que me brindaban.
-Venía a decirte que ya puse todos los artículos de aseo personal nuevos en cada baño y toallas limpias.-Sonrió. -Y quería preguntarte que querías para el almuerzo.-Veía el reloj de su muñeca.
-¿Qué hora es?-Abrí mis ojos como platos.
-Las 11:15 am.
-Diablos.-Solté una pequeña risa. -¿Podrías preparar jugo, fruta, café, molletes y para el almuerzo enchiladas verdes? Por favor.
-Claro que sí señorita, ¿Para cuántas personas?
-Somos 7, por favor.-Volví a abrazarla. -Muchas gracias.
-¿Algo más que quieras?
-Ahorita dudo que haya, pero ¿Podrías comprar tamales para mañana por favor? Tú sabes de donde.-Le ofrecí una cálida sonrisa.
-Claro que sí.-Asintió. -Vamos a apurarnos.-Dijo y comenzó a caminar por el pasillo en dirección a las escaleras.
Volví a entrar al cuarto en donde Ran seguía acostado, estaba mirando el techo con su mano detrás de su cabeza, se veía precioso cuando sus cabellos estaban algo despeinados. Apreté el botón que obligo a las cortinas elevarse dando paso poco a poco a la luz del sol, en cuanto la luz entró en su totalidad me deshice de mi bata dejándola caer al suelo quedando únicamente en bragas, él me sonrió pícaramente mientras se sentaba sobre la cama.
-¿En qué estábamos?-Sonreí traviesa mientras caminé para volverme a recostar en la cama.
-Me estabas ayudando con esto.-Tomó mi mano y la llevó a la gran erección que se le había formado bajo el bóxer.
-Mmm que rico.-Sonreí maliciosa y me monté sobre él acercando mi rostro al de él.
-¿Te gusta?-Preguntó seductoramente con nuestros labios rozando.
-Me encanta.-Dije y finalmente uní mis labios con los de él.
Otra cosa de la que estaba segura es de que nunca me iba a saciar de ninguno de ellos, siempre iba a querer más y más sin importar, la hora, el día, la edad o el clima. Siempre reclamaría aquella parte de ellos que tanto me encanta y la cual encaja perfectamente con la mía.
Podía sentir como cada centímetro de él entraba y salía de mi interior, yo sentada sobre él moviendo mis caderas de arriba hacía abajo, de adelante hacía atrás y en círculos. Nos volvíamos locos dentro y fuera de la habitación.
Mis manos posadas sobre sus hombros para ayudarme a impulsar y sus manos posadas sobre mi trasero me ayudaban con cada movimiento que yo daba mientras él mordía sensualmente mi hombro en un intento de callar los gemidos que le provocaba.
-Nunca me voy a cansar de esto.-Dijo con gemidos roncos y comencé a mover a mayor velocidad mis caderas provocando que nuestros gemidos salieran con mayor velocidad.
Unimos nuestros labios en un profundo beso mientras él me cargo para recostarme sobre la cama.
-Turno de papi.-Dijo mientras tomaba mi pierna derecha y la colocó en su hombro izquierdo obligándome a girar mis caderas mientras él se volvía a introducir en mí.
-Que rico papi.-Dije entre gemidos.
-Y esto es el principio, nos falta la bañera.-Susurró contra mi oído y aumento la velocidad de su vaivén.
Que gran manera de empezar el día.
Era un día bastante soleado y lo que me gustaba de este lugar es que no se escuchaba nada que no fuera el viento jugando con las hojas de los árboles y los pájaros cantando a pesar de estar tan cerca de una de las avenidas más famosas de México. Todos estaban ya sentados en el comedor de la terraza comiendo la fruta y los cereales que había sobre ella, se veían tan guapos y relajados con su estilo más casual que de costumbre.
-Buenas tardes.-Dijimos Ran y yo en cuanto cruzamos el umbral que daba a la terraza.
-Buenas tardes.-Contestaron todos.
-¿Cómo durmieron?-Sonreí mientras Ran separaba la silla del comedor para que me pudiera sentar. -Gracias.-Le dediqué una gran sonrisa y volví mi vista a los demás.
-De maravilla ¿Me puedo robar el colchón de la cama que me tocó?-Kaku preguntó mientras tomaba el vaso de jugo para llevarlo a sus labios.
-Seguro.-Contesté entre risas y en ese momento Carmen y Diana entraron a la terraza con las charolas de la comida.
-Buenas tardes.-Dijeron las dos al unísono.
-Buenas tardes.-Ellos intentaron contestar en español y para mi sorpresa lo hicieron bastante bien.
-Chicos, les presento a Carmen y Diana, son las señoras que me ayudan a realizar el aseo y cocinar.-Las señalé con sus respectivos nombres y ellos hicieron una pequeña reverencia.
-Mucho gusto.-Dijeron al unísono.
Estaba impresionada, creo que mis pocas clases de español con ellos estaban dando algo de frutos y sentía bonito que a pasar de que no lo parecía en realidad me ponían atención.
-Carmen, Diana, ellos son Haruchiyo Sanzu, Hajime Kokonoi, Ran y Rindou Haitani, Kakucho Hitto y Manjiro Sano.-Los iba señalando conforme mencionaba sus nombres. -Unos amigos.
-¿Amigos?-Rin me vio algo molesto al igual que todos mientras enarcaba la ceja.
-Ay mira, ¿No qué no sabían español?-Lo miré un tanto sorprendida. -A parte, ¿Acaso alguno de ustedes ya insinuó algo más?-Contesté ingenua y ellos sólo rodaron los ojos.
-Los nombres de los asiáticos son muy raros.-Diana soltó con una pequeña risa haciéndome reír.
-Tienes toda la razón.-Dije entre risas.
-Los dejamos señorita si necesitan algo más estaremos en la cocina, provecho.-Dijo Carmen y se retiraron.
Comenzamos a comer y de nuevo no podía con sus caras de éxtasis con cada bocado que daban, a pesar de ya haber probado esta comida antes era obvio que el sazón de ellas dos era como el de una mamá, inigualable y delicioso.
-Muy bien.-Dije antes de llevar el vaso de agua a mi boca. -Hoy van a conocer a mis padres.
Y en cuanto dije eso todos comenzaron a atragantarse con lo que comían en ese momento. Todos intentaban calmar la tos y se veía en sus caras que estaban procesando lo que acababa de decir.
-Es obvio que no pueden enterarse que tengo algo con todos ustedes.-Hice un énfasis en la palabra todos. -Así que, por favor, conténganse un poco solo cuando estén ellos.
Vi como todos se voltearon a ver con complicidad ante mi comentario.
-Por favor.-Volví a pedir y ellos asintieron muy ligeramente.
Bueno, conociéndolos no sabía cuánto o como podrían aguantar, pero quiero creer que al menos lo van a intentar y si no, que sea lo que Diosito quiera.
Estábamos esperando en la entrada de la casa de mis padres, todos estábamos igual de nerviosos, no sabía cómo reaccionarían mis padres al verlos y más mi padre al saber de quienes se trataban.
En cuanto la puerta se abrió pude ver a Martha, la señora que ayudaba a mis padres. En cuanto me vio abrió la boca en una gran "O" e inmediatamente yo llevé mi dedo índice a mis labios para que no hiciera ruido pues quería que fuera una sorpresa para mis padres.
-Hola Martita.-Susurré mientras la abrazaba.
-Mi niña, que sorpresa.-Me envolvió en un fuerte abrazo.
Ella era como mi segunda madre, pues durante toda mi niñez siempre acompaño a mamá a cuidarme y a jugar conmigo, siempre estaba ahí para mí.
-Vine por un tiempo, llegué ayer en la noche, pero no los llamé pues quiero que sea una sorpresa.-Sonreí enormemente.
-Y vaya que lo va a ser mi niña.-Se separó del abrazo.
-¿Dónde están?-Pregunté muy emocionada.
-En el jardín trasero, están tomando el sol.
-Gracias.-Deje un beso en su mejilla. - Ellos son Haruchiyo Sanzu, Hajime Kokonoi, Ran y Rindou Haitani, Kakucho Hitto y Manjiro Sano.-De nuevo los señalé con su respectivo nombre y Martha los saludaba con la mano. -Unos amigos.-Y ante ese comentario todos hicieron un pequeño gruñido.
-Mucho gusto.-Hicieron una reverencia.
-Bueno vamos a entrar, estoy muy emocionada.-Le informé y ella nos dejó entrar.
La casa de mis padres era la típica casa-mansión en la que entrabas y lo primero que veías era el enorme salón de reuniones con las escaleras enormes justo en medio que daban al segundo piso en donde había recamaras suficientes para albergar un ejercito entero. A la izquierda y derecha estaban los enormes pasillos que conectaban al comedor y la sala de estar y detrás de esto, el jardín tarsero. La razón de la enorme casa fue que mamá siempre ha sido de familia enorme y la mayoría de las fiestas familiares se realizan en esta casa.
Caminé con todo mi ejercito detrás de mí hasta el jardín trasero en donde mamá y papá estaban tomando el sol en los camastros frente a la piscina, estaban con sus lentes de sol mientras ambos estiraban su brazo para tomarse de la mano. Me acerqué a ellos con demasiado sigilo para evitar que me escucharán mientras los hombres que me acompañaban se quedaron en la entrada al jardín.
-Sorpresa.-Dije emocionada y en ese momento mis padres se levantaron de su lugar.
-Mi niña.-Gritaron los dos al unísono en cuanto me vieron y se abalanzaron a mis brazos.
Ambos me envolvieron en un fuerte abrazo y se sentía tan bien volver a sentir aquella calidez, ellos también siempre sería mi lugar seguro en donde con un solo abrazo me arreglarían el universo entero.
-¿Cuán llegaste?-Preguntó papá.
-Ayer por la noche, los extrañé tanto.-Dije aun en el abrazo.
-Y nosotros a ti, mi princesa.-Dijeron los dos y en ese momento se separaron.
Pude escuchar como ellos ya se habían acercado y volteé a verlos con una enorme sonrisa estirando mi brazo para que se acercaran junto a mí.
-Chicos, ellos son mi madre Isabella y mi padre Akihiro.-Se reverenciaron ante mis padres. -Mamá, papá, ellos son Haruchiyo Sanzu, Hajime Kokonoi, Ran y Rindou Haitani, Kakucho Hitto y Manjiro Sano.-Ya me estaba cansando de presentarlos tanto.
-Mucho gusto.-Dijeron los dos al unísono en japonés, por un momento olvide que mamá también hablaba japonés y podía seguir hablando en japonés para que ellos entendieran todo lo que decía.
-Un placer conocerlos.-Contestaron todos haciendo una reverencia.
-Ellos son...-Hice una pausa y volteé a ver a papá quien asintió indicándome que mamá ya estaba enterada de la situación. -Ellos son los hombres que ayudaron a papá con la situación que tuve en Tokio, bueno y falta uno más que no pudo acompañarnos.
En ese momento mi papá envolvió en un abrazo demasiado efusivo a Kakucho quien era el más cercano a él y yo no pude evitar sonrojarme, si supiera que ese hombre me ha tenido de todas las maneras imaginables e inimaginables en su cama ese abrazo se convertiría en un balazo, bueno, él y todos los aquí presentes. No pude evitar sonrojarme.
-Desde ese día quise agradecerles como era debido, pero el trabajo me ha impedido realizar un viaje a Tokio para darles las gracias como se debe. Ustedes salvaron mi empresa y a mi familia y les estaré eternamente agradecidos.-Todos hicieron una reverencia ante papá.
-No nos agradezca, nos alegra haber podido ayudar.-Mikey dijo muy seguro con una ligera sonrisa.
-Permitannos ofrecer una fiesta para ustedes, es un placer que estén aquí y aprovechamos para darle la bienvenida a nuestra princesa.-Dijo mi mamá y todos volteamos a verla.
-Suena una idea maravillosa, podría presentarles a mucha gente y podrían invertir en buenas empresas.-Dijo mi papá y yo lo vi con los ojos entrecerrados.
-¿Una fiesta de bienvenida y agradecimiento o una fiesta de negocios?-Me crucé de brazos ingenuamente.
-Suena una buena idea.-Contestó Koko en dirección a mis padres y yo volteé a verlo sorprendida.
-¿Sí?-Tenía los ojos muy abierto.
-Sí, suena una buena idea invertir.-Sonrió enormemente en mi dirección y abrió los ojos como indicándome que después me explicaba.
-De acuerdo.-Comencé a asentir levemente en dirección a todos.
-¿Les parecería el día de mañana?-Mi padre habló.
-¿Mañana viernes?-Dije muy confundida pues me sorprendió que intentara hacer una fiesta entre semana.
-Sí, bueno es que en realidad esa fiesta estaba ya planeada.-Comenzó a explicar. -Ya sabes, era sólo una pequeña reunión, pero ahora que están aquí podemos hacerlo en grande, podrán venir amigos y sus familias y bueno...-Volteó en dirección a ellos. -Tal vez podrían conocer a alguien que llame su atención.-Sonrió enormemente.
-Ajam bueno, eso ya está de más, pero suena una buena idea.-Dije intentado esconder mi enojo y celos.
-Entonces los esperamos mañana.-Mi madre tomó entre sus manos las manos de Mikey.
-Será un placer.-Contestó este último.
Dios sabrá que nos depara mañana, pues la familia de sus socios solo nos lleva a un punto en concreto... Todos aquellos hombres que intentaron presentarme a sus hijos para intentar formar aquellos matrimonios de conveniencia y lo peor de todo, es que al menos con tres de ellos tuve algo que ver, por favor, trágame tierra.
-Bueno, ¿Qué les parecería una comida entre nosotros el día de hoy?-Mi padre colocó su mano en el hombro de Ran.
-Sí por favor, amo la comida de aquí.-Contestó Rin inmediatamente. Sí había algo que le gustara a Rin tanto como romper huesos, era la comida y a esta no podría negársele jamás.
El día pasó demasiado tranquilo y ameno, ellos platicaban con mis padres sobre a que se dedicaban y al parecer ya tenían el discurso bien ensayadito pues lo decían tan natural que hasta yo estaba comenzando a creerles, resultaba ser que ahora cada uno era dueño de diversos negocios que en su mayoría les fueron heredados y otro que lograron con mucho esfuerzo, vaya incredulidad la de mis padres.
-Y dime cariño...-Mi mamá se acercó a susurrar en mi oído para evitar que papá escuchara lo que iba a decirme. -¿Quién es el dueño de tu corazón?-Sonrió enormemente.
En cuanto escuché eso tomé mi copa y la llevé a mis labios para dar un ligero sorbo, sentí mis mejillas arder ante su cuestionamiento y estaba pensando muy bien mi respuesta para no dejar al descubierto mi ligera aventura con todos.
-Oh ya entiendo.-Comenzó a asentir levemente. -¿Todos?-Me sonrió pícaramente.
-Madre por Dios.-Ya estaba, no podía estar más roja.
-¿Qué tiene cariño? Eres joven y debes disfrutar la vida.-Se encogió de hombre y llevó la copa a sus labios.
Por Dios, ¿Era en serio lo que estaba escuchando? ¿Mi madre aprobando mi "relación" con seis hombres? ¿Quién mierda eres tú y dónde has dejado a mi madre?
-Bueno ya, pero no le digas a papá o nos matará a todos.-En serio no podía creerlo y creo que jamás lo iba a creer.
-Ay mi niña, si él fue el primero en darse cuenta.-Rodó los ojos. -Yo te pregunté solo para ver si su intuición había sido verdadera.
No, pero es que, a ver, ¿Qué mierda estaba pasando con ellos? Devuélvanme a mis padres quien quiera que ustedes sean, tenían que estar drogados o yo tenía que estar drogada para estar imaginando este tipo de cosas, tendré que verificar si Sanzu no hizo alguna de sus maldades afectándonos a todos.
-¿Quiénes son ustedes y dónde dejaron a mis padres?-La miré con los ojos entrecerrados y ella comenzó a reír.
En ese momento la gente de servicio entró con la comida y en verdad olía delicioso, pusieron todos los platillos sobre la mesa y había una increíble variedad. Podía oler los tan deliciosos sabores de el mole, la cochinita pibil y el tan delicioso pozole.
-Rin, prepárate porque vas a fallecer.-Dije burlona en su dirección y sus ojos se iluminaron cual los de un niño chiquito cuando le compraban su postre favorito.
-Huele delicioso.-Dijeron todos al unísono y comenzamos a reír ante aquello.
Que bella imagen tenía justo en estos momentos...
Los hermosos colores anaranjados y dorados del atardecer, los seis hombres que más amaba en mi vida y los dos amores de mi vida juntos, riendo y conviviendo como si fueran los grandes amigos del mundo, el sonido de las risas que tanto me encantaba escuchar y el canto de los pájaros anunciando que la noche estaba por caer, sin duda algo que jamás voy a olvidar.
Déjenme aquí por siempre...
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Hola, hola 💐💕 Espero se encuentren de maravilla 💖
Por ahí leí que alguien quería conocer a los padres de Danielle, y bueno...
Nombre: Isabella de Abe
Edad: 46 años
Cumpleaños: 19 de febrero
Año de nacimiento: 1972
Estatura: 172 cm
Nombre: Akihiro Abe
Edad: 47 años
Cumpleaños: 26 de marzo
Año de nacimiento: 1971
Estatura: 180 cm
Perdón por no actualizar ayer, pero se me cruzaron unos boletos para ver Spider-Man 🙈🤣🤧
Y bueno, también comentarles que finalmente soy libre de la escuela, así que ya podré escribir sin presiones de la tarea 💖
Pero aquí tienen, a penas estamos adentrándonos a este mundo, espero les haya gustado el cap de hoy y bueno que los suegritos agradecidos de por vida que hasta les permiten estar a todos con su hija 😈💖
Les mando un fuerte abrazo, que disfruten su fin de semana y recuerden tomar agüita 💖
Los amo millones 💐💕
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