Paz de primavera

Me levante a las 4:30 am para comenzar a empacar, no sabía cual sería nuestro destino, pero empaque de todo un poco para no estar batallando con que algo me faltaba, terminé de empacar 30 minutos después.

Decidí ducharme en el baño del pasillo para evitar conflictos con Sanzu sobre el baño. Mientras el agua envolvía mi cuerpo demasiadas cosas pasaban por mi mente pues no sabía como debía comportarme con Sanzu después de como estuvo la situación entre nosotros durante la semana y sobre todo lo que ambos habíamos hecho, este viaje podría ser la perdición o podría ser la gloria.

Cuando terminé de vestirme y maquillarme tomé mi celular para ver la hora, faltaba exactamente un minuto para las 6 am, mi corazón estaba latiendo al mil y estaba segura de que podría salir de mi interior si seguía latiendo así, solté un gran suspiro soltando todo el aire que había estado conteniendo dentro de mí y tome mi maleta para dirigirme escaleras abajo.

Cuando iba a la mitad de las escaleras vi a Sanzu parado frente a las escaleras dando vueltas de un lado a otro como si estuviera preocupado, pero en cuanto me vio lo vi sacar un suspiro de alivio acompañado de una enorme sonrisa, se acercó a mí y me ayudo a bajar mi maleta.

-Buenos días Sanzu.-Dije una vez estuvimos en la sala y sonreí en su dirección.

-Buenos días cariño.-Su mirada que ahora era acompañada de gran brillo se encontró con la mía. -¿Nos vamos?

-Vámonos.-Sonreí enormemente y salimos.

Después de un vuelo de aproximadamente dos horas llegamos al aeropuerto de Naha en Okinawa, cuando salimos del aeropuerto Sanzu rentó un auto pues según él faltaba aun una hora de camino, el camino era adornado por el hermoso cielo azul despejado, era un día perfecto y el lugar parecía prestarse para calmar cualquier preocupación que pudieras tener.

Durante el vuelo no pudimos hablar mucho pues yo caí dormida debido a que durante la noche había tenido problemas para conciliar el sueño, pero una vez que llegamos parecía que todo el sueño que antes tenía había desaparecido, tenía ganas de recorrer todo lo que la isla nos podía ofrecer.

-Muero de hambre.-Dije mientras volteaba a ver a Sanzu con un puchero.

-Cariño, comimos en el aeropuerto hace tres horas.-Dijo soltando una pequeña risa.

-¿Y qué? El vuelo me dio hambre.-Lo mire de mala manera mientras detenía el auto debido al alto que se presento frente a nosotros.

-Cuando lleguemos al hotel comemos cariño.-Tomo mi mentón y acerco sus labios a los míos dejando un pequeño beso.

No importa que es lo que hiciera o dijera este hombre, siempre terminaba cayendo por él.

Después de unos 15 minutos más de camino entre risas y comentarios molestándonos el uno al otro, llegamos.

-Bienvenida a Hoshinoya mi vida.-Dijo mientras entrabamos al hotel. Me encantaba cuando me llamada así.

Una vez estuvimos en la recepción se dirigió al mostrador para hablar sobre la reserva, ni siquiera pude escuchar que decían pues estaba embobada admirando la arquitectura y paz que trasmitía el lugar. Cuando baje mi mirada vi a un niño de a lo mucho cinco años observándome sin disimulo, en su cara podía verse la curiosidad, era muy tierno.

-Hola.-Lo salude con la mano y una enorme sonrisa.

En ese momento lo vi acercarse a mí y me agaché para quedar a su altura.

-Eres muy bonita, pero no eres de aquí ¿Cierto?-Pregunto mientras comenzaba a tocar mi cara con sus manos como si fuera lo más extraño que había visto en su vida.

-No, no soy de aquí, soy de otro país.-Sonreí enormemente pues en realidad era muy tierno con su enorme curiosidad.

-Lo sabía, tus ojos no son rasgados.-Sonrió orgulloso ante su gran descubrimiento. -Me llamo Sato Hiroshi.-Dijo dedicándome una gran sonrisa.

-Soy Danielle.-Sonreí enormemente y su cara se convirtió más confusa.

Lo vi comenzar a intentar pronunciarlo sin éxito y eso me causo más ternura de la que ya tenía.

-Puedes decirme Abe, estoy segura que eso sí puedes pronunciarlo.-Afirmé con una sonrisa.

-Ese es un apellido Japonés, pero no eres de aquí, ¿Cómo es posible?-Era un niño bastante ingenioso.

-Mi padre es Japonés.-Le confirme y en su cara se dibujo una enorme sonrisa.

-Horoshi.-Se escucho la voz de una mujer gritar.

-Me tengo que ir, me están esperando para ir a la playa.-Comenzó a tocar mi cabello una última vez. -Adiós Abe.-Grito mientras se alejaba de mi despidiéndose con su mano.

-Adiós Hiroshi.-Sonreí en su dirección e imite su acción con la mano.

Que curiosos podían llegar a ser los niños y pensé que era una broma aquello que me habían comentado sobre que los niños eran muy curiosos con los extranjeros, pero esta situación me lo había confirmado y era demasiado lindo.

-¿Abe?-Escuche a Sanzu preguntar detrás de mí ayudándome a levantar.

-Danielle Abe.-Sonreí en su dirección. -Ese es mi nombre.

-Paz en varias oportunidades.-Enarco una ceja. Aquel era el significa de mi nombre.

-Akashi Haruchiyo.-Grito la señorita de la recepción y comencé a buscar a mis alrededores en busca de la persona que buscaba.

Vi a Sanzu acercarse a la recepción, en donde la mujer nos pidió que la siguiéramos.

-¿Akashi Haruchiyo?-Pregunté en su dirección antes de que llegáramos.

-Mucho gusto, Abe Danielle.-Sonrió enormemente mientras me extendía la mano.

-Mucho gusto, Akashi Haruchiyo.-Ignore su mano y me fui directo a sus labios para aprisionarlo en un lento beso que terminamos con una enorme sonrisa.

Las habitaciones estaban al aire libre, no estaban en edificios como suelen ser, en realidad es como si fuera una zona de cabañas, el lugar era muy pacifico y podías escuchar el mar cerca.

-Habitación Tiida.-Hizo una pequeña reverencia y le tendió la llave a Sanzu. -Que disfruten su estadía. -Dijo para finalmente marcharse.

Desde fuera podía verse que era más grande que las demás, en cuanto Sanzu abrió pude observar que la entrada daba a un pequeño jardín, estar aquí se sentía más como estar en una casa y no en una habitación de hotel.

Lo primero que había al entrar era una sala de estar con un comedor doma largo equipado con amenidades de cocina y un sofá en donde sin problemas cabrían 5 personas, en medio podía observarse un largo pasillo que seguramente conectaba con el dormitorio. A un lado del comedor había una puerta de cristal deslizable que daba a una piscina que contaba únicamente con un lado para caminar hasta el final de esta en donde había una pequeña terraza en donde observabas un gran sofá que daba directo la vista al mar, era una vista espectacular.

-Quiero pasar todo el día sentada aquí.-Dije en dirección a Sanzu sonriendo.

-Y tiene acceso directo a la playa.-Sonrío orgulloso obligándome a regresar la vista al lugar.

Si caminabas al final de la pared podías observar un pequeño pasillo que daba hacía unos escalones que te llevaban a un pequeño camino en el que sin problemas podrías llegar caminando a las playas de arena blanca, podíamos disfrutar de una estadía prácticamente privada junto al mar.

A un lado de la terraza había otra puerta que daba a lo que era la habitación la cual era decorada con una enorme cama, en la pared principal del dormitorio se podía observar una obra de tinte tradicional de Okinawa que según Sanzu representaba de manera colorida las plantas, los animales y las escenas de la vida cotidiana de Okinawa.
La habitación contaba con un gran ventanal que daba a un balcón el cual ofrecía una refrescante brisa y una vista al mar que se extendía hasta el horizonte. El lugar presentaba una combinación de paredes de madera y color crema que evocaban una calidez contemporánea.

-Haru esto es maravilloso, me encanta.-Volví mi vista hacía él y lo abrace por la cintura pegando mi cabeza a su pecho.

-¿Haru?-Lo escuche preguntar mientras me envolvía en sus brazos.

-Sí, me encanta el significado y así te llamaré.-Susurre contra su pecho mientras aspiraba fuerte para invadir mis fosas nasales de su aroma. -Aunque también me gusta Chiyo, puede que turne ambos significados.-Solté una pequeña risa.

-A mí me gusta más Haru porque combinado con tu apellido representa lo que llegaste a ser para mí y en el momento en que sucedió.-Susurro mientras tomaba mi mentón obligándome a levantar la vista hacía él.

-¿Qué?-Pregunté mientras nuestras miradas se cruzaron.

-Llegaste a ser mi paz en primavera.-Comenzó a besarme de manera delicada.

Aquellas palabras me hicieron querer llorar y reír de felicidad, la sensación que invadió todo mi cuerpo era algo que no podía describir. Había sonado tan cursi y más proviniendo de Sanzu, pero tenía sentido, los conocí en primavera y según todos llegué a hacerles bien, mi presencia llego a ofrecerles algo que seguramente hace mucho nadie les ofrecía, amor verdadero, ¿Había logrado domar el corazón sin vida de este hombre?

Con mucha delicadeza me empujo hasta la cama sin despegar nuestros labios, el beso seguía siendo tan dulce que era imposible de creer. Lentamente comencé a quitar su camisa y él se deshizo de mi blusa de la misma manera, sus manos acariciaban mi cuerpo como sí en cualquier momento fuera a romperme.

Antes de que pudiera darme cuenta estábamos totalmente desnudos, sentir su endeble tacto era algo que no pensé él fuera capaz de hacer, pero aquellas caricias me hacían sentir un cúmulo de sensaciones. Se separo de mis labios para colocarse sobre mí abriéndose paso entre mis piernas y comenzó a entrar en mí, una vez estuvo totalmente dentro de mí comenzó con el típico vaivén de caderas.

Era el sexo más vainilla que había tenido hasta el momento, aquel largo juego previo permitió que mi cuerpo cediera ante las sensaciones que ahora invadían mi cuerpo gracias a él. Hundí mi cabeza en su cuello en donde comencé a dejar besos y llevé mis manos hasta su espalda ejerciendo fuerza hacía abajo para que se pegara más a mi cuerpo, quería fundirme totalmente con él.

Su movimiento de caderas comenzó a ser más veloz logrando que mi clítoris se frotara contra su cuerpo, no sabía que el sexo vainilla podía llegar a ser tan satisfactorio con la persona que considerabas la correcta para ti. Nuestros gemidos comenzaron a hacerse presentes ante la deliciosa sensación de sentirnos tan cerca y en cuestión de segundos mi orgasmo llego acompañado del de él.

Ni siquiera estábamos cansados, había sido tan suave que de lo único que necesitábamos recuperarnos era de la ola de placer que el orgasmo nos ofreció, mi orgasmo había sido tan delicioso que pequeñas lágrimas comenzaron a salir mí.

-¿Te lastime?-Pregunto con aquella característica cara de preocupación mientras posaba un mechón de cabello detrás de mi oreja.

-No, nada de eso.-Dije negando con la cabeza. -Es sólo que se sintió bastante bien.-Solté una pequeña risa, y él se limitó a sonreírme y dejar un beso en mi frente.

-El sexo vainilla no es lo mío, pero la situación lo amerito y no está nada mal cariño.-Soltó una risa y se quitó de encima de mí.

-Concuerdo contigo.-Me reí con él mientras comenzábamos a vestirnos.

-¿Qué quieres que hagamos cielo?

-Hm, primero vamos a comer.-Eche mi cabeza hacía atrás para demostrar mi necesidad de comida.

-Todo lo que mi reina pida.-Me jalo de la cintura y comenzó a besar mis labios. -Vamos cariño.

Después de ir a comer y recorrer un poco la isla llegamos al hotel pues Sanzu me comento que tenía una sorpresa para mí y debíamos regresar antes de que anocheciera.

Salí del baño con mi cuerpo envuelto en la toalla de baño mientras que con una más pequeña secaba mi cabello, al entrar a mi habitación una caja de regalo estaba sobre la cama y Sanzu estaba en el balcón observando el horizonte mientras fumaba un cigarro.

-¿Qué es esto Haru?-Pregunté y él dirigió su mirada hacía mí.

-Ábrelo mi vida.-En su rostro se dibujo una enorme sonrisa.

En cuanto abrí la caja pude observar un hermoso vestido rosa palo estilo bohemio perfecto para la playa, el vestido era sin mangas, con un pequeño escote en el área debajo del busto y seguramente me llegaría a la mitad de mis muslos cubriendo a penas lo necesario.

-Es precioso.-Sonreí mientras lo elevaba en el aire. -Muchas gracias mi vida.-Deje el vestido sobre la cama y me acerqué a Sanzu a dejar un beso sobre sus labios en agradecimiento.

-Me alegra que te haya gustado cariño, póntelo para tu sorpresa.-volvió a besar mis labios. -Me daré una ducha rápida en lo que te arreglas.-Asentí y desapareció en dirección al baño.

Sentía la cálida arena bajo mis pies mientras él me guiaba con sus manos sobre mi cintura, al no poder ver nada debido a la venda que tenía sobre mis ojos mis demás sentidos se agudizaron, mi olfato y mi oído se concentraron en el olor y el sonido del mar, mientras el aire cálido chocaba con mi cuerpo.

-Quédate aquí cielo.-Dijo soltándome de la cintura y escuche sus pisadas sobre la arena.

-¿Sigues aquí?-Pregunté en cuanto no escuche más sus pisadas.

-Ya puedes quitarte la venda amor.

Llevé mis manos hacía mi cabeza para deshacer el nudo de la venda, en cuanto la quité vi a Sanzu con una enorme sonrisa sosteniendo un enorme ramo de rosas rosas y lilis blancas acompañado del gran escenario de un celestial atardecer. Detrás de él había un camastro doble tipo cama balinesa con un dosel el cual era rodeado por unas pequeñas lámparas estilo vintage. Frente al camastro había una mesa con una botella de champagne y lo que parecían ser bocadillos para acompañar la bebida.

-Sorpresa mi vida.-Sonrió con un enorme sonrojo sobre su rostro.

Sin decir nada corrí en su dirección y me abalance sobre él, con su brazo me cargo por el aire dando vueltas mientras que con el otro sostenía aún el ramo de flores. Nuestras risas de felicidad acompañadas con el sonido del mar eran la mejor melodía que había escuchado jamás.

Dejaba pequeños besos por todo su rostro mientras él aún me cargaba, intente separarme de él indicándole que debía bajarme. Cuando mis pies tocaron la arena me ofreció el ramo de flores el cual recibí con una hermosa sonrisa.

-Muchas gracias mi vida, son hermosas.-Las acerqué a mi nariz para oler su tan característico olor.

-Ven cielo, admira el atardecer junto a mí.

Antes de recostarme dejé las flores sobre la mesa y finalmente me senté sobre el camastro, él me ofreció la copa de champagne y colocó la charola de bocadillos frente a nosotros, había una variedad de frutos secos, quesos, embutidos y chocolates.

-Por nosotros.-Elevo su copa en dirección a mí dándome a entender que estaba realizando un brindis.

-Por nosotros.-Choqué su copa con una enorme sonrisa en mi rostro.

Era la hora perfecta para comenzar a apreciar el atardecer, ver los colores cambiantes sobre el cielo y las ondulaciones del mar con ahora tonos dorados gracias al atardecer transmitían una increíble paz, en ese momento nada en nuestro alrededor existía a excepción de nosotros.

Dejo las copas sobre la mesa y se acomodo para colocarme en medio de sus piernas, aquella posición que tanto nos gustaba a ambos, mi espalda recargada sobre su pecho y el recargado sobre mi hombro.

-Cariño...-Susurro contra mi odio y volteé a verlo.

-¿Qué ocurre cariño?-Sonreí levemente.

-¿Recuerdas que hace una semana me preguntaste qué si solo por ser hermosa me gustabas?-Pregunto dejando un beso sobre mi hombro.

-Sí.-Solté una pequeña risa.

-Bueno, me gustas porque eres hermosa, porque eres valiente, porque eres divertida, porque eres alegre, porque eres benevolente, porque eres sincera, porque tienes un gran carácter, porque eres apasionada, porque eres inteligente, me gustas porque nos diste la oportunidad de conocernos.-Con cada razón dejaba un pequeño beso sobre mi cuello y hombros.

En cuanto termino de hablar comencé a besar sus labios, era un beso de agradecimiento por todo lo que había hecho por mí y por todas las palabras que me dedicaba. Con Koko había sentido mariposas, pero con Sanzu me sentía segura, era un total privilegio poder refugiarme en sus brazos. Con él el amor era que me tocara por fuera y me hiciera sentir suya por dentro.

La noche había caído y seguíamos recostados observando el hermoso cielo estrellado que se nos ofrecía, la enorme luna acompañaba a las estrellas y el sonido de las olas que regresaban a la orilla sonaban rítmicamente como si se trátase de una canción de cuna que nos invitaba a dormir.

-La luna está preciosa esta noche.-Escuché decir a Sanzu.

Aquella frase que hacía alusión a la belleza de la luna era común para decir "Te quiero" debido a que antes no era tan común expresar los sentimientos tan libremente como hoy en día. Está relacionada al mito de un profesor de literatura llamado Natsume Sōseki que corrigió a un alumno con la traducción de la palabra "Te quiero" cambiándola por "La luna está preciosa esta noche". Se me estaba declarando.

-Sí, está preciosa.-Esa respuesta era una declaración también, pero ahora de mi parte. Sin decir nada me pego más contra su pecho, no era necesario decir más pues con eso habíamos dicho todo.

Dicen que el amor podía hacer que hasta la persona más dura se volviera tan blanda como la arena de las playas.

No sé si estoy en el lugar correcto, no sé si en algún momento me hará daño, pero lo que sí sé es que me hace muy feliz y solo quiero vivir el momento.

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Holaaaaaa, ¿Cómo andan? 🥰

Aquí les dejo un capítulo más, espero les haya gustado. Creo que no soy buena escribiendo cosas románticas 😅
Pero les juro hice mi mayor esfuerzo 💖

Perdón por la hora, espero pasen bonita noche 💖

Los amo y mil gracias por el apoyo ❤

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