Muerte a la maldita perra
Había salido del hospital hacía ya dos días, pero seguíamos reteniendo a Kumiko pues Sanzu quería estar presente a la hora de su ejecución. Llegó un momento en el que dudé si terminar o no con su vida, pero el solo hecho de recordar lo que nos hizo me hacía hervir la sangre. Con ella el odio y la venganza se volvieron mi sentir más fuerte.
Veníamos de recoger a Sanzu del hospital, ya lo habían dado de alta. Nos dijeron que iba a necesitar reposo de por lo menos dos semanas más, pues, aunque las fracturas no fueron tan graves necesitaba recuperarse bien de estas.
-¿Estás segura amor?-Preguntó Ran mirándome por el retrovisor.
-Más que segura amor, ya lo hablamos.-Dije mientras exhalaba el humo del cigarro por la ventana.
Sin decir más siguió conduciendo hasta el lugar que Yun nos había prestado para mantener resguardada a Kumiko, llevaba ya una semana siendo maltratada por ellos y los últimos dos días yo me había unido a la diversión, aunque no como quisiera pues no podía hacer mucho debido al reposo que debía guardar por las costillas rotas que tenía.
En cuanto terminé el cigarrillo subí el vidrio y pude ver mi reflejo, mi rostro estaba morado debido a los moretones que dejaron los golpes, ni siquiera el maquillaje podía hacer mucho por mí. Lo único que podía recordar cuando los veía era la sensación que tuve al estar a punto de morir y dejar a todos a quienes amaba atrás, verlas me generaban cada vez más ganas de matarla.
-Mi amor, ese vestido se te ve muchísimo mejor que a mí.-Dijo Yun mientras me daba un fugaz beso en los labios.
Debido a que seguíamos en Macao no tenía nada de ropa aquí y Yun me prestó algunas prendas para pasar estos dos días, aunque ellos ya se habían encargado de comprarme ropa al igual que para ellos.
-No digas tonterías, mejor que a ti nada.-Le dediqué una sonrisa.
-Hola guapos.-Dijo en dirección a Ran y Sanzu. -¿Cómo estás ya querido?-Preguntó a Sanzu quien venía en silla de ruedas debido a su pierna y brazo enyesado.
-Mucho mejor.-Le dedicó una leve sonrisa y entramos al lugar.
Los gritos de Kumiko eran como música para mis oídos y todos soltamos una pequeña risa cuando la escuchamos. Cuando logramos verlos, Rin era el responsable de aquellos gritos pues la tenía sometida con su famosa técnica.
-¿Ya les presumí qué si logré romperle el brazo ese día?-Dije orgullosa en dirección a todos.
-Mi amor ¿En serio?-Preguntó Ran sonriente mientras me abrazaba por la cintura.
-No miento, lo hice.-Sonreí orgullosa.
-Esa es mi niña.-Dijo Ran mientras dejaba un beso sobre mi frente.
-Que orgullosos estamos de ti, mi amor.-Dijo Rin en cuanto terminó de atar a Kumiko a la cama.
-¿Cómo por qué lograste hacerlo?-Preguntó Mikey serio.
-Aprendo mucho viendo.-Contesté casi inmediatamente o sino Rin y Ran acompañarían a Kumiko hoy a la tumba.
Me miró con los ojos entrecerrados como si no me creyera lo que le acababa de decir, pero yo seguí mi camino sin voltear a verlo. Caminé en dirección a la mesa donde tenían de todo, armas, alcohol, café, agua, comida, cajetillas de cigarro de las cuales saqué uno y lo encendí.
Tomé el mechero y comencé a caminar a la cama en donde Kumiko estaba, me recosté a su lado sin decir nada mientras todos nos observaban detenidamente. Di una gran calada a mi cigarro y solté todo el humo en su cara haciéndola toser.
Me senté a ahorcajadas sobre ella quien comenzó a quejarse del dolor y sin más llevé la punta del cigarro encendida a su piel morada y ella comenzó a gritar, la sonrisa se dibujó en mi rostro y antes de que el cigarro se apagara completamente volví a llevarlo a mis labios para comenzar a dale varias caladas seguidas para encenderlo de nuevo.
Coloqué el mechero frente a mí y lo encendí mientras sonreía viendo la flama.
-¿Qué vas a hacer?-Preguntó asustada.
Sin darle respuesta alguna comencé a pasar la llama por toda su piel y ella comenzó a gritar descontroladamente intentando zafarse, cosa que era imposible. Ver el como gritaba y se retorcía del dolor me causaba tanta satisfacción que no podía describir.
Después de haber recorrido su cuerpo con la flama dejé el mechero de lado y seguí fumando mi cigarro sobre ella quien parecía estar a punto de colapsar pues en realidad ya estaba muy maltratada. Cuando mi cigarrillo estaba a punto de terminarse lo apagué en su zona íntima y ella seguía gritando a como podía, pero su garganta ya no daba para más.
-Oye bonita, esto si que se ve feo.-Dije metiendo el dedo índice a una herida que tenía fresca y de nuevo, los gritos que ahora eran roncos. -No seas tan escandalosa que me lastimas los oídos.-Metí mi dedo más profundo.
Escuché como todos comenzaron a reír, los vi por sobre mi hombro y les dediqué una gran sonrisa.
-¿Sabes qué es lo más triste?-Pregunté regresando mi mirada hacía ella. -Que pude haber compartido contigo así como con tu hermana.-Fingí hacer un puchero. -Pero bueno, no todas somos inteligentes ¿Me ayudan colgándola por favor amores?-Pedí mientras me levantaba y Kaku y Rin hicieron lo que les pedí.
La habían atado justo como a Sanzu aquel día, su piel estaba ya bastante lastimada, las heridas que tenía sobre su piel eran más profundas que las que ella me había hecho. Su pecho subía y bajaba aceleradamente y su rostro estaba semidesfigurado pues tampoco es como si quisiera dejarla irreconocible, aunque ganas no me faltaban.
-Juguemos un juego ¿Quieren?-Sonreí maliciosamente a los demás.
-¿De qué se trata cariño?-Yun me dedicó una gran sonrisa.
-Yo les voy a hacer una pregunta y si la contestan bien va un pequeño premio para Kumiko.-Dije mientras sostenía el bastón de metal de Ran y lo tendía en su dirección. -¿Me harías el honor de darle sus premios a la perra por favor?
-Pero claro que sí, mi princesa.-Tomó el bastón sonriendo y se colocó frente a ella.
-Muy bien, comencemos.-Sonreí. -¿De qué color es el cielo?-Pregunté sonriendo en dirección a Sanzu. Todos comenzaron a reír.
-Azul, mi vida.-Contestó Sanzu entre risas.
-Muy bien cariño.-Brinqué de emoción. -Amor, su premio para Kumiko.-Dije y en ese momento Ran soltó un golpe en su rostro haciendo que su cabeza se hiciera para atrás.
Kumiko comenzó a gritar y a llorar de dolor.
-A ver amor, ¿Qué colores tiene la bandera de Japón?-Pregunté a Mikey.
-Rojo y blanco.-Dijo mientras movía las manos celebrando su respuesta correcta.
Ran soltó otro golpe, pero ahora en la espalda de Kumiko haciendo que comenzara a toser descontroladamente.
-Yun, ¿Quién traicionó a Jesús?-Pregunté y todos comenzamos a reír.
-Judas.-Dijo entre risas moviendo sus hombros fingiendo un bailecito mientras se señalaba con los dedos índice.
Ahora el golpe fue directo a su abdomen y la cara de satisfacción de Ran no tenía precio, amaba ver esa sonrisa.
-Amor, ¿Cuánto es 8 por 7?-Pregunté en dirección a Rin.
-54.-Dijo muy seguro y en ese momento todos se soltaron a reír a carcajadas.
-¿En serio?-Pregunté mientras lo veía ingenua.
-Serás imbécil.-Dijo Koko aun en carcajadas. -Son 56.-Aseguró y en ese momento Rin comenzó a contar con sus dedos verificando que ese era el resultado.
-Bueno, no importa.-Sonreí en dirección a Ran para que volviera a golpear su rostro.
-Púdranse.-Susurró Kumiko mientras escupía sangre.
-Todavía puede hablar, que aguante.-Dijo Takeomi mientras encendía un cigarrillo.
-Bueno ya, mucho juego.-Dije mientras caminaba a la mesa. -Terminemos con esto ¿No?-Tomé el arma semiautomática y me coloqué frente a Kumiko.
-Por favor, extraño mi cama.-Dijo Mikey mientras se dejaba caer en la silla.
Estaba a punto de hacerlo, estaba a punto de realizar mi primera ejecución y tenía mil sentimientos encontrados. Estaba asustada, estaba nerviosa, estaba extasiada, me sentí a punto de arrepentirme, pero podía sentir el sabor de la venganza en la punta de la lengua y sabía tan bien que no lo dudé ni un segundo más.
Apunté a su pierna y tiré del gatillo ocasionando que sus gritos salieran sin detenerse, sentía lástima por su garganta pues seguramente si la revisabas a fondo estaría más roja que un tomate. Me quedé apreciando su sufrimiento, pero la voz de Rin me sacó de mis pensamientos.
-Amor, si la dejas sufriendo así morirá antes de que tú la ejecutes.
Tenía razón, su cuerpo estaba ya demasiado maltratado y de puro milagro se estaba manteniendo viva, de puro milagro seguía respirando. Levanté la mano que sostenía el arma a la altura de su cráneo.
-Nos vemos en el infierno cariño.-Le dediqué una última sonrisa y tiré del gatillo.
El sonido del arma retumbó en toda la bodega, aquel sonido que había escuchado ya infinidad de veces esta vez se escuchaba diferente. En cuanto la bala salió disparada su cabeza se dejó caer y me acerqué a levantar su cabeza por el mentón para observar su último semblante, la hinchazón de sus ojos golpeados había hecho que estos se cerraran en su totalidad, la bala se situó justo en el centro de su frente.
Verla así me causaba satisfacción, pero por algún motivo las lágrimas comenzaron a brotar.
-No llores mi amor, por eso te preguntamos si estabas segura.-Ran me abrazo. -Respetamos tu decisión y con esas lágrimas solo haces que nos estemos arrepintiendo. -Comenzó a acariciar mi nuca.
-No, no es eso.-En realidad no sabía porque lloraba. -Estoy feliz que esta perra esté muerta.-Eso era lo único que sabía.
El remolino de sensaciones que me estaba invadiendo en ese momento no me dejaba saber con exactitud que sentimiento predominaba en mí, ¿Arrepentimiento? ¿Miedo? ¿Angustia? Fuera lo que fuera sabía que estaba condenada al infierno a partir de ahora, pero al menos así podría vivir hasta después de la muerte con ellos.
-¿Por qué no sabía que tenían jet privado?-Pregunté mientras me sentaba en uno de los asientos.
-Porque no teníamos.-Mikey aseguró dejándose caer junto a mí.
-¿Hm? ¿Entonces?-Enarqué una ceja muy confundida.
-La mañana que desapareciste hablé con Sanzu, en lo que él llegó a Tokio nos movimos y compramos uno.-Dijo de lo más natural posible.
-¿Qué? ¿Así de buenas a primeras?-Estaba boquiabierta.
-Obvio cariño.-Dijo Koko mientras se sentaba frente a nosotros.
-Tú pide lo que quieras y nosotros te lo daremos amor.-Dijo Rin mientras recargaba sus brazos en el respaldo de mi asiento.
-A ver... Dame un hijo.-Dije burlona en dirección a Rin.
-¿Aquí?-Sonrió pervertidamente y yo comencé a reír.
En ese momento una hermosa rubia se dejó ver, era la azafata, la reconocí por su uniforme.
-Buenas noches, por favor abrochen sus cinturones pues estamos a punto de despegar.-Nos sonrió a todos. -En un momento vengo a tomar su orden.-Dijo y salió en dirección a la cabina.
Todos estaban embobados y no pude evitar esa maldita sensación de mierda llamada celos.
-Permiso.-Dije molesta mientras me levantaba en dirección al baño.
Terminé de mis necesidades y salí del baño encontrándome con la rubia.
-Señorita, ¿Usted gusta algo?-Preguntó sonriente.
-Una mimosa, por favor.-Le devolví la sonrisa y ella asintió.
Menudo antojo me cargaba a las diez de la noche. Después de haber asesinado a Kumiko por la tarde ellos se encargaron de deshacerse del cuerpo, yo solo los acompañé. Habían esperado a que la noche cayera para que así todo se volviera más fácil. Yun se encargaría de dejar impecable el lugar que utilizamos como guarida durante esa semana.
Regresé a donde ellos estaban y me senté sin decir nada. Ellos platicaban sobre qué es lo que regresarían a hacer pues debido al tiempo que estuvieron aquí tendrían seguramente muchos pendientes en las tiendas, lo mismo de siempre.
Después de unas dos horas yo ya llevaba aproximadamente siete mimosas y sentía mis mejillas coloradas debido al alcohol. Los hermanos seguían sentados en el sillón detrás de nosotros jugando en la consola mientras que Takeomi y Kakucho habían ido a dormir al pequeño dormitorio que se encontraba al final del jet, era raro imaginarlos dormidos en la misma cama. Koko y Sanzu leían un libro mientras que Mikey observaba su celular.
-¿Desean algo más?-Preguntó la azafata en dirección a todos.
-Yo quiero otra mimosa.-Dije inmediatamente.
-Elle, basta.-Dijo Koko en mi dirección.
-Oye, oye, oye, sólo los Haitani le decimos así.-Dijo Rin sin dejar de ver la pantalla y Koko sólo rodó los ojos.
-Otra mimosa, por favor.-Volví a repetir de manera más seria.
-No te andes quejando si mañana no aguantas la cabeza.-Dijo para regresar a su libro.
-Yo también quiero una, por favor.-Dijo Mikey.
-Esoooo.-Canturreé mientras lo abrazaba y él me sonrió.
-Que sean dos más, por favor.-Escuché decir a Ran.
-Que sean cinco, por favor.-Koko sonrió en mi dirección.
-Seis, mejor.-Sanzu pidió. -Gracias.-Dijo en dirección a la rubia que asintió ante nuestro pedido.
Y en ese momento Kaku y Takeomi hicieron acto de presencia junto a nosotros.
-¿Ustedes gustan algo de beber?-Preguntó a los dos restantes que se nos acababan de unir.
-¿Qué pidieron?-Kaku preguntó en mi dirección.
-Mimosas.-Contesté mientras bailaba en mi lugar.
-Dos más, por favor.-Dijo mientras veía a Takeomi quien solo asintió.
A los pocos minutos regresó con las copas y yo me sentía cual niña chiquita cuando llegaba su postre favorito.
-A beber.-Grité emocionada.
-¿Por qué estás tan feliz, mi pequeña?-Mikey me cuestionó antes de beber de la copa.
-Porque los tengo a ustedes aquí conmigo.-Volteé a verlos a cada uno terminando en Mikey. -Y porque ya es tu cumpleaños querido.-Sonreí enormemente en dirección a él.
Todos sacaron su celular para verificar la hora y que no estuviera teniendo ya alucinaciones por el alcohol que corría en mi sistema.
-Feliz cumpleaños mi tan amado Mikey, por muchos años más de vida llenos de amor y felicidad.-Dije elevando mi copa. -Mikey, por tu felicidad y la de todos aquí daría mi vida de ser necesario.-Sonreí mientras los veía uno por uno, ellos me veían atentos. -Los amo, salud.
-Te amamos.-Dijeron todos al unísono antes de beber de su copa.
El sentimiento de felicidad que me invadió al escuchar aquellas palabras me hizo entender que por fin encontré mi lugar seguro, encontré mi lugar feliz, encontré mi destino...
-Que tengan un buen día mis amores.-Me despedía de ellos con la mano desde el comedor. -Nos vemos en la comida.-Sonreí.
-Nos vemos cariño, cualquier cosa nos marcas ¿De acuerdo?-Dijo Kaku antes de salir detrás de todos.
-Seguro.
Hoy todos se habían ido a las tiendas a excepción de Sanzu por obvias razones, ayer que llegamos al edificio todos decidieron quedarse a descansar pues llegamos ya de madrugada a Tokio. Estábamos completamente solos.
-¿Qué vas a querer comer mi vida?-Pregunté a Sanzu mientras recogía los platos y vasos de la mesa.
-Lo que sea cariño.-Lo escuché decir desde el sofá.
-Hoy voy a cocinar, tengo ganas de aplicar lo aprendido.-Dije en cuanto salí de la cocina en cuanto terminé de colocar todo en el lavaplatos.
-Pensándolo mejor se me antoja el sushi del restaurante al que fuimos la otra vez.-Soltó entre risas y yo le lancé una mirada asesina.
-No cocino mal y lo sabes.-Me crucé de brazos.
-Era broma, mi niña.-Me lanzó un beso. -¿Vemos una película?
-Seguro, ¿De terror?-Me dejé caer a su lado mientras él me abrazaba pasando su brazo por mis hombros.
-Me conoces.-Me dedicó una sonrisa y nos dedicamos a ver la película.
Habían pasado aproximadamente ya 4 horas y seguíamos aplastados en el sillón viendo la película, pero la hora de la comida amenazaba con llegar más pronto de lo que creía.
-Voy a salir a comprar lo que necesito, ¿Vas a estar bien cariño?-Pregunté levantándome del sofá en cuanto la película terminó.
-Si me ayudas a ir al baño antes de irte lo estaré.-Ambos soltamos una risa nasal.
Después de que lo ayudé volví a dejarlo sentado sobre el sofá, subí por las llaves de la camioneta, mis lentes de sol y un abrigo largo que hacía juego con mis jeans negros. A pesar de ser un día soleado el día pintaba estar fresco debido al aire que hacía.
-No me tardo cariño, a lo mucho una hora y media.-Dije mientras dejaba un beso en los labios.
-Con mucho cuidado, mi vida.
Salí del edificio, tenía que ver a Chifuyu e iba a aprovechar esta salida para pasar a verlo y darle mi nuevo número pues tenía mucho tiempo que no teníamos contacto por culpa de Kumiko y no quiero que piense que me alejé de ellos.
También aprovecharía para comprar su regalo a Mikey, atrasado, pero seguro. Aunque aun no tenía ni idea de cual sería un buen regalo, ojalá Fuyu y Tora puedan darme una buena idea de regalo.
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Hola! ¿Cómo están? 🥰🥰🥰
Aquí les dejo el primer capítulo de nuestro tercer acto 🙈
Mañana nos vemos con otro capítulo, cuídense mucho, portense mal y tomen agüita 🥰💖
Los amo demasiado por tanto apoyo 💖
Siempre leo sus comentarios y me hace super feliz saber que les está gustando 😭💖
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