Malos hábitos

¿El tiempo? El tiempo pasa volando y cuando menos te das cuenta el año está a punto de terminar nuevamente, parece que hubiese sido ayer que me despedí de aquellos en Japón.

Diferentes destinos nos recibieron con los brazos abiertos en todo este tiempo, en donde en todos y cada uno de ellos dejamos una historia escrita la cual jamás olvidaré en compañía de Yun, con quien sí, tuve mis pequeños encuentros, pero nada exagerado.

Comenzamos en las hermosas playas de Tanzania, aunque en realidad, ahora que me ponía a pensarlo mejor, creo que las playas fueron nuestros principales destinos. Punta Cana, Hawái, Cancún, Las Maldivas, las Islas de Sicilia, Roma, Bora Bora, Grecia, Francia, Los Ángeles, Corea del Sur, Marruecos, Camboya, Londres y finalmente España, fueron los responsables de tanta felicidad que ambas desbordábamos.

En este último destino coincidí con Mitsuya quien nos pidió le acompañáramos a una pasarela en donde se presentaría la colección de una famosa diseñadora la cual se realizaría en esos días y no quería asistir sólo.

-¿Qué mejor qué ir acompañado de una hermosa mujer?-Recuerdo sus palabras a la perfección.

Aquel día claro que ambas usamos uno de sus diseños para demostrar el talento que tenía y él agradeció por eso.

Desde que llegamos junto a Mitsu vi como Yun no dejaba de observar a la asistente de la diseñadora, era una mujer guapa, no podía negarlo, pero tenía que ser un poco más disimulada.

-Danielle, ¿La has visto? Que es bellísima, me gusta.-Dijo la pelinegra sin dejar de mirar a la mujer de melena larga y cuidada, la cual se cargaba un estilo de envidia y jamás se separaba de la tableta con la que supongo verificaba que todo saliera como estaba planeado.

-¿Le gustaran las mujeres?-Susurré contra su oído.

-No sé, pero necesito de tu ayuda para averiguarlo.-Yun se sonrojó y yo reí ligeramente.

Parecía una adolescente intentando adivinar si su amor sería correspondido o no, se veía tierna estando así de nerviosa.

-¿Qué traen en manos?-Mitsuya llamó nuestra atención.

-Que a Yun le ha gustado la asistente.-Puse a Mitsu al tanto de la situación e inmediatamente volteó a verla.

Se tomó su tiempo analizándola, otro indiscreto para variar un poco.

-Es muy guapa, entiendo que le guste.-Asintió con una ligera sonrisa.

-Mitsu.-Lo llamé. -¿Te ha gustado también?

-¿Hm? No, para nada, solo aceptó que es muy guapa.-Yo lo miré en complicidad y este se sonrojó.

-Ya, que en la fiesta yo les averiguó quien será el ganador.-Sonreí con malicia mientras me turnaba para observarlos y ellos solo rieron ligeramente.

Todo siguió pasando con normalidad, Yun y Mitsu se llevaron de maravilla y según la pelinegra lo único que los hacía enemigos era aquella española de caderas pronunciadas. La pasarela estuvo de maravilla y finalmente, el momento de la fiesta llegó obligándome a poner manos a la obra para intentar averiguar quien sería el ganador de aquella noche, pero claro, solo en caso de que ella se animara a algo.

-Hola.-Me acerqué a saludarla.

-Hola.-Me saludó con aquel acento español tan característico.

-Me llamo Danielle Abe, mucho gusto.-Le tendí la mano para que la estrecháramos.

-Sofía Vera, un gusto.-Me sonrió y regresó el apretón.

-Hiciste un excelente trabajo, me imagino que tiene que ser pesado.-Bebí de mi copa.

-Ni que le digas, estoy muerta.-Echó la cabeza hacía atrás canturreando la última frase.

-Bueno pues, salud, por tu trabajo y el éxito que tuvo.-Levanté mi copa y ella la chocó.

-Salud.-Ambas bebimos.

Aquellos dos me veían con determinación en espera de la respuesta que llevaban esperando ya desde hace algunas horas, me volvió a dar risa porque de nueva, la discreción no iba con ellos.

-Ven, te presento, te veo muy sola aquí.

-Oh no, no, no.-Se puso muy nerviosa. -Ay no, ¿Ya estoy roja verdad?

-Sí, ¿Por qué?

-Es el diseñador Mitsuya, me pone los nervios de punta.

-¿Y eso por?-Enarqué una ceja.

-Es guapísimo, ¿Le has visto esos preciosos ojos? Y ni qué decir del estilo con el que viste.-Soltó con un suspiro enamorado y yo solté una risa nasal.

La entendía a la perfección, Mitsuya era el hombre perfecto para cualquier mujer, pues a parte de ser atractivo hasta el infinito, era un hombre muy dedicado, exitoso, talentoso y atento con las mujeres. Es una cajita de sorpresas. Es el partido perfecto.

-Ay, ¿Es tu novio? Lo siento mucho.-Dijo sorprendida y comenzó a negar apenada.

-No, no, no.-La tranquilicé. -Es un muy buen amigo y yo puedo ayudarte con él.-Le guiñé un ojo.

-No creo que sea buena idea, yo sólo soy la asisten-

-¿Y eso qué? Dios mujer, no por ser asistente debes menospreciarte, mira, te diré un secreto, pero shhh.-Les di la espalda a aquellos dos y llevé mi dedo índice a mis labios. -Mitsuya dijo que eres atractiva.-Sonreí enormemente.

Sus ojos se abrieron como platos y un gran brillo se apoderó de estos, noté que el rubor subió a sus mejillas y una enorme sonrisa decoró su rostro. Caminamos hasta ellos, la presenté y pude escuchar como el corazón de mi preciosa Yun se rompió cuando negué en su dirección.

-Oye, pero me tienes a mí, ¿Le damos la despedida a nuestro viaje?-Susurré contra su oído y ella sonrió enormemente.

-Será todo un placer, mi niña.-Me tomó de las caderas acercándome más a ella y yo solté una ligera risa.

El resto de la fiesta pasó muy divertida, resultó que Sofía era una joyita de mujer pues cada cosa que escapaba de su boca nos hacía reír, porque sí, sabía japonés y logró entablar una conversación con los otros y lo que se le complicaba me lo decía en español y yo se los decía en japonés. La noche para ellos no terminó en lo que había pensado, pero bueno, en mi situación fue totalmente lo que esperaba.

Nuestras risas de complicidad salían mientras devorábamos nuestros labios bajo los efectos evidentes del alcohol intentando llegar a la enrome cama de aquella habitación del hotel donde nos hospedábamos que era únicamente iluminada por las luces de la ciudad que entraban por el enorme ventanal.

Sus delgadas manos recorrían mi piel por debajo de la tela de mi vestido y poco a poco lo fue subiendo para dejar al descubierto mi trasero el cual no dudo en apretar y jugar a su antojo mientras sus suaves labios dejaban un camino de besos en mi cuello.

-Hueles delicioso.-Susurró contra mi oído haciéndome sonreír.

-Cómeme.

Sentí una sonrisa formarse contra mi cuello y los besos en este se convirtieron en pequeñas mordidas, sus manos ahora masajeaban mis pechos mientras apretaba ligeramente mis pezones estimulándolos con determinación mientras yo acariciaba desde su trasero hasta el escote de la espalda de su vestido, esa noche le daríamos la despedida a aquel hermoso viaje que realizamos juntas.

-A la cama.-Me ordenó y yo la obedecí gustosa.

Volvió a atrapar mis labios después de habernos deshecho de nuestros vestidos quedando únicamente en ropa interior, nuestra respiración estaba comenzando a acelerarse y pequeños jadeos comenzaban a escaparse. La temperatura había llegado a su máximo nivel.

La madrugada y el sonido de los pocos sobrevivientes de aquel día que iban en sus autos por la avenida nos acompañaban en este último encuentro íntimo con el que finalizábamos aquel gran viaje.

Y sí, he estado 10 meses alejada de ellos.

¿Lo bueno? Me divertí y reí como nunca con esta maravillosa mujer a mi lado recorriendo tan bellos destinos, ¿Lo malo? Nunca pude olvidarme de ellos ni un sólo segundo, y bueno, no sé ni porque lo llamo algo malo.

Pequeñas cosas insignificantes, siempre me recordaron tanto a ellos. Como aquella vez en un restaurante de Londres donde un par de hermanos no dejaron de hablar durante toda la comida y solo se la pasaron riendo, vaya reprendida que le dieron sus padres. O la vez que en el baño de aquella discoteca en Grecia donde escuché a una pareja fornicando en uno de los cubículos sin disimulo alguno, los recuerdos llovieron. O aquella pedida de matrimonio justo al atardecer en Bora Bora.

Siempre, así fuera con lo más minimo, todo me recordaba a ellos. Jamás salieron de mi mente ni un segundo y sólo podía pensar en que me gustaría recorrer el mundo con ellos.

Finalmente, pude perdonar lo que hicieron y eso sucedió después de hablar por fin con mis padres al teléfono, ellos insistían que aquellos siete no tenían la culpa de lo que sucedió y que, si debía estar furiosa con alguien, que fuera únicamente con ellos dos, pero que no dejará ir el amor por un error que desde principio fue idea de ellos y que los otros solo les quedó aceptar para encubrir su mentira.

Esa llamada y una noche de copas con Yun bastó para darme cuenta de que sí, había sido algo malo, pero gracias a eso fue como nos enamoramos, que gracias a eso es que viví los días más felices de mi vida. Gracias a ese trato fue que encontré el amor.

-Fuyu.-Grité dejando mi maleta en la entrada de la tienda de mascotas.

-Danielle.-Gritó emocionado abriendo sus brazos en donde me recibió gustoso.

Me estrujo con fuerza mientras sonreía, estaba feliz de volver a verlo.

-¿Cómo te fue? Cuéntame todo, Mitsuya me contó que coincidieron hace unos días en España.-Me soltó de su agarré, tenía aquella hermosa sonrisa en el rostro.

-Danielle.-Escuché a Tora llamarme.

-Tora.-Corrí a abrazarlo de la misma manera que a Fuyu.

-Es un gusto volver a verte.-Dijo mientras se separaba de mí.

-Lo mismo digo, es un placer volverlos a ver.-Sonreí enormemente.

-¿Qué tal el mundo?

-¿Les parece si los invito a comer y les cuento?-Sugerí.

-Seguro, un día no nos hará mal.-Fuyu sonrió y salimos del lugar.

Había rentado una camioneta pues aún no quería ir al edificio por la mía. Necesitaba prepararme para volver a verlos y hacerme a las peores ideas por si llegaba a encontrarme con ellos enamorados de alguien más.

Pasamos por Draken e Inui quienes estaban igual de felices por verme y fuimos a comprar algo de comer para dirigirnos a casa de Chifuyu en donde Hina y Takemichi nos alcanzaron más tarde, los demás estaban trabajando, pero prometieron vernos después.

Yo no podía dejar de hablar sobre todo lo que viví en estos 10 meses y los diferentes destinos que visité junto a Yun, ellos se reían de mis anécdotas graciosas mientras me prestaban toda la atención del mundo. De igual manera les conté sobre lo que había decidido hacer con aquellos siete y ellos respetaron mi decisión alientandome a visitarlos lo más pronto posible.

Pasamos una tarde muy divertida y agradable en donde yo conté anécdotas y ellos me pusieron al tanto sobre todo lo que sucedió con ellos en el tiempo que estuve ausente. La madrugada cayó y yo insistí en llevarlos a casa y así aprovecharía para darles los recuerdos que compré para todos de los diferentes destinos.

-¿Irás hoy?-Draken preguntó desde el asiento del copiloto.

-No, iré hasta pasando la exposición de Mitsu.

-Entiendo, sabes que cualquier cosa cuentas con nosotros ¿Verdad?-Enarcó una ceja.

-Lo tengo más que claro.-Sonreí en su dirección.

-¿Dónde te quedarás?

-En un hotel, por el momento, si el hablar con ellos resulta fallido, regresaré a México.-Apreté los labios.

-Tranquila, todo saldrá bien ya lo verás.-Me dedicó una sonrisa y posó su mano en mi pierna. -Te diría que te puedes quedar conmigo estos días, pero...

Se agachó sobre el asiento y elevó la vista viendo el burdel frente al que estábamos y yo solté una pequeña risa.

-No te preocupes, estaré bien.-Tomé su mano entre la mía para tranquilizarlo. -Que descanses dragoncito.

-Descansa, preciosa.-Besó mi mejilla y salió de la camioneta.

Emprendí mi camino al hotel donde me hospedaría la semana que faltaba para la exposición y después de eso, iría con ellos a recuperar el amor si es que aun tenían sentimientos por mí.

La semana pasó más rápido de lo que pensé, ¿Acaso el tiempo está jugando conmigo?

La exposición de Mitsuya fue celestial, algo exquisito diría yo. Todos nos lucimos como si fuéramos unos verdaderos modelos profesionales dejando muy orgulloso a Mitsu a quien, por fin, pareció cumplírsele con aquella española que nos acompañó en la pasarela.

La post fiesta fue un desastre total, pero no porque haya salido mal, sino porque de verdad, todos terminamos tirados en el piso ahogados de alcohol mientras nos abrazábamos y cantábamos a gritos. Para mi suerte ese día no usé vestido, pero mi pantalón de vestir blanco fue directo para la basura pues no sé en donde nos sentamos que el color negro jamás se le quitó, una pena, realmente amaba ese pantalón.

Pero ahora, estaba en la entrada de aquel edificio viejo. Aquel edificio que esconde todo lo contrario a su fachada. ¿Mi huella seguirá registrada? ¿Debí haberlos llamado antes para informar que venía? ¿Será que encontraron a otra mujer? ¿Podremos volver a lo que antes fuimos? Esas y más preguntas me comían la cabeza generando que mis nervios se dispararan hasta el cielo.

Mi mano temblaba de lo nerviosa que estaba, a como pude y después de estar como 5 minutos parada frente a la entrada principal coloqué mi pulgar en la cerradura.

Se abrió, mantuvieron mi huella registrada y mi corazón se emocionó de más con aquello, pero mi mente me tranquilizó diciendo que seguramente solo se habían olvidado de quitarla.

Abrí la puerta lo más despacio que pude y solo asomé mi cabeza en busca de alguno, para mi suerte, estaban todos quienes desde el comedor veían anonadados en dirección a la entrada.

-Hola.-Dije cuando finalmente entré, ellos seguían sin decir nada.

Estaban tan guapos como siempre, con esos trajes que les quedaban a la perfección y de infarto, se veían bien y eso me generaba un gran confort. Aunque el lugar estaba diferente, pues habían pintado las paredes de un color blanco y habían cambiado la sala y el comedor a unos color negro y con más estilo. La cantina ya no era de caoba, ahora era color negro que hacía juego con los demás muebles al igual que la alfombra que adornaba las escaleras.

-¿No me van a saludar?-Sonreí melancólica y en ese momento ellos reaccionaron.

Todos corrieron hacía mí dejando el desayuno en pausa.

-Danielle.-Hablaron todos al unísono mientras se lanzaban a mis brazos.

La calidez de sentirlos me llenó de una enorme felicidad y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, los extrañé tanto. Su calor, su aroma, sus voces, sus risas, sus preciosos ojos que con mirarme un segundo me derretían en su totalidad.

-¿Cómo estás?

-¿Cómo les fue?

-¿Qué tal Bora Bora?-Sabían que había estado en ese país porque fue cuando hablé con Mikey para pedirle que enviara mis cosas de regreso a México.

-¿Y Grecia?-También sabían de ese país pues fue el mes de mi cumpleaños y me marcaron para felicitarme.

-Todo de maravilla.-Mi sonrisa era imborrable.

-Que alegría verte de nuevo.-Mikey contestó con los ojos llorosos.

-Yo también estoy muy contenta de volver a verlos.

-Cuéntanos todo!-Rin pidió.

-Les cuento mientras desayunan porque sino se enfría.-Solté con una pequeña risa y ellos accedieron a mi sugerencia.

Las mil y una aventuras que viví con Yun se las conté, exigían hasta el mínimo detalle y todos me veían atentos sonriendo, yo no podía evitar sonrojarme ante sus miradas y las sensaciones que me provocaban.

Estar todo este tiempo alejada me hizo amarlos más de lo que ya los amaba antes de que todo empeorara, cada acción de ellos me volvía loca, estaba loca por ellos.

-Pero bueno, suficiente de mí.-Le resté importancia con la mano.

-Nunca será suficiente de ti.-Rin susurró y me dedicó una ligera sonrisa que correspondí con melancolía.

-¿Qué hay ustedes? ¿Qué hicieron en todo este tiempo? ¿Se portaron bien?

Vi como todos se removían sobre su lugar ligeramente y se veían entre ellos.

-Al principio no.-Ran se sinceró. -De hecho, creo que nos volvimos peores a lo que éramos antes de ti.

-Éramos el diablo andando.-Mikey frunció los labios.

-Pero con el paso del tiempo tus palabras tuvieron peso sobre nosotros, "Pórtense bien".-Sanzu intentó imitar mi tono de voz y soltó una pequeña risa al igual que todos nosotros. -Posiblemente si no hubieras dicho aquello justo ahora estaríamos en un hoyo sin salida.

-Nos deshicimos de los burdeles que nos pertenecían.-Rin dijo orgulloso.

-A las mujeres que desearon seguir trabajando en eso las ayudamos a colocarlas en otros que no nos pertenecen.-Takeomi sonrió ligeramente.

-Pero a las que no, las ayudamos a conseguir un trabajo decente.-Koko dijo orgulloso.

-Que orgullo saberlo, me alegro tanto.-Sonreí.

Me sentí extremadamente orgullosa de ellos y me alegraba saber que al menos mis palabras les sirvieron para bien.

-Y bueno, al menos ahora intentamos ya no andar matando a medio mundo.-Kaku rascó su nuca un tanto nervioso.

-Por algo se empieza.-Tomé su mano para darle un ligero apretón.

Estuvimos hablando sobre todo poniéndonos al tanto de lo sucedido en todo este tiempo hasta que notamos que la hora de la comida se acercaba y necesitaba encontrar el momento perfecto de hablar con ellos.

-Y bueno...-Hice una pausa y bajé mi mirada a mis manos que jugaban nerviosas sobre la mesa.

-¿Qué sucede? ¿Está todo bien?-Sanzu posó su mano en mi hombro.

-Sí o eso creo, es que, en realidad vine aquí porque durante todo este tiempo jamás dejé de pensar en ustedes, es como si su fantasma me persiguiera a donde quiera que fuese y sé que la situación que vivimos fue de lo peor, pero este viaje me ayudó a darme cuenta de que en realidad ustedes no eran los culpables sino mis padres, y bueno, yo entendería si es que hay alguien más en sus vidas as-

-A ver, a ver, a ver.-Koko me interrumpió. -En primera, estás hablando muy rápido linda, y en segunda, ¿Qué quieres decir con qué si hay alguien más en nuestras vidas?

-Yo, bueno, lo que quiero decir es que...-Hice una ligera pausa. -¿Aun hay lugar para mí en sus corazones?-Elevé mi vista cruzándome con la mirada de todos.

El silencio reinó en ese momento y era justo lo que temía, ese maldito silencio era la mejor respuesta que podían darme, me dolió por supuesto, sinceramente pude escuchar como mi corazón se quebró, pero al menos me había preparado para esto.

-Que claro que si ya no lo hay no hay ni-

-¿Qué dices?-Ran comenzó a negar sonriente.

-Ni un segundo dejamos de pensar en ti.-Kaku sonrió.

-Esperamos por este momento todo este tiempo.-Mikey sonrió con los ojos húmedos.

Sanzu se levantó de su lugar sin decir nada y se adentró en la oficina de donde salió a los poco segundos y se posicionó a mi lado.

-Esto te pertenece.-Abrió la cajita de terciopelo negro dejando a la vista el anillo que me dieron en México.

-Tuve miedo durante mucho tiempo de que se hubiera rotó.-Dije con lágrimas en los ojos.

-Y se rompió.-Kaku soltó con una risa.

-Pero nada que no pudiera arreglarse.-Koko me dedicó una sonrisa.

En ese momento Sanzu tomó mi mano y colocó el anillo.

-Los amo, perdón por irme.-Las lágrimas salieron con más fuerza.

En ese momento todos se colocaron a mi alrededor y me acariciaban en un intento de tranquilizarme.

-Tuviste tus razones y nosotros entendimos tu decisión, pero tranquila.-Takeomi acarició mi mejilla limpiando las lágrimas.

-Ya estás en casa.-Ran besó mi mejilla.

-Te prometemos que jamás te ocultaremos nada, no más secretos.-Sanzu sonrió.

-Te entregamos nuestros corazones, te pertenecen.-Rin besó mi frente.

-Te extrañamos tanto.-Koko dejó caer su cabeza en mi regazo.

-Ahora si ni pienses que podrás escaparte de nosotros.-Kaku sonrió malicioso y yo solté una ligera risa.

-No pensaba hacerlo.-Sorbí la nariz y limpié mis lágrimas.

-Esteremos contigo siempre.-Mikey aseguró con toda la calma del mundo.

Ahora sí, estaba completamente plena, estaba lo que le sigue de feliz. Estoy en casa con los amores de mi vida.

Creo que mis malos hábitos siempre me regresarán con ellos.

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Hola, hola, ¿Cómo están amores míos? 💖

Yo ando muriendo lentamente jajajaja, resulta que tengo gripe de invierno y no, no es Covid 😭

Me andan inyectando y ya se imaginaran JAJAJAJAJAJA, me vuelvo loca 😭💔

Por eso no había actualizado, y de hecho este capitulo me costó mucho trabajo, por lo que seguramente no publicaré hasta el miércoles, me demoro mucho escribiendo porque mi cerebrito no capta otra cosa que no sea mi tos 😩

¿Qué les pareció el cap? Perdón si no fue lo que esperaban 🥺

Cuídense mucho, tomen agüita y tapense bien porque las enfermedades están con todo 😩💔

Los amo mucho preciosxs 💐❤🥰

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