Infierno

Mis ojos se abrieron poco a poco debido al dolor que sentía punzar en mi hombro, tomé mi celular y el reloj marcaba las 07:18 am, perfecto, dormí 4 horas, ya es un récord.

Me incorporé para sentarme en la orilla de la cama y dirigí mi mirada a mi hombro, la venda estaba llena de sangre por lo que era momento de cambiarla. Me dirigí al baño y comencé a llenar la tina de baño para ducharme a como pudiera pues ni de loca iba a pedirles ayuda.

Afortunadamente pude quitarme el camisón sin ayuda gracias a que este resbaló fácilmente por mi cuerpo, ventajas de haber perdido peso en estos días. Tomé una ducha la cual me tomó más tiempo del normal pues ahora hacía todo con un solo brazo, lavé mis dientes y me dirigí a mi vestidor para ver que es lo que podría ponerme sin ayuda de ellos.

Terminé colocándome un vestido sin mangas para poder curar mi herida sin necesidad de estarme desvistiendo a cada rato necesitando de su ayuda, me coloqué mis tenis blancos y bajé.

El lugar seguía hecho un desastre por lo que me dispuse a recoger todo pues dudo que despierten en un buen rato. Fui a la cocina por una bolsa de basura y empecé por la sala, recogí primero todas las botellas de alcohol vacías y entre las que estaban en la sala y la cantina llené una bolsa completa por lo que tuve que ir por otra para las restantes sobre el piso y el comedor.

Estaba terminando de recoger cuando sentí unas presencias al inicio de las escaleras, eran Kokonoi y Mikey.

-¿Qué estás haciendo?-Kokonoi se acercaba a mí para intentar quitarme la bolsa de basura.

-Estoy recogiendo un poco, está muy tirado.-Solté fríamente.

-Deja, nosotros nos encargamos.

-Ya casi termino, no necesito su ayuda.

-La sangre de la venda dice otra cosa.-Mikey me veía serio, las ojeras habían vuelto a aparecer en su rostro.

Giré mi vista a mi hombro y la venda estaba totalmente roja, me asombré mucho al ver que la sangre la había ensuciado en su totalidad en tan poco tiempo, creo que no debo hacer tanto movimiento.

-Ven, te curó.-Kokonoi me tomó del brazo y me llevó hasta el sillón.

-No es necesario, yo puedo hacerlo.-Intenté levantarme, pero su fuerza era mayor.

Me quedé quieta mientras él se deshacía de la venda ensangrentada dejando al descubierto la gasa que estaba del mismo modo.

-No te curaste bien, si no podías hacerlo nos hubieras dicho.-Tomó el botiquín que Mikey le tendió.

-¿Qué haces despierta tan temprano?-Mikey cuestionó.

-Lo mismo podría preguntarles.

-No conciliamos bien el sueño últimamente.

-Pues lo mismo conmigo.

De ahí vino un silencio bastante incomodo mientras Kokonoi curaba mi herida y yo intentaba mirar a otro lado. El silencio fue interrumpido por la puerta abriéndose, eran los hermanos quienes venían ahogados en alcohol, era increíble que pudieran sostenerse de pie.

Mi mirada se cruzó con esos pares de orbes violetas que tenían los ojos entrecerrados e inmediatamente bajé mi mirada a mis piernas, ellos sin decir nada siguieron caminando hasta que desaparecieron escaleras arriba, aquello me dolió pues en otra situación hubieran sido los primeros en estar de rodillas verificando que estuviera bien.

-Listo.-Kokonoi se levantó del suelo y me dejó levantar por fin.

-Gracias.-Comencé a caminar en dirección al comedor para terminar con lo que estaba haciendo.

-Deja ahí, vendrá alguien a realizar el aseo.-Mikey dijo antes de encerrarse en la oficina con Kokonoi, llevaban una botella de whisky en mano.

No eran ni siquiera las 9 de la mañana, no habían desayunado y ya iban a beber. Los hermanos venían lo que le sigue de ebrios y de los otros no había señales de vida, esta casa estaba hecha un completo desastre.

Entré a la cocina que, junto a mi habitación, estaba de cierta manera intacta del desastre que nos rodeaba. Preparé un ligero desayuno que era lo que mi brazo me permitía hacer, lo serví y toqué la puerta de la oficina.

-Adelante.-Mikey respondió.

-Si van a beber al menos coman algo.-Dejé los platos frente a ellos.

Vaya estúpida, a pesar de todo seguía preocupándome por ellos. Felicidades, Danielle, te llevaste el premio al payaso del año.

-Gracias.-Mikey susurró.

-¿Tú ya comiste?-Kokonoi me miró.

-Ya.-Mentí. -Los dejó, intentaré dormir un poco más.-Ellos asintieron ligeramente y salí del lugar.

Caminé nuevamente a la cocina y emplaté dos desayunos más los cuales con mucho trabajo subí y los dejé frente a la habitación de Kakucho y Sanzu. Volví a bajar para emplatar otros dos para ahora estos dejarlos frente a la habitación de Takeomi y Ran. Finalmente, el último que dejé frente a la habitación de Rindou.

Salieran a la hora que salieran de su habitación podrían comerlo, pues sabía igual de bueno si estaba frío o si decidían calentarlo me daba igual, pero que al menos tuvieran algo de que alimentarse antes de comenzar a beber si es lo que deseaban.

-Definitivamente tengo que estar idiota.-Susurré para mí mientras negaba con la cabeza y entré a mi cuarto.

Me recosté en la cama para intentar conciliar el sueño y así volver a olvidarme de aquella situación, aunque fuese por unas horas.

Una presencia en mi cama me obligó a abrir los ojos poco a poco, aquel sollozo mojaba la venda de mi hombro lastimado y unos brazos me abrazaban por la cintura con fuerza. Cuando finalmente pude despertar me giré para ver quien era el dueño de aquellas lágrimas, encontrándome con aquellos cabellos alborotados en su tan característico tono rosado.

-¿Qué ocurre?-Pregunté con mi ronca voz y al escucharme comenzó a llorar más fuerte. -Sanzu.-Volví a llamarlo.

-Perdóname.-Pronunció con mucho trabajo mientras absorbía su nariz. -Estaba drogado, mis movimientos eran torpes.

-¿De qué hablas?

-La bala en tu hombro.-Terminó de pronunciar aquello y el llanto se volvió más fuerte.

Me dolía escucharlo llorar de esa manera y me dolió más cuando noté que tenía el rostro golpeado, al parecer Mikey si hizo algo al respecto a pesar de pedirle que no lo hiciera, las lágrimas seguían cayendo con fuerza por sus mejillas mientras sus brazos me jalaban a él con mayor fuerza.

-Está bien Sanzu, no sucedió más.-Intenté tranquilizarlo.

-Perdóname, por favor, perdóname.-Suplicaba entre llanto.

-Ya te dije que está bien, no pasó nada.

-No quería hacerlo, nada de lo que dije es cierto, jamás podría hacerte daño, no me lo perdonaría nunca, me dejé llevar por el alcohol y las drogas, perdóname.

-Te perdono Sanzu, no importa en verdad.-Mi tono de voz era frío.

Por más que quisiera hacer algo para consolarlo, no podía, mi orgullo no me lo permitía, pero por otro lado mi corazón me suplicaba abrazarlo con fuerza y besarlo para darle a entender que en realidad no importaba.

-No volverá a pasar jamás, en serio discúlpame.-Pedía casi entre gritos.

-Ya te dije que está bien, en verdad, deja de llorar.

Tomé sus manos y las quité de mi cuerpo, a como pude me senté sobre la orilla de la cama y él me imitó, estaba en pésimas condiciones y fácilmente podríamos hacer una competencia sobre quien estaba peor físicamente.

-Ya pasó y estoy perfectamente bien, pero ahora por favor, déjame seguir durmiendo, no he dormido casi nada esta semana y me siento fatal, necesito recuperar, aunque sea pocas horas de sueño.

-Sí, sí, perdón.-Seguía sollozando. -Pero primero déjame curarte, ya es hora de cambiar el vendaje.-Señaló mi hombro en donde la venda comenzaba a tornarse de un tono rojizo.

Yo asentí y él se levantó en dirección al baño de donde tomó el botiquín y comenzó a curarme. Mientras lo hacía yo no podía dejar de observar su rostro golpeado y sus ojos rojos por el llanto, de vez en cuando suelta un gran suspiro que termina convirtiéndose en un gran sollozo como un niño chiquito después de haber sido regañado.

Termina de vendarme y se despide de mi para entrar al cuarto de baño de donde no vuelve a salir, mi corazón me duele mucho pues realmente quería lanzarme a sus brazos como a los de todos y gritarles que los perdonaba, que no importaba que me hicieran siempre iba a perdonarlos porque los amaba, pero no, mi orgullo vale más.

Llevaba una semana ya en el edificio y en todo ese tiempo la situación entre nosotros había empeorado, los buenos días, buenas tardes y noches ya no existían. Las risas que anteriormente reinaban aquel lugar ahora no se escuchaban más. La luz que anteriormente iluminaba hasta el rincón más escondido de la casa se había apagado en su totalidad, es como si nuestra vida fuera una en una película y esta se hubiera vuelto blanco y negro.

Mi cuerpo estaba más demacrado, se veía pésimo y a pesar de que ellos me dieron unas vitaminas para tomarlas, jamás lo hice, no porque no quisiera, pero se me olvidaba tomarlas en su totalidad. Mi apetito no había mejorado en lo absoluto y seguía comiendo a lo mucho 5 cucharadas de cada platillo que ellos me subían tirando el resto en el escusado para que no me regañaran como lo hacían los primeros días, como si ellos comieran más que yo.

Si había intercambiado 50 palabras con cada uno durante todos estos días, eran muchas. Intentaba ignorar su presencia y ellos fueron haciendo lo mismo conmigo con el paso de los días, a este punto solo me llamaban para comer y ya.

En cuanto a los somníferos y el whisky, se volvieron mis mejores amigos, aunque los primeros ya no hacían el mismo efecto que antes, pues a pesar de los dos que tomé aquella mañana para poder dormir no fueron suficientes para evitar que la fiesta que había en el piso de abajo me despertara obligándome a bajar para ver de qué se trataba.

Bajaba las escaleras con miedo, a pasos demasiado lentos y escuchaba la música comenzar a sonar más fuerte con cada escalón que bajaba. Cuando finalmente pude obtener panorama de todo, los vi rodeados de mujeres, había rubias, castañas, pelinegras, pelirojas, altas, bajas, tenían para escoger a quien quisieran. Aquellas mujeres que estaban más desnudas que con ropa les ofrecían droga, alcohol y algunas los besaban directamente a los labios u otras partes del cuerpo, sentí asco de ver esa escena.

Ellos no se habían percatado de mi presencia y la rabia se apoderó de mí cuando vi a todos besar a una de las mujeres que tenían cerca de ellos, es como si se hubieran puesto de acuerdo para besarlas. Quería gritar, llorar y decirles hasta de lo que se iban a morir, pero sabía que ya no tenía ningún derecho a hacer o decir algo, simplemente volvía a ser la Danielle que llegó aquí en el mes de marzo sin derecho a reclamar nada, volvíamos a ser unos total desconocidos que por alguna mala jugada del destino nos obligó a vivir bajo el mismo techo.

Aquella escena termino y yo seguía plantada al inicio de las escaleras viendo ahora como Sanzu y Takeomi tenían la cara pegada a la mesa de centro la cual estaba repleta de líneas delgadas de aquel polvo blanco y ambos aspiraban entre risas. Kokonoi tenía a una mujer en piernas la cual besaba su cuello mientras masajeaba su entre pierna. Los hermanos estaban rodeados de dos mujeres cada uno mientras platicaban y sonreían con ellas. Kakucho platicaba con Mikey mientras sostenían a una mujer en piernas cada uno y las demás que había en la sala, las cuales eran como 5 más platicaban, reían y bebían entre ellas, todos estaban ahogados en alcohol.

Pude reconocer que 5 de ellas ya las había visto aquel día en la discoteca, supongo que eran de las pocas que siempre los acompañaban. Cuando me vieron no dudaron en mirarme de pies a cabeza y comenzaron a secretearse mientras reían, típicas mujeres que se sienten superior a las demás solo por andar con gente que son del tipo de ellos, si supieran que las cambiarían por una hamburguesa.

-Osh.-Me quejé rodando mis ojos ignorándolas.

Cuando se percataron de mi presencia me vieron fijamente esperando que dijera algo ante la escena que tenía frente a mí, en sus drogados y alcoholizados rostros podía ver el miedo, la preocupación y la tristeza, pero para no quedar más como una completa estúpida me dirigí a la cocina. Sobre la barra de la cocina vi unas bolsas de mi restaurante favorito las cuales contenían sushi, tomé un plato y coloqué únicamente tres rollos pues sabía que mi estomago no daría para más, tomé una botella de agua y salí decidida a subir a mi cuarto, hasta que recordé que la botella de whisky que tenía en mi habitación se había terminado aquella mañana.

Caminé a la cantina en donde me adentré aun con la vista de todos sobre mí, era incomodo y más porque sabía que estaba hecha un desastre, tomé una nueva botella de whisky y a gran velocidad caminé nuevamente a mi cuarto dejándolos con su maldita fiesta.

Al entrar a mi cuarto sentí como por mis mejillas comenzaban a correr aquellas tibias lágrimas que salían sin falta cada noche o durante la ducha, dejé la botella sobre el escritorio y la comida y el agua sobre mi mesa de noche y me adentré nuevamente en mi cama, tomé mi almohada y comencé a llorar con fuerza para liberar aquella rabia que sentía.

Aquel llanto que para mi fortuna nadie escuchaba pues estaban más que entretenidos en la planta baja, era tan desgarrador que cualquiera que me escuchara creería que acabo de perder a algún ser querido. Mi corazón y pecho duelen al grado de que siento que en algún momento ese dolor me desmayara, con mis dedos aprieto las sábanas con coraje y mi garganta se desagarra con cada grito que doy debido al coraje mientras mi cabeza comienza a doler, sé que están en todo su derecho de hacer ahora lo que les plazca, pero sigue doliendo tanto.

Después de seguramente una hora la música que sonaba en la planta baja se detuvo obligándome a dejar de llorar, lo cual no me cuesta trabajo pues las lágrimas estaban comenzando a ceder hacía escasos minutos, pero ahora mi cabeza y garganta son las que sufren las consecuencias de aquel llanto.

Mi habitación que parecía la sala de estar cuando llegué hacía hace una semana, con botellas de alcohol regadas por todos lados me obliga a caminar con mucho cuidado hasta el escritorio que está lleno de mis medicamentos, tomé un vaso y lo lleno de la botella de whisky que ahora está en turno.

Localizo las pastillas que compré para la jaqueca hace unos días y tomó dos las cuales paso con un buen trago de aquel líquido que hace arder más de lo que ya mi garganta ardía. Después visualizo mis medicamentos para calmar el fuerte dolor que mi hombro me seguía provocando, debe ser una, pero como duele más que otras veces decido tomar dos las cuales pasó de la misma manera que las anteriores. Localizo otras pastillas que ya no recuerdo para que son, pero sé que debo seguir tomándolas, de esta es solo una píldora y la bebo. Y finalmente, dos somníferos, para poder dormir a gusto y olvidarme de todo lo que sea que esté sucediendo allá abajo y que seguramente no tardaran en llevarlas a las habitaciones llenando todo el pasillo de gritos.

Sirvo un poco más del líquido cobrizo en mi vaso hasta llenarlo a la mitad y lo bebo todo para finalmente regresar a la cama, pero a medio camino sentí como el piso se movió bajo mis pies, creo que aquel último trago de alcohol fue una pésima idea. Me detengo de golpe intentando recuperar el equilibrio, pero en lugar de eso mi vista comienza a tornarse de un color negro, los ojos me pesan, mi corazón está muy acelerado y me duele horrores al grado que suelto un gritó que desgarra más mi garganta, me estoy desvaneciendo poco a poco y finalmente pierdo el conocimiento.

Mi cuerpo está cobrando factura por lo mal que lo he tratado estas últimas dos semanas, pero realmente siento que estoy viviendo un infierno.

Ojalá esté sufrimiento termine ya.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Hola, hola gente bonita, espero estén de maravilla 💖🥰

Aquí les dejo un cap más, estuvo chiquito pero no saben cuanto me duele escribir imaginando todo eso 😭💔

Nos vemos después con otro capítulo 🥺

Tomen agüita, portense mal 😈❤

Los amo mucho 💐💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top