11; 𝑺𝒊𝒆𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒖𝒏𝒂, 𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆

Parte 2


Estaba tan agotada que seguía hundida en su cuello, pero unas manos me quitaron de encima de él. Se trata de Sanzu, quien me recostó en su pecho dejándome recuperar el aliento.

Comenzó a acariciar mi mejilla con mucha delicadeza, aunque sentía que en cualquier momento el corazón se me iba a salir debido a mis encuentros pasados, y ese roce era como si me estuviera dando permiso de volver a dormir, pero tenía que resistir.

— ¿Quién sigue? — me levanté ofreciendo la sonrisa más natural que pude y todos soltaron una pequeña risa.

Sanzu se levantó estirándome su mano, la tomé y en ese momento me jaló para recargarme sobre la pared.

Mi cuerpo chocaba con la fría pared haciendo que aquel escalofrío que recorría mi cuerpo se sintiera como la gloria, pues la temperatura en mi cuerpo era bastante elevada. Sanzu estaba detrás de mí besando toda mi zona trasera, dejaba besos en el lóbulo de mi oreja para después bajar hacía mi cuello el cual besaba y mordía, mientras que con sus manos acariciaba mi desnuda espalda y dejaba pequeños besos en ella.

Una vez llegó a mi trasero, una de sus manos me obligó a levantar una de mis piernas para que tuviera mejor acceso a mi zona. Comenzó a besarla de manera delicada pues sabía que ésta ya estaba sensible, poco a poco introdujo su lengua en mí obligándome a echar la cabeza para atrás debido al placer que mi zona sentía. Mi garganta dejaba salir pequeños gemidos mientras su respiración cerca de mi zona hacía que mi mente volara tan lejos como  mis ganas de ser penetrada de una vez por todas por él. Su mano se estrelló contra mi trasero haciéndome gritar y en ese momento me volteó para quedar frente a frente.

Sentí mis pies abandonar el suelo y automáticamente las enredé en su cadera, hundió su cabeza en mi cuello y yo me recargué sobre su hombro para poder ver a los demás quienes ahora se masturbaban viéndonos.

Tomé su miembro y lo acerqué a mi feminidad, me soltó un poco de su agarré para dejarme caer sobre él, y aunque mi entrada ya dolía un poco, tampoco era nada que no pudiera aguantar.

Su miembro realizaba el vaivén mientras sus brazos me subían y bajaban haciendo que sus músculos se marcaran más en ellos, no habían pasado más de 5 minutos cuando lo sentí. Ver sus músculos de esa manera, el sudor corriendo por su frente, escucharlo gemir en mi oído y sentir sus estocadas, me excitó a tal grado que con eso y unos cuantos besos en mi cuello tuve para tener mi clímax liberándolo. Sentí su piel erizarse.

— ¿Tan rápido, conejita? — dijo con voz agitada soltando una pequeña risa.

— Cállate si no quieres que te mate — respondí entre gemidos y risas.

Siguió con el ritmo de sus estocadas mientras yo besaba su cuello dejando marcas en éste, intencionalmente le gemía en el oído para provocarlo más y comencé a enterrar mis uñas de manera sensual en su espalda, sus gruñidos se hicieron más y más presentes y entonces se corrió en mí, pero en vez venir acompañado de un gemido, vino acompañado de una gran carcajada haciéndome fruncir el ceño.

— ¿Estás bien? — mi voz estaba acelerada.

— Mejor que bien, conejita — me sonrió y dejó un pequeño beso en mis labios para después bajarme.

Caminé con trabajos hasta la cama y estaba segura de que ahora sí parecía Bambi recién nacido.

— Mi turno, bonita — Koko se acercaba a la cama. 

Cuando estuvo frente a mí, me tomó del brazo para llevarme hasta el escritorio, agarró mi cintura y me sentó sobre la fresca madera. Sostuvo mis piernas y las subió en el escritorio para dejarle ver toda mi feminidad, a lo cual todos soltaron una pequeña risa nasal al verme en esa posición. Mi zona intima comenzaba a tornarse de un color rojizo debido a tanta fricción en ella.

Bajo sus bóxer dejándome apreciar su miembro erecto que, a pesar de la tenue luz, podía verse bastante palpitante. Remojé mis labios al ver lo bien que se veía y entonces se acercó a mí, posicionó su mano en mi cuello y de un movimiento se adentró en mi cuello. Procedió inmediatamente a morderlo como si quiera dejar sus marcas por encima de la de los demás y debido a la sensibilidad que ya presentaba, las cosquillas eran cada vez más fuertes.

Se separó y sostuvo su miembro en su mano dejando pequeños golpes con éste en mi entrada sonriéndome con lujuria y sacando la lengua, tan característico de él. Puso su glande en mi entrada y lentamente fue metiéndolo, sus ojos no se despegaban de los míos. Su mirada me confesaba cuando había estado deseándome y esperando por esto.

Se mantuvo alejado de mí, pues al parecer quería apreciarme en esa posición. Posicionó sus manos en mis rodillas y comenzó a entrar y salir de manera apresurada como si en algún momento todo a nuestro alrededor fuera a desaparecer, lucía ansioso. Acercó sus labios a los míos y los unió en un delicado beso mientras que la acción abajo seguía sucediendo de manera acelerada. Me separé de él para soltar un gemido en su oído y en ese momento quitó sus manos de mis rodillas y en un diestro movimiento me dio la media vuelta, tomó una de mis piernas y la subió al escritorio volviendo a entrar en mí sin delicadeza alguna.

Su pecho rozaba con mi espalda y podía escuchar sus gemidos en mi oído, era como escuchar una hermosa canción siendo los míos el coro de ésta. Una de sus manos se dirigió a mi cuello en un intento de atraerme más hacía él y con la otra comenzó a jugar con mi clítoris de manera lenta haciendo que se volviera un delicioso sufrimiento. Mis gemidos salían ya roncos pues debido a tanto grito de placer mi garganta ya se había desgastado.

En cuestión de minutos los dos explotamos soltando un gemido que seguramente espantó a los demás, me soltó del cuello y me recosté sobre el escritorio sintiendo aún como soltaba el líquido en mi interior. Estaba a nada de colapsar y aún me faltaban dos de ellos, rogaba por poder soportar dos rounds más.

Unos brazos me sostuvieron cargándome en dirección a la cama, era Mikey quien me recostó. Ahora los mayores estaban observando desde el sillón, obligando a Rindou sentarse en el lugar donde lo habíamos hecho él y yo, cosa que me hizo sacar una pequeña risa.

— ¿Aún aguantas querida? — preguntó Kakucho acariciando mi mejilla.

— Claro que sí, ustedes no son rival — respondí riendo haciéndolos dibujar una enorme sonrisa en su rostro.

— Vamos a hacerlo los dos al mismo tiempo, para terminar con esto linda — Mikey se acercó a dejar pequeños besos en mi cuello, para proseguir hasta mis pechos y finalizó dejando un delicado beso en mi vientre.

Kakucho se acostó en la cama haciéndome subir en él, pero no de la manera común sino me volteó haciéndome quedar frente a frente con Mikey quien me ayudó a poner mis piernas en sus hombros mientras Kakucho ayudaba levantándome levemente por mi trasero.

Mi zona estaba tan húmeda que no necesitaba ser lubricada antes, ni por delante ni por detrás, comenzaron a posicionarse en mis entradas para darle inicio al acto final. Mikey esperó a que Kakucho se abriera paso en mí, pues sabía que sería doloroso, y vaya que lo fue al punto de que pequeñas lagrimas rodaron por mi mejilla, pero después de unos segundos, mi interior se acostumbró a él haciendo que aquellos pequeños quejidos de dolor, se convirtieran ahora en gemidos de placer. En cuanto Mikey escuchó el primer gemido salir de mi boca no dudó ni un segundo y comenzó a entrar en mí, yo no podía moverme, estaba sometida ante ellos en esa posición.

Mis brazos se aferraban fuertemente al abdomen de Kakucho, pues las embestidas que ambos daban eran a la par haciendo que gracias a la presión que ejercían en mí, me mantuviera equilibrada. Mikey que estaba frente a mí no dejaba de verme a los ojos a pesar de que yo los mantenía más cerrados que abiertos ante el éxtasis del momento. El cuerpo de Mikey, a pesar de ser delgado, tenía un abdomen bien formado que junto a las gotas de sudor que comenzaron a hacerse presentes, se viera de una manera irresistible.

Mis gemidos y sus gruñidos llenaban la habitación y agradecía que lo hubieran hecho juntos pues el placer era mayor al sentir mis dos zonas estimuladas. Mikey llevó uno de sus dedos a mi clítoris ya bastante sensible para comenzar a jugar con él. Hacía movimientos leves circulares sobre éste generándome una descarga eléctrica que me hacía erguir la espalda.

— Vamos, linda, danos el último de la noche — Kakucho pidió con su voz acelerada en mi oído.

Unos movimientos más en mí clítoris hicieron que mi último orgasmo de la noche se hiciera presente y para darle la bienvenida, Mikey y Kakucho aumentaron el ritmo de sus estocadas sumándole un inmenso placer a mi ya llegado orgasmo, y pequeñas lagrimas salieron de mis ojos ocasionadas por la satisfacción que sentía gracias a esos dos. En cuestión de unos pocos minutos, ambos dejaron salir el líquido de su miembro para depositarlo en mi interior.

A este punto yo ya estaba agotada y no podía siquiera moverme, sentí a Kakucho salir de mí interior dejando un vacío, seguido de Mikey. El pelinegro me cargó en sus brazos y me dejó recostada sobre la cama, Sanzu le acercó el rollo de papel a Mikey y éste comenzó a limpiar mi zona de los fluidos que salían de mí.

Mis ojos me pesaban tanto que lo último que alcance a ver fue a Rindou acercándose a mí para colocarme la parte de arriba de mi pijama mientras que Ran me colocaba mis bragas y la parte de abajo, a Koko tapándome con las sábanas, y a Takeomi apagando la luz de mi mesa de noche.

— Buenas noches, mis amores — fue lo último que alcancé a pronunciar antes de caer profundamente dormida.

A la mañana siguiente desperté debido a que mi cabeza me dolía, supuse que había sido debido al desvelo de la noche anterior.

Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar la gran locura que había hecho aquella madrugada, ¿Cuándo iba a poder contar lo sucedido a alguien sin que me vieran mal o me juzgaran? Sería un secreto que me llevaría hasta la tumba con esos siete.

Intenté levantarme, pero mis piernas no respondían, me dolían el quíntuple de lo que duelen el día siguiente de haber hecho ejercicio por primera vez, y pues era de esperarse, estas eran las consecuencias que debía asumir debido a mi gran apetito.

Tenía que bajar a desayunar, pues mi hambre era tremenda, había gastado muchas energías y debía recuperarlas, así que volví a intentarlo y de nuevo fracasé cayendo al piso.

En ese momento la puerta de mi cuarto se abrió, eran Ran y Rindou que entraban como la fresca mañana, estaban intactos, pues claro que debían estarlo, no aguantaron ser perforados cuatro horas como lo había hecho yo.

Intenté levantarme, pero antes de lograrlo Ran me cargó en sus brazos volviéndome a recostar sobre la cama.

— Hoy no vas a mover ni un dedo, pequeña Elle — dijo mientras dejaba un beso en mi mejilla —Buenos días, dormiste mucho. Habíamos estado viniendo a ver si ya habías despertado desde hace como dos horas — sonrió.

— Buenos días, pequeña triunfadora — Rindou dejó un beso en mi frente, y su comentario me hizo reír.

— ¿Están locos? Debo bajar a desayunar, estoy muriendo de hambre por su culpa — fingí estar enojada.

— ¿Tan malos crees que somos qué no le traeríamos el desayuno a la cama a la princesa de la casa? — Ran llevó su mano a su pecho fingiendo que mis palabras lo hirieron.

— Yo los veo con las manos vacías, hermanos Haitani — dije moviendo mi cabeza mientras pronunciaba con tono sarcástico.

— Nuestros sirvientes llegaran en cualquier momento — señaló la entrada y como por arte de magia llegaron todos. Los tres soltamos una risa.

El primero en entrar fue Mikey, quien conservaba aquella mirada inexpresiva, se acercó a la cama y dejó un pequeño beso en mis labios.

— Buenos días, querida — me ofreció una pequeña sonrisa y se quedó parado junto a mi mesa de noche. Seguido de él, entró Takeomi.

— Buenos días, linda — besó mi mejilla y se sentó junto a los hermanos.

— Buenos días, pequeña — Kakucho entró y me ofreció una gran sonrisa acompañada de un beso en mi mano.

Koko se acercó a mí y tomó mis mejillas en sus manos dejando pequeños besos por toda mi cara provocándome soltar una pequeña risa de nervios, pero de alegría también.

— Buenos días, bonita, ¿Cómo dormiste? — se sentó junto a Takeomi.

— Muy bien, gracias, Koko — le ofrecí una sonrisa.

Y finalmente entró Sanzu con una charola de madera en manos que contenía mi tan ansiado desayuno y un hermoso ramo de crisantemos.

— Buenos días, cariño, ¿Descansate? — dejó la charola con el desayuno y el ramo sobre mí para después dejar un beso en mis labios.

— Buenos días a todos, muchas gracias por el detalle es muy hermoso de su parte — tomé el ramo de crisantemos y lo acerqué a mi nariz para poder llenarme de aquel delicioso olor.

— Es lo menos que podemos hacer, querida, estuviste increíble — pronunció Mikey.

— Eres una valiente guerrera — Rin soltó con algo de gracia.

— Come que se enfría linda — dijo Takeomi mientras se levantaba de la cama seguido de los demás — Tenemos que irnos, te vas a quedar sola un rato, pero Koko volverá temprano y en menos de dos horas ya estará aquí contigo.

— No intentes levantarte más que al baño ¿De acuerdo? Debes descansar mucho — Koko me sonreía.

— Cualquier cosa que necesites pídesela a Koko, nos vamos cariño — Sanzu se levantó de la cama.

— Que tengan un buen día — les sonreí y desaparecieron por la puerta dedicándome una última sonrisa.

Les haría caso sobre descansar todo el día, y aunque quisiera hacer algo, no creo que pudiera lograr levantarme siquiera. Dirigí mi vista a la charola donde se encontraban, a parte del delicioso desayuno, unas pastillas para el dolor de cuerpo, habían pensado en todo.

Estaba bajo el cuidado de unos excelentes hombres.

Hola, hola! Disculpen la tardanza pues había tenido un poco de tarea, pero aquí está 🥰🥰🥰🥰

Finalmente sí me animé y esperó haya sido de su agrado, yo sí me proyecte bastante jajajaja 🤸🏻‍♀️🙈

Que tengan un excelente día, nos vemos después con otro capítulo 💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top