08; 𝑺𝒊𝒏 𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔
Desperté gracias a los rayos de sol que entraban por las ventanas de la habitación. Miré en dirección al sillón en donde Mikey había dormido, pero ya no estaba.
Tomé mi celular para ver la hora y eran las nueve y media de la mañana, era hora de levantarme, así que lo primero que hice fue asomarme por el pasillo.
— ¿Hay alguien en casa? — grité, pero no obtuve respuesta alguna.
Entonces recordé que Sanzu mencionó algo sobre que se iban a ir temprano a Roppongi a verificar como iba la situación con las tiendas que manejaban.
Bajé las escaleras y la casa estaba vacía como el mayor había dicho, entonces me sentí con la libertad de dejarme mi pijama pues supuse tardarían en llegar.
Comencé a abrir el refrigerador para ver que es lo que desayunaría, y aunque pude encontrar de todo, decidí hacer algo sencillo pues mi apetito no era mucho por las mañanas. Serví un poco de jugo en un vaso y me dispuse a desayunar sobre la isla de la cocina. Puse algo de música para aminorar el silencio que había en el lugar, amaba la música pues siempre me hacía bailar y esta vez no fue la excepción.
Comía y movía mis caderas al compás de la música mientras me recargaba en el frío mármol de la isla, estaba disfrutándolo como a ninguno hasta que unas risas se hicieron presentes en la habitación así que volteé espantada pues se supone estaba sola.
Eran Sanzu, Koko, Ran y Rindou quienes me observaban detenidamente, las risas fueron de los hermanos que mordían su labio, Koko tenía los brazos cruzados mientras sonreía de oreja a oreja, y finalmente pude observar a Sanzu quien se veía enojado.
— Alguien amaneció de buenas hoy, buenos días bonita — Koko se adentraba en la cocina y caminó en dirección al refrigerador.
— Y muy de buenas. Buenos días Elle — Ran se acercó a mí para dejar un beso en mi mejilla.
— Te gusta mucho bailar ¿Verdad? — Rindou sonreía con una ceja enarcada.
— Sí bueno ya, ya basta — el enojo podía era evidente en la voz de Sanzu.
Yo sentía mis mejillas arder cuando recordé que llevaba puesto mi pijama, la cual era muy corta y no llevaba ropa interior debajo de ésta.
— Y-yo pensé que no había nadie en casa, voy a cambiarme, nos vemos después — salí casi corriendo de la cocina mientras escuché sus risas detrás de mí.
¿Qué pasaba por mi mente? ¿Cómo pude haber salido así como si nada sabiendo que ahora vivo con siete hombres y en cualquier momento podrían aparecer?
Entré al cuarto y cerré la puerta de golpe, podía sentir mi respiración agitada. Por alguna razón estaba ¿Excitada?
No podía ser eso, ¿Cómo es posible si no hicieron nada conmigo? ¿Acaso fue por qué me estaban observando cómo esa vez en la discoteca? No iba a aguantar otro poco más, tenía que hacer algo al respecto o tendría que ceder a los encantos de alguno de ellos.
Me acerqué a mi maleta y saqué el consolador que llevaba siempre conmigo a cada viaje. Me recosté en la cama nuevamente y me metí debajo de las sábanas. Comencé a tocar mi zona para comenzar a estimularla, pero para mi sorpresa no era necesario, pues ya estaba empapada. No lo pensé más y encendí el consolador para comenzar a frotarlo sobre mi clítoris. Mis gemidos comenzaron a hacerse presentes, estaba tan excitada que no sabía si aguantaría mucho más jugando con mi intimidad.
A mi mente vinieron Sanzu, Koko, Ran y Rindou pues fueron quienes habían provocado que me pusiera así sin siquiera decir o hacerme algo. A tres de ellos ya los había tenido dentro de mí y el sólo recordarlo me hizo sentirme más fuera de mí, estaba perdiendo el control.
Sentía el consolador entrar y salir de mí mientras acariciaba mi clítoris, con mi otra mano acariciaba mi cuerpo generando esas cosquillas que tanto amaba. Mis pezones estaban duros y mi piel erizada. Pensar en las caricias de esos tres, en las maravillas que hacían con su boca y en la sensación de tenerlos en mi interior fue el detonante, dando como resultado que le diera la bienvenida a mi orgasmo dejando salir todo el líquido de mi interior a la par de un gran grito de placer.
Quedé tendida en la cama disfrutando aquel orgasmo cuando recordé un pequeño detalle, era el cuarto de Ran y no mi cuarto. En ese instante me levanté de golpe encontrándome con las sábanas mojadas.
— ¡Mierda! — no sabía que diablos haría para que no se dieran cuenta sobre lo sucedido, pero primero debía tomar un baño — Después me preocupo por eso.
Me acerqué a mi maleta para tomar mi toalla de baño y lo que me pondría, opté por unos jeans color negro, un bustier color vino y mis tenis que hacían juego con los pantalones.
Llené la tina y Ran tenía variedades de jabón para ésta, todos olían delicioso, pero finalmente me decidí por uno de lavanda. Dejé que el aroma y el agua caliente me envolvieran, me sentía feliz y tranquila, este baño me salía como la gloria después de todo lo que he estado viviendo en los últimos días.
Tenía que sacar de mi mente a esos hombres pues no podía caer ante sus encantos, debía eliminar todos los impulsos sexuales que me provocaban y sé que se trataría de una tarea difícil, pero debía poner mi mayor empeño.
Terminé de vestirme, alacié mi cabello y me maquillé de manera natural utilizando únicamente un poco de rubor, rímel y labial. Tomé las sábanas húmedas de la cama y bajé con ellas a la sala de estar.
— Emm, ¿Do-dónde puedo lavar las sábanas? — sentía mis mejillas arder mientras todos volteaban a verme.
— ¿No crees qué ya estás un poco grande para seguir mojando las sábanas Danielle? — Takeomi enarcó una ceja.
— ¿Qué sucedió, bonita? ¿Estás bien? — preguntó Koko mientras se levantaba de la mesa.
— Yo, bueno... yo — no sabía que pretexto inventar y por consecuencia solo estaba balbuceando.
— Oh, no me digas que tu periodo llegó, esas sábanas me gustaban mucho — Ran habló desde la sala.
— ¡No, no, no! No es eso, las sábanas están bien es sólo qu-
— Oh, entonces no escuchamos mal, creo que entonces sí era lo que creíamos — fui interrumpida por Koko.
— ¿Qué? ¿Qué escucharon? — pregunté con los ojos bien abiertos, a este punto sentía que mi cara no podía estar más roja.
— Querida, si tenías un asunto como ese nos hubieras dicho y con gusto te ayudábamos — Ran me dedicó una gran sonrisa y un guiño, mientras recargaba su brazo en el respaldo del sillón.
— ¿Qué escucharon? — volví a cuestionarlos.
— Fuiste algo ruidosa, Elle. No se escuchaba a la perfección pero si uno que otro quejido de vez en cuando — Rindou por fin me contestó.
Definitivamente a este punto mi cara estaba como un tomate y sentía que en cualquier momento explotaría por la vergüenza. Vi a Sanzu acercarse a mí y estirar los brazos, no entendí su acción hasta que habló.
— Dámelas, toda la ropa se lleva a la lavandería — por un momento dudé pues me daba un poco de vergüenza que viera el resultado de mi pequeño calentón — Tranquila, he visto a muchas mujeres, incluyéndote, mojar las sábanas, así que no es como si me fuera a sorprender — su comentario me había dolido un poco, aunque sé que lo había dicho para tranquilizarme.
Después de pensarlo unos momentos finalmente se las di y desapareció con ellas escaleras arriba sin decir más.
— A la próxima querida piensa en nosotros, pudimos haberte ayudado — Rindou se volvió a sentar junto a su hermano, y nadie volvió a mencionar nada sobre el tema.
Por un rato Ran y Rindou jugaron a las cartas en la sala y me uní a ellos en algunas partidas de las cuales perdí la mayoría, pero ellos me tranquilizaban diciendo que teníamos mucho tiempo para que me enseñaran a jugar, aunque podía sentir el doble sentido en sus palabras.
Recorrí el lugar nuevamente de arriba abajo, entrando y saliendo de los lugares que ya había visto antes. En la cocina abrí todas las alacenas para ver el contenido de cada una de ellas, tenía tanto tiempo libre que aprendí todo lo que había en el interior de éstas.
Koko se la pasaba en el comedor con varias libretas y calculadora en mano, susurraba cosas que únicamente él podía entender. Durante un momento me acerqué a él, pero no dije nada pues no quería distraerlo ya que se veía bastante concentrado, pero en cuanto notó mi presencia me dedicó una gran sonrisa, hizo sus cosas a un lado y me jaló para sentarme sobre la mesa frente a él.
— ¿Qué tienes bonita? — dijo recargando sus brazos en mis rodillas para quedar justo en medio de mí.
Sus ojos eran bastante curiosos y hermosos, y en cuanto a su lengua de fuera, ésta lo hacía ver con intenciones nada buenas.
— Nada, quería ver que estabas haciendo, te veías muy concentrado — sonreí enormemente.
Todos eran unas personas bastante atentas conmigo, pero Koko tenía un toque en su manera de ser conmigo que me parecía muy lindo.
— Estoy terminando de ver unos últimos detalles con lo de tu padre, ¿Quieres que después comamos algo? Yo invito — me guiñó el ojo dándome a entender a que se refería, pero no pude responder pues Mikey llegó en ese momento haciendo que todos volteáramos a ver la puerta.
Salvada por la campana.
— Está haciendo un calor del demonio allá afuera — se dirigió a la cocina y tomó una botella de agua. Al verme se quedó quieto — Hola, Danielle, ¿Cómo estás?
— Bien, gracias, pero estoy aburrida, ya no sé que hacer — me bajé de la mesa.
— Bueno, encuentra algo con qué o quién entretenerte, son nueve meses en los cuales no tienes que preocuparte por nada. Puedes fingir estar embarazada y no hacer nada — se sentó en la sala junto a los hermanos.
— O puedes no fingir y estarlo de verdad, podemos ayudarte con eso — Ran embozó una gran sonrisa pervertida mientras señalaba una y otra vez a su hermano y a él.
— Apuesto que ni siquiera son capaces de cuidarse a ustedes mismos y ya quieren cuidar de alguien más — lo señalé con el índice y los ojos entrecerrados. Escuché como todos comenzaron a reír.
— Ay mira, lleva menos de un día aquí y ya nos conoce bien — Rindou dijo entre risas dedicándome una gran sonrisa al final.
Cuando las risas terminaron los hermanos entraron a la cocina, Koko volvió a sus libretas y Mikey se mantuvo en la sala, Takeomi había salido de casa hace unas horas y no había vuelto. En todo el día no había visto a Kakucho y la última vez que vi a Sanzu fue cuando subió con las sábanas en mano.
La comida y la cena pasaron tranquilas, no había podido platicar con ninguno sobre Mikey y el porque de su comportamiento tan aislado, pues desde que llegó no me había quitado los ojos de encima, era como si creyera que en algún momento iba a huir o algo por el estilo y aquello me hizo sentir un poco incomoda a pesar de su mirada inexpresiva.
La hora de dormir se estaba acercando y Koko me dijo que el que iba a ser mi cuarto estaba listo, Ran y él me ayudaron a llevar mis maletas.
Cuando lo abrí se trataba de un cuarto un poco más chico que el de Ran, tenía una enorme cama que sólo de verla sabía que no iba a querer levantarme en una semana, las mesas de noche que tenía a las orillas hacían juego con la cabecera de esta. Por otro lado, el sillón hacía juego con las paredes color hueso, al fondo podía verse un cuarto que tenía como función ser el vestidor y junto a la cama una puerta que sería el baño.
— Ahora sí puedes desempacar, ahí está el vestidor y tiene todo lo que necesitas. O tú decides si lo haces en cuanto llegué tú demás ropa — Ran dejaba mis maletas junto a Koko.
— Muchas gracias — hice una reverencia en dirección a ambos.
— ¿Quién dejarás que estrene la cama contigo bonita? — Koko me sonrió con un toqué de perversión.
— Con ninguno — dije mientras le aventaba uno de los cojines que adornaban la cama a la cara haciendo un gran énfasis en la última palabra.
— Uy que aburrida — hizo un puchero, los dos comenzaron a reír — Te dejamos para que descanses — caminaban en dirección a la puerta.
— Buenas noches, que descansen — ambos se pararon en seco de la misma manera que Sanzu lo había hecho la noche anterior, voltearon a verse y después dirigieron su vista a mí.
— Buenas noches, pequeña Elle — dijo Ran con una sonrisa para después salir.
— Buenas noches, bonita — Koko se acercó a mí para dejar un beso sobre mi frente y después salió cerrando la puerta tras de él.
Busqué en mi maleta una de mis pijamas, me cambié y agarré mi cabello en una coleta.
Me dirigí al baño y al abrir la puerta di un grito cuando vi a Sanzu lavándose los dientes, no llevaba camisa lo que me permitió apreciar su desnudo pecho. Rápidamente enjuagó su boca y yo seguía ahí parada como si hubiera visto un fantasma.
— Por Dios, ¿No sabes tocar la puerta? — Sanzu dijo mientras tomaba la toalla para secarse los restos de agua de su boca.
Se veía tan guapo con el pantalón de pijama y sin playera, necesitaba salir de ahí o terminaría abalanzándome sobre él.
— Bueno no creí que hubiera necesidad de hacerlo en el que se supone sería MI baño y menos si mencionaste que cada uno tenía su propio baño — seguía viendo su pecho desnudo sin disimulo alguno.
— ¿No te dije que íbamos a compartir baño cuando te di el recorrido por la casa? Ese cuarto comparte baño conmigo entonces podría decirse que antes era solo mío, pero ahora es nuestro — dijo para quedar frente a mí, al parecer había notado mi mirada.
Levanté mi cabeza para poder verlo a los ojos, sentí que dejaba de respirar cuando su mirada se encontró con la mía y tenía una pequeña sonrisa maliciosa. Estábamos en silencio total y sólo se podía escuchar mi respiración agitada, nuestros labios estaban a nada de rozarse.
— Pídemelo y lo haré, si no me lo pides yo no voy a tocarte ni un pelo — susurró.
No podía hacerlo, no podía perder el control con alguno de ellos la segunda noche que pasaba aquí, tenía que resistir un poco más al menos para que no creyeran que podía llegar a ser tan fácil.
— Y-yo quiero que tú...
Pero comencé a negar levemente con la cabeza y entonces se separó de mí para finalmente salir del baño y cerrar la puerta. Me arrepentía tanto de haber dicho que no pues lo deseaba tanto, pero era lo mejor al menos por ahora.
Lavé mis dientes y al terminar lo dejé en el portacepillos donde se encontraba el de él.
Había logrado sobrevivir a todas las insinuaciones por el día de hoy, aunque no había sido fácil, necesitaba descansar y dejar de pensar en ellos, mañana sería un nuevo día.
Hola! Espero hayan tenido un excelente día, ya casi es fin de semana, animo 💖
Aquí les dejo el capítulo 8, espero y lo disfruten mucho ☺💕
Nos vemos mañana con otro capítulo, buenas noches 💖
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top