𝕊𝕙ō𝕪ō ℍ𝕚𝕟𝕒𝕥𝕒: 𝔾𝕠𝕠𝕕𝕓𝕪𝕖
Palabras: 1652
Advertencias: ninguna.
— ¡Nos vemos después, ___!
Un ruidoso beso fue depositado en mi mejilla viendo desaparecer segundos después a mi actual pareja quien parecía estar demasiado apresurado por llegar a tiempo al entrenamiento diario del club. Una pequeña sonrisa se estiró en mi rostro despidiéndome con la mano a pesar de saber que ya no podría verme desde donde me encontraba.
Me giré sobre mis talones y empecé a caminar de vuelta a mi hogar, las actividades del club al que pertenecía se habían cancelado para ese día, por lo que tendría la tarde libre para hacer cualquier otra cosa.
El camino a casa pudo haber sido tranquilo y agradable; sin embargo, había un pequeño problema: mis pensamientos.
Cuando decidí empezar a salir con Shōyō estaba segura de que sería una relación agradable, sabía que ningún momento de mi vida estaría lleno de aburrimiento al lado del pelinaranjo, pues era la persona más optimista y animada que conocía. No obstante, los problemas comenzaron a llegar unos seis meses después de comenzar a salir.
Conocía el amor que Shōyō sentía por el volleyball y su admiración por aquel jugador apodado "el pequeño gigante", pero algunas veces esa pasión podía interferir de ciertas maneras en nuestra relación.
Por ejemplo, esa vez que cumplíamos cuatro meses de relación. Para muchas personas no sería algo muy significativo, pues eran solo cuatro meses de estar conviviendo con otra persona como algo más que simples amigos, pero para alguien como yo el cumplir ciertos meses juntos o los aniversarios era algo muy preciado. Por esa razón cuando caí en cuenta de que Shōyō había olvidado nuestro mesiversario mi corazón se estrujó ligeramente, pero decidí ignorarlo con la seguridad de que se acordaría de ese momento hasta el final del día.
No fue así.
El siguiente día, en la preparatoria, el pelinaranjo apareció frente a mí con una expresión de arrepentimiento mezclado con preocupación, su mano derecha sostenía una rosa recién cortada y la izquierda sostenía una pequeña caja de chocolates con un post-it en el que estaba escrito un "Lo siento mucho, ___. Juro que te amo".
Al ver aquel bonito detalle decidí no tomar una actitud inmadura y aceptar los obsequios disculpando a mi querida pareja por olvidar aquella fecha tan especial para mí.
— "No te preocupes, Shōyō, todos solemos olvidar algo importante al menos una vez en nuestras vidas".
Y tras un agradable abrazo y un corto beso en sus comisuras que le hizo sonrojar hasta el alma nuestra relación a ser la misma de siempre.
Lastimosamente, no terminó ahí. Mes y medio después llegó una fecha especial para la mayoría de personas, incluyéndome a mí.
Mi cumpleaños.
Cuando llegué a la preparatoria, una gran mayoría de mis amigos me sorprendió con pequeños obsequios y felicitaciones, acepté todos y cada uno de ellos preocupada de cómo volvería a casa con tantos obsequios. Aún así, mi mente no pudo estar mucho tiempo pensando en ello antes de preguntarse qué sería de Shōyō.
No esperaba un obsequio de su parte, lo único que quería era escuchar salir de sus labios un amable "Feliz cumpleaños, ___" con aquella voz aguda que tenía junto a una enorme sonrisa que hacía que sus ojos se volvieran rasgados.
Para el final del día, participé en las actividades del club como siempre y al culminar, salí esperando a que el pelinaranjo también se retirara de la cancha de volleyball.
— ¡___! — Una sonrisa apareció en mi rostro al verme, se acercaba a mí con una expresión alegre. No pude evitar estirar mis brazos y recibirlo con un fuerte abrazo.
— ¿Cómo te fue en el entrenamiento? — Pregunté con mi común interés por aquello que él tanto amaba.
— ¡Genial! ¡Tuvimos un partido de práctica con un equipo local y les ganamos 2-1! — Sus ojos me observaron por unos segundos antes de borrar su sonrisa pareciendo recordar algo. — ¡Cierto! Los chicos me esperan, quedamos en ir a comer después del entrenamiento, ¿te molesta volver sola? Puedo cancelarles si es así.
En ese mismo momento estuve segura de que el mismo Shōyō pudo escuchar mi corazón romperse en cientos de trozos pequeños. Por supuesto que aquella expresión en mi rostro no podía pasar desapercibida por él, pero pronto la cambié por una sonrisa negando con la cabeza.
— No, no me molesta. Ve con ellos, Shōyō. — Él solo asintió con una sonrisa dándome un último abrazo antes de girarse y correr de vuelta con el grupo de jugadores.
Apreté mis manos en un par de puños aguantando las lágrimas en mis ojos. Quizá estaba volviendo a mi actitud infantil, pero aquel día a pesar de todas las felicitaciones de mis amigos y familiares había esperado por escuchar a una sola persona.
"Quería escucharte a ti, Shōyō".
Por eso me encontraba así en ese momento. No me di cuenta cuando mis pies dejaron de moverse y quedé de pie bajo un faro de luz escuchando pequeñas gotas comenzar a caer a mi alrededor.
"Lluvia" pensé.
Amaba a Shōyō, estaba segura de que nunca había amado a otro chico como lo hacía con él, pero aquella relación se acercaba cada vez más a la línea que marcaba el límite de mi tolerancia. No, no sería tan cruel como para hacerle elegir entre lo que él amaba y yo, pero tampoco me permitiría continuar en un sitio en dónde pocas veces pensaban en lo que yo amaba y me hacía feliz.
— Lo siento, Shōyō. — Susurré antes de cruzar la calle y continuar mi camino hacia mi hogar.
— Oh; buenas tardes, ___-chan.
— Buenas tardes, Daichi-san. — Sonreí con amabilidad antes de apretar los bordes de mi falda y suspirar. — ¿Está Shōyō aquí?
— Sí, él está preparándose para entrenar. — Sus ojos se mantuvieron sobre mí unos segundos, como si me analizara. — ¿Necesitas hablar con él?
— Sí, siento las molestias, pero... Es urgente.
— No te preocupes. — Una sonrisa apareció en su rostro y luego se adentró en el gimnasio para buscar al pelinaranjo.
Retrocedí un par de pasos apoyando mi espalda en una viga, mi mirada se encontraba en el suelo mientras pensaba en cómo diría aquello que había pensado todo el día. Era viernes, por lo que no lo vería hasta el próximo lunes, pero ese día ellos tendrían un juego, así que mis planes se verían alargados hasta el martes o el miércoles y yo no estaba dispuesta a continuar con aquello.
Mis labios se encontraban haciendo presión a sí mismos, mis dedos jugaban unos contra otros intentando ignorar el sudor que en mis manos y frente se encontraba debido a la situación tan estresante que estaba viviendo en ese momento y mis ojos... Mis ojos se encontraban aguantando las lágrimas lo máximo posible.
No podía evitarlo, algo dentro de mí parecía estar intensificando el dolor que sentía diez veces más de lo normal o quizá realmente sentía aquel dolor en mi corazón, no quería dejarlo, no quería alejarme de él, pero... Ya no podía seguir más de esa forma.
El ruido de fuertes pisadas me hizo levantar la mirada de golpe, la sonrisa que vi por pocos segundos en el rostro de Shōyō desapareció al encontrarme afuera del gimnasio esperando por él con una expresión preocupante para cualquier que me viese.
Sus pies se acercaron rápidamente hacia mí tomando mis hombros con delicadeza.
— ___... ¿Qué sucedió? — Su mirada llena de preocupación hacía que mi corazón se ablandara y deseara no decir aquello que luchaba por escapar de mi boca.
Los segundos parecían estarse volviendo minutos y los minutos volverse horas, su mirada se llenaba cada vez más de preocupación y cuando no pude soportarlo más mis ojos dejaron escapar todas aquellas lágrimas que llevaba conteniendo desde que llegué al lugar.
Me dejé caer de rodillas al suelo, pero antes de que mi piel tocara el pavimento fui tomada por sus brazos que evitaron una posible herida en mis piernas.
— ¡___! — Un jadeo escapó de su boca, mi desesperación comenzaba a volverse su desesperación.
— No puedo seguir así, Shōyō... — Susurré, mis dedos se aferraban a su camisa con fuerza. — Ya no puedo estar contigo.
El tiempo pareció congelarse por un segundo, incluso sentí como su respiración se detuvo y su mirada se fijaba a mí con incredulidad.
— ¿Qué? — Solté su camisa empujando su pecho con mis palmas. — ___, yo... ¿Hice algo que te desagradó? Yo... Prometo que lo mejoraré, voy a solucionarlo y... ¡Te traeré de esos chocolates que tanto te gustan!
— Lo hablé contigo muchas veces. — Recordé. — Te pedí que fueras un poco más atento con nuestra relación, Shōyō, pero... Ignoraste mis palabras y seguiste siendo igual de descuidado.
Reí sin emoción alguna.
— Olvidaste nuestro aniversario, olvidaste muchas de nuestras citas y tú... Ni siquiera te diste cuenta cuando cumplí años.
— ¿Cumpleaños?
Su rostro perdió el color, sus ojos se perdieron en la nada por un momento antes de llevar sus manos a su cabeza y comenzar a tirar de su cabello con fuerza.
— Yo... Yo no sé qué decir... Lo olvidé... ___, lo siento mucho. — Sus ojos volvieron a mí, una vez más aquella mirada lamentable se encontraba en él. — Perdóname; pero, por favor... No me dejes, ___.
Sus manos se estiraron hacia mí, yo las aparté con delicadeza. Me puse de pie tomando mi mochila y extendiendo una mano para ayudarle a colocarse en pie también; sin embargo, él no tomó mi mano.
— Quería hablarlo contigo y no desaparecer como si nada... — Apreté mis labios conteniendo las otras lágrimas que luchaban por salir. — Siento mucho hacer esto antes de... El que iba a ser nuestro sexto mesiversario.
No tenía nada más que decir, había dado todo de mí para llegar hasta ese punto. Me di la vuelta y empecé a caminar hacia la salida de la preparatoria, no iría a mi club, no podía estar un segundo más allí sin derrumbarme sobre mis rodillas y llorar hasta desmayarme. Necesitaba estar sola.
Un llanto detrás mío hizo que mi corazón terminara aún más destruido.
"Adiós, Shōyō".
✧ Un voto y un comentario se agradece.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top