ᴛᴇɴɢᴇɴ ᴜᴢᴜɪ: ꜰᴏᴜʀᴛʜ
"Fourth"
Palabras: 2672
Advertencias: Poligamia (?), poliginia(?).
El sonido del cuchillo en mi mano impactando contra una tablilla resonaba por toda la cocina, me encontraba sola en aquel lugar preparando el desayuno para todos los dueños de aquella casa que aún dormían felizmente en una misma habitación. No pude evitar suspirar mientras vertía las verduras picadas a un sartén escuchando como hervían por el calor del aceite. Era lo único que sonaba, el aceite burbujeando y la brisa fresca que se colaba por la casa.
— ¡Buenos días, ___!
Una voz detrás de mí me hizo sobresaltar al escuchar el silencio ser roto y no pude evitar girarme con el cuchillo en mi mano para enfrentar a quien estuviera detrás mío. El grito de Suma llamó la atención de todos en la casa quienes llegaron corriendo hasta la cocina para ver qué sucedía.
— ¡Lo siento, lo siento, lo siento! — Suma se reverenciaba una y otra vez frente a mí. Solamente suspiré y dejé el cuchillo a un lado antes de palmear con suavidad su cabeza indicando que todo se encontraba bien.
— ¿Qué demonios pasó aquí? — El hashira y cabeza de la casa se acercó buscando respuestas, Suma le miró con una sonrisa vergonzosa.
— Asusté a ___ por accidente, fue mi culpa.
La conversación comenzó a volverse ajena a mí una vez decidí continuar con mis labores en la cocina. Había llegado hacía seis meses a aquella casa, en realidad, nunca tuve relación alguna con el pilar del sonido o sus tres esposas más que ser una cazadora recién llegada. Ocho meses atrás sufrí de un agonizante dolor cuando presencié a mi familia ser devorada por un demonio y yo fui incapaz de hacer algo, para cuando los cazadores de demonios llegaron a mi casa era tarde, todos ellos estaban muertos y yo era la siguiente en el menú del demonio. Habría deseado ser asesinada a tener que vivir aquel calvario. El luto y la aceptación fueron dolorosos, incluso en la actualidad me era imposible superar los sucesos. El señor Ubuyashiki se apiadó de mí, me di cuenta sin necesidad de que lo admitiera y por esa razón fui enviada a esta casa. Mi mayor preocupación era ser un estorbo para el pilar del sonido y sus esposas, sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que las tres mujeres se encontraban más que encantadas con mi presencia allí, sus cuidados eran especiales y nunca perdían la esperanza de que algún día yo volviera a pronunciar alguna palabra, pues ninguno de ellos había conocido el timbre de mi voz para ese entonces.
Poco a poco comencé a superar la muerte de mis familiares y me acerqué más a todos en aquella casa, especialmente a Makio, con quien solía compartir algunas tardes juntas tomando el té en silencio mientras observábamos el atardecer.
— Oh, huele delicioso. — Hinatsuru se acercó a mi lado inclinándose un poco para disfrutar del aroma a comida recién hecha. Le miré antes de brindarle una pequeña sonrisa, tomé un trozo de los alimentos con una cuchara y lo acerqué a ella ofreciendo para que probara. Hinatsuru aceptó tomando mi mano con delicadeza antes de llevar la cuchara a su boca y degustar el resultado de mi cocina. — Uhm~ Quedó perfecto.
Me giré al escuchar su respuesta y comencé a servir los alimentos después de apagar el fuego de la cocina, Suma corrió a la mesa para prepararla mientras Hinatsuru se quedaba a mi lado ayudando a terminar de servir todo en diferentes tazones. No tardamos mucho en terminar, todos, incluidos Tengen y Makio, nos encontrábamos sentados en la mesa, agradecimos y empezamos a comer.
La mesa se encontraba con un ambiente animado, todos hablaban felizmente con los demás mientras yo me mantenía en silencio comiendo mi desayuno.
— ¡Oh, es cierto! — Elevé la mirada para ver a Makio susurrando algo en el oído de Tengen, este pareció sorprenderse antes de mirar a Hinatsuru y Suma quienes asintieron. Una de mis cejas se levantó en señal de curiosidad, parecía ser la única ignorante al tema. — Vuelvo en un momento.
— Espera, espera. Déjame ir contigo. — Makio y Hinatsuru se retiraron repentinamente de la mesa, miré a Tengen quien comía en silencio sin decir absolutamente nada.
Ignoré la situación, quizá era algún asunto matrimonial que no me incumbía. La mesa se volvió silenciosa, de cierta manera incómodo, tan solo se escuchaban los grillos del jardín cantando sin cesar.
Pisadas acercándose llamaron mi atención, y antes de levantar la mirada para asegurarme de que Makio y Hinatsuru habían regresado las voces cantando al unísono de las cuatro personas restantes me tomaron por sorpresa. Los miré confundida, Makio sostenía un pastel en sus manos mientras Hinatsuru encendía una pequeña vela hundida en la torta. Tengen se puso de pie y se acercó a mí estirando su mano, no dudé en tomarla y ponerme de pie siendo guiada hasta quedar frente a las tres mujeres del pilar. El canto acabó y Suma me hizo una señal para que soplara la pequeña vela frente a mí.
— Vamos, ___. Pide un deseo. — Habló Makio, los miré a todos antes de inclinarme y sacar el aire de mis pulmones en un ligero soplido que apagó la llama. Los demás aplaudieron, yo agaché la cabeza apretando mis labios entre sí.
— ¿___? ¿Estás bien...? — La voz de Suma llamó la atención de las otras personas que fijaron rápidamente la mirada sobre mí. Yo intentaba aguantar las lágrimas acumuladas en mis ojos. — ¡Dios mío! ¿¡Estás llorando!?
Las manos de Tengen tomaron mis hombros y me giraron con rapidez, después con delicadeza tomó mi mentón elevándolo para confirmar las dudas de todos. Evitaba su mirada a la vez que sentía un par de lágrimas deslizarse por mis mejillas, mi garganta rasposa se preparaba y tras un suspiro, Tengen y las tres mujeres escucharon algo que siempre habían deseado.
— Gracias... — Murmuré, mi voz sonaba rasposa y débil tras salir después de tanto tiempo. — De verdad... Gracias.
Los ojos de Suma y Makio se llenaron de lágrimas, Hinatsuru sonreía con felicidad y la expresión de Tengen era de sorpresa. No sé dónde quedó el pastel, pero no fue importante cuando sentí los brazos de todos rodearme en un fuerte abrazo. Mis lágrimas finalmente salieron con libertad, un repentino sentimiento de felicidad invadió mi alma deseando que ese momento no acabara jamás.
— Me hace muy feliz escucharte, ___. — Susurró Makio. — Tienes una voz hermosa.
— Suena como un bebé llorón. — Comentó Tengen, Makio lanzó un manotazo a su brazo.
Momentos más tarde todos se alejaron de mí, mis ojos cristalinos se fijaron en el pastel destrozado en el suelo. Una carcajada escapó de sus bocas.
El desayuno acabó en ese momento y después nos encargamos de limpiar el desastre que habíamos hecho. El resto del día cada quien se encargó de sus respectivas labores y para cuando comenzaba caer el sol yo me había alejado de los demás como era costumbre. Mis pies me llevaron hasta el jardín en donde tomé asiento sobre las ramas de un viejo árbol, aún faltaba tiempo para que fuera la hora del té y Makio se reuniera conmigo a ver el sol caer, así que me dispuse a observar mis alrededores en silencio. La tranquilidad que se sentía allí era maravillosa, hasta que fue interrumpida por unas fuertes risas que provenían del otro lado del jardín, mis ojos se desplazaron hacia ese lugar, notando a Tengen y sus esposas reunidos disfrutando de un momento en familia. Makio trenzaba el cabello de Hinatsuru quien se mantenía recostaba al pecho de Tengen, por otro lado, Suma era acariciada en su cabeza con delicadeza por la mano del pilar del sonido. Todos parecían tener una felicidad plena al lado del otro.
Mis labios se presionaron entre sí una vez más, esta vez sintiendo un pinchazo en mi pecho. Saqué una pequeña libreta del bolsillo interior de mi camisa, dentro de esta se encontraba un lápiz que encajaba perfectamente. Me dispuse entonces a dibujar para distraerme, mis manos bocetearon un cuerpo que al avanzar el dibujo tomó la forma de un hombre musculoso que abrazaba a una joven y a su alrededor corrían otras mujeres alegres. Mis ojos observaron el resultado final, mi entrecejo se arrugó en señal de molestia. Arranqué la hoja con fuerza, volviendo el papel una bola deforme que lancé a un lado.
— ¿Qué haces? — Una vez más, me sobresalté al escuchar la voz de alguien, en esta ocasión se trataba de Hinatsuru quien se agachaba a mi lado y recogía la pelota que había lanzado segundos antes. No dudé en tomar su mano antes de que pudiera ver lo que allí había dibujado. — ¿Eh? ¿Acaso es tan malo? — Una sonrisa apareció en su rostro. — Tus dibujos siempre han sido hermosos ¿No me dejarás ver este?
— No... — Susurré, ella rio.
— Esta bien, no lo veré. — Su mano soltó la pelota de papel, Hinatsuru se puso de pie y movió su mano de un lado a otro antes de volver a marcharse para ir con los demás.
Tomé la bola de papel, la estiré observando de nuevo el dibujo. Un pequeño sonrojo apareció en mi rostro al mismo tiempo que una sensación de querer llorar me invadía. Era desagradable. Cómo era capaz de desear a ese hombre, un hombre casado y que jamás se fijaría en una inexperta como yo. Apenas había cumplido mis dieciocho años, casi se sentía como algo prohibido.
Suspiré y guardé mi libreta en su sitio tomando la pelota para después lanzarla a un montón de arbustos esperando que no fuera jamás descubierta y que la próxima lluvia la destrozara.
— Gracias por ayudarnos con esto, ___. — Agradeció Makio mientras nos encontrábamos de regreso a la casa. — Estos meses que has estado con nosotros han sido maravillosos, desearía que te quedaras para siempre.
Sus palabras me hicieron sonreír, sin embargo, yo era la única segura de que eso no pasaría. No podía irrumpir en su paz de esa manera, no era parte de su familia, no era nada de ellos, aunque así lo pareciera a ojos de los demás.
— Oh, es cierto. — Hinatsuru giró su cabeza para verme. — el señor Tengen dijo que tenía que hablar contigo sobre algo importante, parece que recibió una carta del patrón.
— Entiendo. — Asentí. Mi mirada bajó al suelo, seguro se trataba del señor Ubuyashiki quien declararía que ya podría volver a mis labores y, por ende, volver a mi antigua casa.
Cuando llegamos a la casa dejamos la leña que recogimos en el jardín y nos separamos para cumplir nuestros deberes restantes, pero antes de dedicarme a ello me desvié con dirección a la habitación del pilar. Desde afuera podía escuchar al mismo hablando, probablemente hablaba solo, una manía que descubrí de él cuando se encontraba concentrado en algo importante. Toqué la puerta un par de veces antes de entrar al lugar, era un sitio enorme, entendible, pues las otras tres mujeres solían dormir ahí a veces.
— Oh, eres tú. — Tengen me hizo una seña para que me acercara, así lo hice. — Quería decirte algo importante.
— Es... — Interrumpí sus palabras. — ¿Es el patrón?
Pude notar el entrecejo de Tengen arrugarse con confusión, entonces me confundí yo también ¿No se trataba del patrón?
— No, el patrón no tiene nada que ver con esto... Aunque... Quizá después deba explicarle la situación cuando se entere. — Su rostro pasó a volverse pensativo, le miré aun manteniéndome confundida. — Eso es irrelevante ahora.
Tengen hurgó en su bolsillo hasta sacar un papel doblado y arrugado que desenvolvió, momentos después lo giró hacia mí dejándome ver los trazos de un lápiz formando una imagen que reconocía perfectamente. Mi corazón se detuvo por un segundo y no pude evitar retroceder un par de pasos antes de reverenciarme ante él.
— Lo siento. — Me disculpé, mi rostro ardía en llamas debido a la vergüenza que sentía, quería que la tierra me succionara y desapareciera para siempre.
— No tienes mi perdón, así que levanta la cabeza y enfréntame. — Mis ojos se cerraron por un momento con temor, después me enderecé y le miré con temor. — Te doy posada en mi hogar, comes de los alimentos que traigo y tienes la osadía de fantasear con un hombre casado aun sin ser nada mío.
Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos tras escuchar sus palabras.
— Si fuera otra situación, otra persona... — Una sonrisa apareció en su rostro. — Definitivamente me habría enojado mucho...
Sus pies avanzaron hasta acercarse a mí y encararme, mi cuerpo se encogió por la intimidación.
— ... Sin embargo, eres tú. — Su mano se posó repentinamente sobre mi cabeza dejando una suave caricia que me desconcertó. — De haberlo sabido antes... ¿Por qué no me lo dijiste?
Las palabras no salían de mi boca ¿Cómo se suponía que respondiera a eso? "Discúlpeme, señor, he estado enamorada de usted desde el primer momento en que su atención se posó sobre mí, no solo de usted, amo a cada una de sus esposas, pero soy menor y faltan meses hasta que cumpla mi mayoría de edad". Estaba loco si creería que haría tal tontera.
— ¿No hablarás? — Negué. — Ya veo... Supongo que tendré que hacerlo yo después de todo.
Mis ojos vidriosos se posaron en su diestra que sacó de otro de sus bolsillos algo, no pude verlo, mucho menos cuando él rodeó mi cuerpo hasta colocarse tras mi espalda.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir sus manos acercarse y momentos después sentirle colocar algo en mi cuello con suma delicadeza. Bajé la mirada, sobre mi piel había una cadena que sostenía una pequeña gema de color negra, la observé con sorpresa y admiración, era una gema preciosa que parecía reflejar y absorber al mismo tiempo la luz del sol.
Iba a preguntar por qué razón me había dado aquello, pero un suave suspiro cerca de mi oreja seguido de un delicado toque sobre mi mejilla me heló por completo. Mi rostro parecía enrojecerse más y más, aunque pareciera imposible, no podía moverme, menos hablar, solo podía imaginar mil cosas diferentes para explicar lo que estaba sucediendo.
— Las cosas se complicaron en la casa cuando tú llegaste... Sin embargo, nos dimos cuenta de que la razón no era nada más que amor. — Tragué saliva con dificultad. — Así que, después de hablarlo por un tiempo, llegamos a una conclusión.
Las manos de Tengen tomaron mis hombros y me giraron sobre mis talones para vernos una vez más a los ojos.
— Cásate conmigo. Sé mi cuarta esposa... — Una sonrisa apareció en su rostro. — Sé parte de nuestra familia.
La expresión en mi rostro debía ser perfecto motivo de burla, no podía creer lo que estaba sucediendo en ese momento, la repentina situación me había dejado, literalmente, sin palabras. Mi boca se abría intentando decir algo, mas nada salía de allí.
— Oh, entiendo que estás sorprendida, después de todo serás esposa del increíble pilar del sonido, no debes parecer tan sorprendida. — Comentó Tengen con diversión, pude escuchar un "Engreído" venir desde fuera de la habitación seguido de un largo "Shhh".
Una sonrisa apareció lentamente en mi rostro y tras lograr procesarlo no dudé en acercarme a Tengen rodeando su torso con mis brazos. Sentí sus manos posarse en mi cintura y poco después tres ruidosas mujeres se unieron volviendo a formar un fuerte abrazo en conjunto.
— ¿Aceptaste? ¿Aceptaste? ¡No puedo esperar por la boda! ¡Háganlo mañana mismo! — Exclamaba Suma con gran felicidad.
— No digas tonterías, una gran boda no puede suceder de la noche a la mañana. — Reclamó Makio.
— Hagan silencio ustedes dos. — Hinatsuru les calló. Todos reímos momentos después manteniendo el abrazo.
— Qué voy a hacer con ustedes cuatro... — Suspiró Tengen con una sonrisa. — Tendré que enseñarles una debida lección.
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